La historia del pueblo Siona, una comunidad que aún lucha contra su extinción
En este relato en primera persona, Brigitte Escobar Piaguaje, periodista de la UNAD y parte del pueblo siona, cuenta la resistencia de ese resguardo, ubicado a orillas del río Putumayo. La colonización, la presencia de grupos armados y las constantes vulneraciones han generado graves daños y desarmonías para la población y el territorio.
Brigitte Escobar Piaguaje*
El resguardo indígena Siona de Buenavista está ubicado a orillas del río Putumayo en frontera con el Ecuador. Somos un pueblo transfronterizo que cuenta con una población de 735 personas y 230 familias en ambos países. La historia de mi pueblo Siona está en las memorias colectivas de nuestros abuelos y abuelas, autoridades administrativas y espirituales, líderes y lideresas, y comunidad general.
La vulneración de los derechos humanos, la presencia de grupos armados ilegales, corporaciones, multinacionales y transnacionales, han generado graves afectaciones y daños a nuestro territorio, debilitando nuestra forma de vida y dejando secuelas en nuestra comunidad. Para enmarcarse en ella es necesario hacer memoria y retroceder tiempo y espacio, recordar episodios de la vivencia de mi pueblo en tiempos difíciles de zozobra y tristeza.
Nosotros los Siona nos identificamos como gente de chagra y yagé. El traje tradicional de nosotras las mujeres es la joyera, que está conformada por una blusa y falda colorida. El de los hombres es una cusma blanca larga, los seguidores de la medicina tradicional y espiritual utilizan collares al igual que nuestros Yai Bain, también conocidos como taitas.
En contexto: Resguardo Buenavista: las luchas de los siona para proteger su territorio
Al atuendo de los taitas se suma la corona de plumas en sus cabezas, la cual representa el poder espiritual y se utiliza en espacios sagrados, una de ellas, en el compartir de la medicina tradicional (yagé).
La chagra es un espacio de vida donde nuestros abuelos y abuelas nos transmiten su saber y conocimiento. Es en este lugar donde nosotros aprendemos a trabajar cómo y en qué tiempo podemos sembrar y cosechar nuestros alimentos, también conocemos las plantas medicinales de nuestro territorio donde aprendemos para qué y cómo se utilizan.
Durante el tiempo de colonización nuestros abuelos y abuelas, quienes en aquel tiempo eran niños y jóvenes, fueron obligados por los capuchinos a vestirse de una forma diferente y a hablar en español. En tal situación que fueran escuchados hablar en mai coca (nuestra lengua) eran castigados. Esto causó que en la actualidad nuestros niños y niñas, adolescentes, jóvenes y adultos no puedan hablar en nuestra lengua.
Antiguamente nuestros mayores Yai Bain tenían una fuerza espiritual capaz de controlar al mundo, se conectaban con el tiempo y espacio por su gran fuerza y fortaleza espiritual. Sin embargo, debido a la colonización, la presencia de grupos armados ilegales y las multinacionales han generando una desarmonía territorial y espiritual.
Los caños, las quebradas y el mismo río han sido contaminados y la deforestación ha causado la pérdida de flora y fauna. La instalación de minas antipersonal por la presencia de los grupos armados ha generado el reclutamiento forzado, la muerte de inocentes y que nuestras prácticas ancestrales y culturales sean limitadas y debilitadas. El confinamiento nos ha impedido dirigirnos a nuestros sitios sagrados.
Le puede interesar: El desminado humanitario en Colombia es una buena inversión
Los taitas (Yai Bain) que aún siguen perviviendo en el tiempo y en el espacio nos siguen acompañando y brindando la medicina tradicional en donde nos dan fortaleza para avanzar con nuestros procesos políticos y organizativos. La espiritualidad ha sido y seguirá siendo una base fundamental para nosotros, ya que es un pilar del plan de vida del pueblo Siona.
