En Lerma, con la vida no se juega
La historia de un profesor de educación física en el Cauca que decidió tramitar los conflictos de sus estudiantes saltando lazo, es ejemplo de construcción de paz en uno de los departamentos más golpeados por la guerra.
Diego Cancino
“Aquí, en Lerma, entendí la fuerza de las mujeres para evitar que su gente se mate entre sí; y también descubrí el poder del arte y el deporte en la tramitación de conflictos”, concluyó el profesor Carlos Alberto Ordóñez, del colegio Carlos M. Simmonds, de Popayán, al término de un evento de construcción de paz en el que participaron líderes de todos los rincones del Cauca, uno de los departamentos que más han sufrido la guerra entre el Estado y las Farc.
Lerma es un corregimiento que pertenece al municipio de Bolívar, en el sur del Cauca. Una región de ascendencia yanacona, donde en los años 80 la bonanza cocalera se convirtió en la salvación –y a la vez la condena– de un población empobrecida por el abandono. Ordóñez recuerda que por esos años la coca trajo plata, y con ella alcohol, riñas, luchas de poder. En suma: muerte.
Una tercera parte del pueblo se aniquiló entre sí misma en menos de 10 años a punta de puñal y bala. “La gente decía que si se pusiera una lápida en cada sitio donde había caído un muerto, no habría por dónde caminar”, agrega Rudy Olán, poblador del municipio, para respaldar la afirmación de Ordóñez.
Y es que este licenciado en Educación Física encontró en el salto de lazo una forma de transformar los conflictos violentos de sus estudiantes en Popayán. “Démonos duro, pero con este lazo. Eso lo aprendí cuando vi dos jóvenes que antes ‘se daban en la mula’ y luego empezaron a hacerlo saltando lazo y terminaron de amigos”, explica. Según este docente, el salto del lazo es una actividad de entrenamiento en la que no se rivaliza como en otros deportes y que ejercita intensamente el ritmo y el compás del cuerpo.
Ordóñez participó del “Trueque de Acuerdos”, realizado en Lerma por el proyecto Diálogos y Capacidades para la Paz Territorial de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. El objetivo era demostrar como saltando lazo, haciendo deporte, los jóvenes encuentran una fórmula para la resolución de conflictos. También llevó varios metros de lazo con el sueño de llenar las calles de Lerma con gritos y brincos, a cambio de golpes y ofensas.
Y seguro lo logrará, porque Lerma es un pueblo que ya ha tenido transformaciones culturales a partir de la unión de su habitantes. En medio de la violencia cocalera varios líderes del pueblo, especialmente las mujeres que estaban perdiendo a sus hijos y esposos, decidieron acordar pactos sociales que se volvieron inquebrantables. “Debemos dejar de matarnos. El trago está acabando con este pueblo. La educación es el camino”, fue la consigna de las matronas, que en ese momento se proclamaron “cuidadoras de vida”.
Ante la explosión de muertos, riñas y caos en el pueblo, decidieron reunirse con los violentos. “Ustedes están acabando con las familias, con todo el pueblo; vamos a terminar matándonos todos contra todos”, les dijeron en esa reunión, recuerda Nulvany Muñoz. “No más trago, porque está matando y destruyendo al pueblo”, fue su petición.
La consigna se convirtió en un pacto social que se preservó a través de años en los que las Farc, el Eln y grupos paramilitares se enfrentaban por cada centímetro del territorio. Wálter Gaviria, docente del pueblo, y las mujeres de Lerma lograron que entre 1988 y 1998 se dejara de vender alcohol. Hoy las cantinas abren solo los jueves, que es el día del mercado, y el domingo, desde el mediodía hasta las 6 de la tarde. Pero sabían que con la prohibición no era suficiente, así que decidieron sumar apoyos para hacer una obra civil en el sentido más profundo del término: el colegio Alejandro Gómez Muñoz.
Al final, Carlos Alberto Ordóñez, quien tiene cerca de 60 años –de los cuales 30 ha sido docente–, viajó a esta Lerma para conocer su experiencia en la construcción de acuerdos sociales. Llegó con su lazo y se devolvió soñando con replicar por todo el departamento estas experiencias de reconciliación desde los territorios.
