Sobre la denuncia de violencia sexual

Columnista invitado
24 de febrero de 2019 - 06:16 p. m.

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* Por Alejandro Rodríguez, investigador de Temblores ONG. 

El 24 de noviembre de 2018, la teniente Kelly Sierra denunció al capitán de la Policía Eduardo Merchán Prieto de haber abusado sexualmente de ella en la fiesta que ocurrió ese mismo día con motivo del cierre de año de la Policía en el departamento del Cesar. Como consecuencia, el 7 de diciembre Merchán se presentó ante el comando de la Policía debido a la orden de captura que había en su contra. Días después fue puesto en libertad debido a que, según el juez de control de garantías, no había suficientes pruebas para ejecutar una medida de aseguramiento. Posteriormente, la teniente Kelly Sierra aseguró que denunciar fue peor que no haberlo hecho.

Esta última declaración de Kelly Sierra me hizo pensar que las situaciones por las que pasa una víctima de violencia sexual hacen que el silencio sea visto como la mejor ruta de acción, pues el trato mediático y judicial tienden a dificultar la justicia que las víctimas merecen y resultan en un señalamiento de estas. En la mayoría de los casos de violencia sexual, la víctima conoce con anterioridad al victimario: es un familiar, amigo o compañero laboral, o por lo menos coinciden en espacios cotidianos. En los espacios laborales, el perpetrador tiende a ser un hombre jerárquicamente superior y afecta con esto el desempeño laboral de la víctima. En el caso de Sierra, ella afirma que después de denunciar se ha iniciado una campaña de desprestigio en su contra y que ha sentido que sus compañeros de trabajo han tomado distancia. Dice también que ella misma es vista como “un problema”, y por esto existe la posibilidad de que sea trasladada a los lugares más lejanos del territorio nacional, pues nadie quiere “tener ese problema a su cargo”. En muchos casos, entonces, la víctima es quien recibe el rechazo tras la denuncia.

Otra secuela de la denuncia es el cubrimiento mediático. Un caso que me llamó la atención fue la transmisión en vivo de la W radio por Facebook live. En esta, los reporteros mostraban (con permiso de Sierra) la que era la prueba mayor de la denunciante: las fotografías de su cuerpo golpeado. Los medios, entonces, parecen darle validez a la denuncia según la crudeza de la prueba. Y no solo eso, también la opinión pública, muy machista, suele dudar de la víctima. Los comentarios del Facebook Live, por ejemplo, se caracterizaban por especular en contra de Sierra, acusándola hasta de haberse lastimado ella misma así los reporteros estuvieran mostrando las fotografías.  Esto me hizo considerar el carácter de desnudez que implica la denuncia.

Como si fuera poco, además de los medios, también la ley le pide a la víctima que se desnude para que la denuncia tenga validez. Por un lado, al llegar a medicina legal debe desnudarse ante un funcionario para mostrar las heridas como prueba. Esta primera desnudez es similar a la que le piden los medios. Por otro lado, debe desnudarse en el relato de la violencia: debe contar con detalles la experiencia traumática a un funcionario público que en muchos casos pone en duda la veracidad de los hechos.

El abuso sexual es una situación en la que la víctima pierde el poder sobre su propio cuerpo. En el caso de Sierra, la desnudez se vuelve prueba de la violencia. Al denunciar, la víctima se tiene que encontrar reiteradamente con la desnudez. Esta desnudez no es solo física sino también psicológica. Así, en la denuncia vuelve a perder control sobre su cuerpo y su relato, pues vuelve a estar en un estado de vulnerabilidad ante la ley y los medios.

A pesar de todo esto, Sierra afirma que la denuncia es una forma de exigir y defender unos derechos y una verdad. Sin embargo, las reacciones ante la denuncia y el cubrimiento en medios del caso desmotivan a las víctimas a hablar sobre sus casos de violencia sexual, pues vuelven a encontrarse con la violencia en la misma denuncia. Por lo tanto, promover la denuncia no será suficiente si no se facilita el acceso al derecho de la verdad y justicia que las víctimas de abuso sexual merecen. 

 

 

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