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La fragilidad en la que estamos inmersos se hizo más evidente con el fallecimiento del ministro de la Defensa, Carlos Holmes Trujillo.
Constatar que el funcionario con mayor poder letal y no letal del Estado, el de mayor exposición pública fue doblegado por el covid-19 a pesar de contar con vastos recursos para ser atendido, asusta al país. Al de a pie y al del poder. De allí el impacto de su muerte.
La necesidad de su relevo obliga a pensar en quién lo sucederá para enfrentar los retos que esa cartera tiene.
¿Quién con la formación adecuada para asumir el control de unas fronteras desprovistas de seguridad como las que tenemos con Venezuela, Ecuador y Panamá? ¿Con qué capacidades contarán él o la sucesora para enfrentar la diversidad de actores delincuenciales asociados a economías ilícitas en múltiples regiones del país? ¿Dónde las capacidades exigidas para atender la estrategia combinada de confrontación y diálogo adelantada por el ELN?
Los problemas de violación de los derechos humanos y la notoria corrupción de integrantes de las Fuerzas Armadas en varias zonas exigen un liderazgo vigoroso para que la confianza no continúe degradándose día a día.
Por todo lo anterior, nombrar un nuevo ministro o ministra, es la decisión más significativa que ha afrontado Iván Duque. Carlos Holmes era su principal vocero y defensor en un equipo de gobierno donde nadie más tiene un sólido perfil.
Seguramente entre las filas del Centro Democrático muchos querrán el cargo, pero hay actores de poder más allá del partido que intervendrán en esa decisión. Saben qué si la liviandad se consolida como sello en lo que resta del período Duque, las carencias del poder real quedarán demasiado expuestas, tan evidentes como la fragilidad que el covid-19 deja al desnudo. Carlos Holmes era una garantía y por eso quería ser el candidato de esos poderes.
Germán Vargas Lleras como ministro de la Defensa sería una opción que tranquilizaría a muchos en los poderes económicos del país, pero no a Álvaro Uribe. Otros conocidos entre las propias tropas del Centro Democrático como los “Rafaeles” Nieto y Guarín, aduladores interesados del uribismo, ni tienen peso ni respetabilidad. Son buenos para ladrar, pero a los poderes, no les han probado la capacidad, solidez y funcionalidad que les garantizó a lo largo de su vida el anterior ministro.
¿Volver a los militares retirados? Hoy, no existen entre ellos individualidades respetables para el conjunto de las fuerzas. La crisis en la dirección de las armas del país existe y es profunda.
Un político como Vargas Lleras parece ser el indicado, ¿quién iba a pensarlo? pero es una riesgosa apuesta para el Centro Democrático.
Habrá que ver de que manera define Iván Duque ese pulso, sí con los intereses de los poderosos o los del partido del gobierno.
¿La paz y la profundización de la democracia que deben ser los intereses del conjunto del país pesaran en la decisión? Sabido es desde hace rato que para estas definiciones, esos intereses no cuentan.
Adenda: Más que con el 2022, ojo con la conexión vial Colombia- Ecuador por Tumaco. Sus mayores beneficiarios pueden terminar siendo los carteles de todo tipo y la corrupción institucional tanto del lado de Ecuador como de Colombia.
@alvarojimenezmi