“Me pueden matar en cualquier momento”: Andrés Narváez, líder social de Sucre
Nuevas amenazas de muerte denuncia este líder social que ha dedicado su vida a luchar por la propiedad de la hacienda La Europa, en Ovejas, Sucre.
Pilar Puentes Espinosa - LA PAZ EN EL TERRENO *
El 17 de agosto de 2018, Andrés Narváez, el juglar de la hacienda La Europa, en Ovejas, Sucre recibió un mensaje de texto sospechoso. Al día siguiente, él, un hombre perseverante de 60 años, de voz amable y buena memoria, recordó que tenía que ir a la iglesia evangélica a la que asiste, sin falta, cada sábado.
Ya eran las nueve de la mañana y el calor aumentaba en los Montes de María. De camino a la iglesia, Narváez revisó su celular y se percató del mensaje. Este hombre de memoria prodigiosa no sabe leer ni escribir, por lo que debió esperar mientras llegaba al recinto para conocer su contenido. Al llegar, buscó con precaución a un amigo de confianza. Nervioso, le mostró el mensaje, lo leyeron y los recuerdos de estar cerca a la muerte lo invadieron de nuevo.
“Te salvaste la primera vez, pero esta vez no vivirás”. La primera vez a la que se refiere la amenaza ocurrió en 2014. Narváez estaba emocionado de ver a Colombia en el Mundial de Fútbol y, antes del partido, fue a la hacienda a cortar leña. Andrés cayó al suelo, cuando un hombre a caballo se le acercó y le disparó. Recibió cuatro impactos: uno en la mano derecha, cerca al pulgar; otro en la mano izquierda y los otros dos en el pecho.
Narváez, el hombre perseverante, se paró. Sangrando, caminó más de un kilómetro hasta que unos jóvenes lo auxiliaron y llevaron al hospital del municipio. Estuvo internado durante 22 días.
En el hospital, Andrés pudo reconocer a Héctor San Martín, un conocido capataz de la empresa que ocupa parte de La Europa, como su agresor. A los pocos meses de haber sido capturado, San Martín fue dejado en libertad por vencimiento de términos. El juez, sin embargo, lo condenó a 25 años de cárcel.
El atentado fue producto de la discusión, días atrás, entre Narváez y el capataz de la hacienda. San Martín le reclamó por haber puesto una puerta a la entrada de La Europa. “¡Esta tierra es de la empresa, no de ustedes!”, le gritó el capataz a Narváez. Él le explicó que la tierra no era, solamente, propiedad de la empresa Arepas Don Juancho, que alega ser la dueña del terreno, sino también de los campesinos que lo han habitado desde finales de los años 60.
Después de recuperarse, Andrés tuvo que pasar de la comodidad de una camisa fresca al insoportable calor de un chaleco antibalas.
El hombre de voz amable se refugió en España por seis meses. A finales de 2016 volvió a Ovejas para seguir cantándole a los recuerdos de su infancia y a los amaneceres en la hacienda, mientras labraba la tierra, y para amenizar las fiestas de su pueblo, sede del Festival de Gaitas más antiguo del país. También para seguir liderando la restitución de tierras. Pero las amenazas de muerte regresaron con él.
La lucha por la tierra
En 1969, el presidente de la época, Carlos Lleras Restrepo, compró 1.321 hectáreas de esta hacienda y se las entregó a 114 familias, que conformaron la Asociación de Campesinos y Campesinas de la Finca La Europa. Esta organización pretendía organizar a la comunidad para cultivar la tierra colectivamente. Sin embargo, en la práctica dividieron el predio y cada uno tomó un pedazo.
Desde 2011, la Asociación representa, en un proceso de restitución, a los hijos y las familias de aquellos campesinos que recibieron las tierras de La Europa en 1969 y que tuvieron que abandonarlas por la violencia. La Asociación tiene a Narváez como vicepresidente y a su amigo Argemiro Lara como presidente, quienes buscan que la comunidad logre explotar colectivamente el predio, como se pensó originalmente.
A finales de 2016, Lara también sufrió un atentado, en Sincelejo, Sucre, pero su escolta reaccionó y pudo herir al atacante. Desde entonces, Lara cuenta con un carro blindado, un escolta y un chaleco antibalas de la Unidad Nacional de Protección (UNP). Aun siendo presidente de la asociación, prefiere no viajar al predio muy a menudo, pues se siente en peligro de muerte.
