Dos valiosos líderes sociales asesinados en un día de fútbol
Luis Barrios y Felicinda Santa María fueron asesinados en su casa el 3 de julio, mientras el país estaba paralizado por el partido de fútbol entre Colombia e Inglaterra. Esta es la historia de lucha de dos líderes comunales que truncó la violencia.
Natalia Herrera - Nicolás Sánchez Arévalo
Luis Barrios y Felicinda Santa María no supieron cómo terminó el partido de fútbol entre Colombia e Inglaterra. A los dos los asesinaron en su casa, frente a su familia, antes de que terminara el encuentro futbolístico. En la Comuna Dos de Quibdó, en Chocó, y en el municipio Palmar de Varela, en el Atlántico, el Mundial pasó a un tercer plano. La tristeza y la desesperanza, tras estos crímenes, lo abarcaron todo.
En los últimos ocho días han matado a seis líderes comunales en el país. En 2018 han sido asesinados 40 líderes de juntas de acción comunal, según las cifras de la Confederación de Acción Comunal de Colombia. La infame ola de muertes de líderes y lideresas en los territorios no se detiene.
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Sin protección
Las amenazas eran inminentes. El 8 de mayo, a la oficina del Defensor del Pueblo del Atlántico, Albeis Fuentes, llegó Luis Barrios. Lo acompañaba Guillermo Polo, secretario del Interior del Atlántico. Barrios explicó con preocupación por qué sentía que esta vez, después de años de trabajo comunal, que estaba en peligro. “Ese mismo día, y con carácter urgente, activé la ruta de protección con la Unidad Nacional de Protección, la Policía y la Fiscalía para proteger su vida y su identidad”, comentó el defensor Fuentes.
El 15 de mayo se realizó una reunión de seguridad y el tema de Barrios fue central. Sin embargo, el 17 de mayo, la Unidad Nacional de Protección respondió que el riesgo de él ya había sido valorado como ordinario y que ahora debía volver a evaluar su situación. La respuesta de la Policía la recibió la Defensoría del Pueblo este miércoles. Un día después de que fuera asesinado, asegurando que a Barrios le hacían rondas por su casa como medida preventiva. La ruta de protección, larguísima y burocrática para el riesgo que corría Barrios, no sirvió de nada. Como tampoco sirvió en el caso de Bernardo Cuerdo, otro líder del Atlántico asesinado hace un año.
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“Su muerte nos golpea muchísimo”, dice Guillermo Polo, quien recuerda que Barrios estaba en todas las causas sociales. De hecho, se ocupaba de las reclamaciones de los usuarios ante la empresa Electricaribe, por el malo servicio de luz que prestaba. Y fue muy crítico del sistema de salud y de la corrupción que, aseguraba, corroía el hospital municipal de Palmar de Varela. Su liderazgo era reconocido en todo el departamento. Era el dirigente de la Asociación Municipal de Juntas Comunales de Palmar de Varela y presidente del Comité Ejecutivo del Polo Democrático de este municipio, que al cierre de la campaña presidencial impulsaba la candidatura de Gustavo Petro. Una razón para creer que su asesinato pudo tener motivaciones políticas.
Eran tantas las causas que llevaba, que no es fácil saber de dónde provinieron los tiros. Recientemente organizó un grupo de jóvenes para ayudarlos a salir de la drogadicción y por eso su pelea contra los jíbaros y las ollas de microtráfico de estupefacientes fue sin ambages. Denunció ollas y encaró a los criminales que controlaban el negocio. “Ya no sabemos qué hacer, el Gobierno no presta la atención debida”, concluye con tristeza Alexis Marriaga, presidente de la Federación de Acción Comunal del Atlántico, otro de los tantos líderes que pese a tener un riesgo calificado de “extraordinario”, sólo tiene un escolta con quien camina y viaja en bus, porque tampoco tiene carro de seguridad asignado.
Los proyectos de Felicinda
El pasado sábado 30 de junio los habitantes del barrio Virgen del Carmen vieron a varios jóvenes y mujeres limpiando galpones. Lo hacían como parte de un proyecto que Felicinda Santamaría Mosquera, líder comunitaria, había gestionado. “Jóvenes” y “mujeres” son las dos palabras que pronuncian todas las personas con las que habló Colombia 2020 para describir su liderazgo en la Comuna 2 de Quibdó (Chocó).
