Cultura, paz y pedagogía política: las propuestas de los jóvenes del Cauca
La población juvenil del departamento sigue trabajando en fortalecer los procesos comunitarios para hacerles frente a las violencias que aún se viven en este territorio, como el reclutamiento forzado y el crecimiento de las economías ilegales ligadas al narcotráfico.
“Cauca es el departamento más violento con los actores de la paz: firmantes del Acuerdo, lideres sociales, campesinos e indígenas. Pero también es el departamento que más propone, más construye y más disposición tiene”. Así de tajante fue la frase de Antonio Pardo, excombatiente de las Farc y líder del Consejo Nacional de Reincorporación en el suroccidente colombiano. Su mensaje lo respaldan las cifras: desde que empezó el año han sido asesinados ocho líderes sociales, cinco indígenas y tres campesinos en la región. Dos excombatientes también fueron asesinados la semana pasada.
La situación para los jóvenes del departamento es especialmente preocupante por el alto riesgo de ser reclutados por disidencias de las Farc y grupos armados organizados que, según alertas de la Defensoría del Pueblo, operan en diferentes partes de la región.
Daniela Soto, lideresa de los procesos juveniles del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), afirma que esta organización ha registrado al menos 10 casos de reclutamiento forzado entre sus resguardos. Juan Carlos Ararat, joven y líder afrocolombiano del municipio de Suárez, añade que los grupos armados les pueden pagar hasta $150 mil a los jóvenes por un jornal (medio día de trabajo) raspando coca.
(Puede leer: Con regalos y licor: así reclutan a niños y jóvenes los grupos armados ilegales)
A esto se suman las advertencias del CRIC y del Consejo Nacional de Reincorporación sobre la falta de cumplimiento estatal frente al Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS), que ha terminado en un aumento en el número de cultivos de marihuana, amapola y coca en todo el Cauca.
Estas denuncias también fueron presentadas en el evento “Cauca más allá de la violencia: las propuestas de los jóvenes que construyen paz”, organizado por Colombia+20 y la Embajada de Alemania, y que se realizó este viernes en la Universidad del Cauca.
Procesos organizativos y cultura para la construcción de paz
Pero aun ante este difícil escenario, los jóvenes del departamento resisten de forma pacífica. Como dijo el embajador de Alemania, Peter Ptassek, en la apertura del evento: “La gente en el Cauca está dispuesta a trabajar por un futuro mejor mediante el diálogo, con rechazo total a la violencia”.
William Pretel, de 24 años, es consejero municipal de juventud del municipio de Miranda y ha trabajado en iniciativas de liderazgo juvenil en su municipio. Para él, invertir en los jóvenes es clave para alejarlos de la violencia a la que se ven expuestos en su cotidianidad.
En esta misma línea han trabajado los líderes de resguardos indígenas y consejos comunitarios, como Daniela Soto y Juan Carlos Ararat. Soto, junto con otros jóvenes del CRIC, ha encabezado procesos de formación política en el territorio para “fortalecer la identidad indígena y cambiar la cultura que ha intentado sembrar la economía ilegal”. Por su parte, Ararat es parte de la Escuela Intercultural de Suárez, que junta las propuestas y necesidades de indígenas, campesinos y afrocolombianos para exigir conjuntamente sus derechos y para luchar por su territorio. “Entendimos que nos debemos unos a otros. Asimismo debemos juntarnos y sacar propuestas adelante”, dice.
“Necesitamos que los campesinos tengan espacios de acopio de los productos para que se puedan vender a precios competitivos.”
Para Antonio Pardo, el acceso a vías y a conectividad tecnológica son elementos claves para solucionar varios de los problemas de violencia y falta de oportunidades para los jóvenes de la región: “Se necesita mejor y más fácil acceso a las zonas rurales. Además, necesitamos que los campesinos tengan espacios de acopio de los productos para que se puedan vender a precios competitivos”.
Ana María Rojas, directora de la Fundación Colombina y quien también participó en este diálogo, afirmó ser testigo del gran talento musical y artístico de la región. Una de las apuestas de esa Fundación para fortalecer el tejido social de Santander de Quilichao es el Taller Integral de Músicas Caucanas y Colombianas, que rescata instrumentos propios y les muestra a los jóvenes que la música puede ser un proyecto de vida.
El arte también está entre las apuestas de los procesos juveniles del CRIC, que organiza regularmente Mingas por la Vida. “Jóvenes de diferentes territorios hacemos ejercicios de fortalecimiento cultural: danza, música y muralismo, y entendemos nuestra identidad a la luz de estas prácticas”, explicó Soto.
“El trabajo de los jóvenes, las mujeres y los pueblos en el Cauca ha conseguido grandes victorias, y no parará.”
Para los jóvenes panelistas, su trabajo ha tenido muchos obstáculos, como la falta de garantías para consejeros municipales, algunos de los cuales han renunciado por temor a perder la vida -como denunció William Pretel-, o las amenazas a los líderes indígenas que ha denunciado el CRIC. Pese a ello el trabajo comunitario sigue siendo la bandera de todos estos líderes. Así lo resume Daniela: “Hemos recibido golpes muy duros, pero esos duelos nos sirven para continuar con más fuerza, porque el trabajo de los jóvenes, las mujeres y los pueblos en el Cauca ha conseguido grandes victorias, y no parará”.
