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                                                                                                                                  Autodefensas no, franquicias de matones

                                                                                                                                  Tribunal de Justicia y Paz sostuvo que las Autodefensas Unidas de Colombia nunca fueron una organización jerárquica y confederada, sino una comunidad de asesinos sin mando unificado cuyos comandantes hicieron lo que les dio la gana.

                                                                                                                                  Juan David Laverde Palma/ @jdlaverde9

                                                                                                                                  El fallo criticó que la desmovilización de las AUC fue cinco veces más larga que lo estipulado para las Farc. / Herminso Ruiz
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  En un fallo de 268 páginas, cuyo ponente fue el magistrado Eduardo Castellanos, el tribunal revisó la historia de este grupo armado a fin de esclarecer “la verdad histórica y judicial”. En ese examen crítico estableció que esta organización ha tratado de imponer una narrativa oficial que pretendió mostrarla como una federación de grupos armados ilegales con vocación contrainsurgente, con un mando nacional responsable y con directrices políticas dictaminadas a lo largo de cinco conferencias. No obstante, los hechos demostraron otra cosa. La historia del paramilitarismo en Colombia estuvo plagada de disputas internas y permanentes por el mando, los territorios, las poblaciones, los recursos económicos y los aliados estatales.

                                                                                                                                  En resumen, su enemigo también estuvo adentro. En ese contexto, tras revisar 44 fallos de tribunales de Justicia y Paz se determinó que había que derrumbar de una buena vez aquel mito extendido sobre las AUC. En el libro Colombia siglo XXI, las autodefensas y la paz el comandante paramilitar Carlos Castaño Gil sostuvo que el 18 de abril de 1997 en la región de Urabá se llevó a cabo la primera conferencia nacional de organizaciones antisubversivas regionales, donde se aprobó el acta de constitución de las AUC, se les atribuyó ser una confederación y se dictaminó un estatuto de régimen interno. En mayo de 1998, según Castaño, se realizó la Segunda Conferencia y se “revalidó la idea de disciplina y subordinación jerárquica”. Y luego vinieron las otras tres. Al final, pura letra muerta. Cada bloque, frente o estructura hizo lo que le dio la gana.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  Lea también: Fútbol y paz en Puerto Torres

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                                                                                                                                  Hechos que mostraron las ideas expansionistas y de irrespeto a la autonomía de mando que caracterizó el comportamiento de unos bloques paramilitares con respecto a otros. Un escenario que revela que las AUC, más que una agrupación coordinada, lo que representó siempre fue unos “feudos de poder”. En el fallo, por ejemplo, se relatan intimidades del conflicto entre dos pesos pesados de la guerra y la virulencia paramilitar: Fredy Rendón Herrera, alias el Alemán, y Hébert Veloza, alias H.H. Todo empezó porque este último como comandante del sangriento bloque Bananero le “decomisó” a el Alemán un camión que transportaba insumos para el procesamiento de cocaína. Veloza se indignó porque no se le había consultado esa “vuelta” ni tampoco pagado “el impuesto al gramaje” respectivo.

                                                                                                                                  El Alemán lo increpó diciéndole que “todos eran de la misma organización”. Sin embargo, H.H. no creyó ese discurso, se quedó con la mercancía y amenazó al comandante del bloque Élmer Cárdenas con asesinarlo. En sus confesiones a la justicia, Fredy Rendón relató esta historia y concluyó que el conflicto no escaló más porque él no quiso, ya que “H.H. era muy belicoso”. Para el tribunal, los asesinatos de Carlos Castaño, de Doble Cero, de Miguel Arroyave, de Rodrigo Mercado, alias Cadena, así como otro largo etcétera de crímenes de mandos medios evidencian las pugnas de poder al interior de una organización edificada a retazos. El fallo es elocuente en este punto: “La forma prevalente de ascender en la estructura criminal no era mediante méritos y años de servicio como se planteó supuestamente en los estatutos internos de las AUC, sino mediante conspiraciones y asesinatos”.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Lea también: Lecciones de paz desde Tierralta, Córdoba​

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                                                                                                                                  Y los ejemplos siguen. En 2003, Carlos Castaño echó de las autodefensas a Arnubio Triana, alias Botalón, jefe de los “paras” en el Magdalena Medio. La respuesta de Botalón fue tan sencilla como ilustrativa: “Respeté el mando de Castaño, pero nunca seguí sus órdenes”. El ala “narca” que terminó colándose en el proceso –léase lo ocurrido con dos capos como Francisco Javier Zuluaga, alias Gordolindo, o Juan Carlos el Tuso Sierra– también provocó ajustes de cuentas, crímenes y reorganización de poderes. Empezando, claro, por el asesinato el 16 de abril de 2004 de Carlos Castaño por órdenes –ni más ni menos– que de otro narco: su hermano, Vicente Castaño Gil. En síntesis, las AUC nunca fueron unidas ni representaron un grupo nacional, y tampoco existió un control efectivo sobre la tropa, y aquello explica una desmovilización tan caótica que tardó 32 meses en finalizarse.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Queda claro, entonces, que las AUC fueron un sancocho entre interesados señores de la guerra, narcotraficantes y matones locales que desangraron a Colombia y desplegaron su barbarie, sin mandos ni jerarquías respetadas, y mucho menos sin un proyecto similar de lucha contrainsurgente como hasta hoy la narrativa de la violencia nos lo ha hecho creer.

