La persecución que el Eln les está haciendo a los líderes indígenas en Caldono
Por si la presencia de dos estructuras disidentes de las Farc en Caldono fuera poco, líderes indígenas en este municipio al norte del Cauca denuncian hostigamientos del Eln, guerrilla que en los últimos meses ha aumentado su brazo militar en esa región. Comunidades le piden al gobierno negociar para acelerar políticas de paz lo antes posible.
Camilo Pardo Quintero
Desde la entrada del pueblo, a la altura del colegio Madre Laura, pasando por la calle principal de la cabecera para llegar al parque central, hay siete alusiones al Eln. Todas están puestas en fachadas de casas blancas que se ven a lo lejos. Mario* es una autoridad en el Resguardo San Lorenzo de Caldono y en la mañana del 18 de agosto de 2022 habló con Colombia+20 por medio de una videollamada para mostrar la situación suya y de su gente como consecuencia de las amenazas. Caminaba sigiloso por las calles de Caldono y con su cámara mostraba lo asustada que estaba su gente en el casco urbano del municipio y los grafitis que dejaron los elenos como recordatorio de que un “mal paso” de las autoridades indígenas les podría costar la vida.
“Ir de la cabecera municipal a alguna de las veredas es una actividad de alto riesgo. En el pueblo uno al menos sabe que el Eln se puede aparecer de noche, pero en las zonas rurales ellos están en cualquier lado controlando nuestros pasos. Lo único que hemos hecho desde San Lorenzo ha sido alertar sobre el cuidado que necesitan nuestras vidas, no hemos señalado con nombre propio a nadie, pero los señores del Eln parecen ensañados con nosotros desde hace rato”, narró la fuente.
Esta situación se conjuga con algo que ya se volvió irremediablemente habitual: ni el Ejército -prácticamente ausente- ni la Policía en el municipio -habitualmente forzada a estar encerrada en su estación- significan garantías de seguridad frente a las dinámicas de estos grupos armados. Medios locales y organizaciones sociales coinciden en que los subregistros sobre la cantidad de hombres alzados en armas alrededor de Caldono son lo único constante. Saben que están allí, pero no tienen certeza de cuántos son ni de cuándo van a atacar.
Las autoridades indígenas de la Asociación de Cabildos Ukawe’sx Nasa Cxhab han sido de los pocos colectivos organizativos que se han dedicado a la defensa territorial y de sus poblaciones ante los enfrentamientos armados como los de mayo pasado. La Guardia del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) tampoco se ha marginado de ese propósito, lo que les ha ocasionado problemas, amenazas y una sensación de desolación, especialmente durante los últimos 20 días.
Lorenzo Piamba, Ovidio Hurtado y Alfonso Díaz son tres autoridades del CRIC en Caldono que manifiestan que su vida está en riesgo por las denuncias que han emitido contra el accionar de grupos armados, especialmente el Eln, y su escalada militar en la región.
De acuerdo con Díaz, “Las columnas disidentes Jaime Martínez y Dagoberto Ramos nunca han abandonado el territorio. Su presencia, lastimosamente, ya está normalizada por mucha gente e incluso su forma de moverse por el territorio puede llegar a ser predecible. Contrario con lo que pasa con el Eln, quienes son relativamente nuevos por acá y por su afán de ganar el control de la zona han aumentado la violencia y los ataques selectivos a quienes se oponen a ellos”.
El pasado 10 de agosto, las preocupaciones de los líderes indígenas amenazados por advertir la presencia y los ataques del Eln se resumieron en un pronunciamiento público que emitió el colectivo indígena Sath Tama Kiwe -también del pueblo nasa-, mediante el cual reafirmaron que están viviendo una crisis de derechos humanos que se ilustran por medio de “amenazas y hechos sistemáticos, generalizados y extendidos, dirigidos a desplegar escenarios de guerra y muertes por la disputa del control territorial”.
