La mujer que lucha contra el machismo en Lejanías, Meta
Aleida Castillo hace parte de la Asociación de Caficultores y de la mesa municipal de mujeres donde trabaja para quitarle espacios a las violencias de las que son víctimas las mujeres rurales en Colombia.
Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez
El Censo Nacional Agropecuario del 2014 da cuenta de la desigualdad de la que son víctimas las mujeres que viven en las áreas rurales de país. Por ejemplo, las personas que toman decisiones en las Unidades Productoras Agropecuarias (UPA) en su gran mayoría son hombres (con un 61%). Mientras que las mujeres tienen una incidencia solo en el 26% de los hogares censados y solo el12% comparten la decisión en parejas de ambos sexos. Contra esa y otras violencias la lideresa Aleida Castillo tiene una pelea cazada.
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Castillo es secretaria de la Asociación de Caficultores de Lejanías en el Meta, Asocafe, y desde su cargo ha impulsado la equidad de género. Cuenta que en 2016 la organización empezó a trabajar de la mano de la Asociación de Cooperativas Canadienses los temas sobre la desigualdad de las mujeres en el campo y las violencias a las cuales están expuestas.
“Vimos que hay muchas mujeres inscritas en la asociación, pero muy pocas participan”, señala. Castillo, que desde ese tiempo lidera el tema, empezó a indagar por la baja participación de las mujeres y se dio cuenta de que,en gran parte, era producto de violencias domésticas. “Nos dijeron que no tenían tiempo, que el esposo no las dejaba o que no tenían cómo cubrir económicamente los desplazamientos”.
Castillo cuenta que cuando estaba empezando su liderazgo en temas de género tuvo problemas similares con su pareja. “Me decía que a mí me gustaba perder el tiempo y que a las reuniones no iba a hacer nada”. Recuerda que durante el primer año en el que ella se dedicó al tema, antes de salir de su casa debía dejar hechas algunas labores para no tener desencuentros con su esposo, aunque aclara que nunca llegó a la agresión física para impedir que fuera a las reuniones. “Ahora cuando tengo que ir a alguna parte yo no digo nada, sino que me voy. Simplemente le hago saber”, dice.
Cuando se le pregunta a la lideresa, de 55 años, en qué momento de su vida tomó consciencia sobre los derechos de las mujeres responde, “Jum… Bastante tarde, hace como unos cinco años”. La equidad de género empezó a ser un tema importante para ella por el trabajo en la asociación de caficultores.
Pero su caso es una excepción frente a la realidad de las mujeres rurales. Cuando indagaron por qué las mujeres no participaban en la asociación se percataron de violencias de otro tipo. Por ejemplo, las mujeres del campo tienen cargas laborales más fuertes que el hombre, debido a que se encargan tanto de labores agrícolas como de las del hogar, pero muchas veces no perciben ni un peso. “En los cafetales las mujeres hacen lo mismo que hace un hombre, pero no tienen nada que sea suyo”.
El Censo Nacional Agropecuario no dejó bien parado al departamento del Meta en términos del poder de decisión de la mujer en el trabajo agropecuario. Hay 6.377 UPA en las cuales las decisiones de producción las toman las mujeres, mientras que hay 20.076 en las cuales las deciden los hombres. Los casos en los cuales la decisión es concertada son 5.307.
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En vista de la desigualdad económica en los hogares campesinos, Castillo impulsa que las mujeres tengan derecho a trabajar su parcela propia. Ella ya lo hizo, en la finca que comparte con su compañero tiene su propio pedazo de tierra en el que produce café, de la cual le quedan algunos recursos para sus gastos. “La idea no es que se separe uno del compañero con quien está criando sus hijos, sino que tenga su independencia económica”, aclara.
Castillo intenta generar conciencia en las mujeres del municipio por medio de lo que llama “réplicas”, reuniones en las cuales reúne a mujeres de las diferentes veredas del municipio para exponer el marco normativo que protege sus derechos. Por ejemplo, expone las rutas de atención que deben seguir en caso de maltrato intrafamiliar, abuso sexual y la ley 731 de 2002 que estipula, entre otros aspectos, el derecho de la mujer sobre la tierra. “Hace unos años la tierra y todo estaba exclusivamente a nombre de los hombres, el tema cambió con esa ley”, explica.
Cuenta con orgullo la historia de una mujer que tras estar presente en una de las reuniones se armó de valor para irse de la casa junto con sus hijos debido a que durante años había soportado maltratos por parte de su esposo. “Me dio las gracias porque pudo salir de esa violencia”, recuerda.
