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Un día de marzo de 2015 Joel Toscano, de 17 años, viajaba con un amigo por zona rural de Tibú, Norte de Santander. Iban en un camión que transportaba mercancía y enseres entre Cúcuta y la región del Catatumbo. En una parte del recorrido fueron retenidos por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y forzados a desplazarse hacia una caseta de madera al costado de la carretera donde pasaron un par de horas.
Se encontraban en medio de la oscuridad, rodeados de guerrilleros en patrullaje y sin saber la razón de la retención. Sobre la madrugada, un combatiente raso conocido en la guerra como Juancho se acercó a Joel, lo inmovilizó, no medió palabra y los violó a él y a su amigo. Según la víctima, el abuso se cometió ante los ojos de los otros guerrilleros y nadie hizo nada para detener el hecho.
Aterrorizados por lo que acababan de vivir, ambos compañeros veían cómo hombres del frente Luis Enrique León Guerra del ELN se burlaban de ellos por lo que les había sucedido. “Nos retaban, nos gritaban que si nos había gustado, que si éramos mariconcitos o si queríamos más”, afirmó Joel a este diario.
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Joel denunció su caso ante la Fiscalía y la Procuraduría con el agravante de que esas acciones habían sido cometidas por el grupo armado contra un menor de edad. Aun así, su caso fue desestimado y sigue en la impunidad.
“Hacemos un llamado para mostrar que nuestros casos no fueron aislados y que se debe romper el tabú de que hombres, vía sexual, también atacaron a otros hombres como arma de guerra”.
Joel Toscano
Los serios traumas y lesiones físicas que sufre desde ese día se suman a las imborrables secuelas psicológicas que lo alejaron definitivamente de su territorio.
Por temor a encontrarse de nuevo con esa guerrilla, Joel abandonó Norte de Santander y se desplazó hacia Bogotá. Posteriormente se fue a vivir a Soacha y desde 2019 abandera una lucha que hoy lo tiene como el coordinador de la Mesa de Víctimas de ese municipio. Además, se convirtió en el vocero de los hombres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado y este año comenzó a contar lo que le sucedió.
“No hablé nada cuando eso sucedió. No lo hice antes por miedo, por pena, por los prejuicios o para no ser perseguido. Luego esa pena se transformó en el pensamiento de que nunca buscamos ser víctimas y que nuestro dolor es igual al de otros hombres afectados por lo mismo, a quienes debemos visibilizar. En la guerra los crímenes sexuales fueron ampliamente dirigidos hacia mujeres, con el agravante de que a ellas se les ha creído menos, pero también hacemos un llamado para mostrar que nuestros casos no fueron aislados y que se debe romper el tabú de que hombres, vía sexual, también atacaron a otros hombres como arma de guerra”, explica Toscano.
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El caso de Joel y de su amigo es apenas uno entre los más de 4.900 episodios de violencia sexual sobre hombres, según el Registro Único de Víctimas. Poco a poco, apoyados en testimonios y estudiando patrones criminales de la guerrilla, Joel y sus compañeros comenzaron a develar que algunos brazos armados del ELN en el nororiente del país cometían ese tipo de delitos, que eran desconocidos por falta de denuncias de las víctimas o porque algunas han sido desestimadas por la justicia. Con el trabajo de Joel se ha demostrado que esa práctica es más frecuente de lo que se pensaba dentro de esa guerrilla, que hoy está adelantando un proceso de paz con el gobierno de Gustavo Petro y que ya cumplió su tercer ciclo de negociaciones.
“En la mesa con el ELN se tiene que hablar de estos crímenes”
De esos 4.900 hombres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado, la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP calcula que al menos 350 de ellos habrían sido violentados por algún combatiente de la guerrilla del ELN.
Hugo* es uno de esos hombres. Contrario a Joel, es una persona que aún vive en su territorio (Sardinata, Norte de Santander) y como no se siente protegido para denunciar abiertamente lo que le sucedió, prefiere que su testimonio se haga bajo anonimato.
“En mi vereda, entre 2013 y 2015, era normal que los señores del frente Luis Enrique León llegaran a buscar muchachos que les gustaran, bien fuera para llevarlos a sus filas o para otras cosas, para tener intimidad. A mí me raptaron por dos días en junio de 2014, me violaron tres veces y me empalaron. Es el día que sigo sin creerlo. No fui el único”, cuenta.
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“¿Quién nos iba a creer? A esa guerrilla siempre se le han atribuido atentados, ataques masivos ‘espectaculares’, pero nadie ha dicho que han sido violadores y deben dar la cara”.
Este nortesantandereano agregó que vecinos suyos sufrieron lo mismo: “Escuchábamos a la misma guerrilla que en Tibú, San Calixto y El Tarra lo hacían. También escuchamos de violencias sexuales a mujeres, que fueron muchas más… ¿Quién nos iba a creer? A esa guerrilla siempre se le han atribuido atentados, ataques masivos ‘espectaculares’, pero nadie ha dicho que han sido violadores y deben dar la cara. El señor José Chinchilla, comandante conocido como Breimar conocía de esas vainas, no las ocultó y de hecho decía que el mismo comandante Pablito no oponía resistencia a nada”, afirma Hugo.
Su silencio ha tenido una razón: la revictimización. “Aunque desde que Joel y los demás muchachos hablaron de esto con valentía, sentimos que estamos más cerca de hablar públicamente sobre esto, que haya justicia y que nos reparen. En la mesa con el ELN se tiene que hablar de estos crímenes en el próximo ciclo”, sostuvo.
El tiempo apremia para esclarecer los hechos. A Joel no le van a dar la cara por lo que le sucedió. Después de indagar por años descubrió que Juancho fue abatido por el Ejército en la frontera con Venezuela el 2 de abril de 2018, durante un operativo en el que también murió Breimar. El esclarecimiento de su caso está en ceros y el deseo colectivo de los hombres a quienes él representa está en que haya paz con el ELN para que los reparen; que la guerra no se ensañe contra sus cuerpos, que no les arrebate más relatos de verdad y que nada de esto vuelva a suceder.
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“El perdón siempre es una opción. Si los grupos armados pueden desarmarse, podemos hacer lo mismo con nuestros corazones que tengan rencor. Solo necesitamos que validen nuestro sufrimiento y que nada similar sea cometido en los cuerpos de los niños, las mujeres y los hombres”, concluyó Hugo.
Revelar los patrones de violencia sexual del ELN
Aunque los crímenes cometidos por el ELN están por fuera de la competencia de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), los relatos de Joel y 53 hombres fueron escuchados ante esa Jurisdicción y la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV). La idea del colectivo era dejar constancia de esa práctica, y por ello lamentan que en ninguna de las recomendaciones del Informe Final de la CEV se hayan incluido casos de violencia sexual sobre hombres heterosexuales.
Pese a no tener cabida en ese tribunal de paz, estos casos se han unido a otras denuncias de violaciones perpetradas por las antiguas FARC y han servido para revelar patrones de violencia sexual ejercida contra niños, jóvenes y hombres en distintas zonas del país.
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“En la información que hicimos llegar al Sistema Integral de Paz hay víctimas de todos los actores armados, decenas a manos del ELN y con toda seguridad cientos de más aún en silencio con temor a hablar para no sufrir represalias”, agregó Joel.
En un documento privado entregado a esa jurisdicción de paz por el colectivo liderado por Joel, denominado Grupos Focales -hombres víctimas de violencia sexual-, se recogieron los relatos de 75 hombres violentados sexualmente entre 1989 y 2015, que dejaron constancia que la guerrilla del ELN mostró sistematicidad en este tipo de violencias en el Catatumbo, el norte de Chocó, zonas bajas del Magdalena y Arauca.
“La mayoría de los que testificaron eran campesinos o pescadores. Ninguno estaba participando en las hostilidades en el momento en que los crímenes de violencia sexual se produjeron. (Y al menos) 18 eran niños en el momento de los hechos (...)”, se dice en el documento.
El informe “Deponer las armas”, hecho a varias manos por la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, el colectivo Grupos Focales y la organización británica All Survivors Project, fue presentado ante la JEP el 17 de marzo de 2022. Y a pesar del hermetismo con el que se ha tratado, fue el gran paso para que más hombres que sufrieron crímenes como el que vivió Joel se sintieran respaldados.
La escasez de cifras que den cuenta de la magnitud del fenómeno
Al menos 32.904 personas fueron víctimas de delitos contra la libertad e integridad sexual en el marco del conflicto armado entre 1985 y 2016, según la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas. Más del 90 % de estas personas son mujeres y niñas, y la última vez que se actualizaron estos datos fue el 30 de abril de 2022.
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Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, 1.320 hombres y niños fueron víctimas de violencia sexual durante la guerra. Esta cifra está en debate, pues difiere a la del Registro Único de Víctimas y, según colectivos como el de Joel Toscano, son parte de los innumerables subregistros que hay detrás de este flagelo.
Además, 11 casos de violencia sexual contra hombres y niños han sido analizados exhaustivamente por la JEP, según el informe “Deponer las armas”. En este contexto, cuatro hombres alegaron que fueron víctimas de guerrilleros de las antiguas FARC. Todos aseguraron que fueron violentados cuando eran menores de edad.
Joel Salcedo hace parte de “Desamadas”
Hasta el próximo 23 de julio, el espacio artístico de Fragmentos (obra de la artista Doris Salcedo) tendrá en sus paredes los relatos de más de una treintena de hombres y mujeres víctimas de violencia sexual durante la guerra en Colombia.
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Uno de los relatos presentes en ese espacio, llamado Desamadas —adaptado de un concepto del poeta César Vallejo— es el de Joel.
“Todos sabemos que las mujeres y niñas fueron las más afectadas por este flagelo. Eso no quita que nuestras voces no se puedan mostrar. Ha sido un trabajo respetuoso que nos dignifica. Escribir esos relatos sin ser juzgados es parte de lo que necesitamos para ser reparados”, comentó.
La muestra artística estuvo abierta al público los pasados 14 y 15 de junio, días en los que se dio inicio a esta forma de acompañamiento a quienes padecieron este tipo de rigores. Desamadas es una alianza entre Fragmentos, la Universidad Nacional y la UIA de la JEP.
* Cambio en el nombre de la fuente.