Esta versión es compartida por Julio César Pascué, vicegobernador indígena del Cabildo San Lorenzo de Caldono. De acuerdo con la autoridad, quien también hace algunos meses viene denunciando episodios de reclutamiento forzado de jóvenes en Caldono a manos de la disidencia Carlos Patiño y el Eln, los miembros de esta última guerrilla lograron conseguir con facilidad todos los teléfonos de las personas en su cabildo para hacerles llegar mensajes intimidatorios, en los que amenazan con acabar sus vidas.
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“Personas que se identifican como del frente Manuel Vásquez Castaño nos han enviado “whatsapps” y mensajes de texto en los que nos dicen que si no nos callamos estamos obligados a salir del territorio para que no nos maten. Con otras autoridades como Lucio Guetío hemos elevado estas denuncias ante la Defensoría y la Fiscalía, pero poco o nada se ha hecho como medida de protección inmediata”, comentó Pascué.
Hay autoridades indígenas en Caldono que viven en Siberia, un corregimiento a 15 kilómetros de la cabecera. El hecho de asentarse allí se debe a que no se quieren alejar de su territorio, pero en caso de que las amenazas en su contra persistan, ellos puedan estar más cerca a la vía Panamericana, para buscar varias opciones como posibilidades de escape.
“Siberia es un pequeño Caldono. Lo que sucede en el centro del pueblo también pasa en ese corregimiento. Sin embargo, algunos de nuestros compañeros se fueron del resguardo hacia allá por temor de que en las veredas nadie escuche sus gritos de auxilio cuando la guerrilla decida atacar. De todas formas, en Siberia se siente la tensión y el miedo, porque saben que en algún enfrentamiento entre grupos puede caer la población o se pueden dirigir directamente hacia una autoridad nasa. O ¿por qué no? Como sucedía antes… usan un combate como pretexto para cometer asesinatos selectivos. Ya vimos derramar mucha sangre y no queremos ni uno más. Necesitamos negociaciones prontas con el Eln (...) Llevamos meses en las mismas y cada día es más duro de asumir que el anterior”, dijo Pascué.
Los hostigamientos no son nuevos
El 11 de mayo de 2022, a las 6:00 p.m., Caldono se confinó como consecuencia de un toque de queda. Faltando media hora para el inicio de esa imposición de los grupos armados en el municipio, un grupo periodístico de El Espectador fue testigo de la zozobra que sentían los vecinos al cerrar sus tiendas antes de tiempo, de la desazón de tener que ir a casa para no tentar a la muerte y de sentir a la resignación como única salida. Ese día, como muchos otros que convirtieron a Caldono en el segundo municipio con más tomas guerrilleras en la historia del conflicto armado, los caldoneños vieron cómo su hogar se convirtió por unas horas en un pueblo fantasma.
Desde la firma del Acuerdo de Paz, entre el Estado colombiano y las extintas Farc, la disidencia Dagoberto Ramos se consolidó como la estructura subversiva más fuerte en esta zona al norte del Cauca. La Carlos Patiño siempre le pisó los talones, pero sin lograr acabar con su hegemonía. La sensación al interior de Caldono es que esto aún sigue vigente.
Sin embargo, en la mañana del 12 de mayo de 2022, el pueblo se levantó con algo que no veía con frecuencia en las fachadas de sus casas, hasta ese entonces: grafitis alusivos al Eln. Con el paso de las horas, esas dudas se las resolvió a este diario el párroco de Caldono, Javier Porras.
Lea: El infierno del reclutamiento forzado que viven los jóvenes de Caldono (Cauca)
En su despacho, el padre Porras sentenció lo siguiente: “la Dagoberto y el Eln se han estado enfrentando. Se pelean rentas de narcotráfico, reclutamiento de menores y demás formas de control territorial. Se pensó que la influencia de los elenos en esta zona era poca, sus adversarios y la misma comunidad los subestimaron y estos días nos mostraron lo contrario; aquí están y no sabemos a costa de qué (...) Nadie aquí quiere más guerra, llegó el momento de dialogar y de reconocernos entre adversarios para frenar tanta barbarie. Ni los líderes ni los niños... nadie merece seguir con tanta incertidumbre”.