                                                                                                                                  El fallo criticó que la desmovilización de las AUC fue cinco veces más larga que lo estipulado para las Farc. / Herminso Ruiz
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  En resumen, su enemigo también estuvo adentro. En ese contexto, tras revisar 44 fallos de tribunales de Justicia y Paz se determinó que había que derrumbar de una buena vez aquel mito extendido sobre las AUC. En el libro Colombia siglo XXI, las autodefensas y la paz el comandante paramilitar Carlos Castaño Gil sostuvo que el 18 de abril de 1997 en la región de Urabá se llevó a cabo la primera conferencia nacional de organizaciones antisubversivas regionales, donde se aprobó el acta de constitución de las AUC, se les atribuyó ser una confederación y se dictaminó un estatuto de régimen interno. En mayo de 1998, según Castaño, se realizó la Segunda Conferencia y se “revalidó la idea de disciplina y subordinación jerárquica”. Y luego vinieron las otras tres. Al final, pura letra muerta. Cada bloque, frente o estructura hizo lo que le dio la gana.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  Lea también: Fútbol y paz en Puerto Torres

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                                                                                                                                  Hechos que mostraron las ideas expansionistas y de irrespeto a la autonomía de mando que caracterizó el comportamiento de unos bloques paramilitares con respecto a otros. Un escenario que revela que las AUC, más que una agrupación coordinada, lo que representó siempre fue unos “feudos de poder”. En el fallo, por ejemplo, se relatan intimidades del conflicto entre dos pesos pesados de la guerra y la virulencia paramilitar: Fredy Rendón Herrera, alias el Alemán, y Hébert Veloza, alias H.H. Todo empezó porque este último como comandante del sangriento bloque Bananero le “decomisó” a el Alemán un camión que transportaba insumos para el procesamiento de cocaína. Veloza se indignó porque no se le había consultado esa “vuelta” ni tampoco pagado “el impuesto al gramaje” respectivo.

                                                                                                                                  El Alemán lo increpó diciéndole que “todos eran de la misma organización”. Sin embargo, H.H. no creyó ese discurso, se quedó con la mercancía y amenazó al comandante del bloque Élmer Cárdenas con asesinarlo. En sus confesiones a la justicia, Fredy Rendón relató esta historia y concluyó que el conflicto no escaló más porque él no quiso, ya que “H.H. era muy belicoso”. Para el tribunal, los asesinatos de Carlos Castaño, de Doble Cero, de Miguel Arroyave, de Rodrigo Mercado, alias Cadena, así como otro largo etcétera de crímenes de mandos medios evidencian las pugnas de poder al interior de una organización edificada a retazos. El fallo es elocuente en este punto: “La forma prevalente de ascender en la estructura criminal no era mediante méritos y años de servicio como se planteó supuestamente en los estatutos internos de las AUC, sino mediante conspiraciones y asesinatos”.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Lea también: Lecciones de paz desde Tierralta, Córdoba​

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Y los ejemplos siguen. En 2003, Carlos Castaño echó de las autodefensas a Arnubio Triana, alias Botalón, jefe de los “paras” en el Magdalena Medio. La respuesta de Botalón fue tan sencilla como ilustrativa: “Respeté el mando de Castaño, pero nunca seguí sus órdenes”. El ala “narca” que terminó colándose en el proceso –léase lo ocurrido con dos capos como Francisco Javier Zuluaga, alias Gordolindo, o Juan Carlos el Tuso Sierra– también provocó ajustes de cuentas, crímenes y reorganización de poderes. Empezando, claro, por el asesinato el 16 de abril de 2004 de Carlos Castaño por órdenes –ni más ni menos– que de otro narco: su hermano, Vicente Castaño Gil. En síntesis, las AUC nunca fueron unidas ni representaron un grupo nacional, y tampoco existió un control efectivo sobre la tropa, y aquello explica una desmovilización tan caótica que tardó 32 meses en finalizarse.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En este sentido, la conclusión del fallo resulta muy pertinente en la coyuntura de tropiezos y tiempos de desmovilización y entrega de armas de la guerrilla de las Farc. “Mientras que las guerrillas y las autodefensas que en décadas anteriores firmaron un acuerdo de paz con el Gobierno nacional tardaron un día en desmovilizarse, las denominadas AUC, por el contrario, demoraron aproximadamente 960 días desde la primera desmovilización del Bloque Cacique Nutibara en diciembre de 2003 hasta la última del Bloque Élmer Cárdenas en agosto de 2006. Inclusive este tiempo es cinco veces mayor al preestablecido por el Gobierno y las Farc, quienes en los Acuerdos Finales firmados en el teatro Colón de Bogotá, establecieron que el plazo máximo para la dejación definitiva de armas sería de 180 días”.

                                                                                                                                  Queda claro, entonces, que las AUC fueron un sancocho entre interesados señores de la guerra, narcotraficantes y matones locales que desangraron a Colombia y desplegaron su barbarie, sin mandos ni jerarquías respetadas, y mucho menos sin un proyecto similar de lucha contrainsurgente como hasta hoy la narrativa de la violencia nos lo ha hecho creer.

                                                                                                                                  Por Juan David Laverde Palma/ @jdlaverde9

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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