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Una frase de cajón dice que “soñar no cuesta nada” y a muchas mujeres les cuesta tener una vida sosegada, sin señales en el cuerpo; les cuesta la vida, la pierden a manos de un hombre del cual dependen económica o emocionalmente, que les prometió una casa; un hombre en el que creen, posiblemente las ame, porque no han conocido otra forma de relacionarse en el campo amoroso.
Diariamente conocemos una historia que deja señales físicas de una violencia machista: golpes, rasguños, morados, inflamación, heridas. Imágenes que gusta publicar a la mayoría de los medios de comunicación sin pararse un momento a pensar que esa mujer ya fue víctima y con esa acción la están revictimizando. Pregunto a ese o esa periodista: ¿Le gustaría que esa imagen se publicara sobre usted o un ser querido? Recomiendo este decálogo para informar sobre violencias contras las mujeres.
En la cotidianidad están presentes los insultos, gritos, chistes sexistas y comentarios que denigran a las mujeres: es bruta, fea, gorda, flaca, le falta, le sobra, se viste o no se viste de la manera que a él le gustaría. Esto no deja señales en el cuerpo, pero si en la autoestima; la va minando hasta dejar a una mujer inmersa en el miedo y sin capacidad para reaccionar.
Algunas mujeres callan o justifican la violencia porque “es el padre mis hijos” o por el qué dirán. ¿Serán esas las razones? ¿Valdrán la pena? No tomar una decisión a tiempo puede costar la vida.
Escuchamos a menudo la pregunta: ¿Si ese hombre la maltrata, por qué no lo deja? No sólo por lo ya comentado, sino porque poco a poco llegó al punto en el que se encuentra. Y es cuando el papel de las amigas, las organizaciones de mujeres y las feministas entran a apoyar, a ayudar a remendar los dolores y empezar al camino de la resiliencia.
Existe un subregistro en denuncias, ¿por qué? A los miedos descritos sumamos el desconocimiento de las rutas para mujeres víctimas de violencias y la incompetencia de las instituciones que reciben las denuncias, su falta de sensibilidad y desconocimiento de los derechos de las mujeres. O sencillamente no hacen nada y pasa mucho. El gobierno nacional, los departamentales y locales no incluyen en el presupuesto estos rubros. Nada les dice las alarmantes cifras de feminicidio y violencia basada en género.
El domingo 21 de noviembre fue encontrado el cuerpo de Diana Herrera Mendoza, una joven de 17 años, cursaba décimo grado y tenía cinco meses de embarazo. Fue hallada con graves signos de tortura y asfixia, en una cabaña del sector Bocas de Canalete en zona turística del municipio Puerto Escondido en Córdoba.
La familia informó que Diana se encontraba feliz por su embarazo, pero su novio no estaba de acuerdo y le había propuesto que abortara, situación que ella rechazó. Daniel Flores Ramos de 21 años citó a Diana el sábado 20 de noviembre en este sector turístico para dialogar y ella acudió sin pensar que corría algún riesgo. Él decidió sobre su cuerpo y su vida.
Colombia ha firmado la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres, CEDAW; la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer “Convención Belém do Pará, la Plataforma de Acción de Beijing y otras tantas. Muchas normas también existen en Colombia como la Ley 1257 de 2008, el Auto 092 de 2008, sobre Derechos sexuales y reproductivos. En fin, leyes, leyes, leyes que no se conocen, no se cumplen. Un canto a la bandera. Aleluya.
La sociedad civil organizada alrededor de los derechos de las mujeres en fundaciones, redes, asociaciones, y otras formas son quienes han dado una larga lucha tanto por el logro legislativo como por una batalla real y constante en contra de las violencias, en plural, de las mujeres.
No tendría que existir un 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pero, ya que existe porque los motivos existen, propongamos no sólo la reflexión sino la exigencia para el Estado, gobierno, academia, medios, organizaciones, empresas, sindicatos y a la híbrida sociedad en genera, realizar una constante labor para erradicar las violencia: educación, procesos, cambio en el cómo informar, relaciones desde la igualdad, el respeto y los derechos.
La penalización es una sanción necesaria, pero es “mejor prevenir que curar” o sancionar.