Para los líderes amenazados, consultados por este diario, los episodios de terror vividos en mayo tan solo fueron una pincelada de lo que afrontan hoy. Una salida pacífica al conflicto que los acorrala a diario es su última posibilidad para sobrevivir y seguir dignificando a quienes han protegido con coraje y amor propio.
Negociar como única salida
El pasado 20 de agosto, una delegación del gobierno nacional, encabezada por Alfonso Prada -ministro de Interior- llegó a Caldono para instalar el primer Puesto de Mando Unificado por la Vida en el municipio.
Allí, la senadora Aida Quilcué reafirmó las voluntades del gobierno para negociar con distintos grupos armados, recalcando lo clave en la intervención del Congreso de la República para cumplir con ello. “Es hora de por fin mirar hacia nuestros territorios ancestrales. Fueron muchos años en los que resistieron solos una guerra hostil que sembró innumerables tragedias. Acá no se excluirá, queremos paz con disidencias, Eln y cualquiera que alzado en armas represente un peligro para las y los ciudadanos”, sentenció.
Lea: “Paz total”: una mesa redonda para acabar con el conflicto armado
El excongresista indígena Feliciano Valencia compartió esa visión y agregó que: “es de conocimiento público los hostigamientos del Eln y los combates que libran en Caldono contra otros grupos armados. Los que sufren siempre van a ser los inocentes. Las autoridades indígenas en este caso son su representación y no queremos nunca más que la defensa de la vida sea sinónimo de sentencia de muerte. Acompañaremos a los amenazados y cuidaremos su integridad. Ya no están solos ni abandonados a su merced”.
Mario y su comunidad confían en estas palabras. No quieren que las amenazas en su contra se conviertan en acciones irreversibles. Aun así, las autoridades nasa seguirán dándole frente a una guerra del Eln que sin negociaciones de paz parece seguir sin tregua y arrasando con todo lo que encuentre a su paso.
La fuente pidió reserva de identidad.
Desde la entrada del pueblo, a la altura del colegio Madre Laura, pasando por la calle principal de la cabecera para llegar al parque central, hay siete alusiones al Eln. Todas están puestas en fachadas de casas blancas que se ven a lo lejos. Mario* es una autoridad en el Resguardo San Lorenzo de Caldono y en la mañana del 18 de agosto de 2022 habló con Colombia+20 por medio de una videollamada para mostrar la situación suya y de su gente como consecuencia de las amenazas. Caminaba sigiloso por las calles de Caldono y con su cámara mostraba lo asustada que estaba su gente en el casco urbano del municipio y los grafitis que dejaron los elenos como recordatorio de que un “mal paso” de las autoridades indígenas les podría costar la vida.
“Ir de la cabecera municipal a alguna de las veredas es una actividad de alto riesgo. En el pueblo uno al menos sabe que el Eln se puede aparecer de noche, pero en las zonas rurales ellos están en cualquier lado controlando nuestros pasos. Lo único que hemos hecho desde San Lorenzo ha sido alertar sobre el cuidado que necesitan nuestras vidas, no hemos señalado con nombre propio a nadie, pero los señores del Eln parecen ensañados con nosotros desde hace rato”, narró la fuente.
Esta situación se conjuga con algo que ya se volvió irremediablemente habitual: ni el Ejército -prácticamente ausente- ni la Policía en el municipio -habitualmente forzada a estar encerrada en su estación- significan garantías de seguridad frente a las dinámicas de estos grupos armados. Medios locales y organizaciones sociales coinciden en que los subregistros sobre la cantidad de hombres alzados en armas alrededor de Caldono son lo único constante. Saben que están allí, pero no tienen certeza de cuántos son ni de cuándo van a atacar.
