“Matamba”, el exparamilitar que manda en el norte de Nariño, tenía casa por cárcel
Aunque fue paramilitar del Bloque Calima y Libertadores del Sur, y se desmovilizó en el proceso de paz de las AUC en 2005, Juan Larinson Castro Estupiñan, conocido como “Matamba”, hoy comanda un ejército de 140 hombres en el norte y centro de Nariño. Lo capturaron con armas, logró beneficio de casa por cárcel y días después se escapó. ¿Cuál es su poder?
La orden de fusilamiento contra Juan Larinson Castro Estupiñán casi estaba dada. Corría el año de 1997. Los comandantes del frente 29 de las Farc convocaron a un consejo de guerra para decidir ese y otros casos, por la indisciplina militar que ponía en peligro a los guerrilleros. Castro decidió escabullirse, se puso en contacto con un paramilitar apodado “El Enano” y navegó desde el Pacífico nariñense hasta el Pacífico caucano donde arribó al municipio de Guapi. Allí se integró al Bloque Calima y luego de nueve meses fue enviado de vuelta a Nariño, al Bloque Libertadores del Sur, en el municipio del Charco, en la selva del sur del Pacífico nariñense. En 2002 fue enviado a la zona urbana del puerto de Tumaco y luego se trasladó, nuevamente por mar, al Puerto de Buenaventura, en el Valle del Cauca, para llegar a Cartago donde fue capturado el 16 de diciembre de 2003. Ese día, Castro empezaría a ejecutar un largo plan criminal en el que se cuentan dos fugas, con complicidad de autoridades, incluida la última, que lo convirtió en uno de los prófugos más buscados del sur del país.
En 2003 fue capturado por el homicidio del señor Alberto Paredes Paredes, por el que fue condenado el 25 de mayo de 2005 por el juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Pasto (Nariño). Con el proceso de paz de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), se desmovilizó como privado de la libertad el 30 de julio de 2005, con el frente Lorenzo Aldana del Bloque Libertadores del Sur, junto a 688 hombres, en el municipio de Taminango (Nariño). Rindió 28 diligencias de versión libre desde marzo de 2008 hasta mayo de 2016, en las que confesó 30 hechos criminales cometidos por las estructuras paramilitares en las que militó. Entre el 1º y 2 de diciembre de 2008 participó en un tramite de exhumación en el municipio del Charco; sin embargo, los resultados fueron negativos. El 27 de agosto de 2015 informó de la existencia de una fosa en el municipio de Olaya Herrera, en Bocas de Satinga, su cabecera. Sin embargo, el cuerpo de un profesor al que apodaban “El Muelón” no fue encontrado como se pretendía.
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El 3 de febrero de 2016 Castro reapareció para, como parte de su compromiso de reparar a las víctimas, denunciar como propiedad de los paramilitares una finca conocida como Los Cerezos, ubicada a 15 minutos de la cárcel Buchelli del municipio de Tumaco. Después de ese episodio, la última vez que se supo de Castro fue el 12 de julio de 2016 cuando recibió atención sicosocial por la Agencia para la Reintegración y la Normalización. En todo caso, ya había rumores de que estaba delinquiendo y que podría perder los beneficios de la Ley de Justicia y Paz. El 21 de agosto de 2016 fue capturado con las manos en la masa. Junto con otros hombres fuertemente armados atacaron al Gaula del Ejército en el kilómetro 27 de Tumaco, cuyos uniformados persiguieron a los pistoleros hasta que lograron la captura de varias personas, entre ellas, Juan Larison Castro Estupiñán, quien tenía en su poder fusiles, proveedores, panfletos alusivos a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), gorros, un bolso con proyectiles de armas de fuego, dinero colombiano y guatemalteco, pasamontañas, pañoletas y teléfonos celulares.
Encontrándose en custodia de las autoridades policiales de Tumaco, Castro se fugó del lugar de reclusión: Meses más tarde fue recapturado y se identificó como Hermes Augusto Riascos Caicedo, siendo esta la segunda vez que adoptaba una identidad falsa. Aun cuando pesaban esos hechos en su contra, Castro logró que el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Tumaco acogiera el preacuerdo que había hecho con la Fiscalía y el cual lo llevó a que lo condenaran a 57 meses de prisión en una supuesta residencia suya, la última trampa que ejecutó para escaparse definitivamente. Cuando la Policía Judicial fue al sitio indicado por Castro, las personas que habían en esa vivienda manifestaron residir allí desde hacía más de 20 años y desconocer a Castro Estupiñán. “No ha sido posible ubicarlo porque desactivó el sistema de vigilancia electrónica que le había sido otorgada para que pudiera disfrutar del beneficio de libertad condicionada”, dice el último fallo del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá que lo expulsó de Justicia y Paz en este año.
El caso de Castro llamó la atención del Tribunal que preguntó en dicha sentencia cómo fue posible que la Fiscalía no le imputó cargos como el concierto para delinquir agravado aún cuando tenía suficiente material probatorio para tal fin. Además, preguntó por qué el juez cometió la inconsistencia de otorgarle el beneficio de prisión domiciliaria y aceptar una dirección errónea del sitio donde estaría pagando su condena.