La junta directiva de la asociación de caficultores está integrada por cinco personas, de las cuales dos son mujeres. A pesar de ese tipo de experiencias esperanzadoras, Castillo sabe que todavía quedan muchos espacios por ganarle al machismo.
El camino por recorrer
A pesar de que Castillo dice no saber si su esposo se resignó o entendió el valor de la lucha, lo cierto es que su actitud ha cambiado. No pasa lo mismo con algunos hombres de su vereda, Cafetales, en donde algunos vecinos les impiden a sus esposas ir a los encuentros y le dicen a Castillo que deje de perder el tiempo.
Por eso mismo, al preguntarle sobre la reacción de los hombres del municipio, ella dice que le toca trabajar con precaución para no generar consecuencias adversas tanto sobre ella como contra las mujeres que van a las reuniones. “Nosotras disimuladitamente hablamos con ellas y les preguntamos por qué permiten que las maltraten. A la mujer empieza a metérsele esa espinita y le decimos que existen leyes que pueden descargar o se las llevamos para que se den cuenta cómo podemos protegernos”, cuenta.
La precaución no es un capricho, según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal en el 2016 fueron asesinadas 18 mujeres en el departamento del Meta. Por esto, Castillo tiene proyectado que la Alcaldía de Lejanías construya un hogar de paso para mujeres maltratadas. “Muchas veces las mujeres no denuncian por miedo. A veces ponen la denuncia, pero tienen que regresar a sus casas en donde está el agresor”.
Otro proyecto que Castillo está impulsando es una tienda en la cual se venderá el café de la asociación de cafeteros de Lejanías y será administrada y atendida por mujeres, lo cual aportaría en el empeño de la lideresa por la independencia económica de ellas como una manera de disminuir las violencias.
Una escena devela que todo el camino está por construirse. Castillo, junto con sus hijas, fue a una feria institucional en la cual puso una mesa en el polideportivo de la vereda Cacayal. Pretendía escuchar y asesorar a las mujeres en lo relacionado con la ley 731 de 2002. En seis horas no se acercó nadie. “No es fácil, a las mujeres les da miedo”, afirma. A pesar de ese tipo de experiencias, Aleida Castillo sigue firme en su lucha por acabar el machismo en Lejanías.
El Censo Nacional Agropecuario del 2014 da cuenta de la desigualdad de la que son víctimas las mujeres que viven en las áreas rurales de país. Por ejemplo, las personas que toman decisiones en las Unidades Productoras Agropecuarias (UPA) en su gran mayoría son hombres (con un 61%). Mientras que las mujeres tienen una incidencia solo en el 26% de los hogares censados y solo el12% comparten la decisión en parejas de ambos sexos. Contra esa y otras violencias la lideresa Aleida Castillo tiene una pelea cazada.
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Castillo es secretaria de la Asociación de Caficultores de Lejanías en el Meta, Asocafe, y desde su cargo ha impulsado la equidad de género. Cuenta que en 2016 la organización empezó a trabajar de la mano de la Asociación de Cooperativas Canadienses los temas sobre la desigualdad de las mujeres en el campo y las violencias a las cuales están expuestas.
“Vimos que hay muchas mujeres inscritas en la asociación, pero muy pocas participan”, señala. Castillo, que desde ese tiempo lidera el tema, empezó a indagar por la baja participación de las mujeres y se dio cuenta de que,en gran parte, era producto de violencias domésticas. “Nos dijeron que no tenían tiempo, que el esposo no las dejaba o que no tenían cómo cubrir económicamente los desplazamientos”.
Castillo cuenta que cuando estaba empezando su liderazgo en temas de género tuvo problemas similares con su pareja. “Me decía que a mí me gustaba perder el tiempo y que a las reuniones no iba a hacer nada”. Recuerda que durante el primer año en el que ella se dedicó al tema, antes de salir de su casa debía dejar hechas algunas labores para no tener desencuentros con su esposo, aunque aclara que nunca llegó a la agresión física para impedir que fuera a las reuniones. “Ahora cuando tengo que ir a alguna parte yo no digo nada, sino que me voy. Simplemente le hago saber”, dice.
Cuando se le pregunta a la lideresa, de 55 años, en qué momento de su vida tomó consciencia sobre los derechos de las mujeres responde, “Jum… Bastante tarde, hace como unos cinco años”. La equidad de género empezó a ser un tema importante para ella por el trabajo en la asociación de caficultores.