Las autoridades indígenas de la Asociación de Cabildos Ukawe’sx Nasa Cxhab han sido de los pocos colectivos organizativos que se han dedicado a la defensa territorial y de sus poblaciones ante los enfrentamientos armados como los de mayo pasado. La Guardia del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) tampoco se ha marginado de ese propósito, lo que les ha ocasionado problemas, amenazas y una sensación de desolación, especialmente durante los últimos 20 días.
Lorenzo Piamba, Ovidio Hurtado y Alfonso Díaz son tres autoridades del CRIC en Caldono que manifiestan que su vida está en riesgo por las denuncias que han emitido contra el accionar de grupos armados, especialmente el Eln, y su escalada militar en la región.
De acuerdo con Díaz, “Las columnas disidentes Jaime Martínez y Dagoberto Ramos nunca han abandonado el territorio. Su presencia, lastimosamente, ya está normalizada por mucha gente e incluso su forma de moverse por el territorio puede llegar a ser predecible. Contrario con lo que pasa con el Eln, quienes son relativamente nuevos por acá y por su afán de ganar el control de la zona han aumentado la violencia y los ataques selectivos a quienes se oponen a ellos”.
El pasado 10 de agosto, las preocupaciones de los líderes indígenas amenazados por advertir la presencia y los ataques del Eln se resumieron en un pronunciamiento público que emitió el colectivo indígena Sath Tama Kiwe -también del pueblo nasa-, mediante el cual reafirmaron que están viviendo una crisis de derechos humanos que se ilustran por medio de “amenazas y hechos sistemáticos, generalizados y extendidos, dirigidos a desplegar escenarios de guerra y muertes por la disputa del control territorial”.
Esta versión es compartida por Julio César Pascué, vicegobernador indígena del Cabildo San Lorenzo de Caldono. De acuerdo con la autoridad, quien también hace algunos meses viene denunciando episodios de reclutamiento forzado de jóvenes en Caldono a manos de la disidencia Carlos Patiño y el Eln, los miembros de esta última guerrilla lograron conseguir con facilidad todos los teléfonos de las personas en su cabildo para hacerles llegar mensajes intimidatorios, en los que amenazan con acabar sus vidas.
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“Personas que se identifican como del frente Manuel Vásquez Castaño nos han enviado “whatsapps” y mensajes de texto en los que nos dicen que si no nos callamos estamos obligados a salir del territorio para que no nos maten. Con otras autoridades como Lucio Guetío hemos elevado estas denuncias ante la Defensoría y la Fiscalía, pero poco o nada se ha hecho como medida de protección inmediata”, comentó Pascué.
Hay autoridades indígenas en Caldono que viven en Siberia, un corregimiento a 15 kilómetros de la cabecera. El hecho de asentarse allí se debe a que no se quieren alejar de su territorio, pero en caso de que las amenazas en su contra persistan, ellos puedan estar más cerca a la vía Panamericana, para buscar varias opciones como posibilidades de escape.
“Siberia es un pequeño Caldono. Lo que sucede en el centro del pueblo también pasa en ese corregimiento. Sin embargo, algunos de nuestros compañeros se fueron del resguardo hacia allá por temor de que en las veredas nadie escuche sus gritos de auxilio cuando la guerrilla decida atacar. De todas formas, en Siberia se siente la tensión y el miedo, porque saben que en algún enfrentamiento entre grupos puede caer la población o se pueden dirigir directamente hacia una autoridad nasa. O ¿por qué no? Como sucedía antes… usan un combate como pretexto para cometer asesinatos selectivos. Ya vimos derramar mucha sangre y no queremos ni uno más. Necesitamos negociaciones prontas con el Eln (...) Llevamos meses en las mismas y cada día es más duro de asumir que el anterior”, dijo Pascué.