Hemos realizado mingas de pensamiento para analizar nuestro contexto político, social y cultural. Nos hemos cuestionado ¿cómo podemos visibilizarnos y defendernos a nivel nacional e internacional? Hoy a través de estos espacios hemos logrado evidenciar a el mundo la situación de vulnerabilidad en la que nos encontramos, la violación de derechos existentes hacia nuestra comunidad y territorio.
La Corte Constitucional del Estado colombiano, mediante el auto 004 del 2009, ratifica que somos un pueblo en riesgo de exterminio físico y cultural. A pesar de que hoy tenemos dos medidas cautelares, una a nivel nacional con el circuito primero de restitución de tierras del 2018; y otra internacional con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) del mismo año, seguimos en situación de vulnerabilidad. Esto se debe al incumplimiento de estas medidas por parte del Estado.
Seguimos y seguiremos de pie para reclamar nuestros derechos colectivos y pervivir en nuestro territorio bajo nuestros usos y costumbres, manteniendo vivo el legado de nuestros ancestros.
La defensa y lucha por el territorio
Desde los procesos organizativos de la comunidad, se ha direccionado áreas de trabajo en aspectos sociales, políticos y culturales. Actualmente, se resalta a los cuiracua (cuidadores del territorio).
El pensamiento de nuestros mayores han orientado a los cuiracua, nosotros tenemos nuestra ley de origen, nuestra autodeterminación y espiritualidad, con apoyo de nuestras ahüeras (abuelas) y Yai Bain seguimos de pie en este proceso.
Desde los cuiracua (cuidadores del territorio), se realizan ejercicios de control territorial en donde participan jóvenes, adultos, líderes y lideresas de nuestra comunidad. Sin embargo, en algún momento fuimos estigmatizados y amenazados, por terceras personas, que se referían a la guardia como integrantes de grupos armados ilegales.
Los cuiracua han existido desde siempre en nuestra comunidad para el cuidado del territorio desde lo espiritual. Los cuidadores tuvimos que hacernos visibles desde lo físico cuando vimos la presencia de grupos armados al margen de la ley y las multinacionales. Defendemos nuestro territorio ancestral y ninguna persona ajena a la comunidad puede entrar a hacer uso de este.
Además: Avistamiento de aves y primates, la alternativa turística para el Putumayo
En la actualidad, llevamos un proceso con el juzgado circuito primero de la ciudad de Mocoa (Putumayo), en donde esperamos que la solicitud de ampliación, por 52.000 hectáreas, de nuestro territorio ancestral sea aprobada y constituida legalmente como Zio Bain. Nuestro territorio tiene 4.500 hectáreas pero con esta ampliación, alcanzaríamos a más de 56.000 hectáreas que representan todo nuestro territorio ancestral, donde históricamente nuestro pueblo hacía presencia. Han pasado cinco años desde que se decretó esta medida y no se han visto avances.
La esperanza de un cambio con las medidas cautelares
En 2015 iniciamos un proceso jurídico y legal en alianza con ‘Alianza Ceibo’, una organización ecuatoriana de líderes indígenas que apoyan los procesos organizativos de las comunidades, y ‘Amazon Frontlines’, una organización estadounidense de derechos humanos que apoya los procesos jurídicos por la defensa de los territorios étnicos.
Con este proceso exigimos al Estado que cumplieran con los derechos fundamentales y dejará de tenernos en el olvido. Muchas de las multinacionales que llegaron a la región ofrecían una “mejor calidad de vida” explotando el suelo de nuestro territorio para sacar petróleo. Sin embargo, como Siona hemos dejado claro que no aceptamos que entren a nuestro territorio a causar más daños.
Gracias a la alianza con estas organizaciones hemos estado en este proceso de lucha y resistencia que llevó a conseguir las medidas cautelares que fueron otorgadas el 14 de julio de 2018 por la CIDH. Fue un largo proceso que inició con la caracterización de nuestra comunidad, que tuvo que recordar todos esos momentos de dolor y sufrimiento por el conflicto armado. Nuestras mujeres perdieron a sus hijos y parejas, otras familias tuvieron que salir desplazadas del territorio y asentarse en la cabecera municipal de Puerto Asís, en Mocoa e incluso, algunos se fueron a Ecuador.
En contexto: Comunidad indígena siona, confinada por las minas y los grupos armados
Logramos recolectar información necesaria para argumentar la violación de derechos humanos existentes en nuestro territorio. Año a año estuvimos recolectando información para informar a la CIDH y presentar la solicitud el 7 de mayo del 2018, dos meses antes de ser aprobada.
Esperábamos que las situaciones de conflicto y vulnerabilidad cambiaran, que nuestra comunidad pudiera nuevamente caminar el territorio sin miedo, que nuestras prácticas culturales y ancestrales fueran respetadas, que nuestros niños y jóvenes no se vieran afectados por la presencia de los grupos armados ilegales en nuestro territorio. Nos dio esperanza de que las nuevas generaciones pudieran gozar de un territorio lleno de riquezas naturales, pero vemos que las cosas no han cambiado, seguimos en confinamiento. Esperábamos que el Estado realmente cumpliera con las órdenes emitidas en dicha medida, pero hasta el momento no han cumplido, sabemos que hasta que no se dé cumplimiento a las órdenes emitidas, seguirán siendo vigentes.
La deforestación, las invasiones territoriales, los cultivos de coca y la ganadería siguen avanzando, la medida no ha logrado detenerlo. A esto se suma que el Estado no tiene presencia en la zona y en muchas ocasiones, nos han mencionado que tienen miedo de entrar al territorio por los riesgos que genera la presencia de grupos armados ilegales. Aunque les hemos dicho en varias ocasiones a las instituciones del Estado, que desde la cuiracua podemos garantizar la seguridad física, no han llegado al resguardo.
Hacemos un llamado y de manera explícita exigimos al estado colombiano, ministerios y de más institución de gobierno nacional a dar cumplir a la medida cautelar 395-18 otorgada al resguardo Gonzaya Bain (Buenavista) y Po Piyuya (Santa Cruz de Piñuña Blanco), de nuestro Pueblo ZioBain (Siona).
Nuestra pueblo sigue viviendo situaciones de vulnerabilidad y eso se debe a la constante violencia a los DD.HH. Por parte de la CIDH requerimos se haga seguimiento a las medidas cautelares otorgadas y así garantice la implementación de estas.
*Periodista de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD).
El resguardo indígena Siona de Buenavista está ubicado a orillas del río Putumayo en frontera con el Ecuador. Somos un pueblo transfronterizo que cuenta con una población de 735 personas y 230 familias en ambos países. La historia de mi pueblo Siona está en las memorias colectivas de nuestros abuelos y abuelas, autoridades administrativas y espirituales, líderes y lideresas, y comunidad general.
La vulneración de los derechos humanos, la presencia de grupos armados ilegales, corporaciones, multinacionales y transnacionales, han generado graves afectaciones y daños a nuestro territorio, debilitando nuestra forma de vida y dejando secuelas en nuestra comunidad. Para enmarcarse en ella es necesario hacer memoria y retroceder tiempo y espacio, recordar episodios de la vivencia de mi pueblo en tiempos difíciles de zozobra y tristeza.
Nosotros los Siona nos identificamos como gente de chagra y yagé. El traje tradicional de nosotras las mujeres es la joyera, que está conformada por una blusa y falda colorida. El de los hombres es una cusma blanca larga, los seguidores de la medicina tradicional y espiritual utilizan collares al igual que nuestros Yai Bain, también conocidos como taitas.
En contexto: Resguardo Buenavista: las luchas de los siona para proteger su territorio
Al atuendo de los taitas se suma la corona de plumas en sus cabezas, la cual representa el poder espiritual y se utiliza en espacios sagrados, una de ellas, en el compartir de la medicina tradicional (yagé).
La chagra es un espacio de vida donde nuestros abuelos y abuelas nos transmiten su saber y conocimiento. Es en este lugar donde nosotros aprendemos a trabajar cómo y en qué tiempo podemos sembrar y cosechar nuestros alimentos, también conocemos las plantas medicinales de nuestro territorio donde aprendemos para qué y cómo se utilizan.
