Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
@bajaalcurnia
Parto por reconocer una verdad: estamos en presencia de hechos históricos. Confieso que nunca esperé ver a Álvaro Uribe Vélez en esta situación pues su poder político siempre lo había mantenido alejado del brazo judicial, aunque muchos de sus cercanos no corrieron la misma suerte. La impunidad no podía ser compartida, es solo del ex presidente.
Por eso entiendo el revuelo que se ha generado por una simple medida preventiva y transitoria –en la casa, además - dentro de un proceso penal y por ende que la dinámica del poder político en Colombia exige que los derrotados intenten capitalizar como sea el fracaso, por pocos réditos que logren con el esfuerzo.
Así las cosas, hemos visto cómo, ante la magnitud y contundencia de las pruebas que dice tener en su poder la Corte Suprema de Justicia, han obviado casi por completo controvertir la decisión con argumentos para pasar al oscuro mundo de las falacias argumentativas. Una en particular me ha llamado la atención sobre otras: el hombre de paja de Jesús Santrich.
¿En qué se basan? Todos recordamos que los asuntos de Santrich pasaron prácticamente por todas las altas cortes del país –la JEP negó su extradición, el Consejo de Estado le mantuvo la curul y la Corte Suprema, al asumir su proceso penal por el fuero de congresista, tuvo que dejarlo en libertad porque la medida de aseguramiento que tenía antes ya no servía-, y que finalmente se escapó, con otros traidores a la causa de la paz, dejando viendo un chispero a quienes tanto creímos en que estarían a la altura de las circunstancias.
Esa libertad, que posteriormente le permitió escaparse, se convirtió en los últimos días en la punta de lanza del imaginario uribista: ¿por qué dejaron libre a Santrich mientras que a Uribe lo encarcelan? Es evidente que esto busca una sola cosa: poner en entredicho la objetividad del juez natural de Uribe, por lo que aquí trataré de explicar lo más breve posible, por qué el uso de la falacia termina siendo más perjudicial que beneficiosa a la causa del ex presidente.
Para empezar recordemos que los dos procesos no son comparables y, de hecho, casi ninguno lo es. Los procesos judiciales tienen particularidades que obligan a las autoridades a actuar en consecuencia. Así, mientras que sobre Uribe la Sala de Instrucción de la Corte investigó con rigurosidad y sin interrupciones desde mayo de 2019, cuando asumió la investigación el Magistrado César Reyes; sobre Santrich este Tribunal no hizo más que reconocer lo que ya le había dicho el Consejo de Estado: que era un congresista y por lo tanto no debía ser investigado por la Fiscalía, como venía ocurriendo. Al caerse todo lo actuado hasta ese momento, Santrich estaba jurídicamente libre. Su libertad entonces, no fue un capricho: fue un fallo ajustado a derecho.
Por cierto, ya que menciono al Magistrado César Reyes, dejemos algo en claro: él sí redactó la ponencia de mil y pico de páginas que privó de la libertad a Uribe, pero no tuvo absolutamente nada que ver con el caso Santrich pues él es miembro de la Sala de Instrucción y no de la Sala de Casación Penal, quienes finalmente reconocieron la competencia de la Corte Suprema sobre él exguerrillero. Magistrados distintos, salas distintas, instancias distintas y hasta nombres distintos: Eugenio Fernández el uno y César Reyes el otro.
Creo que el punto quedó muy claro.
Ahora, saliendo un poco del plano del derecho, la falacia trae un costó altísimo al usarse como comparativo entre los dos casos porque, básicamente, los pone en el mismo nivel y aquí habría que preguntarle a los uribitas: ¿es Uribe igual a Santrich?
Hace unos años, sobre todo para el caso de Andrés Felipe Arias, fuimos testigos de la tesis de la persecución política por parte del Gobierno de Santos. Tesis que, aunque carecía de evidencia, para algunos ésta no se requería para tener toda la lógica, pero ¿aquí quién está persiguiendo? Duque es el Presidente y Colombia es un país fuertemente presidencialista. ¿Cómo es que hay un complot de la Corte Suprema? Uribe está en problemas porque él mismo hizo la denuncia que lo puso en esa situación, ¿cómo iban a anticipar los magistrados que él iba a denunciar a Cepeda? Y finalmente ¿cómo es que las FARC siguen siendo las antagonistas del caso? Teniendo en cuenta lo mal que les fue en las elecciones, que su influencia política está lejos de consolidarse y que las bases del partido las están matando todos los días.
Empecemos por aceptar que Uribe está ahí por su propio mérito. Si partimos de ahí las falacias ya no tienen cabida y solo quedan las pruebas que, lastimosamente para él, no lo dejan bien parado.