Los hostigamientos no son nuevos
El 11 de mayo de 2022, a las 6:00 p.m., Caldono se confinó como consecuencia de un toque de queda. Faltando media hora para el inicio de esa imposición de los grupos armados en el municipio, un grupo periodístico de El Espectador fue testigo de la zozobra que sentían los vecinos al cerrar sus tiendas antes de tiempo, de la desazón de tener que ir a casa para no tentar a la muerte y de sentir a la resignación como única salida. Ese día, como muchos otros que convirtieron a Caldono en el segundo municipio con más tomas guerrilleras en la historia del conflicto armado, los caldoneños vieron cómo su hogar se convirtió por unas horas en un pueblo fantasma.
Desde la firma del Acuerdo de Paz, entre el Estado colombiano y las extintas Farc, la disidencia Dagoberto Ramos se consolidó como la estructura subversiva más fuerte en esta zona al norte del Cauca. La Carlos Patiño siempre le pisó los talones, pero sin lograr acabar con su hegemonía. La sensación al interior de Caldono es que esto aún sigue vigente.
Sin embargo, en la mañana del 12 de mayo de 2022, el pueblo se levantó con algo que no veía con frecuencia en las fachadas de sus casas, hasta ese entonces: grafitis alusivos al Eln. Con el paso de las horas, esas dudas se las resolvió a este diario el párroco de Caldono, Javier Porras.
Lea: El infierno del reclutamiento forzado que viven los jóvenes de Caldono (Cauca)
En su despacho, el padre Porras sentenció lo siguiente: “la Dagoberto y el Eln se han estado enfrentando. Se pelean rentas de narcotráfico, reclutamiento de menores y demás formas de control territorial. Se pensó que la influencia de los elenos en esta zona era poca, sus adversarios y la misma comunidad los subestimaron y estos días nos mostraron lo contrario; aquí están y no sabemos a costa de qué (...) Nadie aquí quiere más guerra, llegó el momento de dialogar y de reconocernos entre adversarios para frenar tanta barbarie. Ni los líderes ni los niños... nadie merece seguir con tanta incertidumbre”.
Para los líderes amenazados, consultados por este diario, los episodios de terror vividos en mayo tan solo fueron una pincelada de lo que afrontan hoy. Una salida pacífica al conflicto que los acorrala a diario es su última posibilidad para sobrevivir y seguir dignificando a quienes han protegido con coraje y amor propio.
Negociar como única salida
El pasado 20 de agosto, una delegación del gobierno nacional, encabezada por Alfonso Prada -ministro de Interior- llegó a Caldono para instalar el primer Puesto de Mando Unificado por la Vida en el municipio.
Allí, la senadora Aida Quilcué reafirmó las voluntades del gobierno para negociar con distintos grupos armados, recalcando lo clave en la intervención del Congreso de la República para cumplir con ello. “Es hora de por fin mirar hacia nuestros territorios ancestrales. Fueron muchos años en los que resistieron solos una guerra hostil que sembró innumerables tragedias. Acá no se excluirá, queremos paz con disidencias, Eln y cualquiera que alzado en armas represente un peligro para las y los ciudadanos”, sentenció.
Lea: “Paz total”: una mesa redonda para acabar con el conflicto armado
El excongresista indígena Feliciano Valencia compartió esa visión y agregó que: “es de conocimiento público los hostigamientos del Eln y los combates que libran en Caldono contra otros grupos armados. Los que sufren siempre van a ser los inocentes. Las autoridades indígenas en este caso son su representación y no queremos nunca más que la defensa de la vida sea sinónimo de sentencia de muerte. Acompañaremos a los amenazados y cuidaremos su integridad. Ya no están solos ni abandonados a su merced”.
Mario y su comunidad confían en estas palabras. No quieren que las amenazas en su contra se conviertan en acciones irreversibles. Aun así, las autoridades nasa seguirán dándole frente a una guerra del Eln que sin negociaciones de paz parece seguir sin tregua y arrasando con todo lo que encuentre a su paso.
La fuente pidió reserva de identidad.