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La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcan hitos significativos para las apuestas globales y locales de desarrollo sostenible. Uno de los más notorios es el llamado explícito al sector empresarial que hasta el momento no había sido considerado como protagonista en esta agenda. Quizá la expresión más clara y reveladora de ese llamado está en la sección sobre medios de implementación y alianzas de la Agenda 2030, en la que la Asamblea General de Nacionales Unidas exhorta “…a todas las empresas a que aprovechen su creatividad e innovación para resolver los problemas relacionados con el desarrollo sostenible”.
Esta invitación a ser coprotagonistas de la Agenda 2030 se manifiesta a lo largo de los ODS, pero sobre todo se hace explícita en el ODS 17, que se centra en “Fortalecer los medios de implementación y revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible”. De esta forma, las alianzas se destacan como un componente clave para el desarrollo. El ODS 17, además, evidencia tanto la urgencia de contar con el concurso de diversos actores, como el reconocimiento de que el desarrollo no es una tarea exclusiva del Estado y que otros actores como el sector privado también están llamados a contribuir.
Al hacer énfasis en las alianzas, el ODS 17 es a un mismo tiempo un objetivo táctico, pues plantea qué hacer de cara a asegurar alianzas que jalonen el desarrollo sostenible, pero también estratégico, ya que marca una nueva pauta en cuanto a cómo y con qué actores avanzar en dicho desarrollo. La Agenda 2030 es integral en la medida en que todos los objetivos se terminan retroalimentando entre sí. Sin embargo, la complementariedad del ODS 17 frente a los demás ODS es de diferente naturaleza: más que una relación temática, se trata de una relación procedimental. En este sentido, su principal contribución a la Agenda 2030 es la de trazar un camino, llamar al concurso de diversos actores y dar cuenta de las posibilidades de lograr las metas planteadas.
En el análisis de la centralidad de las alianzas, es decir, de la concurrencia de actores para un fin como alcanzar las metas fijadas en cada ODS, es clave tener presente el tipo de aportes que se espera de cada una de las partes concurrentes. Es precisamente en este sentido que cabe mirar de manera crítica la forma como generalmente se ha planteado la contribución del sector privado al desarrollo sostenible. Con frecuencia, dicho aporte se circunscribe a recursos económicos y deja de lado aspectos tan claves como la capacidad de gestión y la experiencia en ejecución que tiene el sector privado.
Un ejemplo del potencial que, más allá del dinero, tiene el concurso del sector privado en el desarrollo sostenible, son los proyectos desarrollados en Colombia mediante el mecanismo de obras por impuestos. Si bien un balance de este mecanismo escapa del alcance de este escrito, cabe anotar que este ha permitido desarrollar proyectos que apalancan el desarrollo en los municipios catalogados como más afectados por el conflicto armado (Zomac). La forma como se involucra el sector privado en el desarrollo de estos proyectos muestra cómo las empresas pueden hacer aportes críticos al desarrollo gracias a su gestión, experiencia y capacidad de ejecución. El dinero en este caso no es de las empresas, sino en últimas de la DIAN.
Claro está que, a la hora de alcanzar metas de desarrollo, los recursos económicos son importantes. Pero el llamado a las empresas debe ir más allá de la financiación. El desarrollo sostenible no solo necesita que todos pongan plata, por decirlo de alguna manera, sino que también se beneficia enormemente de lo que se ha denominado know how en gestión y ejecución que pueden aportar actores como el sector privado.
En síntesis, y de cara al lugar del ODS 17 en la Agenda 2030, el principal aporte de las alianzas y de la participación del sector privado en ellas está precisamente en aceptar la invitación hecha por Naciones Unidas y, más coloquialmente, poner al servicio del desarrollo sostenible no solo -y no principalmente- su chequera, sino también y, sobre todo, su creatividad, enorme capacidad de innovación, gestión y ejecución.
* Profesora de cátedra - Universidad de los Andes.
Este texto hace parte del gran especial de aniversario de los 135 años de El Espectador, que analiza cómo podemos tener un futuro más sostenible. Encuentre aquí el especial completo.