*Aliados de Diálogos y Capacidades para la Paz Territorial en Cauca: Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca (Aconc). Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Comité de Integración del Macizo Colombiano (CIMA). Universidad del Cauca. Ruta Pacífica de las Mujeres, Capítulo Cauca. Corporación Universitaria Autónoma del Cauca. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
“Aquí, en Lerma, entendí la fuerza de las mujeres para evitar que su gente se mate entre sí; y también descubrí el poder del arte y el deporte en la tramitación de conflictos”, concluyó el profesor Carlos Alberto Ordóñez, del colegio Carlos M. Simmonds, de Popayán, al término de un evento de construcción de paz en el que participaron líderes de todos los rincones del Cauca, uno de los departamentos que más han sufrido la guerra entre el Estado y las Farc.
Lerma es un corregimiento que pertenece al municipio de Bolívar, en el sur del Cauca. Una región de ascendencia yanacona, donde en los años 80 la bonanza cocalera se convirtió en la salvación –y a la vez la condena– de un población empobrecida por el abandono. Ordóñez recuerda que por esos años la coca trajo plata, y con ella alcohol, riñas, luchas de poder. En suma: muerte.
Una tercera parte del pueblo se aniquiló entre sí misma en menos de 10 años a punta de puñal y bala. “La gente decía que si se pusiera una lápida en cada sitio donde había caído un muerto, no habría por dónde caminar”, agrega Rudy Olán, poblador del municipio, para respaldar la afirmación de Ordóñez.
Y es que este licenciado en Educación Física encontró en el salto de lazo una forma de transformar los conflictos violentos de sus estudiantes en Popayán. “Démonos duro, pero con este lazo. Eso lo aprendí cuando vi dos jóvenes que antes ‘se daban en la mula’ y luego empezaron a hacerlo saltando lazo y terminaron de amigos”, explica. Según este docente, el salto del lazo es una actividad de entrenamiento en la que no se rivaliza como en otros deportes y que ejercita intensamente el ritmo y el compás del cuerpo.
Ordóñez participó del “Trueque de Acuerdos”, realizado en Lerma por el proyecto Diálogos y Capacidades para la Paz Territorial de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. El objetivo era demostrar como saltando lazo, haciendo deporte, los jóvenes encuentran una fórmula para la resolución de conflictos. También llevó varios metros de lazo con el sueño de llenar las calles de Lerma con gritos y brincos, a cambio de golpes y ofensas.
Y seguro lo logrará, porque Lerma es un pueblo que ya ha tenido transformaciones culturales a partir de la unión de su habitantes. En medio de la violencia cocalera varios líderes del pueblo, especialmente las mujeres que estaban perdiendo a sus hijos y esposos, decidieron acordar pactos sociales que se volvieron inquebrantables. “Debemos dejar de matarnos. El trago está acabando con este pueblo. La educación es el camino”, fue la consigna de las matronas, que en ese momento se proclamaron “cuidadoras de vida”.
Ante la explosión de muertos, riñas y caos en el pueblo, decidieron reunirse con los violentos. “Ustedes están acabando con las familias, con todo el pueblo; vamos a terminar matándonos todos contra todos”, les dijeron en esa reunión, recuerda Nulvany Muñoz. “No más trago, porque está matando y destruyendo al pueblo”, fue su petición.
La consigna se convirtió en un pacto social que se preservó a través de años en los que las Farc, el Eln y grupos paramilitares se enfrentaban por cada centímetro del territorio. Wálter Gaviria, docente del pueblo, y las mujeres de Lerma lograron que entre 1988 y 1998 se dejara de vender alcohol. Hoy las cantinas abren solo los jueves, que es el día del mercado, y el domingo, desde el mediodía hasta las 6 de la tarde. Pero sabían que con la prohibición no era suficiente, así que decidieron sumar apoyos para hacer una obra civil en el sentido más profundo del término: el colegio Alejandro Gómez Muñoz.
Al final, Carlos Alberto Ordóñez, quien tiene cerca de 60 años –de los cuales 30 ha sido docente–, viajó a esta Lerma para conocer su experiencia en la construcción de acuerdos sociales. Llegó con su lazo y se devolvió soñando con replicar por todo el departamento estas experiencias de reconciliación desde los territorios.
*Aliados de Diálogos y Capacidades para la Paz Territorial en Cauca: Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca (Aconc). Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Comité de Integración del Macizo Colombiano (CIMA). Universidad del Cauca. Ruta Pacífica de las Mujeres, Capítulo Cauca. Corporación Universitaria Autónoma del Cauca. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).