La disidencia del Frente 33 de las Farc de la que pocos hablan
Colombia2020 tuvo acceso a investigaciones de la Fundación Ideas para la Paz, que se darán a conocer próximamente, sobre las disidencias de las Farc y, más concretamente, sobre su accionar en el Catatumbo, en la frontera con Venezuela.
Natalia Herrera Durán - @Natal1aH
Un panfleto escrito en letras mayúsculas y dirigido a los comandantes del Eln y el Epl ha circulado por estos días en El Catatumbo, en Norte de Santander. El mensaje, que apenas se lee de un papel con fondo amarillo, azul y rojo, rechaza los enfrentamientos que se vienen dando entre estas guerrillas en las últimas semanas y hace un llamado al cese al fuego y al diálogo. Pero, quizás, lo más curioso del documento es que está firmado “desde las montañas del Catatumbo” por el Frente 33 de las Farc: “vigentes en la lucha armada por el incumplimiento del Gobierno Nacional”.
Y es curioso porque, aunque es difícil saber si el documento es verídico o no, el panfleto habla de la existencia de una disidencia de la que se viene rumorando desde el año pasado, pero de la que muy poco se habla en el Gobierno y la prensa: la del Frente 33 de las Farc en El Catatumbo.
Las cifras ya eran disientes. En el año 2013, se calculaba que el Frente 33 tenía alrededor de 650 personas. Pero, en marzo de 2017, en la zona veredal de dejación de armas de Caño Indio, en Norte de Santander, solo estaban 348 guerrilleros de este frente.
Hoy, según las investigación de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), algunos de ellos estarían acampamentados al otro lado de la frontera con Venezuela, al nororiente, en un sitio conocido como La Cooperativa, o Río de Oro. Se estima que esta disidencia estaría comandada por mandos medios de las Farc e integrada por guerrilleros colombianos y venezolanos, que de tiempo atrás han estado vinculados a este frente que durante el conflicto armado tuvo una gran influencia en la región y cuyo jefe fue Rubén Zamora. Según algunos testigos, la cifra de esta disidencia rondaría las 40 o 50 personas.
Las redes de milicias y apoyo de ese frente tampoco se desmovilizaron con el proceso de paz y muchos de ellos hacen presencia en El Tarra y La Gabarra (Norte de Santander). Esta población no tiene ruta de reincorporación ni protección. Primero, porque en el acuerdo de paz quedó en el aire su desvinculación, ya que en el texto del acuerdo solo se refiere a su dejación de armas voluntaria. Y, segundo, porque desde agosto de 2017 están amenazados por la guerrilla del Epl, que se ha fortalecido en esta región, apalancada por el narcotráfico.
Al Catatumbo volvió la guerra
El panfleto, cierto o falso, habla de otro tema real y preocupante: la enemistad y confrontación entre la guerrilla del Eln y el Epl, que tienen a los catatumberos inmersos de nuevo en la violencia y la zozobra. Sin embargo, estas diferencias no son circunstanciales, y, en cambio, se venían cocinando desde el año pasado, de acuerdo con los hallazgos de la FIP y la Defensoría del Pueblo. Una situación que ha alterado el orden público y pudo evitarse si se hubieran tenido en cuenta las alertas tempranas de los últimos dos años.
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Al parecer, el Eln ha buscado sin éxito detener la violencia y la depredación con las que el Epl ha buscado entrar a las antiguas zonas de control fariano y eleno en El Catatumbo. El Eln en esta región ha estado muy comprometido con los diálogos de paz que se adelantan entre esta guerrilla y el Gobierno, en Quito (Ecuador), y ha querido fortalecer sus bases sociales y políticas de cara a un acuerdo. Una de las razones detrás de su mediación con el Epl, que, además, habría llegado a estas zonas a punta de amenazas, asesinatos selectivos, casos de violencia sexual contra mujeres y niñas, extorsiones a comerciantes y peajes a la comunidad.
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El Epl viene en un proceso de degradación muy acentuado después de la muerte de su comandante Víctor Ramón Navarro, conocido como Megateo, el 2 de octubre de 2015, en Hacarí (Norte de Santander). Sumado a este fallecimiento, se han dado otras capturas, como la de ‘David León’ en Medellín, que aceleraron un relevo en el Epl. Las cerca de nueve compañías guerrilleras quedaron en cabeza de comandantes muy jóvenes, con muy poca formación política e ideológica y muy “traquetizados”, por sus fuertes relaciones con el narcotráfico.
