Montes de María: entre el fantasma de las masacres y la presencia del Clan del Golfo
Hoy llega a la región el presidente Iván Duque. Entre las autoridades y los habitantes de la zona hay consenso de que los peores tiempos ya pasaron, pero prevalecen las amenazas del Clan del Golfo.
Pedro Mendoza-Corresponsal en Cartagena
Los malos recuerdos no se han ido. Muchos recuerdan cómo hace 20 años sus pueblos fueron sitiados por la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico. Eran los tiempos finales de los años 90 y en los Montes de María, entre los departamentos de Sucre y Bolívar, las comunidades huían al paso de los violentos. Todavía se habla en voz baja cuando se menciona a Rodrigo Mercado, alias Cadena, un temido jefe paramilitar a quien se atribuyen, entre otras, las masacres de Macayepo, El Salado, Ovejas y Mampuján.
Sin embargo, hoy se respira otro aire, aunque el clima de amenazas se sostiene. Recientemente, el dueño de una ferretería en San Onofre (Sucre) llegó a la sede de la Primera Brigada de la Infantería de Marina con un mensaje amenazante en su celular. El documento estaba marcado con un logo de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. El comandante de la unidad militar, el coronel Rafael Olaya, aseguró que el mensaje no pertenece a esa organización y lo dice con la convicción de conocer a fondo la región.
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El coronel Olaya ha pasado casi todos los años de su vida como integrante de la Armada en esta región. Frunce el ceño cuando habla de narcotráfico. La brigada bajo su responsabilidad abarca tres departamentos. A su mando tiene a 4.192 hombres atentos a sus órdenes. “No estamos metidos en los comandos o las brigadas, estamos fuera de los cuarteles”, recalca al tiempo que asegura que el Clan del Golfo se ha venido replegando, pero tiene muchos tentáculos en la región que afectan principalmente a la región del Urabá.
En lo que va corrido del año, agrega el oficial, con apoyo de la Fuerza Naval del Caribe, se ha logrado la incautación de 3.845 kilos de clorhidrato de cocaína y la captura de 79 personas. A pesar de estas acciones, la Defensoría del Pueblo ha hecho públicos varios informes de alerta temprana que identifican a la región, especialmente la zona de territorio de San Onofre, de alto riesgo por la presencia de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que han instrumentalizado a las pandillas barriales para tratar de extender su influencia.
María la Baja, el ocaso de la tierra campesina
A esta región donde la violencia ya no es la misma, pero prevalecen los controles de seguridad y el patrullaje militar, llega hoy el presidente Iván Duque en su periplo por la costa Caribe. Aunque su destino principal es el municipio de San Jacinto, en general en los 15 municipios que comprenden los Montes de María, entre Bolívar y Sucre, se recibe con expectativa la presencia del jefe de Estado, pues su geografía está llena de corredores hacia Córdoba y Antioquia, con importante salida al mar.
Por eso, también es claro el interés del Clan del Golfo por aprovechar este entorno geográfico para sus acciones de envío de droga o extensiones de microtráfico. Esta organización criminal quiere volver a la época del miedo, razón por la cual persisten los desafíos para el Estado. Y también para el sector privado, como lo resalta Carolina Calderón, directora ejecutiva de la organización social Funcicar, que recalca la necesidad de cualificar las inversiones municipales hacia prioridades de la región.
“Con la llegada de varios cooperantes se generaron las condiciones para integrar distintos actores del territorio en torno a objetivos comunes”, insistió Carolina Calderón. En su criterio, la construcción de paz va más allá de la superación armada y en la región de los Montes de María ese desafío pasa por involucrar el capital privado en tareas como la diversificación de fuentes de ingreso o la diminución de la informalidad laboral. Una perspectiva que entre los habitantes de la zona tiene miradas alternas.
El bosque de los mil colores y sabores renace en los Montes de María
Las calles de San Onofre son amplias y el paisaje de viejas casonas muestra lo que en una época fue su arquitectura republicana. En su plaza principal, un almacén de cadena alumbra la esquina. A su lado está la iglesia y a escasas cuadras del entorno principal se levantan los barriosEl Porvenir y El Palito, con sus fronteras invisibles. Desafortunadamente, en las entrañas de este epicentro barrial se concentra la mayor parte del microtráfico. También es el sector donde más aparecen panfletos amenazantes.
