‘Aunque autoridades lo nieguen, los gaitanistas están en Montes de María’: líderes sociales
La denuncia sobre la presencia de grupos paramilitares en la región la hizo un grupo de defensores de derechos humanos y lideresas en el marco del evento “Lidera la Vida” en San Juan Nepomuceno (Bolívar). Hicieron un llamado a los mandatarios locales para que los escuchen y protejan a las comunidades de manera coordinada con el Gobierno nacional.
Los Montes de María fue hasta hace unos pocos años una región considerada como un laboratorio de paz. Este logro, en una de las zonas más afectadas por el conflicto armado, especialmente por la incursión paramilitar, está en peligro por la escalada de violencia como masacres, presencia de disidencias de las Farc y de grupos paramilitares residuales, como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc). Como si fuera poco, los asesinatos y amenazas sistemáticas a defensores y defensoras de derechos humanos no dan tregua.
Por esto en el marco del evento, “Lidera la Vida en Montes de María”, que se llevó a cabo en San Juan Nepomuceno (Bolívar), un grupo de líderes sociales de esta región denunció que pese a que ven patrullando día a día a los paramilitares, las autoridades locales no están escuchándolos. Temen por las posibles represalias contra su vida y de esta forma, dejar acéfalos los procesos comunitarios que ellos y ellas lideran.
Para conocer a profundidad lo que está pasando en la región desde quienes habitan allí y conocen de primera mano la realidad de su territorio, cinco líderes y lideresas hicieron parte del evento “Lidera la Vida en Montes de María”, que se llevó a cabo en San Juan Nepomuceno (Bolívar), el cual contó con el apoyo de Colombia 2020 de El Espectador, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), USAID (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), la Defensoría y Procuraduría del Pueblo, ONU Mujeres y ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados). Así como también de diversas organizaciones sociales como el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca), Sisma Mujer, Codhes (Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento), Afrodes (Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados), la Pastoral Social Cáritas Colombiana y la Mesa de Garantías de Defensoras y Defensores de DD.HH en Montes de María.
“En los Montes de María está la semilla de la reconciliación. No podemos permitir que la violencia y la estigmatización se ensañe con las mujeres y lideresas sociales que han sido las que le han puesto la frente a los hechos difíciles que ha vivido el sur de Bolívar”, fueron las palabras de bienvenida del procurador, Fernando Carrillo. Por su parte, el director de USAID, Larry Sacks aseguró que siempre se debe reconocer el trabajo de todos los líderes sociales en la región y el país porque “cuando trabajan por sus derechos, es una lucha por toda la sociedad”.
Mayerlis Angarita, una lideresa social de los Montes de María y fundadora de la red de mujeres víctimas y sobrevivientes Narrar para vivir, narró cómo aporta desde su trabajo social y desde su crecimiento personal: “Para llegar a todo este proceso pasé por un tema de transformación. El primer aporte fue no tomar un arma cuando desaparecieron a mi mamá en el 1985. Decidí enfocar ese dolor en amor. Y en el año 2000, fundé Narrar para vivir y empezamos a formar a mujeres que no sabían leer o escribir, a enseñarles que tenían derechos, a explicarles la Ley de Víctimas, todo eso en medio de la violencia”.
Mayerlis recordó que hay riesgos en los Montes de María que no se pueden negar, como la presencia de los grupos residuales del Bloque Montes de María de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y el fortalecimiento de estructuras criminales. “Todos saben que las gaitanistas son el mismo Clan del Golfo, ellos no dejaron de aumentar su accionar con el COVID-19. Pero las instituciones no actúan cuando deben actuar. Yo sí reconozco sobre todo el accionar del Ministerio de Interior, ellos sí han adelantado medidas más allá de la gasolina y el carro y han optado por la prevención y protección”.
