¿“Tu verdad” o “mi verdad”?

19 de febrero de 2022 - 05:27 p. m.
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Se la pasan hablando todo el tiempo de diálogo y de reconciliación nacional, pero no aceptan el disenso. Pregonan la paz a los cuatro vientos y a como dé lugar, pero atizan vientos de odio para quien no traga entero su cuento. Se parapetan tras gestos bonachones que por lo general acompañan con sonrisas a flor de labios, pero arremeten en gavilla en intentos fútiles para acallar las voces disonantes.

Hacen gala de su superioridad moral, mas su comportamiento fatuo emerge cuando se hacen públicos sus procederes díscolos en el intrincado camino de allanar la verdad sobre qué ocurrió y ocurre en este conflicto armado interno de nunca acabar. De ahí que les incomode que cualesquiera, con hechos y verdades que les resultan axiomáticas, ponga en tela de juicio la sinceridad de su real compromiso con Colombia. ¡Qué incoherentes resultan algunos adalides de la paz cuando son expuestos!

Este preámbulo con tintes de lamento de pregonero tiene una sencilla explicación. El pasado 3 de diciembre publiqué mi más reciente columna de opinión en este portal. Bajo el título “Martín Beristain, ¿la rueda suelta de la Comisión de la Verdad?”, denuncié lo que a mi juicio es el proceder amañado de este médico español, quien se estaría beneficiando de manera amoral y antiética de su rol de comisionado en este componente clave del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, Sivjrnr.

A los pocos minutos de que mi columna estuviera online y como se ha hecho costumbre cada vez que Colombia+20 me publica, los comentarios insidiosos, desobligantes, con lenguaje procaz y algunos con tono amenazante, coparon el apartado dispuesto para tal fin. Verbigracia, se me ataca bien por tener el mismo nombre de pila de un octogenario político de derecha de marras, por haber estado bajo banderas en el Ejército Nacional, por ser miembro de la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Militares (Acore) o por mi supuesta militancia en las huestes del uribismo, entre otros aspectos, pero jamás se esgrime argumento alguno para debatir la quintaesencia de las denuncias contenidas en mis escritos.

La cereza en este pastel fue colocada siete días después (10 de diciembre) a manera de réplica a mi quehacer de columnista. En la sección “Carta de los lectores” fue publicada una misiva donde se pedía mi cabeza (censura para la que jamás se prestaría El Espectador), declaración suscrita por mal contadas 203 personas naturales; 86 organizaciones, colectivos e instituciones; 27 nodos con asiento en Europa y América y 11 capítulos del llamado Foro Internacional de Víctimas.

De hecho y sin buscarlo, un par de días después, mientras asistía a la presentación de un libro en Chapinero, una fuente me aseguró que la comunicación habría sido planeada desde la presidencia de la Comisión, como quiera que se ajusta al estilo de los áulicos de De Roux; me dijo, además, que dudaba de la existencia real de algunos de estos nodos y organizaciones. Otra fuente me aseguró que en la CEV se han creado alertas en la red con mi nombre y que no hay pleno de comisionados donde mi trabajo de opinión no merezca al menos un comentario.

Lo que muchos de los supuestos firmantes de este libelo y de la Comisión no saben es que quien escribe no es el militar en retiro, sino el periodista titulado de la Universidad Central, con estudios de posgrado en derechos humanos y derecho de la guerra, con experiencia previa a su ingreso al Ejército en investigación periodística en la casa editorial El Tiempo, autor de cinco libros y finalista del premio nacional de periodismo del CPB en 1990 en la modalidad de mejor tesis de grado.

Que les quede claro que mis columnas de opinión contra algunos aspectos del trabajo de la Comisión de la Verdad se sustentan en documentos y fuentes humanas, algunas de las cuales aún hacen parte del seno de este organismo, mantienen relaciones con la entidad a través de la modalidad de outsourcing o alguna vez laboraron allí como parte de la nómina o en calidad de contratistas.

Sepan y entiendan que mis críticas no son un asunto de mera semántica. Jamás comulgaré con la verdad sesgada, absoluta, con artificios y selectiva que algunos comisionados −no todos, por suerte− pretenden imponer. Si he callado en este tiempo no ha sido por temor o porque lograron su cometido con su réplica, sino porque ando en una minuciosa labor investigativa que tomó mayor fuerza tras hacerse públicos los elevados gastos de la CEV en 2021.

En esta misión me guían cual atalaya luminosa los artículos 20 y 270 de la Constitución Nacional y la Ley 850 de 2003, entre otras normas concordantes. Además, tengo la obligación moral para con más de 20 mil lectores certificados en este y otros medios donde escribo y las miles de víctimas que dejó el conflicto armado en el seno de la Fuerza Pública, ciudadanos que, como yo, creemos en la paz y en la verdad, pero sin acomodos ni componendas. Parafraseando a Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.

 

Gilberto(7pj5u)22 de febrero de 2022 - 01:11 p. m.
Felicito a Jose, pued esta clase de periodismo objetivo es la,que necesita esta nacion atropellada por los terroristas, socialistas, comunistas y progres apatridas, que solo actuan en la oscuridad y cuando los desnudan aullan como pertos
Atenas(06773)21 de febrero de 2022 - 11:48 a. m.
Cómo caen de bien todas estas afirmaciones bien sustentadas q’ fácil desenmascaran toda la truculencia q’ se esconde detrás de esa aparente límpida Comisión de la verdad. Y si sujetos hay arteros esos son los españoletes q’ x aquí aún vienen con aires de fieros colonizadores y aterrizan de asesores de esas tales comisiones y de otras más. Excelente columna.
UJUD(9371)20 de febrero de 2022 - 12:13 a. m.
¿ Tu verdad ? No, la verdad. La tuya, guárdatela....
Carlos(7kt9z)20 de febrero de 2022 - 12:08 a. m.
El proceso de paz y reintegración del gobierno santos es una farsa y un fracaso. Solo los ampones que integran dicho proceso de reintegración se las creen y cuando te dicen la verdad en la cara te duele. Cuando el periodismo se habla con la verdad y certeza no gusta. Una excelente opinión que duela a quien duela y así se venga el mundo encima es la triste realidad de este País. Felicitaciones José
Helena(66766)19 de febrero de 2022 - 10:34 p. m.
Pues es que su verdad es la suya y difiere mucho de la forma que la quiere presentar, yo estuve dispuesta y leí su columna y no vi una razón para cambiar mi verdad… el problema es que seguimos creyendo tener la razón por no ver argumentos sólidos que desvirtúen los hechos objetivos que nos muestra la derecha colombiana, donde los prontuarios son los títulos necesarios para tomarse el país…
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