“Cauca es el departamento más violento con los actores de la paz: firmantes del Acuerdo, lideres sociales, campesinos e indígenas. Pero también es el departamento que más propone, más construye y más disposición tiene”. Así de tajante fue la frase de Antonio Pardo, excombatiente de las Farc y líder del Consejo Nacional de Reincorporación en el suroccidente colombiano. Su mensaje lo respaldan las cifras: desde que empezó el año han sido asesinados ocho líderes sociales, cinco indígenas y tres campesinos en la región. Dos excombatientes también fueron asesinados la semana pasada.
La situación para los jóvenes del departamento es especialmente preocupante por el alto riesgo de ser reclutados por disidencias de las Farc y grupos armados organizados que, según alertas de la Defensoría del Pueblo, operan en diferentes partes de la región.
Daniela Soto, lideresa de los procesos juveniles del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), afirma que esta organización ha registrado al menos 10 casos de reclutamiento forzado entre sus resguardos. Juan Carlos Ararat, joven y líder afrocolombiano del municipio de Suárez, añade que los grupos armados les pueden pagar hasta $150 mil a los jóvenes por un jornal (medio día de trabajo) raspando coca.
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A esto se suman las advertencias del CRIC y del Consejo Nacional de Reincorporación sobre la falta de cumplimiento estatal frente al Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS), que ha terminado en un aumento en el número de cultivos de marihuana, amapola y coca en todo el Cauca.
Estas denuncias también fueron presentadas en el evento “Cauca más allá de la violencia: las propuestas de los jóvenes que construyen paz”, organizado por Colombia+20 y la Embajada de Alemania, y que se realizó este viernes en la Universidad del Cauca.
Procesos organizativos y cultura para la construcción de paz
Pero aun ante este difícil escenario, los jóvenes del departamento resisten de forma pacífica. Como dijo el embajador de Alemania, Peter Ptassek, en la apertura del evento: “La gente en el Cauca está dispuesta a trabajar por un futuro mejor mediante el diálogo, con rechazo total a la violencia”.
William Pretel, de 24 años, es consejero municipal de juventud del municipio de Miranda y ha trabajado en iniciativas de liderazgo juvenil en su municipio. Para él, invertir en los jóvenes es clave para alejarlos de la violencia a la que se ven expuestos en su cotidianidad.
En esta misma línea han trabajado los líderes de resguardos indígenas y consejos comunitarios, como Daniela Soto y Juan Carlos Ararat. Soto, junto con otros jóvenes del CRIC, ha encabezado procesos de formación política en el territorio para “fortalecer la identidad indígena y cambiar la cultura que ha intentado sembrar la economía ilegal”. Por su parte, Ararat es parte de la Escuela Intercultural de Suárez, que junta las propuestas y necesidades de indígenas, campesinos y afrocolombianos para exigir conjuntamente sus derechos y para luchar por su territorio. “Entendimos que nos debemos unos a otros. Asimismo debemos juntarnos y sacar propuestas adelante”, dice.
“Necesitamos que los campesinos tengan espacios de acopio de los productos para que se puedan vender a precios competitivos.”
Para Antonio Pardo, el acceso a vías y a conectividad tecnológica son elementos claves para solucionar varios de los problemas de violencia y falta de oportunidades para los jóvenes de la región: “Se necesita mejor y más fácil acceso a las zonas rurales. Además, necesitamos que los campesinos tengan espacios de acopio de los productos para que se puedan vender a precios competitivos”.
Ana María Rojas, directora de la Fundación Colombina y quien también participó en este diálogo, afirmó ser testigo del gran talento musical y artístico de la región. Una de las apuestas de esa Fundación para fortalecer el tejido social de Santander de Quilichao es el Taller Integral de Músicas Caucanas y Colombianas, que rescata instrumentos propios y les muestra a los jóvenes que la música puede ser un proyecto de vida.
El arte también está entre las apuestas de los procesos juveniles del CRIC, que organiza regularmente Mingas por la Vida. “Jóvenes de diferentes territorios hacemos ejercicios de fortalecimiento cultural: danza, música y muralismo, y entendemos nuestra identidad a la luz de estas prácticas”, explicó Soto.
“El trabajo de los jóvenes, las mujeres y los pueblos en el Cauca ha conseguido grandes victorias, y no parará.”
Para los jóvenes panelistas, su trabajo ha tenido muchos obstáculos, como la falta de garantías para consejeros municipales, algunos de los cuales han renunciado por temor a perder la vida -como denunció William Pretel-, o las amenazas a los líderes indígenas que ha denunciado el CRIC. Pese a ello el trabajo comunitario sigue siendo la bandera de todos estos líderes. Así lo resume Daniela: “Hemos recibido golpes muy duros, pero esos duelos nos sirven para continuar con más fuerza, porque el trabajo de los jóvenes, las mujeres y los pueblos en el Cauca ha conseguido grandes victorias, y no parará”.