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En la calle 4 del barrio San Judas de Dosquebradas, a pocos pasos del río Otún, hay un quiosco con una Virgen. Unas cuadras adelante se alza la segunda columna de soporte del Viaducto que comunica a Pereira con Dosquebradas.
Según documentos reservados de la Policía, junto a aquel quiosco fue donde se concretó la reunión de la estructura criminal del barrio San Judas para planear un atentado contra los manifestantes del Viaducto la primera semana de mayo, durante las marchas del paro nacional.
“Hace días dijeron que allá la firma, al que todos le decimos la P, ya le había dado orden a Mao o Mauricio de que había que hacer un homicidio, pero en ese momento no dijeron nada de quién, ni nada”, dice una declaración rendida por un informante el 9 de mayo de 2021, cuatro días después del atentado al estudiante Lucas Villa en el Viaducto.
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Esta fuente, de la que los investigadores de la Policía certifican que desde meses atrás venía brindando “información de interés” con la que lograron “obtener resultados positivos”, ofreció múltiples detalles de cómo supuestamente se habría planeado y ejecutado el ataque contra Lucas Villa y Andrés Felipe Castaño la noche del 5 de mayo.
“Dijeron que ya la firma había ordenado que tenían que acabar con esa marcha ahí en el Viaducto, porque las ventas de material (estupefacientes) se habían rebajado mucho, que después de hacer de $10 a $20 millones en un día, pasamos a vender $900 y $800 mil no más, y que eso era debido a esas marchas y que nosotros no éramos los dueños de esa pelea, entonces ahí se empezó a identificar a uno de los líderes de ese paro y de los que ordenaban tapar el Viaducto”, se puede leer en la declaración que está en poder de Colombia+20: “Ya se tenía identificado el que ordenaba eso, que era uno barbado ahí, que mantenía bailando en la marcha y se subía y todo por los tubos de los puentes bailando, entonces para esa vuelta de matar a ese man estaban dando $10 millones”.
La Fiscalía corroboró con análisis de las cámaras de seguridad de las fábricas Nicole, Bordeadora, D’Moda, Outlet de la Camisa y Persianas Panorama que dos motocicletas y tres hombres estuvieron implicados en el crimen. Ello coincide con la versión de dos testigos que este diario pudo entrevistar y también con la declaración del informante de la Policía, quién indicó los modelos y colores de las motos.
“Todo lo iban a hacer en una moto RX azul que prestaba Ñoño y la de Trompas, que es una BWS roja con negro, todo quedo así (…) del barrio San Judas había salido Jhonatan Truan y Bekan, y otro chino que no conozco, en las motos que habían dicho (...) habían hecho la vuelta en el Viaducto y se habían bajado de nuevo para el barrio, entraron por la quinta derecho, se descargaron del arma que era una Sig Sauer o una Prieto y de las motos, se quitaron la ropa que utilizaron, la echaron en una bolsa negra y la tiraron al río”, explicó este hombre a las autoridades.
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Las pruebas de balística del Cuerpo Técnico de Investigaciones confirmaron que el arma con que dispararon contra Lucas Villa y Andrés Felipe Castaño era de calibre 9 milímetros y podría corresponder a una “Sig Sauer, entre otras”, se lee en el reporte.
El informante aportó otros datos relevantes. Dijo que “las motos aun las tienen en el barrio, sino que cada nada las mueven porque esos manes están muy asustados porque saben que en cualquier momento les van a caer, esos manes todo lo hicieron en dos motos y sabían por quién iban porque ya lo tenían más que visto y le tenían que dar por que esa era la orden”. Esa versión fue ratificada ante las autoridades por una segunda fuente no formal un día más tarde, el 10 de mayo de 2021. El segundo informante contó que los jefes de la banda estaban “embalados porque no sabían cómo hacer para desaparecer esas motos de allá, lo que significa que todavía las tienen en el barrio y están preocupados porque la vuelta está caliente con la ley”.
Esta misma persona contó que la banda buscaba cómo evacuar de la zona a uno de los responsables del asesinato y que uno de los jefes habló de “sacar a uno de los muchachos del barrio y mandarlo para otro lado mientras se calma todo”. Una tercera fuente no formal acudió al Cuerpo Técnico de Investigaciones el 20 de mayo y señaló a Leo o Mandi de ser el tercer hombre implicado.
Informes de inteligencia de la Policía, en poder de este diario, indican que Jonathan Truan y Bekan, los sicarios que de acuerdo con los informantes perpetraron el atentado, son parientes de Jhon Alexánder Mejía Hurtado, Carevieja, uno de los jefes del expendio de drogas de San Judas, capturado después del atentado en el mismo barrio el 23 de julio de 2021, durante un operativo conjunto del Ejército y la Fiscalía. Mandi, el tercer hombre de aquella noche, sería Leonardo Fabio Ramírez, condenado por tráfico de estupefacientes y porte ilegal de armas con detención domiciliaria, aunque hace años que se encuentra prófugo de la justicia, como consta en un oficio del Inpec del 9 de diciembre de 2019.
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Un organigrama que describe la estructura de la banda indica que alias Pipe o la P, quien presuntamente transmitió la orden de cometer el homicidio, sería Andrés Felipe Mejía Elejalde, cobrador y cabeza de la banda bajo las órdenes directas de La Cordillera. Todos ellos tienen anotaciones o condenas vigentes por delitos como tráfico de estupefacientes, concierto para delinquir y porte de armas.
La Cordillera es la organización criminal que controla el narcotráfico en Pereira y otros municipios del Eje Cafetero, se atribuye su origen a la reorganización que el jefe paramilitar Carlos Mario Jiménez, Macaco, hizo de las estructuras mafiosas herederas del cartel del norte del Valle. En las últimas dos décadas ha tenido al menos cinco relevos en su jerarquía de mando, según las autoridades. Es la misma organización con supuestos vínculos con empresarios y políticos de la región, a la que el presidente Gustavo Petro acusó de planear un atentado en su contra.
El barrio San Judas de Dosquebradas está debajo del Viaducto y junto al río Otún, a muy pocas calles del centro de Pereira. Es uno de los mayores mercados de drogas de la ciudad. En el informe de un investigador de campo de la Fiscalía, que hizo seguimiento al homicidio de Lucas Villa, se explica que “el barrio se considera un satélite de interconexión criminal, desde allí se abastecen varias zonas de expendio en Pereira y Dosquebradas”. Otro documento clasificado de la Policía señala que San Judas es “el centro de acopio y distribución” de la banda La Cordillera.
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Su línea principal es la cocaína, de la que vendían 1.500 dosis diarias en 2021, aunque también manejan marihuana, bazuco, 2CB y drogas sintéticas. La Policía calcula que La Cordillera recauda en el barrio San Judas, en cuatro puntos de expendio, más de $790 millones mensuales como producto de la venta de estupefacientes.
El poder de La Cordillera es tan contundente, que uno de los informantes advirtió a los investigadores: “Si se llegan a dar cuenta de que soy yo me matan y matan a mi familia”, después agregó que en la nómina de la banda hay uniformados y funcionarios que colaboran: “(Ellos) manejan sus contactos para que les pasen información de cuándo les van a caer, a cambio de dinero”.
Lea la siguiente entrega de esta investigación aquí: Caso Lucas Villa, el expediente oculto de La Cordillera