“No hemos renunciado a la solución política”: disidencia de las Farc
Entrevista con la Columna Móvil Franco Benavides, de las disidencias de las antiguas Farc, que opera en Nariño. Afirma que tienen un mando unificado nacional y que eventual negociación tendría que ser con un modelo diferente de dejación de armas.
Kyle Johnson*
Después de más de un día de viaje, llegamos a un pueblo pequeño escondido entre montañas cultivadas de coca, con una calle principal destapada que, después de unos 100 metros, se dividía en forma de una y. Había más o menos 50 casas, la mayoría con negocios: bares, panaderías, residencias y una peluquería. Bajamos caminando hacia el polideportivo, que quedaba en la mitad entre las dos calles divididas y donde estaban unas 100 personas que llevaban ya entre dos y tres días tomando. Era mayo de este año y la música - puros corridos - estaba a todo volumen.
Caminamos unos minutos sin saber a quién buscar. Habíamos llegado para una entrevista con la Columna Móvil Franco Benavides, una estructura disidente de las Farc que hace parte del Comando Coordinador del Occidente (CCO), que, a su vez, está vinculado del proyecto nacional de disidencias liderado por alias Iván Mordisco.
Pasó una moto manejada por un joven vestido de negro, con botas negras, gorro negro, mochila de camuflaje y pistola negra en su cinturón. En una esquina en la que queda una peluquería estaba parado un hombre con fusil de largo alcance, vestido de camuflaje y con un sombrero que decía “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia”.
Sentado en un sofá dentro de la peluquería había otro hombre vestido de camuflaje, con su fusil recostado contra la pared. Al lado estaba el joven de la moto.
“¿Vienen para una reunión con la organización?”, nos preguntó el de la moto.
“Sí”, le respondimos. “Nos dieron un código, ¿lo necesitas?”
“Sí”.
“Somos los mecánicos del carro rojo”.
El joven sonrió y dijo que como tienen muchas reuniones, dan un código para saber que los que llegan son los indicados.
Pasada la prueba del código, nos dijo que era el encargado del pueblo y que iba a organizar todo para que estuviéramos bien porque los de la reunión iban a llegar más tarde. Se fue en su moto y nosotros caminamos un poco a una tienda de jugos que queda sobre la calle principal.
Después de estar sentado un rato, llegó el encargado con otro joven en su moto. “Él se va a encargar de ustedes. Cualquier cosa es con él. Igual, les cuento que las habitaciones en la residencia no están listas todavía, pero más tarde se las muestro para que vean donde pueden dormir”. Subieron a la moto y se fueron.
Al rato volvió el nuevo encargado de nosotros, con otro joven miliciano. “Yo tengo que hacer unas vueltas, entonces él estará pendiente de ustedes”. El ahora nuevo encargado de nosotros estaba vestido de negro, con gorro negro y dos collares grandes. Uno de plata y otro de color oro, eran dos mini-uzis, los cuales contrastaban fuertemente con su clara timidez.
Bajamos hasta el río que pasa cerca del pueblo. Tomamos más jugo, almorzamos, hablamos con el miliciano, miramos mucho el techo. Finalmente, decidimos descansar en las piezas de la residencia. Apenas nuestras cabezas tocaron las almohadas, llegó el miliciano. “Doctores, ya toca salir”.
Nos montamos en un Jeep viejo. Arrancamos por una trocha empinada hacia una vereda que quedaba a unos 15 minutos. Llegamos al sitio y no había nadie. Nos bajamos del carro a esperar y hablamos de fútbol.
Veinte minutos después bajaron dos camionetas plateadas por una trocha empinada. Parquearon y se bajaron unas seis o siete personas armadas y uniformadas y otros tres de civil, pero también armados. Nos saludamos, entramos a un billar desocupado y organizamos unas mesas.
Nos sentamos alrededor de ellas y nos presentamos. Estaban alias Jaime, alias Pablo y alias Eduard, comandantes de “la Franco Benavides”. Este grupo opera en la cordillera y algunas partes del pacífico nariñenses. Ha estado involucrado en varios de los enfrentamientos más fuertes que se han dado en esas zonas, principalmente contra otros grupos vinculados a la Segunda Marquetalia.
También estaba un miembro de la Columna Móvil Jaime Martínez, pero que hace parte del equipo de comunicaciones. Por eso, podía comunicar algunas posiciones que iban más allá de las de la Franco Benavides sino que representaban todo el CCO, y a veces, todo el proyecto disidente nacional.
“Mi nombre es Jaime, soy el comandante de la Columna Móvil Franco Benavides y soy el encargado de la retoma militar de esta zona”, empieza. Eduard y Pablo dijeron que estaban encargados del tema político, de la relación con la población civil.
“Nosotros no somos disidencia, somos la real resistencia”, dijo Jaime, sentado en la mesa con su camuflaje de pies a cabeza. Hasta su fusil era de camuflaje.
“Estamos aquí por el incumplimiento…la negociación era una traición, solo querían desmovilizarnos”, dijo Jaime. El CCO ha argumentado que rechazaron el Acuerdo de Paz del 2016 y, de hecho, ha publicado canciones que cuentan la historia de cómo el Primer Frente, la primera unidad de las Farc en decidir no acoger lo pactado, tomó esa decisión.
“Tenemos un mando unificado, no tomamos decisiones individuales. Somos la misma cosa que antes: Secretariado, Estado Mayor Central. El CCO tiene un Estado Mayor de Bloque y obedece al Estado Mayor Central y Secretariado”, dijo.
En sus comunicados, el CCO sí ha hecho referencia a esta estructuración de los grupos vinculados al proyecto de ‘Mordisco’, pero no es clara la calidad de la relación entre todas las unidades. En el CCO parece que existe bastante autonomía para cada grupo, especialmente en lo financiero y sus conflictos con otros grupos armados. Con esta afirmación seguía la duda.
Entonces preguntamos, “Ustedes se llaman el Comando Coordinador del Occidente – pero ¿en qué se coordinan y en qué no?”.
“Es una figura temporal”, respondió el de la Jaime Martínez. “Mientras vamos construyendo el bloque como tal. Pero funciona igual que antes con los bloques. Nosotros vamos avanzando mucho en eso – vamos a tener un bloque occidental en cinco años, mientras que en las Farc se demoraron décadas”.
El comando y control – y su calidad - se ha vuelto de importancia por la propuesta de “la paz total” del gobierno de Petro. Exactamente cómo funcionan los proyectos de las disidencias internamente tiene grandes implicaciones para los límites de esta política. Si esta versión de cohesión, comando y control de estas disidencias es cierta (o no) tendrá fuertes efectos en una posible negociación. Por ahora, hay evidencia mixta de que sí y que no es así. En los territorios donde operan estos grupos, muchas comunidades dudan de que haya control y comando interno efectivo.
Lea también: Pacto de la Paz Total: la ambiciosa apuesta del gobierno Petro.
Frente a la paz negociada con todos los grupos armados del país, dieron algunas pistas.
“No hemos renunciado a la solución política”, empiezan por decir. Recientemente, publicaron un video en el que habla Iván Mordisco diciendo que están dispuestos a negociar, aunque preguntas grandes – el qué y cómo, por ejemplo – siguen sin respuesta.
“Pero tenemos unos condicionamientos: tiene que ser con un gobierno alternativo porque si no, sería otro engaño; tiene que haber otro modelo de dejación de armas, no las vamos a dejar sobre voluntades sino cuando ya veamos avances en la implementación de lo acordado, y con garantías internacionales; el Acuerdo del 2016 puede servir de base, pero la agenda tiene que ir más allá; y la participación tiene que ser mayor”. Agregaron que “los encuentros [de diálogo] deben ser en Colombia, no por fuera”. Son ideas que han publicado y fueron aprobadas por las instancias nacionales del proyecto disidente.
Afirmaron que: “Tenemos una apuesta de país, que es la misma que antes”. La frase era algo ambigua pues esa visión, igual se venía ajustando a través del tiempo dentro de las extintas Farc, incluso en La Habana.
Sobre una posible agenda, dijeron que “Faltó lo de la Fuerza Pública, lo de los jóvenes, las multinacionales”. Son temas gruesos y no todos serán posibles negociar políticamente – como la Fuerza Pública – pero por lo menos apuntan a algo que ellos quieren dialogar: si el gobierno nuevo acepta discutir estos asuntos con las disidencias ya es otro tema.
“No quiero desmoralizar, pero si es negociación con todos, habría que incluir a los que le venden armas al Ejército, por ejemplo”, argumentó el de la Jaime Martínez. No mencionó nada de los que les venden armas. “También a la gente que vive de la guerra”, agregó.
Concluye que igual, “Existe o no existe Farc, va a haber guerra”.
Jaime se suma diciendo que no negociarían con “Los Márquez” – la forma que le dicen a la Segunda Marquetalia, a quien ven como paramilitares – porque “Lo dijo Manuel [Marulanda – ex jefe de las Farc hasta su muerte en el 2008], hablar con paramilitares es traicionar al pueblo”.
Aquí salió un tema importante: la identidad. Su manera de expresarse se basaba frecuentemente en cómo eran las extintas Farc. Se llaman “Farc-EP”; toman decisiones según lo que creen que hacían las Farc antes; argumentan que usan los estatutos de las viejas Farc; y a veces hacen afirmaciones que también hacían la ex guerrilla, como de solo cobrar impuestos al narcotráfico. Sin embargo, muchos pobladores en Nariño y Cauca bajo su control no los ven como las Farc de antes – algunos creen que ya no tiene ideología; que a veces son más abusivos; que es raro que anden tanto en los pueblos en vez del monte.
Le puede interesar: Crisis humanitaria en el Triángulo de Telembí, Nariño, ya suma 3.150 desplazados.
Muchos otros, de todas formas, sí creen que actúan igual que las viejas Farc. En esto, la gente no tiene una sola opinión, sino, como es de esperarse, existen múltiples visiones.
En este momento, Jaime y yo nos paramos para fumar un cigarrillo e insistió en fumar un poco apartado de las mesas donde estaban los demás, para no afectarlos con el humo ya que no fuman.
En ese momento, el de la Jaime Martínez agregó que Jhonier, el ex comandante del CCO y quién originalmente pertenecía a la disidencia del Primer Frente en Guaviare, intentó dos veces negociar con Iván Márquez, quien, según su versión, “quería imponer todo – tropas, planes, comandantes”. Siguió, “al no llegar a un acuerdo en abril 2021, Márquez le tiró la Fuerza Aérea venezolana encima”. Se refería al conflicto entre las fuerzas venezolanas y la disidencia del frente 10 – también vinculada al proyecto de Mordisco – en Apure en abril del 2021, que terminó poco tiempo después con la liberación de varios soldados del vecino país que habían caído en el poder del grupo armado ilegal colombiano.
Continuaron al denunciar la Segunda Marquetalia en Nariño, argumentando que lo que diferencia “la guerrilla” (es decir, ellos) con los paramilitares de “los Márquez” es que el CCO sólo cobra impuestos al narcotráfico mientras los “paras” compran la pasta directamente. Pablo también señaló que “Nuestra ideología es el pueblo, cuando la de los paras es la del signo peso…nosotros no somos narcotraficantes: los narcos están allá y nosotros acá. Le cobramos impuestos a los narcos, pero no a los campesinos”.
Sus vínculos con las economías ilegales – especialmente el narcotráfico – son un tema sensible para ellos. Sin duda, manejan sumas impresionantes de plata, sea como sea su manera de vincularse al negocio. En Argelia, Cauca, donde la coca abunda como en pocos lugares en el país, se dice que el frente Carlos Patiño – la unidad del CCO que opera ahí – se gana 3 mil millones de pesos a la semana, por ejemplo.
Además, argumentaron que los paras trabajan con el Ejército, que cuando están bajo presión militar, se esconden en las cabeceras de Magüí Payán y Roberto Payán, bajo la protección de la Fuerza Pública. Sacaron sus celulares para mostrar un video de un helicóptero sobrevolando un área donde habían tenido combates con la Segunda Marquetalia. No dispara ni nada, pero aseguran que llegó para apoyar a “Los Márquez”. Dicen que en esos helicópteros han recogido paramilitares heridos. Sin embargo, el video en sí no es prueba sino de que la Fuerza Pública solo reacciona a los reportes de combates entre los grupos armados ilegales.
Acusan al Ejército de trabajar con varios grupos: La Segunda Marquetalia, el Clan del Golfo e incluso el Eln. Dicen que cuando llega la Fuerza Pública, llegan “pequeños grupos de gente vestida de negro y encapuchada”. Van más allá y dicen que “Donde hay asesinatos, hay Ejército”.
Saber la realidad de estas posibles alianzas requiere más investigación: algunos aspectos de lo que denunciaron parecen ciertos según información independientemente recogida en la zona; otros, no. Incluso existen testimonios de sobornos de la Franco Benavides a la Fuerza Pública.
Su discurso parece indicar que tienen una visión del mundo de “todos contra nosotros” y que “los otros son los malos” – los malos, además, van únicamente por plata mientras ellos por “el pueblo”. Es de esperarse – ningún grupo armado dice ser los malos del cuento.
Jaime termina diciendo, “Bueno, ya hemos hablado como dos horas”, y lo hicieron sin parar. Decidimos terminar la entrevista, salimos del billar y empezó una lluvia. Los que hacían seguridad empiezan a correr hacia las camionetas en que vinieron y nos despedimos. Nos dejan tomar algunas pocas fotos, sin la cara de nadie. Subimos a nuestro Jeep y empezamos a volver al pueblo con el encargado. Concluimos que, aunque salimos con algunas cosas nuevas, siguen más preguntas y dudas sobre ellos, su visión, su identidad y la posibilidad de que realmente se pueda hacer la paz con ellos, a beneficio de las comunidades que conviven con la Franco Benavides, el CCO y todos los grupos armados en la región y el país.
*Co-fundador e investigador de la Fundación Conflict Responses (CORE).
Le recomendamos:
* ¿Es posible negociar con disidentes sin meter a la JEP ni reformar la Constitución?
* El expediente de una masacre desconocida en Nariño atribuida a las disidencias.
Después de más de un día de viaje, llegamos a un pueblo pequeño escondido entre montañas cultivadas de coca, con una calle principal destapada que, después de unos 100 metros, se dividía en forma de una y. Había más o menos 50 casas, la mayoría con negocios: bares, panaderías, residencias y una peluquería. Bajamos caminando hacia el polideportivo, que quedaba en la mitad entre las dos calles divididas y donde estaban unas 100 personas que llevaban ya entre dos y tres días tomando. Era mayo de este año y la música - puros corridos - estaba a todo volumen.
Caminamos unos minutos sin saber a quién buscar. Habíamos llegado para una entrevista con la Columna Móvil Franco Benavides, una estructura disidente de las Farc que hace parte del Comando Coordinador del Occidente (CCO), que, a su vez, está vinculado del proyecto nacional de disidencias liderado por alias Iván Mordisco.
Pasó una moto manejada por un joven vestido de negro, con botas negras, gorro negro, mochila de camuflaje y pistola negra en su cinturón. En una esquina en la que queda una peluquería estaba parado un hombre con fusil de largo alcance, vestido de camuflaje y con un sombrero que decía “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia”.
Sentado en un sofá dentro de la peluquería había otro hombre vestido de camuflaje, con su fusil recostado contra la pared. Al lado estaba el joven de la moto.
“¿Vienen para una reunión con la organización?”, nos preguntó el de la moto.
“Sí”, le respondimos. “Nos dieron un código, ¿lo necesitas?”
“Sí”.
“Somos los mecánicos del carro rojo”.
El joven sonrió y dijo que como tienen muchas reuniones, dan un código para saber que los que llegan son los indicados.
Pasada la prueba del código, nos dijo que era el encargado del pueblo y que iba a organizar todo para que estuviéramos bien porque los de la reunión iban a llegar más tarde. Se fue en su moto y nosotros caminamos un poco a una tienda de jugos que queda sobre la calle principal.
Después de estar sentado un rato, llegó el encargado con otro joven en su moto. “Él se va a encargar de ustedes. Cualquier cosa es con él. Igual, les cuento que las habitaciones en la residencia no están listas todavía, pero más tarde se las muestro para que vean donde pueden dormir”. Subieron a la moto y se fueron.
Al rato volvió el nuevo encargado de nosotros, con otro joven miliciano. “Yo tengo que hacer unas vueltas, entonces él estará pendiente de ustedes”. El ahora nuevo encargado de nosotros estaba vestido de negro, con gorro negro y dos collares grandes. Uno de plata y otro de color oro, eran dos mini-uzis, los cuales contrastaban fuertemente con su clara timidez.
Bajamos hasta el río que pasa cerca del pueblo. Tomamos más jugo, almorzamos, hablamos con el miliciano, miramos mucho el techo. Finalmente, decidimos descansar en las piezas de la residencia. Apenas nuestras cabezas tocaron las almohadas, llegó el miliciano. “Doctores, ya toca salir”.
Nos montamos en un Jeep viejo. Arrancamos por una trocha empinada hacia una vereda que quedaba a unos 15 minutos. Llegamos al sitio y no había nadie. Nos bajamos del carro a esperar y hablamos de fútbol.
Veinte minutos después bajaron dos camionetas plateadas por una trocha empinada. Parquearon y se bajaron unas seis o siete personas armadas y uniformadas y otros tres de civil, pero también armados. Nos saludamos, entramos a un billar desocupado y organizamos unas mesas.
Nos sentamos alrededor de ellas y nos presentamos. Estaban alias Jaime, alias Pablo y alias Eduard, comandantes de “la Franco Benavides”. Este grupo opera en la cordillera y algunas partes del pacífico nariñenses. Ha estado involucrado en varios de los enfrentamientos más fuertes que se han dado en esas zonas, principalmente contra otros grupos vinculados a la Segunda Marquetalia.
También estaba un miembro de la Columna Móvil Jaime Martínez, pero que hace parte del equipo de comunicaciones. Por eso, podía comunicar algunas posiciones que iban más allá de las de la Franco Benavides sino que representaban todo el CCO, y a veces, todo el proyecto disidente nacional.
“Mi nombre es Jaime, soy el comandante de la Columna Móvil Franco Benavides y soy el encargado de la retoma militar de esta zona”, empieza. Eduard y Pablo dijeron que estaban encargados del tema político, de la relación con la población civil.
“Nosotros no somos disidencia, somos la real resistencia”, dijo Jaime, sentado en la mesa con su camuflaje de pies a cabeza. Hasta su fusil era de camuflaje.
“Estamos aquí por el incumplimiento…la negociación era una traición, solo querían desmovilizarnos”, dijo Jaime. El CCO ha argumentado que rechazaron el Acuerdo de Paz del 2016 y, de hecho, ha publicado canciones que cuentan la historia de cómo el Primer Frente, la primera unidad de las Farc en decidir no acoger lo pactado, tomó esa decisión.
“Tenemos un mando unificado, no tomamos decisiones individuales. Somos la misma cosa que antes: Secretariado, Estado Mayor Central. El CCO tiene un Estado Mayor de Bloque y obedece al Estado Mayor Central y Secretariado”, dijo.
En sus comunicados, el CCO sí ha hecho referencia a esta estructuración de los grupos vinculados al proyecto de ‘Mordisco’, pero no es clara la calidad de la relación entre todas las unidades. En el CCO parece que existe bastante autonomía para cada grupo, especialmente en lo financiero y sus conflictos con otros grupos armados. Con esta afirmación seguía la duda.
Entonces preguntamos, “Ustedes se llaman el Comando Coordinador del Occidente – pero ¿en qué se coordinan y en qué no?”.
