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Los habitantes del municipio de Argelia aún no salen del asombro y se preguntan quiénes y por qué llevaron siete cadáveres a su pueblo, para hacer parecer que la masacre se había perpetrado allí. Los cuerpos fueron arrojados a la orilla de la carretera destapada del corregimiento Sinaí, el martes 3 de julio. El sonido de la camioneta que los abandonó se sintió hacia la 1:30 de la madrugada. Horas después, los campesinos estaban aterrorizados, pues desconocían a los hombres que yacían torturados y ensangrentados, uno encima de otro.
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El director de fiscalías del Cauca, Leonardo Vergara, también estaba sorprendido, pues aseguró que desde hacía un mes no se registraban homicidios en esa zona. Vergara ordenó la inspección judicial de los cadáveres y el levantamiento, para trasladarlos a Popayán, donde fueron identificados seis de los siete asesinados. El gobernador del Cauca, Óscar Campo, reveló sus nombres de pila y describió la hipótesis más fuerte de las autoridades sobre la masacre.
Uno de ellos era Jefferson Leandro Sánchez, conocido como “Andrés Sánchez” o “Carro Loco”, quien abandonó la zona veredal de Policarpa (Nariño), durante el proceso de concentración de los exguerrilleros de las Farc para la dejación de las armas. Según el Gobernador del Cauca, Sánchez sería el líder de un grupo disidente en el municipio de Argelia. A él se habría sumado Ever Alfaris Gómez, conocido como “Crespo”, quien tuvo capacitación de la Unidad Nacional de Protección para ser escolta de un esquema colectivo del partido FARC. Gómez había abandonado el espacio de capacitación y reincorporación de El Estrecho (Patía).
Las otras cinco personas que fueron identificadas son: Idelver Gómez Ruiz, un joven de 19 años oriundo de Balboa (Cauca), Fabián Alberto Guzmán, Robinson Gómez Daza, Lisandro Muñoz y Luis Aurelio Bermúdez. Los dos últimos, según la Fiscalía, tienen antecedentes de tráfico de armas y municiones.
La hipótesis más fuerte de las autoridades es que la masacre habría ocurrido en San Juan de Mechengue, un corregimiento del municipio de El Tambo, que está a dos horas del Sinaí en carro, justo cuando iban a recibir un encargo de armas, le dijo una fuente a este diario. Por esa misma carretera, que pronto se acaba, a lomo de mula y selva adentro hay un día para llegar a la costa Pacífica caucana.
Ese es uno de los caminos históricos por donde el Cauca ha intentado abrir una carretera al mar. Pero también, en los últimos 50 años ha sido utilizado como un corredor por los narcotraficantes y contrabandistas de armas, quienes encontraron en el conflicto entre las Farc, el Eln y el Estado un caldo de cultivo perfecto para financiar la guerra política que parece perpetuarse. “Hoy ya no es un grupo grande enfrentando al Estado, como ocurrió en las últimas cinco décadas. Ahora son muchos grupos que se están organizando, no para pelear con el Estado, sino para corromperlo, hacer negocios y poder lucrarse”, dijo Jhonatan Patiño, diputado del Cauca y oriundo de Argelia.
De los responsables del hecho se ha especulado mucho, pero las autoridades judiciales siguen sosteniendo que se trató de una acción de la guerrilla del Eln, intentando dejar un mensaje de control de ese territorio y que no permitirán la entrada de otro grupo armado, mucho menos con el ánimo de lucrarse.
Desde el miércoles las comunidades de todas las veredas de Argelia se declararon en asamblea permanente y se concentraron en la cabecera del corregimiento El Plateado. Rechazaron los hechos de barbarie y pidieron a la justicia esclarecer pronto lo sucedido y limpiar el nombre de su municipio que quedó untado de sangre. “Después de la salida de las Farc, el pueblo había estado tranquilo. Todo mundo se movía por donde quería, sin mayor inconveniente, pero ahora pasó este suceso y tenemos temor porque no sabemos quiénes son”, expresó Neida Muñoz, presidenta de la junta comunal de El Plateado, quien la semana pasada también recibió una llamada de un desconocido para extorsionarla.
La situación en esta región para los líderes tampoco es fácil. Hay voluntad de sustituir los cultivos de coca, pero el programa poco ha avanzado y la bomba de tiempo está estallando de manera lenta, pero ruidosa. En estos corregimientos de Argelia hay cientos de personas de otras regiones del país, que llegan en busca de oportunidades. De hecho, el casco urbano de El Plateado es más grande que su propia cabecera municipal por la población flotante que ha llegado desde Putumayo, Caquetá, Atlántico y hasta de Venezuela. La coca sigue siendo allí la salida económica.
“Acá en la zona uno mira personal que sube y baja en carros o camionetas grandes y con los vidrios polarizados, pero nadie se acerca a preguntar quiénes son, porque eso es complicado. Nosotros somos neutrales, pero como líderes tememos por nuestras vidas”, ratificó Muñoz e insistió en que también desconfían del Gobierno, a raíz de los incumplimientos con los compromisos pactados en el pasado para sustituir la coca.
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Históricamente el Eln ha hecho presencia en la región desde el corregimiento San Juan de Mechengue hasta la desembocadura del río Micay, en el Pacífico caucano. A lo largo de ese cañón hay muchas disputas e intereses. La gente está desesperanzada porque el programa de reincorporación ha tenido muchas trabas y eso los está devolviendo al monte, dijo el diputado Patiño, y le solicitó al nuevo Gobierno un pronunciamiento claro de qué va a pasar en estos territorios y con estas comunidades respecto a la implementación del acuerdo de paz de La Habana.
Esta semana, la guerrilla del Eln, a través de un comunicado, desmintió las acusaciones de ser los perpetradores de la masacre de Mechengue. Por lo pronto, las comunidades están concentradas en sus territorios a la espera de una respuesta de las autoridades, para que al menos aclaren que la masacre no fue en Argelia.