Masacre en Mercaderes: líderes sociales en medio de guerrilla y paramilitares
El líder social Álvaro Daza, quien fue masacrado junto con tres de sus familiares, había salido de la vereda el año pasado por presiones de grupos ilegales en la zona. Uno de sus hijos, también asesinado, tenía casa por cárcel y un hermano suyo fue asesinado a principios de abril en una carretera de la región. ¿Qué hay detrás de esta masacre?
Redacción Colombia2020
A las 8:20 de la noche del miércoles 29 de abril, el líder social Álvaro Narváez Daza estaba en una de las habitaciones de su casa de bareque en zona rural de Mercaderes, al sur del Cauca, junto con su hijo Cristian Narváez Daza y su nieta, Yenni Catherine López Narváez. Su esposa, María Delia Daza, estaba en el patio, sentada y cenando. De repente, del monte afloraron ráfagas de fusil que los acribilló a medida que los hombres armados se acercaron a la humilde vivienda. Murieron al instante. Contó uno de los sobrevivientes de la masacre, el hermano menor de los Narváez, que él solo sintió el tableteo del plomo y luego se escondió debajo de la cama donde se libró de la muerte. Igualmente, afirmó que la motocicleta que tenía su padre, Álvaro, se la llevaron los sicarios, por lo que se cree que fueron dos.
La inspección judicial la hicieron miembros del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía (CTI) en la noche del miércoles, quienes trasladaron los cadáveres de las cuatro personas hacia Medicina Legal de Popayán. Álvaro Narváez era el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Bado, donde ocurrieron los hechos, a 30 minutos de la carretera Panamericana que comunica al municipio de Mercaderes con Pasto (Nariño). Según una resolución de la Gobernación del Cauca, los integrantes de dicha junta se inscribieron a finales de noviembre de 2016 ante la Secretaría de Gobierno. María Delia Daza, la esposa, tenía 45 años y cuidaba de un menor de 10 años, que igualmente salió ileso como su hijo menor de 17 años, ambos encontrados escondidos debajo de una cama; Cristian Narváez Daza, el hijo mayor, tenía 22 años y, según conoció este diario, estaba pagando casa por cárcel por el delito de homicidio. Yenni, la nieta, tenía 15 años y miraba televisión con ellos en el momento de los disparos.
Sobre Álvaro, el líder social, comentaron otros presidentes de juntas comunales de la región, que a principios de 2019 tuvo que abandonar la vereda por presiones de grupos armados para el pago de un impuesto ilegal. Sin embargo, regresó y, el último día que lo vio el alcalde municipal, Fernando Díaz, fue justamente en la tarde del miércoles, horas antes de la masacre. “Estaba ayudando a entregar los mercados para las familias vulnerables en medio de la pandemia en el corregimiento de Mojarras del cual hace parte esta vereda”, declaró a la radio el mandatario local. El gobernador del Cauca, Elías Larrahondo, también afirmó que en esa zona recientemente circularon panfletos de las "Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC)" y de la disidencia de las Farc conocida como la Nueva Marquetalia.
(También lea: La guerra en Colombia no se detiene, a pesar del coronavirus)
El general Luis Fernando Navarro Jiménez, comandante de las Fuerzas Militares, dijo desde Popayán, en medio de una rueda de prensa en donde presentó como éxito de guerra la rendición de 20 guerrilleros del ELN, lo siguiente: “Allá en esa zona (rural de Mercaderes) delinquen Grupos Armados Organizados residuales y, tenemos información por verificar, de que hay presencia del Clan del Golfo (AGC) que habrían venido desde el departamento de Nariño”. Justamente, por el corredor natural que forma el río Patía irrigando sus aguas hacia el Pacífico nariñense, no sin antes, romper con sus aguas turbulentas las montañas de la cordillera occidental, formando un fenómeno natural único en el país que se conoce con el nombre de La Hoz de Minaná. Aguas arriba el corredor puede conectar con el municipio de Argelia y llegar al Pacífico caucano, a López de Micay, Guapi o Timbiquí. Un corredor entre Cauca y Nariño que forma una especie de U hacia el océano Pacífico.