Durante el tiempo de colonización nuestros abuelos y abuelas, quienes en aquel tiempo eran niños y jóvenes, fueron obligados por los capuchinos a vestirse de una forma diferente y a hablar en español. En tal situación que fueran escuchados hablar en mai coca (nuestra lengua) eran castigados. Esto causó que en la actualidad nuestros niños y niñas, adolescentes, jóvenes y adultos no puedan hablar en nuestra lengua.
Antiguamente nuestros mayores Yai Bain tenían una fuerza espiritual capaz de controlar al mundo, se conectaban con el tiempo y espacio por su gran fuerza y fortaleza espiritual. Sin embargo, debido a la colonización, la presencia de grupos armados ilegales y las multinacionales han generando una desarmonía territorial y espiritual.
Los caños, las quebradas y el mismo río han sido contaminados y la deforestación ha causado la pérdida de flora y fauna. La instalación de minas antipersonal por la presencia de los grupos armados ha generado el reclutamiento forzado, la muerte de inocentes y que nuestras prácticas ancestrales y culturales sean limitadas y debilitadas. El confinamiento nos ha impedido dirigirnos a nuestros sitios sagrados.
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Los taitas (Yai Bain) que aún siguen perviviendo en el tiempo y en el espacio nos siguen acompañando y brindando la medicina tradicional en donde nos dan fortaleza para avanzar con nuestros procesos políticos y organizativos. La espiritualidad ha sido y seguirá siendo una base fundamental para nosotros, ya que es un pilar del plan de vida del pueblo Siona.
Hemos realizado mingas de pensamiento para analizar nuestro contexto político, social y cultural. Nos hemos cuestionado ¿cómo podemos visibilizarnos y defendernos a nivel nacional e internacional? Hoy a través de estos espacios hemos logrado evidenciar a el mundo la situación de vulnerabilidad en la que nos encontramos, la violación de derechos existentes hacia nuestra comunidad y territorio.
La Corte Constitucional del Estado colombiano, mediante el auto 004 del 2009, ratifica que somos un pueblo en riesgo de exterminio físico y cultural. A pesar de que hoy tenemos dos medidas cautelares, una a nivel nacional con el circuito primero de restitución de tierras del 2018; y otra internacional con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) del mismo año, seguimos en situación de vulnerabilidad. Esto se debe al incumplimiento de estas medidas por parte del Estado.
Seguimos y seguiremos de pie para reclamar nuestros derechos colectivos y pervivir en nuestro territorio bajo nuestros usos y costumbres, manteniendo vivo el legado de nuestros ancestros.
La defensa y lucha por el territorio
Desde los procesos organizativos de la comunidad, se ha direccionado áreas de trabajo en aspectos sociales, políticos y culturales. Actualmente, se resalta a los cuiracua (cuidadores del territorio).
El pensamiento de nuestros mayores han orientado a los cuiracua, nosotros tenemos nuestra ley de origen, nuestra autodeterminación y espiritualidad, con apoyo de nuestras ahüeras (abuelas) y Yai Bain seguimos de pie en este proceso.
Desde los cuiracua (cuidadores del territorio), se realizan ejercicios de control territorial en donde participan jóvenes, adultos, líderes y lideresas de nuestra comunidad. Sin embargo, en algún momento fuimos estigmatizados y amenazados, por terceras personas, que se referían a la guardia como integrantes de grupos armados ilegales.
Los cuiracua han existido desde siempre en nuestra comunidad para el cuidado del territorio desde lo espiritual. Los cuidadores tuvimos que hacernos visibles desde lo físico cuando vimos la presencia de grupos armados al margen de la ley y las multinacionales. Defendemos nuestro territorio ancestral y ninguna persona ajena a la comunidad puede entrar a hacer uso de este.
