La disidencia del Epl: un reducto armado que se resiste a desaparecer
Hace casi 30 años, el Epl firmó la paz y se desmovilizó, pero aún una fracción disidente actúa en Catatumbo. ¿Se repetirá esta experiencia con disidencias de las Farc?
Álvaro Villarraga Sarmiento*
Después de firmar la paz en 1991, en 13 de los 18 frentes que tenía el Ejército Popular de Liberación (Epl) quedaron pequeñas disidencias, que desaparecieron durante la década siguiente. Unas se volvieron delincuencia común, otras nutrieron el paramilitarismo y otras fueron exterminadas por la Fuerza Pública. Pero la disidencia que se asentó en el Catatumbo se mantiene y actúa como el Frente Libardo Mora Toro. Ahora, aprovechando la firma de la paz con las Farc, se desdobló y se expandió al sur del Valle y el norte del Cauca.
En el Catatumbo, la disidencia pelea contra el Eln desde 2018, y entre Cauca y el Valle lo hace con la disidencia del VI Frente de las Farc. Todo eso es una muestra de la incapacidad del Estado para recuperar el control territorial de las zonas antes dominadas por las Farc.
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La disidencia en el Catatumbo ha sobrevivido por varias razones: 1) Se ha mantenido en una zona histórica del Epl, donde predominan la marginalidad y la pobreza. 2) La presencia estatal en la zona es muy precaria y se reduce a la acción militar. 3) El Catatumbo tiene una tradición guerrillera de vieja data: Eln, Epl, Farc. Cuando el Epl pactó la paz, el Eln y las Farc lo acusaron de traicionar la lucha revolucionaria. Por eso estas guerrillas brindaron apoyo a la disidencia del Epl. 4) La intensa incursión paramilitar contra la población civil en Catatumbo, a finales de los años 90, fue resistida por la unidad entre esas guerrillas. 5) La geografía de esta región favorece a la guerrilla. 6) El narcotráfico se impuso en el Catatumbo desde mediados de los años 90. Mafias de contrabando y redes del narcotráfico se asociaron con el paramilitarismo y han realizado acuerdos con guerrillas, pero principalmente con la disidencia del Epl.
Tras la muerte de Megateo, en un operativo del Ejército en 2015, el mando fue asumido por León David, quien se propuso expandir el grupo a otras regiones, aprovechando las que dejarían las Farc. El intento de expansión fracasó en Córdoba y Antioquia, y León David fue capturado en 2016, pero la disidencia prosperó en una zona entre el sur del Valle y el norte del Cauca. En marzo de 2017, el Eln dio a conocer su presencia en la región mediante un comunicado que acusaba a las Farc de “traición” y llamaba a retomar la lucha armada “contra el gobierno y el régimen político”. En abril de 2018 circuló un video sobre su presencia en Valle, Cauca y Nariño, donde el Epl revela que han reclutado a varios exintegrantes de las Farc.
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En diciembre de 2018, el CTI envió un oficio a las autoridades alertando sobre posibles ataques de la disidencia del Epl, al mando de alias César, con presencia en el corregimiento de Villacolombia, municipio de Jamundí, Valle del Cauca. Un líder de Jamundí le dijo a La Silla Vacía que el territorio dejado por las Farc entre el sur del Valle y el norte del Cauca “está cooptado por seis estructuras armadas: Pelusos, disidencias, reductos del Eln dando vueltas por los lados de San Antonio; narcos, porque en esa zona hay muchas cocinas (de coca), que están armados hasta los dientes, las Autodefensas Gaitanistas y el Ejército intentando recuperar el territorio”. La Defensoría del Pueblo precisó en un informe de alerta temprana que el grupo en la región se llama Frente Andrei Peñaranda y que habría tenido ya cuatro choques con el Ejército.
El portal InSight Crime afirmó sobre la disidencia del Epl que “su travesía los tendría ahora con menos de cien hombres en el sector y en medio de la disputa por el corredor del Naya; una ruta entre los departamentos de Valle del Cauca y Cauca. Este último es uno de los mayores productores de coca y tiene conexión fluvial hacia el sur del país con el puerto de Buenaventura, desde donde salen los cargamentos por el océano Pacífico hacia Centroamérica”.
La ineficacia estatal
Hace poco fue noticia nacional el enfrentamiento de varios días en Corinto, Cauca, entre la disidencia del VI Frente de las Farc y la disidencia del Epl. La población indígena y campesina quedó en medio del fuego y cuatro establecimientos educativos tuvieron que cerrar. Asimismo, se produjo el desplazamiento forzado de más de doscientas personas. “Lo delicado es que están utilizando los bienes educativos como posiciones de combate, violando los derechos internacionales de derechos humanos”, aseguró Mauricio Capaz, líder de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).
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El Gobierno nacional y la Fuerza Pública emprendieron la Operación Atalanta para combatir el narcotráfico y los grupos armados ilegales en la región, pero sus resultados han sido muy parciales. ACIN ya había advertido sobre la incursión de estos grupos y denunció la inacción estatal: “Pasaron al frente del Batallón de Alta Montaña N.° 8 y nadie vio nada”. Las alertas de la Defensoría del Pueblo de hace seis meses tampoco recibieron la atención necesaria. Ahora los indígenas acuden a su tradicional movilización en resistencia. La guardia indígena capturó y juzgó a un grupo armado de la disidencia del VI Frente de las Farc y exigió el cumplimiento del Acuerdo de Paz en la región.