Pero su caso es una excepción frente a la realidad de las mujeres rurales. Cuando indagaron por qué las mujeres no participaban en la asociación se percataron de violencias de otro tipo. Por ejemplo, las mujeres del campo tienen cargas laborales más fuertes que el hombre, debido a que se encargan tanto de labores agrícolas como de las del hogar, pero muchas veces no perciben ni un peso. “En los cafetales las mujeres hacen lo mismo que hace un hombre, pero no tienen nada que sea suyo”.
El Censo Nacional Agropecuario no dejó bien parado al departamento del Meta en términos del poder de decisión de la mujer en el trabajo agropecuario. Hay 6.377 UPA en las cuales las decisiones de producción las toman las mujeres, mientras que hay 20.076 en las cuales las deciden los hombres. Los casos en los cuales la decisión es concertada son 5.307.
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En vista de la desigualdad económica en los hogares campesinos, Castillo impulsa que las mujeres tengan derecho a trabajar su parcela propia. Ella ya lo hizo, en la finca que comparte con su compañero tiene su propio pedazo de tierra en el que produce café, de la cual le quedan algunos recursos para sus gastos. “La idea no es que se separe uno del compañero con quien está criando sus hijos, sino que tenga su independencia económica”, aclara.
Castillo intenta generar conciencia en las mujeres del municipio por medio de lo que llama “réplicas”, reuniones en las cuales reúne a mujeres de las diferentes veredas del municipio para exponer el marco normativo que protege sus derechos. Por ejemplo, expone las rutas de atención que deben seguir en caso de maltrato intrafamiliar, abuso sexual y la ley 731 de 2002 que estipula, entre otros aspectos, el derecho de la mujer sobre la tierra. “Hace unos años la tierra y todo estaba exclusivamente a nombre de los hombres, el tema cambió con esa ley”, explica.
Cuenta con orgullo la historia de una mujer que tras estar presente en una de las reuniones se armó de valor para irse de la casa junto con sus hijos debido a que durante años había soportado maltratos por parte de su esposo. “Me dio las gracias porque pudo salir de esa violencia”, recuerda.
La junta directiva de la asociación de caficultores está integrada por cinco personas, de las cuales dos son mujeres. A pesar de ese tipo de experiencias esperanzadoras, Castillo sabe que todavía quedan muchos espacios por ganarle al machismo.
El camino por recorrer
A pesar de que Castillo dice no saber si su esposo se resignó o entendió el valor de la lucha, lo cierto es que su actitud ha cambiado. No pasa lo mismo con algunos hombres de su vereda, Cafetales, en donde algunos vecinos les impiden a sus esposas ir a los encuentros y le dicen a Castillo que deje de perder el tiempo.
Por eso mismo, al preguntarle sobre la reacción de los hombres del municipio, ella dice que le toca trabajar con precaución para no generar consecuencias adversas tanto sobre ella como contra las mujeres que van a las reuniones. “Nosotras disimuladitamente hablamos con ellas y les preguntamos por qué permiten que las maltraten. A la mujer empieza a metérsele esa espinita y le decimos que existen leyes que pueden descargar o se las llevamos para que se den cuenta cómo podemos protegernos”, cuenta.
La precaución no es un capricho, según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal en el 2016 fueron asesinadas 18 mujeres en el departamento del Meta. Por esto, Castillo tiene proyectado que la Alcaldía de Lejanías construya un hogar de paso para mujeres maltratadas. “Muchas veces las mujeres no denuncian por miedo. A veces ponen la denuncia, pero tienen que regresar a sus casas en donde está el agresor”.
Otro proyecto que Castillo está impulsando es una tienda en la cual se venderá el café de la asociación de cafeteros de Lejanías y será administrada y atendida por mujeres, lo cual aportaría en el empeño de la lideresa por la independencia económica de ellas como una manera de disminuir las violencias.
Una escena devela que todo el camino está por construirse. Castillo, junto con sus hijas, fue a una feria institucional en la cual puso una mesa en el polideportivo de la vereda Cacayal. Pretendía escuchar y asesorar a las mujeres en lo relacionado con la ley 731 de 2002. En seis horas no se acercó nadie. “No es fácil, a las mujeres les da miedo”, afirma. A pesar de ese tipo de experiencias, Aleida Castillo sigue firme en su lucha por acabar el machismo en Lejanías.