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Por: Gustavo Rodríguez Vega, Arzobispo de Yucatán, Presidente de la Red CLAMOR
Los pies de Noelia, Edwin, John Jairo, Jesús, Miguel Ángel, Olivia, José Manuel, Jackeline, Kelly, así como los de los más de cinco millones de refugiados y migrantes venezolanos, están cansados de tanto andar y desandar los caminos en búsqueda de protección y un futuro digno en América Latina y El Caribe.
Son pies fuertes, ágiles, pero duelen, están heridos ya por kilómetros de carreteras, por los miedos, las frustraciones e incertidumbres que han marcado sus pasos desde que salieron del país que los vio nacer y crecer.
Por ello desde la Red CLAMOR decidimos ver más allá de números y estadísticas para contar historias de vida de venezolanos y venezolanas que un día dijeron “pies para que te tengo” y se lanzaron a las rutas de tránsito en búsqueda de un destino seguro.
Entre agosto y diciembre de 2019, la Red Clamor realizó la investigación “Pies para que te tengo” que recoge más de 200 testimonios de personas venezolanas refugiadas y migrantes en diferentes países de América Latina.
En esta publicación, que está llena de vida y experiencias concretas, compartimos el sufrimiento y los riesgos que las personas refugiadas y migrantes han enfrentado; pero de manera especial, la valentía, la fuerza interior y la resiliencia de hombres y mujeres que están luchando sin descanso, con creatividad, para conquistar metas y hacer realidad sus sueños.
(Lea también: Lo primero que hay que deportar es la xenofobia)
Querida hermana, querido hermano, ojalá que los pasajes de estos testimonios te lleguen al corazón, porque este libro quiere mover los corazones, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Hay muchas personas que, perteneciendo a cualquier Iglesia o religión, o aún sin formar parte de un grupo creyente, son sensibles al dolor humano y son capaces de tender la mano a las personas refugiadas y migrantes.
Aquí se nos presentan los testimonios de algunas de las muchas personas refugiadas y migrantes venezolanas en el momento actual, pero sus palabras nos pueden conmover en favor de personas en esta situación de cualquier región del mundo. Los creyentes sabemos que los corazones altruistas son movidos por el mismo Espíritu que quiere mover a los creyentes.
Y si este libro cae en manos de autoridades de cualquier país de destino de las personas refugiadas y migrantes venezolanas, podrá encontrar motivaciones para favorecer las políticas convenientes para abrir los brazos de su nación a quienes traen un cúmulo de riqueza con su cultura y con su trabajo, para hacer prosperar a su país.
Al mismo tiempo, puede motivarles a una sana política internacional, apoyada en el necesario diálogo entre las autoridades de cada nación, pues todos nos necesitamos unos a otros, “porque estamos todos en la misma barca”(mensaje del Papa Francisco del 27 de marzo del 2020). Por otra parte, urge desde la política dar un nuevo rumbo a la economía para que podamos tener un verdadero desarrollo integral, una economía al servicio de todas las personas y no sólo de unas cuantas.
Este libro en manos de los educadores y de todos los más involucrados en la promoción de la cultura, al contacto con los testimonios de estas personas, pueden ellos y ellas encontrar motivación para trabajar en favor de una educación que fomente la cultura de la apertura a la sana convivencia intercultural. Porque este mundo globalizado en el que vivimos debe aprender a tirar los muros que nos separan y a crear puentes de encuentro para enriquecernos unos con otros.
Sin duda alguna, las personas refugiadas y migrantes venezolanas son una fuerza positiva que, con su trabajo honesto, tesorero y profesional, están aportando al desarrollo de las naciones de acogida. Sus testimonios dan fe de la capacidad de lucha, de resiliencia, de la nobleza de un pueblo que, en medio de tantos sufrimientos, no deja de sonreír, de cantar, de bailar, de creer que mañana será mejor y trabajar para que así sea.
Y este libro debe llegar a manos de todas las personas, para que estemos convencidas plenamente de que las personas refugiadas y migrantes venezolanas son nuestras hermanas, y que millones de ellas están viviendo un éxodo imparable, como no se había visto en ninguna época ni en ningún lugar.
Este libro debe motivar aún más a quienes ya se dedican al servicio de las personas refugiadas y migrantes, pero también debe sensibilizar a todos los bautizados, porque esta pastoral debe ser un servicio sinodal de una Iglesia que comprende que la dimensión de este drama requiere del compromiso de todos los creyentes en una pastoral organizada en líneas transversales. Tengamos presente que cada persona refugiada y migrante es otro Cristo encarnado que espera nuestra mano fraternal (cf. Mt. 25, 35. 43).
A todos nos incomodan los números que terminan por decirnos poco o nada sobre el desplazamiento forzado. Seamos prójimos del hermano necesitado como el buen samaritano del Evangelio (cf. Lc. 10, 25-37), y aproximémonos al corazón de las personas que aquí nos ofrecen sus testimonios para conocer un poco más y tocar al Cristo que vive en ellos y ellas.
La Sagrada Familia de Nazaret, que tuvo que huir emigrando a Egipto, bendiga y proteja en su camino a todas las familias refugiadas y migrantes, y a todas las familias separadas por el desplazamiento forzado.
Conozca el informe completo acá: