“Hemos esperado con paciencia a que lleguen las obras”, alcalde de Bojayá
Jeremías Moreno está a punto de entregar el cargo como alcalde de Bojayá. Deja ver un sentimiento de frustración por no haber avanzado más en su plan de gobierno, pero ve una luz de esperanza con la puesta en marcha de los PDET.
Gloria Castrillón / @glocastri
¿Qué significa el arranque de los PDET?
Es el punto de partida de un trabajo que hemos venido haciendo durante más de dos años. Con paciencia hemos esperado a que lleguen las obras. Ahora se entrega el barco que abarata los costos de los productos para los habitantes de algunas comunidades. El transporte más costoso es el de lancha y nuestra gente no tiene condiciones económicas. Esto mejora su calidad de vida. Eso genera tranquilidad.
Lea: ¿Cuál es la importancia de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET)?
¿Un balance de su gestión?
Estos cuatro años fueron de tocar y tocar puertas, de hacer gestión, de ir a Bogotá a reuniones y todo estaba supeditado a que empezaran los PDET. Nosotros fuimos el primer municipio en adoptar el PDET como acuerdo municipal.
¿Cómo fue el proceso de concertación?
Muy amplio, las comunidades pudieron manifestar sus necesidades. Lo que va a llegar es lo que la comunidad pidió.
¿Cómo conciliar necesidades entre indígenas y afros?
Se hicieron mesas con los indígenas; ellos, desde su cosmovisión, plantearon algunas iniciativas que no tienen que ver con afros, otras son generales y otras solo para los afros. Hay que respetar esas diferencias.
¿Cómo priorizaron las necesidades?
Después de la masacre hemos clamado por el tema productivo. Este municipio tiene vocación agropecuaria. Antes la gente se sostenía con lo poco que tenía, pero el conflicto le quitó la tranquilidad; la comunidad no cree en el territorio. Cómo es posible que se siembren unos plátanos, se tengan unas gallinas y tengan que salir corriendo a meterse debajo de un puente y dejar todo. Se está recrudeciendo el conflicto. Si vuelven las iniciativas productivas la gente vuelve a recobrar la esperanza.
Lea también: En Catatumbo respaldan el PDET y rechazan militarización del territorio
Algunos temen que se repita una masacre como la del 2 de mayo de 2002...
Tengo la esperanza de que nuestro Estado haga algo para mitigar la avanzada de los grupos armados. La gente ya estuvo desplazada y no quiere repetir esa situación. Hoy en nuestro campo no hay nada, los cultivos se acabaron, no hay comercialización, no hay transformación. La esperanza es que además de traer iniciativas productivas, el Estado haga algo para que los grupos armados entiendan que la guerra no es la salida.
Hay mucho miedo en la gente...
La gente se protege con el silencio.
¿Cómo logró gobernar así?
Después de la firma del Acuerdo la tranquilidad duró diez meses. Algunos volvieron a cultivar, abrieron criaderos de peces, de cerdos, pero a los pocos meses llegó el Eln y ahora tenemos a las Agc. Hay muertes en fuego cruzado, hace unos días un campesino murió en medio de combates. Hay comunidades confinadas. Nuestros campesinos no van al campo por el pancoger, les da miedo quedar en medio de combates y los grupos los limitan en sus movimientos.
La gente se queja de que la atención humanitaria no llega...
Traer una ayuda humanitaria de Quibdó a una comunidad cuesta cerca de $50 millones. Cuesta más el transporte que la misma ayuda. Somos un municipio de sexta categoría, sin recursos propios, uno se siente impotente ante tanta necesidad.
¿Qué le pediría al consejero Emilio Archila?
Que nos apoye en darle celeridad a esas iniciativas; sin eso es imposible salir adelante. Los mandatarios ponemos en conocimiento del Gobierno Nacional la situación, pero de ahí a que lleguen las soluciones... me voy con una decepción tremenda.
¿Qué significa el arranque de los PDET?
Es el punto de partida de un trabajo que hemos venido haciendo durante más de dos años. Con paciencia hemos esperado a que lleguen las obras. Ahora se entrega el barco que abarata los costos de los productos para los habitantes de algunas comunidades. El transporte más costoso es el de lancha y nuestra gente no tiene condiciones económicas. Esto mejora su calidad de vida. Eso genera tranquilidad.
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¿Un balance de su gestión?
Estos cuatro años fueron de tocar y tocar puertas, de hacer gestión, de ir a Bogotá a reuniones y todo estaba supeditado a que empezaran los PDET. Nosotros fuimos el primer municipio en adoptar el PDET como acuerdo municipal.
¿Cómo fue el proceso de concertación?
Muy amplio, las comunidades pudieron manifestar sus necesidades. Lo que va a llegar es lo que la comunidad pidió.
¿Cómo conciliar necesidades entre indígenas y afros?
Se hicieron mesas con los indígenas; ellos, desde su cosmovisión, plantearon algunas iniciativas que no tienen que ver con afros, otras son generales y otras solo para los afros. Hay que respetar esas diferencias.
¿Cómo priorizaron las necesidades?
Después de la masacre hemos clamado por el tema productivo. Este municipio tiene vocación agropecuaria. Antes la gente se sostenía con lo poco que tenía, pero el conflicto le quitó la tranquilidad; la comunidad no cree en el territorio. Cómo es posible que se siembren unos plátanos, se tengan unas gallinas y tengan que salir corriendo a meterse debajo de un puente y dejar todo. Se está recrudeciendo el conflicto. Si vuelven las iniciativas productivas la gente vuelve a recobrar la esperanza.
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Algunos temen que se repita una masacre como la del 2 de mayo de 2002...
Tengo la esperanza de que nuestro Estado haga algo para mitigar la avanzada de los grupos armados. La gente ya estuvo desplazada y no quiere repetir esa situación. Hoy en nuestro campo no hay nada, los cultivos se acabaron, no hay comercialización, no hay transformación. La esperanza es que además de traer iniciativas productivas, el Estado haga algo para que los grupos armados entiendan que la guerra no es la salida.
Hay mucho miedo en la gente...
La gente se protege con el silencio.
¿Cómo logró gobernar así?
Después de la firma del Acuerdo la tranquilidad duró diez meses. Algunos volvieron a cultivar, abrieron criaderos de peces, de cerdos, pero a los pocos meses llegó el Eln y ahora tenemos a las Agc. Hay muertes en fuego cruzado, hace unos días un campesino murió en medio de combates. Hay comunidades confinadas. Nuestros campesinos no van al campo por el pancoger, les da miedo quedar en medio de combates y los grupos los limitan en sus movimientos.
La gente se queja de que la atención humanitaria no llega...
Traer una ayuda humanitaria de Quibdó a una comunidad cuesta cerca de $50 millones. Cuesta más el transporte que la misma ayuda. Somos un municipio de sexta categoría, sin recursos propios, uno se siente impotente ante tanta necesidad.
¿Qué le pediría al consejero Emilio Archila?
Que nos apoye en darle celeridad a esas iniciativas; sin eso es imposible salir adelante. Los mandatarios ponemos en conocimiento del Gobierno Nacional la situación, pero de ahí a que lleguen las soluciones... me voy con una decepción tremenda.