La Defensoría del Pueblo ya había advertido el riesgo del municipio de Mercaderes, justamente por su cercanía a estos corredores estratégicos para el tráfico ilegal. Por ejemplo, en una alerta temprana de 2019 hizo énfasis en otro actor armado: “El ELN con el Frente José María Becerra, la compañía Lucho Quintero y el Frente Manuel Vásquez Castaño, mantiene el control relativo en las zonas rurales y tiene una presencia activa, en la zona centro y sur del Cauca, principalmente, en el sector montañoso de los municipios de El Tambo, Almaguer, Mercaderes, Florencia, Bolívar, Sucre, Balboa, Argelia, a través de milicianos que se encuentran en los centros poblados, logrando detentar el control de la economía ilegal de la coca (cultivo y trafico) hacia el Pacífico”. A partir de 2018 y 2019, se escuchó de la presencia de las Autodefensas Gaitanistas (llamadas por el Gobierno Clan del Golfo) y de las disidencias de las Farc. En todo caso, Mercaderes es hoy un municipio que registra cuatro líderes sociales asesinados en los últimos tres años.
Otro hecho que salió a relucir entre los comentarios de los pobladores de la zona fue el homicidio del hermano de Álvaro Narváez Daza, el 6 de abril pasado. Según lo registró la prensa local, Carlos Andrés Narváez, de 45 años, fue ultimado a tiros en la vereda Tinajas, en el corregimiento de El Pilón, también en Mercaderes mientras conducía un carro. Era conocido como “El Diablo”, oriundo de la zona rural de Mercaderes, pero vivía en el barrio La Paz del corregimiento de El Estrecho, en el vecino municipio de Patía. “Se dedicaba a diario al transporte informal”, reportaron las autoridades quienes desde ese momento iniciaron la investigación del caso. Hoy, los investigadores judiciales no descartan vincular este crimen a la masacre, para establecer si se trató de un plan contra la familia Narváez y de parte de qué grupo armado.
En la zona hay temor y zozobra porque una masacre así no se había visto en la región a lo largo de la historia del conflicto armado. Igualmente, por los panfletos que han circulado en el que una disidencia de las Farc se atribuye el hecho. “Seguimos nuestra lucha ajusticiando líderes sociales que trabajan para las disidencias de las Farc que no son más que narco-paramilitares como la columna Jaime Martínez, y los frentes Carlos Patiño y Dagoberto Ramos. Lamentamos la muerte del líder (Álvaro Narváez Daza) que ayudaba al frente Carlos Patiño en el sur del Cauca a quien se ajustició. Ya van dos líderes colaboradores de los paramilitares”, dice el panfleto firmado por una supuesta red urbana de la autodenominada Nueva Marquetalia. No obstante, las autoridades han advertido que este tipo de panfletos siempre son emitidos por los determinadores de los crímenes para desviar las hipótesis investigativas de las autoridades.
El viernes pasado, mientras en la vereda El Bado velaban al líder Álvaro Daza y a sus tres familiares masacrados, al otro extremo, en las estribaciones de la cordillera occidental, fue asesinado otro líder, el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Curacas, ubicada en el corregimiento de San Joaquín, Uenseslao Guerrero. El homicidio se perpetró dentro de su vivienda adonde llegaron hombres desconocidos y le dispararon en repetidas ocasiones. A raíz de estos hechos, el alcalde del municipio, Fernando Díaz Salamanca, decretó el toque de queda hasta el próximo martes en esta población del sur del Cauca.
Cuatro masacres en el Cauca en un mes
Con esta ya son cuatro masacres las que registran en el departamento del Cauca en el último mes. En la semana del 17 al 24 de abril, en Buenos Aires (norte del Cauca) fueron asesinados cinco lugareños, entre los cuales cayeron dos líderes sociales: Mario Chilhueso, quien era integrante de la Asociación de Trabajadores Campesinos y Pequeños Productores Agrícolas de Buenos Aires (ASTCAP) y del movimiento social Marcha Patriótica; y, Hugo de Jesús Giraldo, docente y defensor de derechos humanos del Movimiento Marcha Patriótica. Ambos atacados por sicarios. Posteriormente, se conoció que en plena plaza central de la vereda Muchique de este municipio, varios hombres armados desenfundaron sus armas y dispararon contra Weimar Ararat, Humberto Solís y Armando Montaño, quienes murieron en el lugar de los hechos.
Paralelamente a estos hechos, se ejecutó el asesinato del líder Teodomiro Sotelo, quien fue abaleado en su vivienda en el corregimiento San Juan de Micay, municipio de El Tambo. Al día siguiente, cuando se supo que un grupo armado estaba buscando a los líderes de esa comunidad, casa por casa, también encontraron asesinado en su casa al esposo de la lideresa comunitaria de la vereda Honduras, Andrés Cacimance Burbano. El pasado 22 de abril, otros dos líderes del mismo consejo comunitario de comunidades negras, Afrorenacer, fueron asesinados en ese corregimiento: Jesús Albeiro Riascos y Sabino, mientras estaban, justamente, discutiendo sobre la seguridad de los líderes de esa zona, que es la puerta de entrada selvática hacía el Pacífico caucano.