“Aquí un cigarrillo de marihuana se consigue a $3.500 y una dosis de perico entre $8.000 y $10.000. Incluso se han presentado disputas en la zona y varios homicidios”, sostiene un habitante que prefiere reservar su identidad. El teniente coronel Germán Albarracín, comandante del Batallón 13 de Infantería de Marina, que tiene desplegada una fuerza de 100 hombres dotados de elementos de movilidad táctica, asegura que “lo que buscan los narcotraficantes es infundir temor para poder controlar las rutas ilegales”.
Cerca de San Onofre está el corregimiento El Rincón del Mar, donde la perspectiva es otra. Los turistas aprovechan sus playas. La mayoría son extranjeros y poco o nada saben del reciente pasado oscuro en la región. Virginia, una joven francesa, comenta sin afanes que buscaron ese sitio por su autenticidad, los pescadores y la tranquilidad. “Llevo tres meses viajando por Colombia, he pasado por muchos lugares y no he sentido violencia”, agrega. Robinson Lozano, líder social en la zona, añade que la seguridad es la misma comunidad.
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En contraste, a 20 minutos de San Onofre está el corregimiento de Berrugas. Un profesor de la localidad, sentado sobre una tabla de madera, comenta: “El Estado ha mirado muy poco estos pueblos. Antes estábamos muy desprotegidos. Aquí se vivió un pasado horrible y ya no queremos que esos días vuelvan”. Sin embargo, el educador (que tampoco da su nombre) reconoce que la delincuencia común lo sigue afectando, que a veces hay miedo y que después de las cinco de la tarde es difícil transitar por las calles.
Un diagnóstico de percepción de gobernabilidad promovido por la Fundación Cívica Pro Cartagena y Global Communities refiere que los gobiernos locales en los Montes de María tienen una visión negativa de sus habitantes. Por su parte, el gobernador de Sucre, Édgar Martínez Romero, expresa que debe crecer la inversión social, pero que hoy la prioridad es combatir el narcotráfico y que, en esa tarea, el Estado no va a dejar sola a la población. Y esa misión incluye defender a los líderes sociales que están defendiendo los derechos adquiridos de la gente.
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Los malos recuerdos no se han ido. Muchos recuerdan cómo hace 20 años sus pueblos fueron sitiados por la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico. Eran los tiempos finales de los años 90 y en los Montes de María, entre los departamentos de Sucre y Bolívar, las comunidades huían al paso de los violentos. Todavía se habla en voz baja cuando se menciona a Rodrigo Mercado, alias Cadena, un temido jefe paramilitar a quien se atribuyen, entre otras, las masacres de Macayepo, El Salado, Ovejas y Mampuján.
Sin embargo, hoy se respira otro aire, aunque el clima de amenazas se sostiene. Recientemente, el dueño de una ferretería en San Onofre (Sucre) llegó a la sede de la Primera Brigada de la Infantería de Marina con un mensaje amenazante en su celular. El documento estaba marcado con un logo de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. El comandante de la unidad militar, el coronel Rafael Olaya, aseguró que el mensaje no pertenece a esa organización y lo dice con la convicción de conocer a fondo la región.
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El coronel Olaya ha pasado casi todos los años de su vida como integrante de la Armada en esta región. Frunce el ceño cuando habla de narcotráfico. La brigada bajo su responsabilidad abarca tres departamentos. A su mando tiene a 4.192 hombres atentos a sus órdenes. “No estamos metidos en los comandos o las brigadas, estamos fuera de los cuarteles”, recalca al tiempo que asegura que el Clan del Golfo se ha venido replegando, pero tiene muchos tentáculos en la región que afectan principalmente a la región del Urabá.
En lo que va corrido del año, agrega el oficial, con apoyo de la Fuerza Naval del Caribe, se ha logrado la incautación de 3.845 kilos de clorhidrato de cocaína y la captura de 79 personas. A pesar de estas acciones, la Defensoría del Pueblo ha hecho públicos varios informes de alerta temprana que identifican a la región, especialmente la zona de territorio de San Onofre, de alto riesgo por la presencia de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que han instrumentalizado a las pandillas barriales para tratar de extender su influencia.