“Los entes territoriales no nos quieren ver. No sé por qué si nosotras solucionamos y damos refugio a las mujeres y víctimas. Es muy difícil cuando no tenemos apoyo local. A nivel nacional la Mesa de Garantías tenemos un apoyo y una iniciativa productiva y eso viene del Ministerio de Interior. Por eso yo exhorto a los alcaldes a cumplir la directiva 002 de 2017. ¿Para qué se hicieron elegir si no son capaces de proteger a sus líderes sociales?”, dijo Mayerlis.
(Le puede interesar: (Pódcast) Mayerlis Angarita y el sancocho que se lleva los pesares)
En cuanto a la construcción de paz, Mayerlis aseguró que: “Tenemos que acabar con la indiferencia en este país porque todos estamos trabajando por el mismo camino que es la paz. Los violentos nos están ganando porque están siguiendo con los asesinatos y siguen matando gente. Yo quiero decir que yo no sé cuáles son los nombres de los que están matando a los líderes sociales, pero sí se el nombre de aquellos que pueden salvar alguna vida”.
Al lado de Mayerlis, estaba Aideth Roqueme, lideresa indígena representante de las mujeres de la comunidad zenú en San Antonio de Palmito (Sucre). Aideth aseguró que: “Ahora defendemos nuestros derechos como mujeres indígenas porque antes no éramos reconocidas. En el proceso hay hombres y mujeres y todos juntos trabajamos para que nos respeten nuestros derechos como pueblos étnicos”.
“Nuestra situación es difícil. Los grupos al margen de la ley hacen presencia. Nosotros como líderes queremos salir adelante pero hay personas que nos quieren acallar. Y por eso quieren que nosotras no sigamos adelante. Mi mensaje es que el Gobierno siempre debe estar dándonos el apoyo para seguir trabajando y que las mujeres salgan adelante. A veces no nos sentimos reconocidas. Son muy pocas las que nos hacemos ver y hoy en día debemos seguir luchando”, dijo Aideth.
En representación a las personas LGBT en los Montes de María estaba Dergwin Piña, quien es un líder social de la región y quien ha abanderado junto a otros jóvenes los procesos de integración de las personas LGBT que han sido discriminadas y violentadas en la región. “Mi liderazgo comenzó en 2016 y nadie se acercaba, pero un día dije tengo que cambiarlo porque yo fui víctima de bullying y violencia. Con otros jóvenes empezamos la resistencia y muchas organizaciones nos han ayudado, en especial a las lesbianas y a las mujeres trans, que han sido afectadas por la violencia de manera diferencial. Nuestro trabajo es difícil, pero no es imposible”, relató Dergwin.
El líder aseguró que el trabajo de liderazgo LGBT está siendo encaminado de manera focalizada. Por ejemplo, las mujeres trans cuentan con una ruta de atención especial, así como los hombres homosexuales y mujeres lesbianas. Él hizo un llamado a las instituciones para que le abran la puerta a la diversidad.
(Le sugerimos: Los pueblos negros despojados están lejos de ser dueños de sus tierras)
Sor Marina Solís fue víctima del conflicto armado y ahora es lideresa afrocolombiana en San Jacinto (Bolívar). “Antes las mujeres negras nos dedicábamos a pescar, cultivar y a batear, que era irnos a las altas montañas tomar una batea a las orillas del río y menear y sacar el oro, cuando llegábamos al pueblo, vendimos ese oro para sustentarnos. Pero aún así vivimos dignamente. Luego con la violencia todo cambió”.
Y agregó “queremos que ese escenario de violencia sea transformado como un escenario alternativo de paz. Queremos que las mujeres se autorreconozcan como mujeres negras, que no pierdan su identidad ni sus ganas de vivir. Queremos hacerles entender y ver que necesitamos llegar con voz de aliento hacia otras mujeres para que reconstruyan el tejido social. Fui una de las mujeres que estuvo al frente para que hoy tuviéramos una secretaría de la mujer y una política pública de la mujer. Yo le doy gracias a Dios por sobrevivir y por llegar a cada a mujer a decirle: quiérete y valórate”.