A las 8:20 de la noche del miércoles 29 de abril, el líder social Álvaro Narváez Daza estaba en una de las habitaciones de su casa de bareque en zona rural de Mercaderes, al sur del Cauca, junto con su hijo Cristian Narváez Daza y su nieta, Yenni Catherine López Narváez. Su esposa, María Delia Daza, estaba en el patio, sentada y cenando. De repente, del monte afloraron ráfagas de fusil que los acribilló a medida que los hombres armados se acercaron a la humilde vivienda. Murieron al instante. Contó uno de los sobrevivientes de la masacre, el hermano menor de los Narváez, que él solo sintió el tableteo del plomo y luego se escondió debajo de la cama donde se libró de la muerte. Igualmente, afirmó que la motocicleta que tenía su padre, Álvaro, se la llevaron los sicarios, por lo que se cree que fueron dos.
La inspección judicial la hicieron miembros del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía (CTI) en la noche del miércoles, quienes trasladaron los cadáveres de las cuatro personas hacia Medicina Legal de Popayán. Álvaro Narváez era el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Bado, donde ocurrieron los hechos, a 30 minutos de la carretera Panamericana que comunica al municipio de Mercaderes con Pasto (Nariño). Según una resolución de la Gobernación del Cauca, los integrantes de dicha junta se inscribieron a finales de noviembre de 2016 ante la Secretaría de Gobierno. María Delia Daza, la esposa, tenía 45 años y cuidaba de un menor de 10 años, que igualmente salió ileso como su hijo menor de 17 años, ambos encontrados escondidos debajo de una cama; Cristian Narváez Daza, el hijo mayor, tenía 22 años y, según conoció este diario, estaba pagando casa por cárcel por el delito de homicidio. Yenni, la nieta, tenía 15 años y miraba televisión con ellos en el momento de los disparos.
Sobre Álvaro, el líder social, comentaron otros presidentes de juntas comunales de la región, que a principios de 2019 tuvo que abandonar la vereda por presiones de grupos armados para el pago de un impuesto ilegal. Sin embargo, regresó y, el último día que lo vio el alcalde municipal, Fernando Díaz, fue justamente en la tarde del miércoles, horas antes de la masacre. “Estaba ayudando a entregar los mercados para las familias vulnerables en medio de la pandemia en el corregimiento de Mojarras del cual hace parte esta vereda”, declaró a la radio el mandatario local. El gobernador del Cauca, Elías Larrahondo, también afirmó que en esa zona recientemente circularon panfletos de las "Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC)" y de la disidencia de las Farc conocida como la Nueva Marquetalia.
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El general Luis Fernando Navarro Jiménez, comandante de las Fuerzas Militares, dijo desde Popayán, en medio de una rueda de prensa en donde presentó como éxito de guerra la rendición de 20 guerrilleros del ELN, lo siguiente: “Allá en esa zona (rural de Mercaderes) delinquen Grupos Armados Organizados residuales y, tenemos información por verificar, de que hay presencia del Clan del Golfo (AGC) que habrían venido desde el departamento de Nariño”. Justamente, por el corredor natural que forma el río Patía irrigando sus aguas hacia el Pacífico nariñense, no sin antes, romper con sus aguas turbulentas las montañas de la cordillera occidental, formando un fenómeno natural único en el país que se conoce con el nombre de La Hoz de Minaná. Aguas arriba el corredor puede conectar con el municipio de Argelia y llegar al Pacífico caucano, a López de Micay, Guapi o Timbiquí. Un corredor entre Cauca y Nariño que forma una especie de U hacia el océano Pacífico.
La Defensoría del Pueblo ya había advertido el riesgo del municipio de Mercaderes, justamente por su cercanía a estos corredores estratégicos para el tráfico ilegal. Por ejemplo, en una alerta temprana de 2019 hizo énfasis en otro actor armado: “El ELN con el Frente José María Becerra, la compañía Lucho Quintero y el Frente Manuel Vásquez Castaño, mantiene el control relativo en las zonas rurales y tiene una presencia activa, en la zona centro y sur del Cauca, principalmente, en el sector montañoso de los municipios de El Tambo, Almaguer, Mercaderes, Florencia, Bolívar, Sucre, Balboa, Argelia, a través de milicianos que se encuentran en los centros poblados, logrando detentar el control de la economía ilegal de la coca (cultivo y trafico) hacia el Pacífico”. A partir de 2018 y 2019, se escuchó de la presencia de las Autodefensas Gaitanistas (llamadas por el Gobierno Clan del Golfo) y de las disidencias de las Farc. En todo caso, Mercaderes es hoy un municipio que registra cuatro líderes sociales asesinados en los últimos tres años.
