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El 1 de mayo un líder LGBT de El Carmen de Bolívar (Bolívar) iba caminando hacia su casa a eso de las 10 de la noche. Detrás de él un hombre armado, con el rostro tapado, le apuntó con un arma de fuego y lo llamó. El líder fue y ahí se dio cuenta de que eran dos hombres. “ambas de acento de gente del interior, de contextura gruesa, tez clara, cabellos cortos. Uno de ellos me dijo claramente lo siguiente: “deja de estar atacando al Gobierno Nacional departamental y municipal por las dichosas ayudas humanitarias para ustedes las maricas. Ustedes no tienen derecho, solo te digo que como sigas así no te vas a morir por el virus ni de hambre sino de un tiro”.
El otro sujeto también le dijo palabras soeces mientras le seguían apuntando con el arma.
Al dar la vuelta, el primer hombre pateó al líder y este último se fue alejando hasta que escuchó como una moto se alejaba a alta velocidad. Desde ese momento la gestión que adelantaba para conseguir ayudas humanitarias para miembros de la población LGBT que, a raíz de la pandemia por COVID-19, se había quedado sin ingresos, quedo frenada. “Yo estoy pensando seriamente en irme del territorio, porque el trabajo está muy pesado. Todo lo que estamos haciendo desde la organización lo hacemos callado”, le dijo el líder a este medio.
No es el único que lo ha pensado. Otro líder amenazado en Zambrano (Bolívar) también contempla la posibilidad de desplazarse para resguardar su vida, sin embargo, no se les hace fácil salir porque todos los traslados están tres o cuatro veces más costosos que su precio habitual.
Según Isabel Hurtado, la psicóloga acompañante de Casa de Paz, un espacio de la organización Caribe Afirmativo para las personas LGBT, en El Carmen de Bolívar, el recrudecimiento de la violencia en los Montes de María ha afectado a toda la población y la comunidad LGBT de la región no es la excepción. “Hay una afectación grande. Ahora mismo son muy pocas las personas que nos atrevemos a liderar procesos. Van cuatro personas amenazadas directamente que salieron de acá. Otras por la cuestión de los panfletos, de la situación de orden público y la pandemia también está afectando. Actualmente, los trabajos sociales y comunitarios están paralizados”.
Según datos de Caribe Afirmativo, en los Montes de María se ha registrado: un panfleto amenazante el 12 de enero en El Carmen de Bolívar y Zambrano, contra las personas LGBT, una amenaza a un líder social gay, y varias amenazas telefónicas a líderes LGBT que están activando acciones humanitarias en Ovejas (Sucre), San Jacinto (Bolívar) y El Carmen. Además, registraron un caso de violencia policial contra una mujer trans el 4 de abril pasado.
Esta situación es preocupante porque, sumado a los asesinatos selectivos que han ocurrido en los últimos meses, que ocasionaron el desplazamiento forzado de 25 familias hacia El Carmen de Bolívar y de otras 16 a Zambrano, recuerda los momentos de terror que sufrió la región a finales de los 90 y principios de los 2000, cuando hubo desplazamientos masivos, masacres, tomas de poblaciones, despojo de tierras y otros hechos.
En estos años, además, la población diversa de la región sufrió crímenes como violencias sexuales, desplazamientos, amenazas y mucho control sobre sus cuerpos. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, de hecho, en los Montes de María la violencia sexual en contra personas diversas se cometió de dos maneras: estratégica y oportunista. La primera fue usada por “los armados para instaurar un orden moral que refuerza los órdenes de género y sexualidad hegemónicos (...) es usada por los actores armados como estrategia de “corrección” y como “castigo” de lo que para ellos es “depravado” y “anormal””, y la segunda no persigue un fin en el conflicto, pero “sí responde al uso de la víctima como objeto social que puede ser apropiado”, explica el informe “Aniquilar la diferencia”.
Quienes se quedaron en la zona empezaron a organizarse y a narrar las historias de lo que vivieron, pero nuevamente esa posibilidad se ve disminuida. “Veníamos en un trabajo muy bueno con la Alcaldía y llevábamos buenas propuestas para el plan de desarrollo y ya está todo quieto. Ya no nos podemos reunir en grupos grandes, sino dos o tres y hacemos actividades mínimas de formación de liderazgo”, dice el líder que fue amenazado.
Isabel Hurtado agrega que mantener la comunicación y el seguimiento a algunos miembros de la población no ha sido sencillo. “Hay personas vinculadas a Casa de Paz que viven en veredas y no los puedo visitar. Solo tuve contacto con una de ellas, que vive más cerca, pero viene entre las 8 de la mañana y las 2 de la tarde porque después de eso no hay transporte, las calles están solas. Aquí a las siete de la noche nos sentimos como un pueblo fantasma. Además, muchos jóvenes no tienen un celular que les permita acceder a una conferencia, un foro o una capacitación”, explica.
Desde Montes de María llaman a las instituciones a que no permitan que el conflicto avance. La población LGBT ya se enfrentó durante el conflicto armado a un control sobre sus cuerpos que los marcó y que trabajan por superar.