“Es una figura temporal”, respondió el de la Jaime Martínez. “Mientras vamos construyendo el bloque como tal. Pero funciona igual que antes con los bloques. Nosotros vamos avanzando mucho en eso – vamos a tener un bloque occidental en cinco años, mientras que en las Farc se demoraron décadas”.
El comando y control – y su calidad - se ha vuelto de importancia por la propuesta de “la paz total” del gobierno de Petro. Exactamente cómo funcionan los proyectos de las disidencias internamente tiene grandes implicaciones para los límites de esta política. Si esta versión de cohesión, comando y control de estas disidencias es cierta (o no) tendrá fuertes efectos en una posible negociación. Por ahora, hay evidencia mixta de que sí y que no es así. En los territorios donde operan estos grupos, muchas comunidades dudan de que haya control y comando interno efectivo.
Lea también: Pacto de la Paz Total: la ambiciosa apuesta del gobierno Petro.
Frente a la paz negociada con todos los grupos armados del país, dieron algunas pistas.
“No hemos renunciado a la solución política”, empiezan por decir. Recientemente, publicaron un video en el que habla Iván Mordisco diciendo que están dispuestos a negociar, aunque preguntas grandes – el qué y cómo, por ejemplo – siguen sin respuesta.
“Pero tenemos unos condicionamientos: tiene que ser con un gobierno alternativo porque si no, sería otro engaño; tiene que haber otro modelo de dejación de armas, no las vamos a dejar sobre voluntades sino cuando ya veamos avances en la implementación de lo acordado, y con garantías internacionales; el Acuerdo del 2016 puede servir de base, pero la agenda tiene que ir más allá; y la participación tiene que ser mayor”. Agregaron que “los encuentros [de diálogo] deben ser en Colombia, no por fuera”. Son ideas que han publicado y fueron aprobadas por las instancias nacionales del proyecto disidente.
Afirmaron que: “Tenemos una apuesta de país, que es la misma que antes”. La frase era algo ambigua pues esa visión, igual se venía ajustando a través del tiempo dentro de las extintas Farc, incluso en La Habana.
Sobre una posible agenda, dijeron que “Faltó lo de la Fuerza Pública, lo de los jóvenes, las multinacionales”. Son temas gruesos y no todos serán posibles negociar políticamente – como la Fuerza Pública – pero por lo menos apuntan a algo que ellos quieren dialogar: si el gobierno nuevo acepta discutir estos asuntos con las disidencias ya es otro tema.
“No quiero desmoralizar, pero si es negociación con todos, habría que incluir a los que le venden armas al Ejército, por ejemplo”, argumentó el de la Jaime Martínez. No mencionó nada de los que les venden armas. “También a la gente que vive de la guerra”, agregó.
Concluye que igual, “Existe o no existe Farc, va a haber guerra”.
Jaime se suma diciendo que no negociarían con “Los Márquez” – la forma que le dicen a la Segunda Marquetalia, a quien ven como paramilitares – porque “Lo dijo Manuel [Marulanda – ex jefe de las Farc hasta su muerte en el 2008], hablar con paramilitares es traicionar al pueblo”.
Aquí salió un tema importante: la identidad. Su manera de expresarse se basaba frecuentemente en cómo eran las extintas Farc. Se llaman “Farc-EP”; toman decisiones según lo que creen que hacían las Farc antes; argumentan que usan los estatutos de las viejas Farc; y a veces hacen afirmaciones que también hacían la ex guerrilla, como de solo cobrar impuestos al narcotráfico. Sin embargo, muchos pobladores en Nariño y Cauca bajo su control no los ven como las Farc de antes – algunos creen que ya no tiene ideología; que a veces son más abusivos; que es raro que anden tanto en los pueblos en vez del monte.
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Muchos otros, de todas formas, sí creen que actúan igual que las viejas Farc. En esto, la gente no tiene una sola opinión, sino, como es de esperarse, existen múltiples visiones.
En este momento, Jaime y yo nos paramos para fumar un cigarrillo e insistió en fumar un poco apartado de las mesas donde estaban los demás, para no afectarlos con el humo ya que no fuman.