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“Ella pedía capacitación y trabajo para su comunidad”, cuenta Miguel Lemus Maturana, presidente de las 29 juntas de acción comunal que hay en la Comuna 2 de Quibdó. Felicinda, quien desde abril de 2016 era la presidenta de la junta de acción comunal del barrio Virgen del Carmen, estaba impulsando hace dos meses un proyecto de huertas comunitarias, criaderos de peces y de pollos. Vinculaba a jóvenes y a madres cabezas de familia.
En el barrio hacen presencia unas cuatro bandas delincuenciales que se dedican a la extorsión, el hurto y la venta de estupefacientes. Además, Virgen del Carmen, como varios barrios de Quibdó, ha acogido a cientos de desplazados por la violencia. “Por lo que más se preocupaba era por ayudar a los jóvenes que se estaban descarrilando para que volvieran a tener aceptación por parte de la sociedad, para que no delinquieran ni hicieran cosas malas”, cuenta Lenin González, vicepresidente de la Federación Acción Comunal de Chocó.
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En las reuniones de líderes comunitarios Felicinda siempre hablaba de la situación de su barrio. Denunciaba el mal estado de las vías y del colegio, que había tenido afectaciones por un vendaval, y la falta de lugares para reunirse con la comunidad. “A Quibdó le falta mucho en escenarios deportivos y en que la gente tenga cómo ocupar el tiempo libre. Muchas veces por falta de eso la juventud termina en otros rumbos”, enfatiza González.
El pasado martes 3 de julio, según cuentan personas del barrio, Felicinda recibió una llamada. Le dijeron que fuera a su casa. Cuando llegó, dos hombres la estaban esperando y le dispararon tres veces. La líder social cayó muerta. Un líder de la comunidad, que no se identificó por razones de seguridad, afirmó que en el barrio se dice que una de las bandas delincuenciales culpaba a la líder de la captura de varios de sus miembros, señalamiento que pudo desencadenar su asesinato. Sin embargo, esperan que las autoridades judiciales esclarezcan quiénes fueron los autores materiales e intelectuales.
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“La comunidad en este momento está callada y asustada, porque el caso fue muy sorpresivo”, afirma Lemus, quien cuenta que Felicinda no había reportado amenazas. El crimen no sólo tiene al miedo rondando por Virgen del Carmen, a la comunidad y sus familiares adoloridos, sino que también deja huérfanos los proyectos que la líder se encargó de impulsar. Así quedaron los jóvenes que Barrios defendía y ayudaba a salir de la violencia y el consumo de drogas en Palmar de Varela.
Luis Barrios y Felicinda Santa María no supieron cómo terminó el partido de fútbol entre Colombia e Inglaterra. A los dos los asesinaron en su casa, frente a su familia, antes de que terminara el encuentro futbolístico. En la Comuna Dos de Quibdó, en Chocó, y en el municipio Palmar de Varela, en el Atlántico, el Mundial pasó a un tercer plano. La tristeza y la desesperanza, tras estos crímenes, lo abarcaron todo.
En los últimos ocho días han matado a seis líderes comunales en el país. En 2018 han sido asesinados 40 líderes de juntas de acción comunal, según las cifras de la Confederación de Acción Comunal de Colombia. La infame ola de muertes de líderes y lideresas en los territorios no se detiene.
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Sin protección
Las amenazas eran inminentes. El 8 de mayo, a la oficina del Defensor del Pueblo del Atlántico, Albeis Fuentes, llegó Luis Barrios. Lo acompañaba Guillermo Polo, secretario del Interior del Atlántico. Barrios explicó con preocupación por qué sentía que esta vez, después de años de trabajo comunal, que estaba en peligro. “Ese mismo día, y con carácter urgente, activé la ruta de protección con la Unidad Nacional de Protección, la Policía y la Fiscalía para proteger su vida y su identidad”, comentó el defensor Fuentes.
El 15 de mayo se realizó una reunión de seguridad y el tema de Barrios fue central. Sin embargo, el 17 de mayo, la Unidad Nacional de Protección respondió que el riesgo de él ya había sido valorado como ordinario y que ahora debía volver a evaluar su situación. La respuesta de la Policía la recibió la Defensoría del Pueblo este miércoles. Un día después de que fuera asesinado, asegurando que a Barrios le hacían rondas por su casa como medida preventiva. La ruta de protección, larguísima y burocrática para el riesgo que corría Barrios, no sirvió de nada. Como tampoco sirvió en el caso de Bernardo Cuerdo, otro líder del Atlántico asesinado hace un año.
