Pueblo y esperanza

16 de agosto de 2022 - 08:13 p. m.
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La posesión de Gustavo Petro y Francia Márquez, como presidente y vicepresidenta de Colombia, no solo fue distinta, fue especial, colmada de sentimientos, emociones, simbolismo, y sobre todo de esperanza. El fervor de miles de personas en las calles y parques, bellamente engalanado por la diversidad humana, la música y el arte, fue contagioso; esa pasión ciudadana incluso llegó a los oídos sordos de los más obstinados opositores. Es grande el compromiso que tiene el gobierno Petro y el Congreso de la República ante un pueblo que mayoritariamente les otorgó su representación.

Sin duda las expectativas son altas, particularmente porque terminó un gobierno aciago y por el acumulado de problemas del pasado. Ciertamente el nuevo gobierno no puede errar y dentro de lo fundamental está la preservación de la vida y la integridad; el logro y mantenimiento de la paz; la superación de la brecha de desigualdad atendiendo prioritariamente a los sectores que padecen una alta vulneración de derechos. Dado que la constante ha sido el abandono del Estado se impone una reingeniería para lograr el cometido de las instituciones.

El discurso fue coherente, convenció a la gente, se votó por el cambio, por la transformación del país, un pueblo en ejercicio de su soberanía. Pero ¿Es un cambio hacia dónde? se preguntó el presidente, a lo que respondió: hacia la democracia, democracia y más democracia. Esto implica la participación decidida de la ciudadanía en la vigilancia del ejercicio del poder político, hay que cumplir con lo prometido; sin duda está latente un mayor riego de inconformidad, pues de esa gran ilusión se puede caer pronto en la decepción. Las comparaciones con otros gobiernos son inevitables como consecuencia de una realidad que es la angustia misma del diario acontecer. Es necesario comprender que abordar estos graves problemas requiere tiempo y se da en forma progresiva.

El gobierno Petro va por el camino correcto. La primera impronta es la disposición permanente para conversar con todos los sectores. El nombramiento de los ministros en general es acertado, aunque ciertas designaciones no están exentas de crítica por su falta de cualificación, los acuerdos políticos prevalecieron. Se dio un paso trascendental en la búsqueda de la paz, Cuba será sede de los diálogos con el ELN, es decir, se reiniciará el proceso, tras su interrupción en el gobierno Santos y su truncamiento en el gobierno Duque. El canciller Leyva exaltó con acierto el compromiso asumido por Cuba con la paz de Colombia y del mundo, rechazando cualquier consideración sobre este país como patrocinador del terrorismo.

La búsqueda de la paz total que convoca a todos los actores armados y grupos criminales continúa labrándose; el sometimiento, el acogimiento u otras alternativas hace parte de la discusión sobre los medios, pero no hay titubeos sobre el fin superior que se pretende alcanzar. También se está superando el error garrafal de romper relaciones diplomáticas con Venezuela; esa decisión equivocada y terca perjudicó a miles de venezolanos y connacionales. Hoy es inminente la apertura de la frontera, la activación del comercio; es una necesidad inaplazable entre pueblos hermanos unidos por el afecto, por lazos familiares y por un extenso territorio vecino. El actual gobierno tiene claro que entre los Estados debe predominar el derecho diplomático y consular; incluso que existiendo diferencias personales resulta impropio que los mandatarios privilegien los insultos, las amenazas, y no el apego a la política internacional.

La designación de los nuevos mandos en la Fuerza Pública produjo la salida de un elevado número de generales, dado que la antigüedad prima en esta sucesión de cargos. Si la seguridad humana pretende rescatar la confianza de los ciudadanos en su Fuerzas Militares y de Policía, y que el respeto por los derechos humanos haga parte de la convicción y de las actuaciones diarias de estos servidores, entonces ya empezó el cambio institucional. Es necesaria una reforma profunda mediada por una discusión abierta e incluyente, lo que no desconoce el reconocimiento y respeto a quienes han cumplido con su deber.

El respaldo popular y la esperanza del pueblo colombiano están intactos; se cambió el teatrino por un gobierno donde el presidente está tomando sus decisiones, “juntos somos más fuertes”.

 

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