En ese momento, el de la Jaime Martínez agregó que Jhonier, el ex comandante del CCO y quién originalmente pertenecía a la disidencia del Primer Frente en Guaviare, intentó dos veces negociar con Iván Márquez, quien, según su versión, “quería imponer todo – tropas, planes, comandantes”. Siguió, “al no llegar a un acuerdo en abril 2021, Márquez le tiró la Fuerza Aérea venezolana encima”. Se refería al conflicto entre las fuerzas venezolanas y la disidencia del frente 10 – también vinculada al proyecto de Mordisco – en Apure en abril del 2021, que terminó poco tiempo después con la liberación de varios soldados del vecino país que habían caído en el poder del grupo armado ilegal colombiano.
Continuaron al denunciar la Segunda Marquetalia en Nariño, argumentando que lo que diferencia “la guerrilla” (es decir, ellos) con los paramilitares de “los Márquez” es que el CCO sólo cobra impuestos al narcotráfico mientras los “paras” compran la pasta directamente. Pablo también señaló que “Nuestra ideología es el pueblo, cuando la de los paras es la del signo peso…nosotros no somos narcotraficantes: los narcos están allá y nosotros acá. Le cobramos impuestos a los narcos, pero no a los campesinos”.
Sus vínculos con las economías ilegales – especialmente el narcotráfico – son un tema sensible para ellos. Sin duda, manejan sumas impresionantes de plata, sea como sea su manera de vincularse al negocio. En Argelia, Cauca, donde la coca abunda como en pocos lugares en el país, se dice que el frente Carlos Patiño – la unidad del CCO que opera ahí – se gana 3 mil millones de pesos a la semana, por ejemplo.
Además, argumentaron que los paras trabajan con el Ejército, que cuando están bajo presión militar, se esconden en las cabeceras de Magüí Payán y Roberto Payán, bajo la protección de la Fuerza Pública. Sacaron sus celulares para mostrar un video de un helicóptero sobrevolando un área donde habían tenido combates con la Segunda Marquetalia. No dispara ni nada, pero aseguran que llegó para apoyar a “Los Márquez”. Dicen que en esos helicópteros han recogido paramilitares heridos. Sin embargo, el video en sí no es prueba sino de que la Fuerza Pública solo reacciona a los reportes de combates entre los grupos armados ilegales.
Acusan al Ejército de trabajar con varios grupos: La Segunda Marquetalia, el Clan del Golfo e incluso el Eln. Dicen que cuando llega la Fuerza Pública, llegan “pequeños grupos de gente vestida de negro y encapuchada”. Van más allá y dicen que “Donde hay asesinatos, hay Ejército”.
Saber la realidad de estas posibles alianzas requiere más investigación: algunos aspectos de lo que denunciaron parecen ciertos según información independientemente recogida en la zona; otros, no. Incluso existen testimonios de sobornos de la Franco Benavides a la Fuerza Pública.
Su discurso parece indicar que tienen una visión del mundo de “todos contra nosotros” y que “los otros son los malos” – los malos, además, van únicamente por plata mientras ellos por “el pueblo”. Es de esperarse – ningún grupo armado dice ser los malos del cuento.
Jaime termina diciendo, “Bueno, ya hemos hablado como dos horas”, y lo hicieron sin parar. Decidimos terminar la entrevista, salimos del billar y empezó una lluvia. Los que hacían seguridad empiezan a correr hacia las camionetas en que vinieron y nos despedimos. Nos dejan tomar algunas pocas fotos, sin la cara de nadie. Subimos a nuestro Jeep y empezamos a volver al pueblo con el encargado. Concluimos que, aunque salimos con algunas cosas nuevas, siguen más preguntas y dudas sobre ellos, su visión, su identidad y la posibilidad de que realmente se pueda hacer la paz con ellos, a beneficio de las comunidades que conviven con la Franco Benavides, el CCO y todos los grupos armados en la región y el país.
*Co-fundador e investigador de la Fundación Conflict Responses (CORE).
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