Otro hecho que salió a relucir entre los comentarios de los pobladores de la zona fue el homicidio del hermano de Álvaro Narváez Daza, el 6 de abril pasado. Según lo registró la prensa local, Carlos Andrés Narváez, de 45 años, fue ultimado a tiros en la vereda Tinajas, en el corregimiento de El Pilón, también en Mercaderes mientras conducía un carro. Era conocido como “El Diablo”, oriundo de la zona rural de Mercaderes, pero vivía en el barrio La Paz del corregimiento de El Estrecho, en el vecino municipio de Patía. “Se dedicaba a diario al transporte informal”, reportaron las autoridades quienes desde ese momento iniciaron la investigación del caso. Hoy, los investigadores judiciales no descartan vincular este crimen a la masacre, para establecer si se trató de un plan contra la familia Narváez y de parte de qué grupo armado.
En la zona hay temor y zozobra porque una masacre así no se había visto en la región a lo largo de la historia del conflicto armado. Igualmente, por los panfletos que han circulado en el que una disidencia de las Farc se atribuye el hecho. “Seguimos nuestra lucha ajusticiando líderes sociales que trabajan para las disidencias de las Farc que no son más que narco-paramilitares como la columna Jaime Martínez, y los frentes Carlos Patiño y Dagoberto Ramos. Lamentamos la muerte del líder (Álvaro Narváez Daza) que ayudaba al frente Carlos Patiño en el sur del Cauca a quien se ajustició. Ya van dos líderes colaboradores de los paramilitares”, dice el panfleto firmado por una supuesta red urbana de la autodenominada Nueva Marquetalia. No obstante, las autoridades han advertido que este tipo de panfletos siempre son emitidos por los determinadores de los crímenes para desviar las hipótesis investigativas de las autoridades.
El viernes pasado, mientras en la vereda El Bado velaban al líder Álvaro Daza y a sus tres familiares masacrados, al otro extremo, en las estribaciones de la cordillera occidental, fue asesinado otro líder, el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Curacas, ubicada en el corregimiento de San Joaquín, Uenseslao Guerrero. El homicidio se perpetró dentro de su vivienda adonde llegaron hombres desconocidos y le dispararon en repetidas ocasiones. A raíz de estos hechos, el alcalde del municipio, Fernando Díaz Salamanca, decretó el toque de queda hasta el próximo martes en esta población del sur del Cauca.
Cuatro masacres en el Cauca en un mes
Con esta ya son cuatro masacres las que registran en el departamento del Cauca en el último mes. En la semana del 17 al 24 de abril, en Buenos Aires (norte del Cauca) fueron asesinados cinco lugareños, entre los cuales cayeron dos líderes sociales: Mario Chilhueso, quien era integrante de la Asociación de Trabajadores Campesinos y Pequeños Productores Agrícolas de Buenos Aires (ASTCAP) y del movimiento social Marcha Patriótica; y, Hugo de Jesús Giraldo, docente y defensor de derechos humanos del Movimiento Marcha Patriótica. Ambos atacados por sicarios. Posteriormente, se conoció que en plena plaza central de la vereda Muchique de este municipio, varios hombres armados desenfundaron sus armas y dispararon contra Weimar Ararat, Humberto Solís y Armando Montaño, quienes murieron en el lugar de los hechos.
Paralelamente a estos hechos, se ejecutó el asesinato del líder Teodomiro Sotelo, quien fue abaleado en su vivienda en el corregimiento San Juan de Micay, municipio de El Tambo. Al día siguiente, cuando se supo que un grupo armado estaba buscando a los líderes de esa comunidad, casa por casa, también encontraron asesinado en su casa al esposo de la lideresa comunitaria de la vereda Honduras, Andrés Cacimance Burbano. El pasado 22 de abril, otros dos líderes del mismo consejo comunitario de comunidades negras, Afrorenacer, fueron asesinados en ese corregimiento: Jesús Albeiro Riascos y Sabino, mientras estaban, justamente, discutiendo sobre la seguridad de los líderes de esa zona, que es la puerta de entrada selvática hacía el Pacífico caucano.