En los años 80, la presencia guerrillera aumentó en la región y muchos de los campesinos que trabajaban la tierra, desde entonces, fueron desplazados por los enfrentamientos entre las Farc, los paramilitares y la fuerza pública. Narváez fue uno de tantos que salió huyendo de la violencia. A lo largo de diez años, 15 campesinos de La Europa fueron asesinados. La proporción del desplazamiento forzado fue tal que en 2005 solo cinco familias vivían en la propiedad.
Tras las desmovilizaciones de las Auc, entre 2004 y 2006, algunos campesinos regresaron al predio. En los dos años siguientes, la hacienda estaba siendo, nuevamente, poblada por las familias que habían retornado y por nuevos habitantes. En la misma época, varios representantes de una empresa que se hacía llamar Arepas Don Juancho, en cabeza del empresario antioqueño Juan Guillermo Vélez Jaramillo, apareció en la zona comprando predios de algunos ocupantes, muy por debajo del valor comercial de la tierra.
La violencia había abaratado las tierras en varias regiones de Colombia, incluyendo los Montes de María. Aún no es claro el porqué de la llegada a la región de Arepas Don Juancho, que realmente no existe como empresa y se presenta con el mismo registro mercantil de Pajumar S. A. Para ese momento, el trabajo de la Asociación se concentró en organizar a la mayoría de familias que no habían venido, para que no se dejaran convencer.
Desde entonces, la empresa ha intentado desalojar a los campesinos en muchas ocasiones. Incluso, la población ha denunciado que en varias oportunidades les han quemado algunos ranchos.
Hoy, Andrés Narváez no puede habitar y trabajar su tierra, como tanto le gusta. El 10 de julio de 2018 la UNP le retiró el carro blindado que hacía parte de su esquema de seguridad. Cada vez le resulta más difícil trasladarse con su escolta (quien también fue amenazado en el mensaje de texto), con quien debe movilizarse a pie.
“Me pueden matar en cualquier momento”, afirma el juglar. Él y su compañero Argemiro saben que algo pasa en La Europa. Hay movimientos extraños y aunque las intimidaciones son constantes, Argemiro no ha recibido una amenaza directa desde marzo. Los dos líderes de restitución de tierras saben que los esquemas de seguridad son necesarios, pero insuficientes para recibir tranquilos los amaneceres en la hacienda La Europa.
* La paz en el terreno es una plataforma de análisis de datos e investigación en la que participan Colombia 2020 y Rutas del Conflicto.
El 17 de agosto de 2018, Andrés Narváez, el juglar de la hacienda La Europa, en Ovejas, Sucre recibió un mensaje de texto sospechoso. Al día siguiente, él, un hombre perseverante de 60 años, de voz amable y buena memoria, recordó que tenía que ir a la iglesia evangélica a la que asiste, sin falta, cada sábado.
Ya eran las nueve de la mañana y el calor aumentaba en los Montes de María. De camino a la iglesia, Narváez revisó su celular y se percató del mensaje. Este hombre de memoria prodigiosa no sabe leer ni escribir, por lo que debió esperar mientras llegaba al recinto para conocer su contenido. Al llegar, buscó con precaución a un amigo de confianza. Nervioso, le mostró el mensaje, lo leyeron y los recuerdos de estar cerca a la muerte lo invadieron de nuevo.
“Te salvaste la primera vez, pero esta vez no vivirás”. La primera vez a la que se refiere la amenaza ocurrió en 2014. Narváez estaba emocionado de ver a Colombia en el Mundial de Fútbol y, antes del partido, fue a la hacienda a cortar leña. Andrés cayó al suelo, cuando un hombre a caballo se le acercó y le disparó. Recibió cuatro impactos: uno en la mano derecha, cerca al pulgar; otro en la mano izquierda y los otros dos en el pecho.
Narváez, el hombre perseverante, se paró. Sangrando, caminó más de un kilómetro hasta que unos jóvenes lo auxiliaron y llevaron al hospital del municipio. Estuvo internado durante 22 días.
En el hospital, Andrés pudo reconocer a Héctor San Martín, un conocido capataz de la empresa que ocupa parte de La Europa, como su agresor. A los pocos meses de haber sido capturado, San Martín fue dejado en libertad por vencimiento de términos. El juez, sin embargo, lo condenó a 25 años de cárcel.
