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Un alto en la historia. Es la primera vez que en el país se unieron sectores influyentes para proteger a las y los defensores de derechos humanos que están en riesgo. En el primero foro de la campaña Lidera la Vida, en Montería (Córdoba), que busca acompañar y reducir la estigmatización que se tiene sobre la labor de los líderes en el país, estuvieron la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo; el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES), la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y medios de comunicación como Caracol Televisión, Blu Radio y El Espectador.
Otros fueron los años en que cientos de miles de líderes y lideresas sociales fueron asesinados y amenazados ante la indolencia de un país en silencio. Al menos eso busca esta campaña ante las cifras de más de 300 líderes y defensores de derechos humanos que han sido asesinados por ejercer su labor desde 2015, como sostiene la Defensoría del Pueblo.
“La protección de los defensores de derechos humanos es una prioridad. Tenemos la voluntad para seguir trabajando con el gobierno para reducir los prejuicios y demás amenazas que los rodea. (…) Espero que la campaña Lidera la Vida sea el mejor reflejo de una colaboración entre diferentes sectores para consolidar la paz y logar un desarrollo más incluyente”: resaltó Larry Sacks, director de USAID en Colombia.
El respaldo y apoyo a sus vidas deben ser otros. Ese fue uno de los más contundentes mensajes que dio esta primera conversación sobre el tema que empezaron cinco lideresas que viajaron desde sus regiones para compartir los desafíos, obstáculos y amenazas que enfrentan en esta valiosa labor. No es para menos. Solo en lo que va este año 20 mujeres han denunciado hechos de violencia en razón de su liderazgo. La violencia contra ellas busca ser “ejemplarizante” son mensajes intimidantes que buscan acabar estos y nuevos liderazgos, según la organización Sisma Mujer.
Allí estuvieron Mayerlis Angarita, de la organización Narrar para Vivir en los Montes de María; Juana Ruiz, de la Tejedoras de Mampuján; Zaida Artuz, de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), María Gregoría Arrieta, de la Asociación Campesina para el Desarrollo del Alto Sinú (Asodecas) y Dayana Urzola, de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Angarita, por ejemplo, dijo con voz quebrada: “He vivido cuatro ataques, cuatro atentados. Fue aquí en Montería donde desapareció mi mamá. Pero esa es la capacidad de liderazgo que tenemos, no nos dejamos vencer”. Angarita aseguró que para ella: “ha sido súper importante” esta activación de los medios de comunicación, entidades y organizaciones para aportar a acabar la estigmatización que han padecido.
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Hizo un especial llamado a los medios de comunicación y entidades a que vayan al territorio a conocer de primera mano las problemáticas y a que se implemente el acuerdo de paz, en especial el punto de tierras y que las víctimas sean el centro.
Contó que en Montes de Bolívar crearon una mesa de víctimas con la que están liderando con muy pocos recursos 84 procesos y buscan que en septiembre de este año tengan ya una casa refugio y una guardería en Montes de María. “Así demostramos que se puede y aunque no nos gusta el Gobierno ellos son el Gobierno y hay que trabajar con ellos porque, al menos yo, no aguanto un mes más”, aseguró y pidió “Sigamos liderando la vida”.
“Se cree que las mujeres estamos solo para peluche 1, 2 y 3 y más nada. Pero además de nuestro liderazgo tenemos el riesgo de ser mujeres y los ataques a las mujeres se han incrementado. Nos están cobrando no estar en la cocina o solo atendiendo los hijos”, sostuvo esta líder de la organización Narrar para Vivir en los Montes de María y reafirmó que la protección de las mujeres debe ir más allá de chalecos antibalas y escoltas.
La importancia de su liderazgo es clave. Por ejemplo, en María la Baja, en Bolívar, son las líderes quienes luchan por defender el agua por encima de los intereses económicos, recordó Dayana Urzola Domicó, lideresa del pueblo indígena embera.
“La campaña Lidera la Vida puede aportar a blindar el territorio, para que por ejemplo no vengan las multinacionales a acabar con nuestros recursos, como puede pasar en Urrá, que en una nueva intervención podría terminar en un daño enorme a los ríos Zinú y Esmeralda”, refirió María Gregoría Arrieta, de Asodecas.
Pero suelen ser liderazgos que pasan por muchos obstáculos y miedos, incluso en el hogar. “El día que escuché a mi hija que quería ser como yo lloré como un bebé, porque pensé que estaba avergonzaba de mi liderazgo”, dijo Juana Ruiz, integrante de las Tejedoras de Mampuján. Y llamó la atención sobre un aspecto que suele ser invisible: “¿Cuántas lideresas no están afectadas de manera emocional por su labor? Yo invito a que el Estado promueva un seguro de vida para las mujeres líderes, porque mi pesadilla es que si yo me muero, mis hijas quedan abandonadas”.
Juana Ruiz habló, asimismo, de otras violencias que enfrentan al interior por ser líderesas, por ejemplo, de ganarse un espacio para ejercer este trabajo con sus compañeros y familias. En esto concuerda también María Gregoría Arrieta, de Asodecas, y agrega: “Tenemos siempre el estigma de que somos locas y no vamos a conseguir nada, que estamos dañándole la cabeza a otras mujeres por decir que tenemos derechos. Nos tildan de izquierda simplemente porque levantamos la voz. Un ejemplo de eso es el asesinato de María del Pilar Hurtado, en Tierralta, Córdoba. Cuando la matan Fabio Otero Avilez, el alcalde de Tierralta, lo primero que dice era que no era líder. Pero ella lideraba un grupo que estaba invadiendo terrenos que eran de propiedad precisamente de la familia del alcalde".
El pronunciamiento de Ruíz sobrecogió al auditorio porque este jueves también se conoció que a través de una tutela, el alcalde Otero Avilez logró que un juzgado de Montería lo devolviera a su cargo, del que fue suspendido por tres meses mientras se llevaban a cabo las investigaciones por posibles omisiones relacionadas con el homicidio de la líder social María del Pilar Hurtado Montaño.
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“Las mujeres indígenas, por ejemplo, tenemos hasta agresiones espirituales. A mí me pasó una vez que busque la participación de mujeres indígenas jóvenes que no las dejaban participar”, dijo Dayana Urzola, de la ONIC, y sostuvo: “Necesitamos que no se invisibilicen las voces de mujeres indígenas (…) No están cumpliendo leyes nuestras que nos dictan que debemos caminar en paridad (…) Uno lo ve a diario, desde su casa, y es un ejercicio que estamos haciendo para que no haya discriminación hacia la mujer en nuestras sociedades indígenas”.
Por eso Zaida Artuz, de la ANUC, la organización campesina que en los 80 fue brutalmente atacada y estigmatizada dejó un mensaje claro: “Dejamos todo y a veces nos perdemos momentos importantes en la familia pero estamos aquí dispuestas a luchar por estos liderazgos, no queremos tener miedo (…) la invitación que hago es para que el Estado no sea más indiferente ante nuestros procesos de liderazgo. No tenemos ni siquiera para movilizarnos o darles alimento a nuestros hijos, por eso los invito a liderar la vida, por favor”.
Por eso el mas importante mensaje es que se implemente el Programa Integral de Garantías para las Mujeres Lideresas y Defensoras de Derechos Humanos, porque este programa apenas está en la creación de un plan de acción. "Si este plan se implementa se van a salvar muchas vidas", aseguró sin dudarlo Carolina Mosquera, de Sisma Mujer.