Otro atentado contra el derecho a ser campesino
Los últimos pasos de Falver Cerón, presidente de la junta comunal del corregimiento de Esmeraldas (Mercaderes, Cauca), quien fue asesinado con 11 tiros de pistola 9 milímetros el pasado sábado.
Edinson Arley Bolaños / @eabolanos
A las 2 p.m. llegó Falver Cerón Gómez el pasado viernes 17 de febrero a la casa comunal del corregimiento de San Joaquín, en el municipio de Mercaderes (sur del Cauca). Fue el primero en cuadrar su motocicleta frente a la casona. Esa era su costumbre cuando de representar a la comunidad se trataba. Taller: “Lo mejor está por llegar”, se lee en una de las últimas hojas que escribió como presidente de la junta de acción comunal de su corregimiento: Esmeraldas.
Era la reunión de la Estrategia de Respuesta Rápida (ERR), que el Gobierno Nacional está promoviendo para fortalecer a las juntas comunales de ese municipio. Se priorizaron ocho y una de esas es Esmeraldas.
Lo que dijo ese día en San Joaquín lo reiteró en el escrito, recuerda Rubio Andrey Narváez, uno de los promotores del proyecto. “¿Cuáles son las virtudes de su corregimiento?”, le preguntaron. “El clima y la variedad de productos: café, yuca, maíz, plátano y naranja”, comentó, y eso mismo escribió.
“¿Y cuáles las debilidades?”. “No hay alcantarillado, el puesto de salud está en mal estado, débil comercialización de productos, un acueducto precario y la amenaza de la minería”, se lee en su manuscrito.
A finales de noviembre pasado, cuando completó dos años al frente de la junta, reunió en la parte alta de la cordillera Central, en Esmeraldas, a la comunidad con los delegados de la empresa Grupo CI SAS, que pretende desarrollar un estudio de prospección minera en la parte alta de ese corregimiento. “Lo rechazamos porque será cerca de la bocatoma del acueducto municipal, donde nace el río Hato Viejo”, dijo entonces. El que irriga de agua a los municipios de Mercaderes, Florencia y Bolívar, en el Cauca, y San Pablo, en Nariño.
Ese día anunció que impediría el ingreso de la empresa al territorio, “porque ellos ya sabían a lo que venían”. “A destruir el único recurso hídrico que le queda al pueblo”, rememoró Asael Imbachí, concejal del municipio y nativo de Esmeraldas. Él conocía, cercanamente, a Falver.
Por eso le duele mucho su muerte. “Porque acá, cuando matan a la gente, son dos o tres tiros, pero no once. Eso nos sorprende”, refirió.
Puedes leer: Comunidad internacional alerta sobre asesinatos a líderes sociales
En la masiva movilización del 26 de enero pasado (desde el paro de Galíndez, en 1999, la gente en esta región no se reunía para una causa común) se encontraron Asael y Falver. La invitación era para interrumpir la socialización del proyecto de la empresa que se presentaría ante el Concejo municipal. “Ya la minería acabó con nuestro río San Bingo, no permitamos que sigan saqueando nuestro medioambiente”, arengaron recorriendo las calles de Mercaderes, la otrora capital maicera de Colombia.
La tierra y la agricultura fueron sus obsesiones. Sembraba todo lo que describió la tarde de ese viernes en San Joaquín. El sábado 18 de febrero, antes de que lo asesinaran, muy puntual estuvo en la cabecera de Mercaderes. Había reunión con todas las juntas del municipio y él, entre sus papeles, llevaba escrito un sueño más urgente y tangible para su comunidad: la construcción de un colegio para que muchos jóvenes no terminen desahogando sus frustraciones como raspachines de matas de coca.
“Uno de mis sueños sería gestionar y conseguir un colegio para mi corregimiento, un salón comunal, la pavimentación de la vía, escenarios deportivos y la adecuación del centro de salud”, le dijo a Duvar López, el presidente de la Asociación Municipal de Juntas de Acción Comunal (Asojuntas).
Sueños en medio de un territorio que tiene su propio capítulo en la historia del conflicto armado en Colombia. En ese triángulo geográfico, que forman estos cuatro municipios del sur del Cauca y norte de Nariño, desde siempre ha operado el frente Manuel Vásquez Castaño, de la guerrilla del Eln. Hace tres años el frente 19 de las Farc quiso hacer una alianza con esta insurgencia, no obstante, ese proyecto fracasó y hoy los elenos siguen fuertes en la zona.
Los cultivos de coca, como en muchos municipios rurales del país, son el sustento de algunos campesinos que no quieren vivir con hambre.
Por eso, Falver también marchó el pasado 8 de febrero. Fue otra movilización histórica. Tres mil campesinos de los departamentos de Cauca y Nariño se reunieron en Mercaderes para exigirle al Gobierno que ponga freno a las erradicaciones forzadas y se implementen de inmediato los Planes Integrales de Sustitución y Desarrollo Alternativo, propuesta que forma parte del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc. Hasta la fecha, el Ejército ha arrancado todas las matas de coca del corregimiento El Carbonero y su tarea continúa ante la mirada impotente del campesino.
El sábado 18 de febrero, Falver Cerón iba junto a Duvar y otro campesino de la cordillera. Cada uno en su motocicleta recorrerían tres horas de trocha para llegar a Esmeraldas. “Cuando vi el espejo retrovisor me percaté que tres hombres (dos con pistolas y otro con fusil) detuvieron a Falver en la quebrada Sangandinga. Pensé que lo iban a atracar”, rememora Duvar.
Apenas habían pisado las aguas de ese riachuelo, ese por el que marchó y defendió hasta el último día. Ahí, desde el espejo de la motocicleta, sin nada que hacer, Duvar vio cuando le apuntaron con una pistola 9 milímetros. Segundos después escuchó once disparos. Miró caer a Falver y aceleró su moto. Se refugió en el corregimiento Curacas, donde dio aviso, aunque ya no había nada que hacer.
Días atrás, al final de su manuscrito, Falver dejó un retrato del líder que era: “Espero culminar este proceso comunitario habiendo obtenido la satisfacción en todos los objetivos propuestos. Espero poder llegar a ser un ejemplo a seguir”. Sin duda, Falver Cerón será un referente para quienes recojan sus banderas y defiendan como él el territorio.
A las 2 p.m. llegó Falver Cerón Gómez el pasado viernes 17 de febrero a la casa comunal del corregimiento de San Joaquín, en el municipio de Mercaderes (sur del Cauca). Fue el primero en cuadrar su motocicleta frente a la casona. Esa era su costumbre cuando de representar a la comunidad se trataba. Taller: “Lo mejor está por llegar”, se lee en una de las últimas hojas que escribió como presidente de la junta de acción comunal de su corregimiento: Esmeraldas.
Era la reunión de la Estrategia de Respuesta Rápida (ERR), que el Gobierno Nacional está promoviendo para fortalecer a las juntas comunales de ese municipio. Se priorizaron ocho y una de esas es Esmeraldas.
Lo que dijo ese día en San Joaquín lo reiteró en el escrito, recuerda Rubio Andrey Narváez, uno de los promotores del proyecto. “¿Cuáles son las virtudes de su corregimiento?”, le preguntaron. “El clima y la variedad de productos: café, yuca, maíz, plátano y naranja”, comentó, y eso mismo escribió.
“¿Y cuáles las debilidades?”. “No hay alcantarillado, el puesto de salud está en mal estado, débil comercialización de productos, un acueducto precario y la amenaza de la minería”, se lee en su manuscrito.
A finales de noviembre pasado, cuando completó dos años al frente de la junta, reunió en la parte alta de la cordillera Central, en Esmeraldas, a la comunidad con los delegados de la empresa Grupo CI SAS, que pretende desarrollar un estudio de prospección minera en la parte alta de ese corregimiento. “Lo rechazamos porque será cerca de la bocatoma del acueducto municipal, donde nace el río Hato Viejo”, dijo entonces. El que irriga de agua a los municipios de Mercaderes, Florencia y Bolívar, en el Cauca, y San Pablo, en Nariño.
Ese día anunció que impediría el ingreso de la empresa al territorio, “porque ellos ya sabían a lo que venían”. “A destruir el único recurso hídrico que le queda al pueblo”, rememoró Asael Imbachí, concejal del municipio y nativo de Esmeraldas. Él conocía, cercanamente, a Falver.
Por eso le duele mucho su muerte. “Porque acá, cuando matan a la gente, son dos o tres tiros, pero no once. Eso nos sorprende”, refirió.
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En la masiva movilización del 26 de enero pasado (desde el paro de Galíndez, en 1999, la gente en esta región no se reunía para una causa común) se encontraron Asael y Falver. La invitación era para interrumpir la socialización del proyecto de la empresa que se presentaría ante el Concejo municipal. “Ya la minería acabó con nuestro río San Bingo, no permitamos que sigan saqueando nuestro medioambiente”, arengaron recorriendo las calles de Mercaderes, la otrora capital maicera de Colombia.
La tierra y la agricultura fueron sus obsesiones. Sembraba todo lo que describió la tarde de ese viernes en San Joaquín. El sábado 18 de febrero, antes de que lo asesinaran, muy puntual estuvo en la cabecera de Mercaderes. Había reunión con todas las juntas del municipio y él, entre sus papeles, llevaba escrito un sueño más urgente y tangible para su comunidad: la construcción de un colegio para que muchos jóvenes no terminen desahogando sus frustraciones como raspachines de matas de coca.
“Uno de mis sueños sería gestionar y conseguir un colegio para mi corregimiento, un salón comunal, la pavimentación de la vía, escenarios deportivos y la adecuación del centro de salud”, le dijo a Duvar López, el presidente de la Asociación Municipal de Juntas de Acción Comunal (Asojuntas).
Sueños en medio de un territorio que tiene su propio capítulo en la historia del conflicto armado en Colombia. En ese triángulo geográfico, que forman estos cuatro municipios del sur del Cauca y norte de Nariño, desde siempre ha operado el frente Manuel Vásquez Castaño, de la guerrilla del Eln. Hace tres años el frente 19 de las Farc quiso hacer una alianza con esta insurgencia, no obstante, ese proyecto fracasó y hoy los elenos siguen fuertes en la zona.
Los cultivos de coca, como en muchos municipios rurales del país, son el sustento de algunos campesinos que no quieren vivir con hambre.
Por eso, Falver también marchó el pasado 8 de febrero. Fue otra movilización histórica. Tres mil campesinos de los departamentos de Cauca y Nariño se reunieron en Mercaderes para exigirle al Gobierno que ponga freno a las erradicaciones forzadas y se implementen de inmediato los Planes Integrales de Sustitución y Desarrollo Alternativo, propuesta que forma parte del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc. Hasta la fecha, el Ejército ha arrancado todas las matas de coca del corregimiento El Carbonero y su tarea continúa ante la mirada impotente del campesino.
El sábado 18 de febrero, Falver Cerón iba junto a Duvar y otro campesino de la cordillera. Cada uno en su motocicleta recorrerían tres horas de trocha para llegar a Esmeraldas. “Cuando vi el espejo retrovisor me percaté que tres hombres (dos con pistolas y otro con fusil) detuvieron a Falver en la quebrada Sangandinga. Pensé que lo iban a atracar”, rememora Duvar.
Apenas habían pisado las aguas de ese riachuelo, ese por el que marchó y defendió hasta el último día. Ahí, desde el espejo de la motocicleta, sin nada que hacer, Duvar vio cuando le apuntaron con una pistola 9 milímetros. Segundos después escuchó once disparos. Miró caer a Falver y aceleró su moto. Se refugió en el corregimiento Curacas, donde dio aviso, aunque ya no había nada que hacer.
Días atrás, al final de su manuscrito, Falver dejó un retrato del líder que era: “Espero culminar este proceso comunitario habiendo obtenido la satisfacción en todos los objetivos propuestos. Espero poder llegar a ser un ejemplo a seguir”. Sin duda, Falver Cerón será un referente para quienes recojan sus banderas y defiendan como él el territorio.