El atentado fue producto de la discusión, días atrás, entre Narváez y el capataz de la hacienda. San Martín le reclamó por haber puesto una puerta a la entrada de La Europa. “¡Esta tierra es de la empresa, no de ustedes!”, le gritó el capataz a Narváez. Él le explicó que la tierra no era, solamente, propiedad de la empresa Arepas Don Juancho, que alega ser la dueña del terreno, sino también de los campesinos que lo han habitado desde finales de los años 60.
Después de recuperarse, Andrés tuvo que pasar de la comodidad de una camisa fresca al insoportable calor de un chaleco antibalas.
El hombre de voz amable se refugió en España por seis meses. A finales de 2016 volvió a Ovejas para seguir cantándole a los recuerdos de su infancia y a los amaneceres en la hacienda, mientras labraba la tierra, y para amenizar las fiestas de su pueblo, sede del Festival de Gaitas más antiguo del país. También para seguir liderando la restitución de tierras. Pero las amenazas de muerte regresaron con él.
La lucha por la tierra
En 1969, el presidente de la época, Carlos Lleras Restrepo, compró 1.321 hectáreas de esta hacienda y se las entregó a 114 familias, que conformaron la Asociación de Campesinos y Campesinas de la Finca La Europa. Esta organización pretendía organizar a la comunidad para cultivar la tierra colectivamente. Sin embargo, en la práctica dividieron el predio y cada uno tomó un pedazo.
Desde 2011, la Asociación representa, en un proceso de restitución, a los hijos y las familias de aquellos campesinos que recibieron las tierras de La Europa en 1969 y que tuvieron que abandonarlas por la violencia. La Asociación tiene a Narváez como vicepresidente y a su amigo Argemiro Lara como presidente, quienes buscan que la comunidad logre explotar colectivamente el predio, como se pensó originalmente.
A finales de 2016, Lara también sufrió un atentado, en Sincelejo, Sucre, pero su escolta reaccionó y pudo herir al atacante. Desde entonces, Lara cuenta con un carro blindado, un escolta y un chaleco antibalas de la Unidad Nacional de Protección (UNP). Aun siendo presidente de la asociación, prefiere no viajar al predio muy a menudo, pues se siente en peligro de muerte.
En los años 80, la presencia guerrillera aumentó en la región y muchos de los campesinos que trabajaban la tierra, desde entonces, fueron desplazados por los enfrentamientos entre las Farc, los paramilitares y la fuerza pública. Narváez fue uno de tantos que salió huyendo de la violencia. A lo largo de diez años, 15 campesinos de La Europa fueron asesinados. La proporción del desplazamiento forzado fue tal que en 2005 solo cinco familias vivían en la propiedad.
Tras las desmovilizaciones de las Auc, entre 2004 y 2006, algunos campesinos regresaron al predio. En los dos años siguientes, la hacienda estaba siendo, nuevamente, poblada por las familias que habían retornado y por nuevos habitantes. En la misma época, varios representantes de una empresa que se hacía llamar Arepas Don Juancho, en cabeza del empresario antioqueño Juan Guillermo Vélez Jaramillo, apareció en la zona comprando predios de algunos ocupantes, muy por debajo del valor comercial de la tierra.
La violencia había abaratado las tierras en varias regiones de Colombia, incluyendo los Montes de María. Aún no es claro el porqué de la llegada a la región de Arepas Don Juancho, que realmente no existe como empresa y se presenta con el mismo registro mercantil de Pajumar S. A. Para ese momento, el trabajo de la Asociación se concentró en organizar a la mayoría de familias que no habían venido, para que no se dejaran convencer.
Desde entonces, la empresa ha intentado desalojar a los campesinos en muchas ocasiones. Incluso, la población ha denunciado que en varias oportunidades les han quemado algunos ranchos.
Hoy, Andrés Narváez no puede habitar y trabajar su tierra, como tanto le gusta. El 10 de julio de 2018 la UNP le retiró el carro blindado que hacía parte de su esquema de seguridad. Cada vez le resulta más difícil trasladarse con su escolta (quien también fue amenazado en el mensaje de texto), con quien debe movilizarse a pie.
“Me pueden matar en cualquier momento”, afirma el juglar. Él y su compañero Argemiro saben que algo pasa en La Europa. Hay movimientos extraños y aunque las intimidaciones son constantes, Argemiro no ha recibido una amenaza directa desde marzo. Los dos líderes de restitución de tierras saben que los esquemas de seguridad son necesarios, pero insuficientes para recibir tranquilos los amaneceres en la hacienda La Europa.
* La paz en el terreno es una plataforma de análisis de datos e investigación en la que participan Colombia 2020 y Rutas del Conflicto.