El Gobierno tendrá que revisar sus políticas, planes y acciones en este tema. Es preciso avanzar en concordancia con el Acuerdo de Paz, el cual exige recuperar los territorios, el respeto de los derechos ciudadanos por parte de las autoridades, eliminar las redes criminales asociadas con el paramilitarismo, sustituir las economías ilegales y desarrollar programas de beneficio social para la población campesina e indígena. Queda también el reto de contrarrestar con eficacia las facciones disidentes de las Farc, para que sus acciones no saboteen la paz, como lo ha hecho la vieja disidencia del Epl.
*Presidente de la Fundación Cultura Democrática y analista de Razón Pública.
Esta publicación es posible gracias a una alianza entre El Espectador y Razón Pública. Lea el artículo original aquí.
Después de firmar la paz en 1991, en 13 de los 18 frentes que tenía el Ejército Popular de Liberación (Epl) quedaron pequeñas disidencias, que desaparecieron durante la década siguiente. Unas se volvieron delincuencia común, otras nutrieron el paramilitarismo y otras fueron exterminadas por la Fuerza Pública. Pero la disidencia que se asentó en el Catatumbo se mantiene y actúa como el Frente Libardo Mora Toro. Ahora, aprovechando la firma de la paz con las Farc, se desdobló y se expandió al sur del Valle y el norte del Cauca.
En el Catatumbo, la disidencia pelea contra el Eln desde 2018, y entre Cauca y el Valle lo hace con la disidencia del VI Frente de las Farc. Todo eso es una muestra de la incapacidad del Estado para recuperar el control territorial de las zonas antes dominadas por las Farc.
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La disidencia en el Catatumbo ha sobrevivido por varias razones: 1) Se ha mantenido en una zona histórica del Epl, donde predominan la marginalidad y la pobreza. 2) La presencia estatal en la zona es muy precaria y se reduce a la acción militar. 3) El Catatumbo tiene una tradición guerrillera de vieja data: Eln, Epl, Farc. Cuando el Epl pactó la paz, el Eln y las Farc lo acusaron de traicionar la lucha revolucionaria. Por eso estas guerrillas brindaron apoyo a la disidencia del Epl. 4) La intensa incursión paramilitar contra la población civil en Catatumbo, a finales de los años 90, fue resistida por la unidad entre esas guerrillas. 5) La geografía de esta región favorece a la guerrilla. 6) El narcotráfico se impuso en el Catatumbo desde mediados de los años 90. Mafias de contrabando y redes del narcotráfico se asociaron con el paramilitarismo y han realizado acuerdos con guerrillas, pero principalmente con la disidencia del Epl.
Tras la muerte de Megateo, en un operativo del Ejército en 2015, el mando fue asumido por León David, quien se propuso expandir el grupo a otras regiones, aprovechando las que dejarían las Farc. El intento de expansión fracasó en Córdoba y Antioquia, y León David fue capturado en 2016, pero la disidencia prosperó en una zona entre el sur del Valle y el norte del Cauca. En marzo de 2017, el Eln dio a conocer su presencia en la región mediante un comunicado que acusaba a las Farc de “traición” y llamaba a retomar la lucha armada “contra el gobierno y el régimen político”. En abril de 2018 circuló un video sobre su presencia en Valle, Cauca y Nariño, donde el Epl revela que han reclutado a varios exintegrantes de las Farc.
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En diciembre de 2018, el CTI envió un oficio a las autoridades alertando sobre posibles ataques de la disidencia del Epl, al mando de alias César, con presencia en el corregimiento de Villacolombia, municipio de Jamundí, Valle del Cauca. Un líder de Jamundí le dijo a La Silla Vacía que el territorio dejado por las Farc entre el sur del Valle y el norte del Cauca “está cooptado por seis estructuras armadas: Pelusos, disidencias, reductos del Eln dando vueltas por los lados de San Antonio; narcos, porque en esa zona hay muchas cocinas (de coca), que están armados hasta los dientes, las Autodefensas Gaitanistas y el Ejército intentando recuperar el territorio”. La Defensoría del Pueblo precisó en un informe de alerta temprana que el grupo en la región se llama Frente Andrei Peñaranda y que habría tenido ya cuatro choques con el Ejército.
El portal InSight Crime afirmó sobre la disidencia del Epl que “su travesía los tendría ahora con menos de cien hombres en el sector y en medio de la disputa por el corredor del Naya; una ruta entre los departamentos de Valle del Cauca y Cauca. Este último es uno de los mayores productores de coca y tiene conexión fluvial hacia el sur del país con el puerto de Buenaventura, desde donde salen los cargamentos por el océano Pacífico hacia Centroamérica”.
La ineficacia estatal
Hace poco fue noticia nacional el enfrentamiento de varios días en Corinto, Cauca, entre la disidencia del VI Frente de las Farc y la disidencia del Epl. La población indígena y campesina quedó en medio del fuego y cuatro establecimientos educativos tuvieron que cerrar. Asimismo, se produjo el desplazamiento forzado de más de doscientas personas. “Lo delicado es que están utilizando los bienes educativos como posiciones de combate, violando los derechos internacionales de derechos humanos”, aseguró Mauricio Capaz, líder de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).
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El Gobierno tendrá que revisar sus políticas, planes y acciones en este tema. Es preciso avanzar en concordancia con el Acuerdo de Paz, el cual exige recuperar los territorios, el respeto de los derechos ciudadanos por parte de las autoridades, eliminar las redes criminales asociadas con el paramilitarismo, sustituir las economías ilegales y desarrollar programas de beneficio social para la población campesina e indígena. Queda también el reto de contrarrestar con eficacia las facciones disidentes de las Farc, para que sus acciones no saboteen la paz, como lo ha hecho la vieja disidencia del Epl.
*Presidente de la Fundación Cultura Democrática y analista de Razón Pública.
Esta publicación es posible gracias a una alianza entre El Espectador y Razón Pública. Lea el artículo original aquí.