Por su parte, Edgardo Flores, quien hace parte de la Mesa de Víctimas de El Carmen de Bolívar, comenzó relatando cómo la concentración de tierras por parte de personas que no eran de la región hizo que las víctimas de despojo, desplazamiento y engaños comenzaran a movilizarse para “lograr que las instituciones comenzaran a mirar de una manera diferente a las víctimas. No como unas personas sujetas de lástima, sino como personas y comunidades activas sujetas de derechos. Así fue como empezó la Mesa de Víctimas de más de 12 comunidades rurales”.
(Lea también: “Los PDET están divorciados del Acuerdo de Paz”: los reclamos de las comunidades)
“Quiero reclamar para nuestro campesinado, productores de tabaco negro, una alternativa que reemplace los jornales. También solicitar a todos los líderes de los territorios que así no hayan participado de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), lo hagan. Porque para nosotros los PDET significan soñar. Hoy existe la posibilidad de que estas estrategias se hagan realidad. Estos programas nacieron como una propuesta desde los territorios, no son ni de derecha ni de izquierda”, aseguró Edgardo.
Y finalizó: “A nosotros no nos deben importar corrientes politiqueras, sino nuestro territorio. Lo nuestro es la paz. Nosotros soñamos los PDET soñando en paz. Por eso podemos trabajar con nuestras comunidades para lograrlo”.
A manera de cierre, se contó con la presencia de Juana Ruiz, una de las fundadoras de las Tejedoras de Mampuján que vivió la incursión paramilitar durante finales de la década de los 90 y los años 2000 antes de la desmovilización de las Autodefensas en 2005. Ella se encontró con decenas de mujeres que fueron víctimas de abuso sexual, de desplazamiento, y otras violencias que dejó el conflicto armado. Pero fue hasta que empezaron con una puntada a plasmar su dolor en un telar, que empezaron a sanar.
“Este es un mensaje de sanación. Coser este telar es poder mostrar lo que éramos como colombianas y mostrar las afectaciones que deja la guerra. Y en esa medida mostrábamos la esperanza, porque nunca la perdimos, de que las cosas podían volver a como estaban en el inicio o podíamos tratar de que no se repitieran los hechos violentos. La gente ve la sanación como el camino y así es. El camino para poder reconciliarnos, para poder reencontrarnos entre desiguales y entre desencuentros. Y todos esos caminos nos llevan a la paz, a la construcción de la paz desde las regiones”, concluyó.
Los Montes de María fue hasta hace unos pocos años una región considerada como un laboratorio de paz. Este logro, en una de las zonas más afectadas por el conflicto armado, especialmente por la incursión paramilitar, está en peligro por la escalada de violencia como masacres, presencia de disidencias de las Farc y de grupos paramilitares residuales, como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc). Como si fuera poco, los asesinatos y amenazas sistemáticas a defensores y defensoras de derechos humanos no dan tregua.
Por esto en el marco del evento, “Lidera la Vida en Montes de María”, que se llevó a cabo en San Juan Nepomuceno (Bolívar), un grupo de líderes sociales de esta región denunció que pese a que ven patrullando día a día a los paramilitares, las autoridades locales no están escuchándolos. Temen por las posibles represalias contra su vida y de esta forma, dejar acéfalos los procesos comunitarios que ellos y ellas lideran.
Para conocer a profundidad lo que está pasando en la región desde quienes habitan allí y conocen de primera mano la realidad de su territorio, cinco líderes y lideresas hicieron parte del evento “Lidera la Vida en Montes de María”, que se llevó a cabo en San Juan Nepomuceno (Bolívar), el cual contó con el apoyo de Colombia 2020 de El Espectador, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), USAID (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), la Defensoría y Procuraduría del Pueblo, ONU Mujeres y ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados). Así como también de diversas organizaciones sociales como el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca), Sisma Mujer, Codhes (Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento), Afrodes (Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados), la Pastoral Social Cáritas Colombiana y la Mesa de Garantías de Defensoras y Defensores de DD.HH en Montes de María.