Por eso, buscando un acuerdo para regular el negocio de la cocaína y la violencia, y apelando a los tiempos en que el Eln protegió al Epl del exterminio que prometió en su contra las Farc en los tiempos duros de la guerra, los comandantes del Eln se reunieron en dos ocasiones con las cabezas del Epl. La primera reunión se dio en noviembre de 2017 y la otra, el 27 de diciembre de 2017. Esta última en Filogringo, en El Tarra. Pero no pudieron llegar a ningún acuerdo y la confrontación se disparó.
Por lo pronto, mientras eso sucede, venciendo el miedo y la indolencia, la comunidad de El Catatumbo sigue organizándose y marchando pacíficamente para que en su región los armados los dejen en paz.
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Un panfleto escrito en letras mayúsculas y dirigido a los comandantes del Eln y el Epl ha circulado por estos días en El Catatumbo, en Norte de Santander. El mensaje, que apenas se lee de un papel con fondo amarillo, azul y rojo, rechaza los enfrentamientos que se vienen dando entre estas guerrillas en las últimas semanas y hace un llamado al cese al fuego y al diálogo. Pero, quizás, lo más curioso del documento es que está firmado “desde las montañas del Catatumbo” por el Frente 33 de las Farc: “vigentes en la lucha armada por el incumplimiento del Gobierno Nacional”.
Y es curioso porque, aunque es difícil saber si el documento es verídico o no, el panfleto habla de la existencia de una disidencia de la que se viene rumorando desde el año pasado, pero de la que muy poco se habla en el Gobierno y la prensa: la del Frente 33 de las Farc en El Catatumbo.
Las cifras ya eran disientes. En el año 2013, se calculaba que el Frente 33 tenía alrededor de 650 personas. Pero, en marzo de 2017, en la zona veredal de dejación de armas de Caño Indio, en Norte de Santander, solo estaban 348 guerrilleros de este frente.
Hoy, según las investigación de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), algunos de ellos estarían acampamentados al otro lado de la frontera con Venezuela, al nororiente, en un sitio conocido como La Cooperativa, o Río de Oro. Se estima que esta disidencia estaría comandada por mandos medios de las Farc e integrada por guerrilleros colombianos y venezolanos, que de tiempo atrás han estado vinculados a este frente que durante el conflicto armado tuvo una gran influencia en la región y cuyo jefe fue Rubén Zamora. Según algunos testigos, la cifra de esta disidencia rondaría las 40 o 50 personas.
Las redes de milicias y apoyo de ese frente tampoco se desmovilizaron con el proceso de paz y muchos de ellos hacen presencia en El Tarra y La Gabarra (Norte de Santander). Esta población no tiene ruta de reincorporación ni protección. Primero, porque en el acuerdo de paz quedó en el aire su desvinculación, ya que en el texto del acuerdo solo se refiere a su dejación de armas voluntaria. Y, segundo, porque desde agosto de 2017 están amenazados por la guerrilla del Epl, que se ha fortalecido en esta región, apalancada por el narcotráfico.
Al Catatumbo volvió la guerra
El panfleto, cierto o falso, habla de otro tema real y preocupante: la enemistad y confrontación entre la guerrilla del Eln y el Epl, que tienen a los catatumberos inmersos de nuevo en la violencia y la zozobra. Sin embargo, estas diferencias no son circunstanciales, y, en cambio, se venían cocinando desde el año pasado, de acuerdo con los hallazgos de la FIP y la Defensoría del Pueblo. Una situación que ha alterado el orden público y pudo evitarse si se hubieran tenido en cuenta las alertas tempranas de los últimos dos años.
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Por eso, buscando un acuerdo para regular el negocio de la cocaína y la violencia, y apelando a los tiempos en que el Eln protegió al Epl del exterminio que prometió en su contra las Farc en los tiempos duros de la guerra, los comandantes del Eln se reunieron en dos ocasiones con las cabezas del Epl. La primera reunión se dio en noviembre de 2017 y la otra, el 27 de diciembre de 2017. Esta última en Filogringo, en El Tarra. Pero no pudieron llegar a ningún acuerdo y la confrontación se disparó.
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