Este año apareció en el cartel de los más buscados en el sur del país y se hace llamar “Matamba”, el cabecilla de los “gaitanistas”. El general Marco Mayorga, comandante de la Tercera División del Ejército en el sur del país, dijo que es uno de los capos del narcotráfico más buscados en el norte y centro de Nariño, que tiene 140 hombres al mando, que controla la zona sur de la cordillera occidental y que negocia con los narcotraficantes (colombianos y mexicanos) que requieren pasar por ese corredor que desemboca, siguiendo el curso del río Patía, en el océano Pacífico. Sus negocios internacionales son probados, pues desde que enfrentó al Ejército en Tumaco, por lo que fue capturado y condenado, las autoridades encontraron un sin número de billetes de Guatemala, el puerto centroamericano para terminar de embarcar la droga hacia los Estados Unidos.
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Inteligencia militar describió a “Matamba” como uno de los narcotraficantes más poderosos de esa región, ya que saca hasta 10 toneladas de cocaína mensuales. “Es un hombre que tiene mucho dinero y que está acrecentando su organización porque dedica parte de sus ganancias a la compra de armamento y reclutamiento de jóvenes. A su vez, él paga una franquicia al “Clan del Golfo” (los “gaitanistas”) y les cobra la franquicia a las bandas de micro y narcotráfico que operan en los municipios de Leiva, El Rosario, Policarpa, Taminango y varias poblaciones asentadas a orillas del río Patía donde tiene influencia su organización, incluso, Samaniego”, dijo el general Mayorga. En todo caso, es un hombre muy corruptor, tanto así que obtuvo un acta de defunción para intentar borrar su expediente judicial y de paso su condena.
A finales de febrero de este año, el cantante de música popular Francisco Gómez se vio sorprendido por un video que publicaron varios medios de comunicación y en el que se le ve en una tarima de un pueblo del sur de Nariño, cantando junto con varios hombres armados, entre ellos, “Matamba”, el jefe de los “gaitanistas”. El video tuvo relevancia nacional porque Gómez aparece disparando al aire en repetidas ocasiones con una pistola que le entregó uno de los hombres de “Matamba”. Mientras tanto, su fanaticada gritaba al ver la lluvia de bala, en un desafío a la muerte, y alumbraba con los celulares que grababan la escena mafiosa. El cantante, días después, dijo que lo contrataron para cantar en unas fiestas tradicionales y que se vio sorprendido cuando los armados se le presentaron, previo a su salida al escenario, como los encargados de resguardar su vida durante el concierto.
La orden de fusilamiento contra Juan Larinson Castro Estupiñán casi estaba dada. Corría el año de 1997. Los comandantes del frente 29 de las Farc convocaron a un consejo de guerra para decidir ese y otros casos, por la indisciplina militar que ponía en peligro a los guerrilleros. Castro decidió escabullirse, se puso en contacto con un paramilitar apodado “El Enano” y navegó desde el Pacífico nariñense hasta el Pacífico caucano donde arribó al municipio de Guapi. Allí se integró al Bloque Calima y luego de nueve meses fue enviado de vuelta a Nariño, al Bloque Libertadores del Sur, en el municipio del Charco, en la selva del sur del Pacífico nariñense. En 2002 fue enviado a la zona urbana del puerto de Tumaco y luego se trasladó, nuevamente por mar, al Puerto de Buenaventura, en el Valle del Cauca, para llegar a Cartago donde fue capturado el 16 de diciembre de 2003. Ese día, Castro empezaría a ejecutar un largo plan criminal en el que se cuentan dos fugas, con complicidad de autoridades, incluida la última, que lo convirtió en uno de los prófugos más buscados del sur del país.
En 2003 fue capturado por el homicidio del señor Alberto Paredes Paredes, por el que fue condenado el 25 de mayo de 2005 por el juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Pasto (Nariño). Con el proceso de paz de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), se desmovilizó como privado de la libertad el 30 de julio de 2005, con el frente Lorenzo Aldana del Bloque Libertadores del Sur, junto a 688 hombres, en el municipio de Taminango (Nariño). Rindió 28 diligencias de versión libre desde marzo de 2008 hasta mayo de 2016, en las que confesó 30 hechos criminales cometidos por las estructuras paramilitares en las que militó. Entre el 1º y 2 de diciembre de 2008 participó en un tramite de exhumación en el municipio del Charco; sin embargo, los resultados fueron negativos. El 27 de agosto de 2015 informó de la existencia de una fosa en el municipio de Olaya Herrera, en Bocas de Satinga, su cabecera. Sin embargo, el cuerpo de un profesor al que apodaban “El Muelón” no fue encontrado como se pretendía.