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“Su muerte nos golpea muchísimo”, dice Guillermo Polo, quien recuerda que Barrios estaba en todas las causas sociales. De hecho, se ocupaba de las reclamaciones de los usuarios ante la empresa Electricaribe, por el malo servicio de luz que prestaba. Y fue muy crítico del sistema de salud y de la corrupción que, aseguraba, corroía el hospital municipal de Palmar de Varela. Su liderazgo era reconocido en todo el departamento. Era el dirigente de la Asociación Municipal de Juntas Comunales de Palmar de Varela y presidente del Comité Ejecutivo del Polo Democrático de este municipio, que al cierre de la campaña presidencial impulsaba la candidatura de Gustavo Petro. Una razón para creer que su asesinato pudo tener motivaciones políticas.
Eran tantas las causas que llevaba, que no es fácil saber de dónde provinieron los tiros. Recientemente organizó un grupo de jóvenes para ayudarlos a salir de la drogadicción y por eso su pelea contra los jíbaros y las ollas de microtráfico de estupefacientes fue sin ambages. Denunció ollas y encaró a los criminales que controlaban el negocio. “Ya no sabemos qué hacer, el Gobierno no presta la atención debida”, concluye con tristeza Alexis Marriaga, presidente de la Federación de Acción Comunal del Atlántico, otro de los tantos líderes que pese a tener un riesgo calificado de “extraordinario”, sólo tiene un escolta con quien camina y viaja en bus, porque tampoco tiene carro de seguridad asignado.
Los proyectos de Felicinda
El pasado sábado 30 de junio los habitantes del barrio Virgen del Carmen vieron a varios jóvenes y mujeres limpiando galpones. Lo hacían como parte de un proyecto que Felicinda Santamaría Mosquera, líder comunitaria, había gestionado. “Jóvenes” y “mujeres” son las dos palabras que pronuncian todas las personas con las que habló Colombia 2020 para describir su liderazgo en la Comuna 2 de Quibdó (Chocó).
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“Ella pedía capacitación y trabajo para su comunidad”, cuenta Miguel Lemus Maturana, presidente de las 29 juntas de acción comunal que hay en la Comuna 2 de Quibdó. Felicinda, quien desde abril de 2016 era la presidenta de la junta de acción comunal del barrio Virgen del Carmen, estaba impulsando hace dos meses un proyecto de huertas comunitarias, criaderos de peces y de pollos. Vinculaba a jóvenes y a madres cabezas de familia.
En el barrio hacen presencia unas cuatro bandas delincuenciales que se dedican a la extorsión, el hurto y la venta de estupefacientes. Además, Virgen del Carmen, como varios barrios de Quibdó, ha acogido a cientos de desplazados por la violencia. “Por lo que más se preocupaba era por ayudar a los jóvenes que se estaban descarrilando para que volvieran a tener aceptación por parte de la sociedad, para que no delinquieran ni hicieran cosas malas”, cuenta Lenin González, vicepresidente de la Federación Acción Comunal de Chocó.
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En las reuniones de líderes comunitarios Felicinda siempre hablaba de la situación de su barrio. Denunciaba el mal estado de las vías y del colegio, que había tenido afectaciones por un vendaval, y la falta de lugares para reunirse con la comunidad. “A Quibdó le falta mucho en escenarios deportivos y en que la gente tenga cómo ocupar el tiempo libre. Muchas veces por falta de eso la juventud termina en otros rumbos”, enfatiza González.
El pasado martes 3 de julio, según cuentan personas del barrio, Felicinda recibió una llamada. Le dijeron que fuera a su casa. Cuando llegó, dos hombres la estaban esperando y le dispararon tres veces. La líder social cayó muerta. Un líder de la comunidad, que no se identificó por razones de seguridad, afirmó que en el barrio se dice que una de las bandas delincuenciales culpaba a la líder de la captura de varios de sus miembros, señalamiento que pudo desencadenar su asesinato. Sin embargo, esperan que las autoridades judiciales esclarezcan quiénes fueron los autores materiales e intelectuales.
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“La comunidad en este momento está callada y asustada, porque el caso fue muy sorpresivo”, afirma Lemus, quien cuenta que Felicinda no había reportado amenazas. El crimen no sólo tiene al miedo rondando por Virgen del Carmen, a la comunidad y sus familiares adoloridos, sino que también deja huérfanos los proyectos que la líder se encargó de impulsar. Así quedaron los jóvenes que Barrios defendía y ayudaba a salir de la violencia y el consumo de drogas en Palmar de Varela.