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Por estos días la oferta de Paz Total ha sido cuestionada fuertemente, incluso por algunos firmantes del Acuerdo del Teatro Colón. Olvidan que para llegar al Acuerdo de Paz trasegamos caminos difíciles, minados por el diálogo en medio de la guerra y precedido por la muerte de Alfonso Cano, crimen de guerra que reconoció el expresidente Juan Manuel Santos.
Hubo momentos en que la mesa de diálogo estuvo al borde de volar en mil pedazos por la cicatería gubernamental. Recuerdo como si fuera ayer las líneas rojas que le impusieron a la negociación y los cálculos aquellos que entre más bajas causaran a la insurgencia menos lograría en la mesa de diálogo.
El mérito del expresidente Juan Manuel Santos está en que reconoció el estatus político de las Farc-Ep, decidió negociar y firmar el Acuerdo pese a la feroz resistencia del uribismo.
Sin embargo, las ofertas de paz del presidente Santos, en principio, se reducían a la entrega de armas y un marco jurídico un tanto similar al que aplicaron a las Auc. La clave para llegar al Acuerdo fue mantener la voluntad de negociación, la potencia transformadora de la movilización social y el acompañamiento internacional.
Por eso no me extraña que algunos negociadores del Acuerdo salgan a cuestionar las propuestas de Paz Total. La Paz Total abre la posibilidad de nuevos acuerdos bajo el principio de la distinción de actores. Por supuesto que será una construcción colectiva que se enriquece de la crítica y de la mejor voluntad del gobierno de Gustavo Petro de terminar definitivamente con la guerra y sus causas.
Hay quienes pontifican a cerca la rebelión y creen que el Acuerdo del Teatro Colón cerró la puerta a nuevos alzamientos armados, como si el acuerdo en sí hubiera modificado la vergonzante realidad nacional. Como si el Estado hubiera sido fiel a lo pactado. Hay pruebas que dan cuenta del entrampamiento a Jesús Santrich por parte del entonces Fiscal General en confabulación con Agentes de la DEA, y lo iban a hacer también con Iván Márquez y otros dirigentes de la antigua insurgencia.
La mayoría de quienes firmamos el acuerdo padecimos la tacañería del gobierno de Juan Manuel Santos y mucho peor en el gobierno de Duque. Padecimos la corrupción en la implementación del Acuerdo desde el inicio. Fueron elevados los costos en la construcción de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN), obras mal hechas e indignos lugares para una población dispuesta a volver a la vida civil.
Nos negaron la posibilidad de acceder a tierras y la reincorporación empezó a conducir al fracaso. La posibilidad de incumplimiento del Acuerdo de Paz asustaba a miles de combatientes y luego lo sufrimos en carne y espíritu. Ese miedo llevó a centenares de guerrilleros y guerrilleras a proseguir la lucha armada.
Pese a todo, el Acuerdo ayudó a transformar la realidad política y a generar condiciones favorables para la Paz Total. Falta mucho trecho por recorrer y es necesario hacer hasta lo impensable por el bien superior del país.
*Exnegociador del acuerdo de paz