María la Baja, el ocaso de la tierra campesina
A esta región donde la violencia ya no es la misma, pero prevalecen los controles de seguridad y el patrullaje militar, llega hoy el presidente Iván Duque en su periplo por la costa Caribe. Aunque su destino principal es el municipio de San Jacinto, en general en los 15 municipios que comprenden los Montes de María, entre Bolívar y Sucre, se recibe con expectativa la presencia del jefe de Estado, pues su geografía está llena de corredores hacia Córdoba y Antioquia, con importante salida al mar.
Por eso, también es claro el interés del Clan del Golfo por aprovechar este entorno geográfico para sus acciones de envío de droga o extensiones de microtráfico. Esta organización criminal quiere volver a la época del miedo, razón por la cual persisten los desafíos para el Estado. Y también para el sector privado, como lo resalta Carolina Calderón, directora ejecutiva de la organización social Funcicar, que recalca la necesidad de cualificar las inversiones municipales hacia prioridades de la región.
“Con la llegada de varios cooperantes se generaron las condiciones para integrar distintos actores del territorio en torno a objetivos comunes”, insistió Carolina Calderón. En su criterio, la construcción de paz va más allá de la superación armada y en la región de los Montes de María ese desafío pasa por involucrar el capital privado en tareas como la diversificación de fuentes de ingreso o la diminución de la informalidad laboral. Una perspectiva que entre los habitantes de la zona tiene miradas alternas.
El bosque de los mil colores y sabores renace en los Montes de María
Las calles de San Onofre son amplias y el paisaje de viejas casonas muestra lo que en una época fue su arquitectura republicana. En su plaza principal, un almacén de cadena alumbra la esquina. A su lado está la iglesia y a escasas cuadras del entorno principal se levantan los barriosEl Porvenir y El Palito, con sus fronteras invisibles. Desafortunadamente, en las entrañas de este epicentro barrial se concentra la mayor parte del microtráfico. También es el sector donde más aparecen panfletos amenazantes.
“Aquí un cigarrillo de marihuana se consigue a $3.500 y una dosis de perico entre $8.000 y $10.000. Incluso se han presentado disputas en la zona y varios homicidios”, sostiene un habitante que prefiere reservar su identidad. El teniente coronel Germán Albarracín, comandante del Batallón 13 de Infantería de Marina, que tiene desplegada una fuerza de 100 hombres dotados de elementos de movilidad táctica, asegura que “lo que buscan los narcotraficantes es infundir temor para poder controlar las rutas ilegales”.
Cerca de San Onofre está el corregimiento El Rincón del Mar, donde la perspectiva es otra. Los turistas aprovechan sus playas. La mayoría son extranjeros y poco o nada saben del reciente pasado oscuro en la región. Virginia, una joven francesa, comenta sin afanes que buscaron ese sitio por su autenticidad, los pescadores y la tranquilidad. “Llevo tres meses viajando por Colombia, he pasado por muchos lugares y no he sentido violencia”, agrega. Robinson Lozano, líder social en la zona, añade que la seguridad es la misma comunidad.
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En contraste, a 20 minutos de San Onofre está el corregimiento de Berrugas. Un profesor de la localidad, sentado sobre una tabla de madera, comenta: “El Estado ha mirado muy poco estos pueblos. Antes estábamos muy desprotegidos. Aquí se vivió un pasado horrible y ya no queremos que esos días vuelvan”. Sin embargo, el educador (que tampoco da su nombre) reconoce que la delincuencia común lo sigue afectando, que a veces hay miedo y que después de las cinco de la tarde es difícil transitar por las calles.
Un diagnóstico de percepción de gobernabilidad promovido por la Fundación Cívica Pro Cartagena y Global Communities refiere que los gobiernos locales en los Montes de María tienen una visión negativa de sus habitantes. Por su parte, el gobernador de Sucre, Édgar Martínez Romero, expresa que debe crecer la inversión social, pero que hoy la prioridad es combatir el narcotráfico y que, en esa tarea, el Estado no va a dejar sola a la población. Y esa misión incluye defender a los líderes sociales que están defendiendo los derechos adquiridos de la gente.
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