Habrá Memoria

Juliana Bustamante Reyes
25 de junio de 2022 - 11:39 p. m.
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Luego de una campaña electoral marcada por una polarización profunda, Colombia tiene nuevo presidente y vicepresidenta. La fórmula del Pacto Histórico, Gustavo Petro y Francia Márquez, estarán a cargo de los destinos de Colombia desde el próximo 7 de agosto y hasta el año 2026. En su discurso de posesión, Petro señaló que la paz es el eje de la vida y que le apostará todo a ese proyecto. Francia, como víctima del conflicto y originaria de una región golpeada por la guerra, también ha insistido en la defensa de la construcción de paz con toda la determinación.

El próximo 28 de junio la Comisión de la Verdad (CEV) hará entrega de su Informe Final a los y las colombianas y al mundo. Se le entregará, en particular, al gobierno saliente y al entrante, en el ánimo de que sus hallazgos sean tenidos en cuenta dentro de la agenda gubernamental. Mientras que el gobierno saliente será recordado como aquél a pesar del cual salió adelante el Informe Final, el que lo sucede, lo abrazará. El Informe Final de la CEV es producto de un esfuerzo descomunal que, contra todas las adversidades, ha hecho esa entidad por recoger la mayor cantidad de voces posibles que den cuenta de lo que ha ocurrido en el conflicto que ha sufrido Colombia por tantos años. Y en una providencial coincidencia temporal, lo recibirá, solo 10 días después de su elección, un gobierno que en su campaña defendió todas las causas por las que la Comisión trabajó, fortaleciendo ese mensaje en favor de la paz que nos llena de júbilo a tantas personas.

En video: +Verdad -Cuento: ¿Qué es y cómo será el informe final de la Comisión de la Verdad?

Según los Acuerdos de Paz, la Comisión de la Verdad es un “órgano temporal y de carácter extra-judicial, que busca conocer la verdad de lo ocurrido y contribuir al esclarecimiento de las violaciones e infracciones y ofrecer una explicación amplia a toda la sociedad de la complejidad del conflicto; promover el reconocimiento de las víctimas y de las responsabilidades de quienes participaron directa e indirectamente en el conflicto armado; y promover la convivencia en los territorios para garantizar la no repetición.” Esta tarea, titánica desde su concepción, tuvo que adelantarla contra todas las adversidades, incluyendo la muerte de dos de sus comisionados, la pandemia y la estigmatización del gobierno. Con todo, la Comisión produjo múltiples espacios de diálogo público, reconocimientos de responsabilidad, pedidos de perdón, ejercicios de escucha, producción de piezas documentales y culturales, todo lo cual hará parte del Informe y que permitirá tener un panorama amplio, plural y rico de nuestro relato de país. Además, al tener presencia en 11 macro regiones, hizo un trabajo en la periferia de Colombia, dentro de las limitaciones que la pandemia impuso, reconociendo que es en los territorios donde se ha librado buena parte de nuestro conflicto, el cual no puede entenderse con las lógicas centralistas de siempre.

La pretensión del Acuerdo de Paz fue reconocer la desigualdad y las exclusiones, dar valor a la diversidad, visibilizar a las regiones y moverse hacia una sociedad donde quepamos todos y todas. Que el trabajo de la Comisión sea entregado a un gobierno que representa a las víctimas, que valora las resistencias, que está dispuesto a llegar a los territorios y que reconoce el valor de la diferencia, pone de presente, precisamente, que son esas personas y esos valores los que se privilegiaron en la decisión que tomaron los y las colombianas en la elección presidencial.

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A partir de julio, la Comisión adelantará una labor de socialización del Informe a lo largo del país, con el fin de dar a conocer esos grandes hallazgos e invitar a su estudio profundo en todos los espacios, incluyendo escuelas, comunidades, organizaciones sociales y diversos colectivos. A finales de agosto, cuando ese trabajo termine, queda en manos de la sociedad civil, la academia y el Estado, recoger y proteger ese legado y mantenerlo vivo y abierto a su enriquecimiento. Será responsabilidad ineludible del gobierno entonces contribuir con la protección de los archivos y designar a una persona idónea en el Centro Nacional de Memoria Histórica, que recoja toda esa información para ponerla al servicio de lo que más adelante será el Museo Nacional de la Memoria, cuyo guión, actualmente protegido por medidas cautelares de la JEP, deberá incorporar los hallazgos de la CEV.

La Comisión de la Verdad le dejará a Colombia no solo un relato sobre la memoria de lo que nos ha pasado, sino múltiples recomendaciones para avanzar hacia la convivencia, la reconciliación y la no repetición. Estos asuntos de profundidad infinita, que podrán servir para comprender de verdad nuestra tragedia, reconocerla y transformarla, tienen hoy la inmensa oportunidad de ser desarrollados por un gobierno fundado en la superación del abandono que ha mantenido a las víctimas -esas que lo pusieron en el poder- al margen de la posibilidad de vivir sabroso, como debe ser.

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