“En los Montes de María está la semilla de la reconciliación. No podemos permitir que la violencia y la estigmatización se ensañe con las mujeres y lideresas sociales que han sido las que le han puesto la frente a los hechos difíciles que ha vivido el sur de Bolívar”, fueron las palabras de bienvenida del procurador, Fernando Carrillo. Por su parte, el director de USAID, Larry Sacks aseguró que siempre se debe reconocer el trabajo de todos los líderes sociales en la región y el país porque “cuando trabajan por sus derechos, es una lucha por toda la sociedad”.
Mayerlis Angarita, una lideresa social de los Montes de María y fundadora de la red de mujeres víctimas y sobrevivientes Narrar para vivir, narró cómo aporta desde su trabajo social y desde su crecimiento personal: “Para llegar a todo este proceso pasé por un tema de transformación. El primer aporte fue no tomar un arma cuando desaparecieron a mi mamá en el 1985. Decidí enfocar ese dolor en amor. Y en el año 2000, fundé Narrar para vivir y empezamos a formar a mujeres que no sabían leer o escribir, a enseñarles que tenían derechos, a explicarles la Ley de Víctimas, todo eso en medio de la violencia”.
Mayerlis recordó que hay riesgos en los Montes de María que no se pueden negar, como la presencia de los grupos residuales del Bloque Montes de María de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y el fortalecimiento de estructuras criminales. “Todos saben que las gaitanistas son el mismo Clan del Golfo, ellos no dejaron de aumentar su accionar con el COVID-19. Pero las instituciones no actúan cuando deben actuar. Yo sí reconozco sobre todo el accionar del Ministerio de Interior, ellos sí han adelantado medidas más allá de la gasolina y el carro y han optado por la prevención y protección”.
“Los entes territoriales no nos quieren ver. No sé por qué si nosotras solucionamos y damos refugio a las mujeres y víctimas. Es muy difícil cuando no tenemos apoyo local. A nivel nacional la Mesa de Garantías tenemos un apoyo y una iniciativa productiva y eso viene del Ministerio de Interior. Por eso yo exhorto a los alcaldes a cumplir la directiva 002 de 2017. ¿Para qué se hicieron elegir si no son capaces de proteger a sus líderes sociales?”, dijo Mayerlis.
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En cuanto a la construcción de paz, Mayerlis aseguró que: “Tenemos que acabar con la indiferencia en este país porque todos estamos trabajando por el mismo camino que es la paz. Los violentos nos están ganando porque están siguiendo con los asesinatos y siguen matando gente. Yo quiero decir que yo no sé cuáles son los nombres de los que están matando a los líderes sociales, pero sí se el nombre de aquellos que pueden salvar alguna vida”.
Al lado de Mayerlis, estaba Aideth Roqueme, lideresa indígena representante de las mujeres de la comunidad zenú en San Antonio de Palmito (Sucre). Aideth aseguró que: “Ahora defendemos nuestros derechos como mujeres indígenas porque antes no éramos reconocidas. En el proceso hay hombres y mujeres y todos juntos trabajamos para que nos respeten nuestros derechos como pueblos étnicos”.
“Nuestra situación es difícil. Los grupos al margen de la ley hacen presencia. Nosotros como líderes queremos salir adelante pero hay personas que nos quieren acallar. Y por eso quieren que nosotras no sigamos adelante. Mi mensaje es que el Gobierno siempre debe estar dándonos el apoyo para seguir trabajando y que las mujeres salgan adelante. A veces no nos sentimos reconocidas. Son muy pocas las que nos hacemos ver y hoy en día debemos seguir luchando”, dijo Aideth.
En representación a las personas LGBT en los Montes de María estaba Dergwin Piña, quien es un líder social de la región y quien ha abanderado junto a otros jóvenes los procesos de integración de las personas LGBT que han sido discriminadas y violentadas en la región. “Mi liderazgo comenzó en 2016 y nadie se acercaba, pero un día dije tengo que cambiarlo porque yo fui víctima de bullying y violencia. Con otros jóvenes empezamos la resistencia y muchas organizaciones nos han ayudado, en especial a las lesbianas y a las mujeres trans, que han sido afectadas por la violencia de manera diferencial. Nuestro trabajo es difícil, pero no es imposible”, relató Dergwin.