Además: Avistamiento de aves y primates, la alternativa turística para el Putumayo
En la actualidad, llevamos un proceso con el juzgado circuito primero de la ciudad de Mocoa (Putumayo), en donde esperamos que la solicitud de ampliación, por 52.000 hectáreas, de nuestro territorio ancestral sea aprobada y constituida legalmente como Zio Bain. Nuestro territorio tiene 4.500 hectáreas pero con esta ampliación, alcanzaríamos a más de 56.000 hectáreas que representan todo nuestro territorio ancestral, donde históricamente nuestro pueblo hacía presencia. Han pasado cinco años desde que se decretó esta medida y no se han visto avances.
La esperanza de un cambio con las medidas cautelares
En 2015 iniciamos un proceso jurídico y legal en alianza con ‘Alianza Ceibo’, una organización ecuatoriana de líderes indígenas que apoyan los procesos organizativos de las comunidades, y ‘Amazon Frontlines’, una organización estadounidense de derechos humanos que apoya los procesos jurídicos por la defensa de los territorios étnicos.
Con este proceso exigimos al Estado que cumplieran con los derechos fundamentales y dejará de tenernos en el olvido. Muchas de las multinacionales que llegaron a la región ofrecían una “mejor calidad de vida” explotando el suelo de nuestro territorio para sacar petróleo. Sin embargo, como Siona hemos dejado claro que no aceptamos que entren a nuestro territorio a causar más daños.
Gracias a la alianza con estas organizaciones hemos estado en este proceso de lucha y resistencia que llevó a conseguir las medidas cautelares que fueron otorgadas el 14 de julio de 2018 por la CIDH. Fue un largo proceso que inició con la caracterización de nuestra comunidad, que tuvo que recordar todos esos momentos de dolor y sufrimiento por el conflicto armado. Nuestras mujeres perdieron a sus hijos y parejas, otras familias tuvieron que salir desplazadas del territorio y asentarse en la cabecera municipal de Puerto Asís, en Mocoa e incluso, algunos se fueron a Ecuador.
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Logramos recolectar información necesaria para argumentar la violación de derechos humanos existentes en nuestro territorio. Año a año estuvimos recolectando información para informar a la CIDH y presentar la solicitud el 7 de mayo del 2018, dos meses antes de ser aprobada.
Esperábamos que las situaciones de conflicto y vulnerabilidad cambiaran, que nuestra comunidad pudiera nuevamente caminar el territorio sin miedo, que nuestras prácticas culturales y ancestrales fueran respetadas, que nuestros niños y jóvenes no se vieran afectados por la presencia de los grupos armados ilegales en nuestro territorio. Nos dio esperanza de que las nuevas generaciones pudieran gozar de un territorio lleno de riquezas naturales, pero vemos que las cosas no han cambiado, seguimos en confinamiento. Esperábamos que el Estado realmente cumpliera con las órdenes emitidas en dicha medida, pero hasta el momento no han cumplido, sabemos que hasta que no se dé cumplimiento a las órdenes emitidas, seguirán siendo vigentes.
La deforestación, las invasiones territoriales, los cultivos de coca y la ganadería siguen avanzando, la medida no ha logrado detenerlo. A esto se suma que el Estado no tiene presencia en la zona y en muchas ocasiones, nos han mencionado que tienen miedo de entrar al territorio por los riesgos que genera la presencia de grupos armados ilegales. Aunque les hemos dicho en varias ocasiones a las instituciones del Estado, que desde la cuiracua podemos garantizar la seguridad física, no han llegado al resguardo.
Hacemos un llamado y de manera explícita exigimos al estado colombiano, ministerios y de más institución de gobierno nacional a dar cumplir a la medida cautelar 395-18 otorgada al resguardo Gonzaya Bain (Buenavista) y Po Piyuya (Santa Cruz de Piñuña Blanco), de nuestro Pueblo ZioBain (Siona).
Nuestra pueblo sigue viviendo situaciones de vulnerabilidad y eso se debe a la constante violencia a los DD.HH. Por parte de la CIDH requerimos se haga seguimiento a las medidas cautelares otorgadas y así garantice la implementación de estas.
*Periodista de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD).