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La vida pública de Luciano Marín ―el jefe disidente de las FARC que esta semana empezó un nuevo proceso de paz con el Gobierno Petro― inició como concejal de Florencia, Caquetá, en 1980. Llegó a ese cargo a nombre de un movimiento de izquierda llamado UNO, que había logrado juntar un puñado de líderes, militantes y defensores de derechos humanos de ese departamento.
Despuntaba como un político joven y de buena oratoria. Se había formado en el Seminario Menor de Florencia y por poco se va de sacerdote, pero su vocación de docente se impuso y lo llevó a dictar clases de Ciencias Sociales a alumnos de bachillerato del Colegio Preinmaculado de Doncello, su pueblo natal. Su espíritu combativo lo llevó a la Juventud Comunista y a liderar causas sindicales.
El tránsito de Márquez entre la política y la guerra
Su vida de concejal duró apenas un año. Luego desapareció. Tres meses más tarde, sus amigos y vecinos supieron que se había ido a las FARC y que se llamaba Iván Márquez. El profesor y brillante político de izquierda se había convertido en el comandante del tercer frente de esa guerrilla.
Cuatro años después, sus copartidarios lo vieron salir de la selva convertido en candidato al Congreso, esta vez a nombre de la Unión Patriótica, el naciente partido político que surgía de los acuerdos de paz que habían suscrito el gobierno de Belisario Betancur y la guerrilla en 1984.
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Con 31 años y cumpliendo la orden de Jacobo Arenas, Luciano Marín recuperó su nombre de pila y se lanzó a hacer campaña en medio de la esperanza de que el proceso de paz avanzaría hasta la reincorporación de esa guerrilla a la vida civil. Esas elecciones eran la prueba de fuego para el Acuerdo de La Uribe, como se llamó ese primer tratado de paz con las FARC.
En esas elecciones, la UP se ubicó como la cuarta fuerza política, después del Nuevo Liberalismo, con 14 congresistas, 21 diputados y más de 150 concejales. Algunas de esas curules se alcanzaron en alianza con otros movimientos para derrotar a los caciques regionales. El triunfo del partido fue indiscutible en regiones como Arauca, Guaviare y Caquetá.
Pero la persecución y el asesinato de miles de dirigentes de la UP lo empujaron al monte otra vez, como le pasó varios de sus copartidarios que alcanzaron a salvarse del genocidio entrando a la guerra o huyendo al exilio. Antes de volver a la guerrilla, alcanzó a participar en un par de debates en la Cámara de Representantes, al lado de otros primíparos, como Álvaro Uribe Vélez.
Apenas cinco años después, los organismos de seguridad del Estado empezaron a reseñar a Iván Márquez como miembro del Secretariado de las extintas FARC, máxima instancia de dirección de ese grupo armado, en reemplazo de Jacobo Arenas, quien falleció en 1991.
Sus inicios como negociador de paz en la década de 1990
Ese mismo año Márquez salió otra vez de la clandestinidad, como negociador en los diálogos que adelantó el gobierno de Cesar Gaviria, en Caracas, Venezuela, y más adelante en Tlaxcala, México, con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar que agrupaba también a las guerrillas del ELN, el EPL, el PRT, el Quintín Lame y el M-19.
El diálogo se rompió al poco tiempo por la muerte en cautiverio del ministro Argelino Durán Quintero, y Márquez volvió a la guerra como comandante del Bloque Caribe. De esa época quedan los registros de los innumerables crímenes que ordenó y ejecutó en ese macabro plan de expansión de la guerrilla y las miles de víctimas que cayeron en sus acciones.
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Los medios volvimos a registrar su rostro y sus declaraciones durante los diálogos del Caguán (1998-2002). En ese momento no era negociador. De hecho, se especuló mucho sobre su resistencia a esa mesa de diálogo que había instalado el presidente Andrés Pastrana. Su aparición se limitó a dos momentos concretos: la realización del pleno del Estado Mayor Central y el lanzamiento del Movimiento Bolivariano en el año 2000.
Tras el fracaso de ese nuevo intento de negociación, los organismos de inteligencia lo ubicaron en territorio venezolano donde tuvo fugaces apariciones con el presidente Hugo Chávez, al lado de Jesús Santrich y la entonces senadora Piedad Córdoba, en las gestiones para la liberación de secuestrados durante el gobierno de Álvaro Uribe.
Un rol clave en la negociación que llevó al fin del conflicto con las FARC
Su siguiente aparición pública fue el 18 de octubre de 2012 en Oslo, Noruega, como jefe del equipo negociador de las FARC en la instalación de la mesa formal de diálogo con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Y fue sorpresiva porque la fase secreta de la negociación había estado a cargo de Mauricio Jaramillo, conocido como el Médico.
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El discurso de Márquez fue duro y confirmó los rumores que lo ubicaban como un fuerte opositor a la forma como sus compañeros de armas habían adelantado esa negociación. El acto de instalación fue tenso y muy frío. Apareció otra vez con Jesus Santrich, quien dejó la agria sensación de lo que vendría después, al pronunciar la famosa frase de “quizás, quizás, quizás”, cuando fue preguntado por la reparación que darían a sus víctimas.
Tras 45 meses de largas y duras negociaciones, y en medio de los rumores que hablaban de divisiones internas dentro de las FARC, el 24 de noviembre de 2016, Márquez presenció la firma del Acuerdo Final que suscribieron Rodrigo Londoño y el presidente Santos en el Teatro Colón.
Los rumores de la división interna se hicieron cada vez más fuertes y la pugna entre dos facciones, una encabezada por Márquez y Santrich, y la otra liderada por Rodrigo Londoño y Carlos Antonio Lozada se hizo evidente durante el primer encuentro en el que la exguerrilla se constituiría en partido político. Fue un pleno poítico que se realizó en Bogotá entre el 25 y 31 de agosto de 2017 con la participación de cerca de 1.800 delegados de todas estructuras guerrilleras.
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El pulso lo ganaron Márquez y Santrich, pero al final la presidencia del partido la ocupó Rodrigo Londoño. La división fue mucho más clara, al punto que Márquez nunca quiso ocupar la curul en el Senado para la que fue elegido por sus copartidarios.
Así empezó a gestarse la disidencia fundada por Iván Márquez
En lugar de volver al recinto del Congreso que conoció en 1986, donde se esperaba que lideraría la bancada de excombatientes, Márquez se fue para Miravalle, Caquetá, al Espacio de Reincorporación que lideraba Hernán Darío Velásquez (El Paisa), de quien se rumoraba estaba a punto de rearmarse por la captura de Santrich, en abril de 2018, acusado de narcotráfico.
Y eso efectivamente ocurrió el 3 de julio de 2018. Esa noche, desde la región de El Pato Guayabero, salieron Iván Márquez, El Paisa y una docena de guerrilleros rumbo a los llanos del Yarí, donde se juntaron con otros mandos medios que salieron de sus espacios de reincorporación como Aldinever Morantes, Edinson Romaña, Albeiro Córdoba, Iván Alí, Enrique Marulanda, Iván Merchán, Rusbel Ramírez.
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Su primer encuentro fue con Miguel Botache, conocido Gentil Duarte, uno de los primeros en apartarse del Acuerdo de Paz, y con Calarcá Córdoba. Ellos lo llevaron hasta Iván Mordisco. Esa cumbre de la que se esperaba que surgiera un grupo de disidentes fracasó. Se dice que Márquez quiso imponerse como jefe y que los demás le reclamaron por haber firmado el Acuerdo Final desoyendo las voces de los mandos medios que nunca lo aprobaron. Le dijeron que era doblemente traidor.
A partir de allí, se dedicó a organizar su propio grupo. Su siguiente aparición pública fue sorpresiva, en un video que se conoció la madrugada del 29 de agosto de 2019. “Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia (lugar de nacimiento de las FARC en el sur del Tolima) bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión”. Ese fue el mensaje que leyeron Iván Márquez, Jesús Santrich, ‘Romaña’ y ‘el Paisa’ ante una cámara en la que aparecían armados y uniformados. Así anunciaron que volvían a las armas.
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¿Cómo llega Iván Márquez a la negociación con el Gobierno Petro?
El prontuario que ha acumulado Iván Márquez en la justicia ordinaria es extenso e incluye terrorismo, homicidio agravado, secuestro extorsivo, hurto calificado agravado, reclutamiento ilícito de menores, tentativa de homicidio agravado y rebelión, entre otros. Fue calificado como máximo responsable y determinador de decenas de tomas guerrilleras y secuestro de civiles, soldados y policías.
Además de las 28 condenas y 198 órdenes de captura emitidas por la Fiscalía General de la Nación, en algún momento el gobierno de Estados Unidos puso precio por su cabeza: 2,5 millones de dólares. Iván Márquez hizo dejación de armas en 2017, pero no alcanzó a comparecer ante la Jurisdicción Especial para la Paz para responder por sus delitos.
A mediados de 2023, trascendió que el líder de la Segunda Marquetalia había muerto, producto de un atentado ocurrido en territorio venezolano. Para esa época, Márquez ya estaba en acercamientos para un diálogo de paz con el entonces alto comisionado de Paz, Danilo Rueda, quien desmintió los rumores sobre su fallecimiento.
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Si bien había indicios de que estaba vivo e incluso estaba en Colombia, solo hasta el sábado 11 de mayo de 2024 Márquez reapareció. A través de un video que se reprodujo durante el Foro Binacional por la vida, la paz y la biodiversidad de la Amazonía y la Orinoquia, el jefe disidente habló sobre las políticas del presidente Gustavo Petro e incluso demostró apoyo a la propuesta de una constituyente.
Su primera aparición en un evento público se dio este lunes 24 de junio, durante la instalación formal de la mesa de diálogos de paz entre el Gobierno y la Segunda Marquetalia, pese a que no tendrá silla en ese espacio.
Desde varios sectores se ha dicho que el incumplimiento de Márquez al Acuerdo de Paz de 2016 es el principal factor de desconfianza en el actual tablero de negociación. Sin embargo, en su declaración, el comandante disidente aseguró: “la Segunda Marquetalia, bajo mi mando, tiene toda la disposición de contribuir al logro de la paz para Colombia”. Solo el tiempo mostrará si este nuevo intento de paz llega a buen puerto.