El líder aseguró que el trabajo de liderazgo LGBT está siendo encaminado de manera focalizada. Por ejemplo, las mujeres trans cuentan con una ruta de atención especial, así como los hombres homosexuales y mujeres lesbianas. Él hizo un llamado a las instituciones para que le abran la puerta a la diversidad.
(Le sugerimos: Los pueblos negros despojados están lejos de ser dueños de sus tierras)
Sor Marina Solís fue víctima del conflicto armado y ahora es lideresa afrocolombiana en San Jacinto (Bolívar). “Antes las mujeres negras nos dedicábamos a pescar, cultivar y a batear, que era irnos a las altas montañas tomar una batea a las orillas del río y menear y sacar el oro, cuando llegábamos al pueblo, vendimos ese oro para sustentarnos. Pero aún así vivimos dignamente. Luego con la violencia todo cambió”.
Y agregó “queremos que ese escenario de violencia sea transformado como un escenario alternativo de paz. Queremos que las mujeres se autorreconozcan como mujeres negras, que no pierdan su identidad ni sus ganas de vivir. Queremos hacerles entender y ver que necesitamos llegar con voz de aliento hacia otras mujeres para que reconstruyan el tejido social. Fui una de las mujeres que estuvo al frente para que hoy tuviéramos una secretaría de la mujer y una política pública de la mujer. Yo le doy gracias a Dios por sobrevivir y por llegar a cada a mujer a decirle: quiérete y valórate”.
Por su parte, Edgardo Flores, quien hace parte de la Mesa de Víctimas de El Carmen de Bolívar, comenzó relatando cómo la concentración de tierras por parte de personas que no eran de la región hizo que las víctimas de despojo, desplazamiento y engaños comenzaran a movilizarse para “lograr que las instituciones comenzaran a mirar de una manera diferente a las víctimas. No como unas personas sujetas de lástima, sino como personas y comunidades activas sujetas de derechos. Así fue como empezó la Mesa de Víctimas de más de 12 comunidades rurales”.
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“Quiero reclamar para nuestro campesinado, productores de tabaco negro, una alternativa que reemplace los jornales. También solicitar a todos los líderes de los territorios que así no hayan participado de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), lo hagan. Porque para nosotros los PDET significan soñar. Hoy existe la posibilidad de que estas estrategias se hagan realidad. Estos programas nacieron como una propuesta desde los territorios, no son ni de derecha ni de izquierda”, aseguró Edgardo.
Y finalizó: “A nosotros no nos deben importar corrientes politiqueras, sino nuestro territorio. Lo nuestro es la paz. Nosotros soñamos los PDET soñando en paz. Por eso podemos trabajar con nuestras comunidades para lograrlo”.
A manera de cierre, se contó con la presencia de Juana Ruiz, una de las fundadoras de las Tejedoras de Mampuján que vivió la incursión paramilitar durante finales de la década de los 90 y los años 2000 antes de la desmovilización de las Autodefensas en 2005. Ella se encontró con decenas de mujeres que fueron víctimas de abuso sexual, de desplazamiento, y otras violencias que dejó el conflicto armado. Pero fue hasta que empezaron con una puntada a plasmar su dolor en un telar, que empezaron a sanar.
“Este es un mensaje de sanación. Coser este telar es poder mostrar lo que éramos como colombianas y mostrar las afectaciones que deja la guerra. Y en esa medida mostrábamos la esperanza, porque nunca la perdimos, de que las cosas podían volver a como estaban en el inicio o podíamos tratar de que no se repitieran los hechos violentos. La gente ve la sanación como el camino y así es. El camino para poder reconciliarnos, para poder reencontrarnos entre desiguales y entre desencuentros. Y todos esos caminos nos llevan a la paz, a la construcción de la paz desde las regiones”, concluyó.