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El 3 de febrero de 2016 Castro reapareció para, como parte de su compromiso de reparar a las víctimas, denunciar como propiedad de los paramilitares una finca conocida como Los Cerezos, ubicada a 15 minutos de la cárcel Buchelli del municipio de Tumaco. Después de ese episodio, la última vez que se supo de Castro fue el 12 de julio de 2016 cuando recibió atención sicosocial por la Agencia para la Reintegración y la Normalización. En todo caso, ya había rumores de que estaba delinquiendo y que podría perder los beneficios de la Ley de Justicia y Paz. El 21 de agosto de 2016 fue capturado con las manos en la masa. Junto con otros hombres fuertemente armados atacaron al Gaula del Ejército en el kilómetro 27 de Tumaco, cuyos uniformados persiguieron a los pistoleros hasta que lograron la captura de varias personas, entre ellas, Juan Larison Castro Estupiñán, quien tenía en su poder fusiles, proveedores, panfletos alusivos a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), gorros, un bolso con proyectiles de armas de fuego, dinero colombiano y guatemalteco, pasamontañas, pañoletas y teléfonos celulares.
Encontrándose en custodia de las autoridades policiales de Tumaco, Castro se fugó del lugar de reclusión: Meses más tarde fue recapturado y se identificó como Hermes Augusto Riascos Caicedo, siendo esta la segunda vez que adoptaba una identidad falsa. Aun cuando pesaban esos hechos en su contra, Castro logró que el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Tumaco acogiera el preacuerdo que había hecho con la Fiscalía y el cual lo llevó a que lo condenaran a 57 meses de prisión en una supuesta residencia suya, la última trampa que ejecutó para escaparse definitivamente. Cuando la Policía Judicial fue al sitio indicado por Castro, las personas que habían en esa vivienda manifestaron residir allí desde hacía más de 20 años y desconocer a Castro Estupiñán. “No ha sido posible ubicarlo porque desactivó el sistema de vigilancia electrónica que le había sido otorgada para que pudiera disfrutar del beneficio de libertad condicionada”, dice el último fallo del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá que lo expulsó de Justicia y Paz en este año.
El caso de Castro llamó la atención del Tribunal que preguntó en dicha sentencia cómo fue posible que la Fiscalía no le imputó cargos como el concierto para delinquir agravado aún cuando tenía suficiente material probatorio para tal fin. Además, preguntó por qué el juez cometió la inconsistencia de otorgarle el beneficio de prisión domiciliaria y aceptar una dirección errónea del sitio donde estaría pagando su condena.
Este año apareció en el cartel de los más buscados en el sur del país y se hace llamar “Matamba”, el cabecilla de los “gaitanistas”. El general Marco Mayorga, comandante de la Tercera División del Ejército en el sur del país, dijo que es uno de los capos del narcotráfico más buscados en el norte y centro de Nariño, que tiene 140 hombres al mando, que controla la zona sur de la cordillera occidental y que negocia con los narcotraficantes (colombianos y mexicanos) que requieren pasar por ese corredor que desemboca, siguiendo el curso del río Patía, en el océano Pacífico. Sus negocios internacionales son probados, pues desde que enfrentó al Ejército en Tumaco, por lo que fue capturado y condenado, las autoridades encontraron un sin número de billetes de Guatemala, el puerto centroamericano para terminar de embarcar la droga hacia los Estados Unidos.
(También lea: Ante la violencia, Samaniego acude a la resistencia social)
Inteligencia militar describió a “Matamba” como uno de los narcotraficantes más poderosos de esa región, ya que saca hasta 10 toneladas de cocaína mensuales. “Es un hombre que tiene mucho dinero y que está acrecentando su organización porque dedica parte de sus ganancias a la compra de armamento y reclutamiento de jóvenes. A su vez, él paga una franquicia al “Clan del Golfo” (los “gaitanistas”) y les cobra la franquicia a las bandas de micro y narcotráfico que operan en los municipios de Leiva, El Rosario, Policarpa, Taminango y varias poblaciones asentadas a orillas del río Patía donde tiene influencia su organización, incluso, Samaniego”, dijo el general Mayorga. En todo caso, es un hombre muy corruptor, tanto así que obtuvo un acta de defunción para intentar borrar su expediente judicial y de paso su condena.
A finales de febrero de este año, el cantante de música popular Francisco Gómez se vio sorprendido por un video que publicaron varios medios de comunicación y en el que se le ve en una tarima de un pueblo del sur de Nariño, cantando junto con varios hombres armados, entre ellos, “Matamba”, el jefe de los “gaitanistas”. El video tuvo relevancia nacional porque Gómez aparece disparando al aire en repetidas ocasiones con una pistola que le entregó uno de los hombres de “Matamba”. Mientras tanto, su fanaticada gritaba al ver la lluvia de bala, en un desafío a la muerte, y alumbraba con los celulares que grababan la escena mafiosa. El cantante, días después, dijo que lo contrataron para cantar en unas fiestas tradicionales y que se vio sorprendido cuando los armados se le presentaron, previo a su salida al escenario, como los encargados de resguardar su vida durante el concierto.