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En Chocó la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016 se sintió por tan solo unos meses, pues el Estado no llegó a las zonas abandonadas por la guerrilla. En cambio, el Clan del Golfo o AGC entró rápidamente al territorio a disputarse zonas donde históricamente había estado el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Desde entonces se han perpetrado 95 desplazamientos, 70 accidentes por minas antipersonal y 59 asesinatos a líderes y lideresas sociales.
En medio de este panorama de violencia, la salud mental de la población del Chocó, especialmente de la juventud, se está viendo afectada, llevando a los menores de edad a cometer suicidios. Según el sacerdote Eduar Alexis Mena Palacios, los jóvenes “ven más cercana la muerte que la vida”.
El pasado 21 de abril, la Defensoría del Pueblo alertó que líderes de las comunidades indígenas del Chocó confirmaron el suicidio de 15 integrantes de sus comunidades, 10 de ellas mujeres. Los casos se concentraron en los municipios de Quibdó (5); Bagadó (4); Lloró (2); Bojayá (2); Bahía Solano (1); y Alto Baudó (1).
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“Los factores que pueden tener relación con estos casos derivados del conflicto son las rupturas culturales, la violencia generalizada, el acoso e instrumentalización de menores de edad para la guerra, la violencia sexual, el confinamiento y desplazamiento recurrentes y el control ejercido por los grupos armados ilegales a los territorios y a la población”, manifestó la Defensoría del Pueblo.
Para Miguel Gutiérrez Peláez, psicoanalista y profesor titular de la Universidad del Rosario, desde una perspectiva general, el suicidio apela a la pérdida del sentido de la vida. En el caso de las comunidades indígenas, se genera una vulneración mayor por la pérdida de cohesión de las comunidades a causa del conflicto armado.
El asesinato de líderes espirituales, la instalación de minas antipersonal y los eventos de confinamiento han generado rupturas sociales y culturales, particularmente, sobre las 530 comunidades de los pueblos indígenas embera-dobidá, chamí, katío y wounnan que habitan el departamento de Chocó.
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Muchos han tenido que desplazarse y en el caso de la Asociación Wounaan de Víctimas de Quibdó, retornar a su territorio para retomar sus elementos culturales y sociales no es una opción. “Sigue habiendo confinamientos, amenazas y reclutamiento de jóvenes. No nos dejan prevalecer las reglas indígenas, así que no vamos a retornar”, explicó Junior Opua Quiro, indígena wounaan.
Según registros de la oficina Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), el 59 % de la población confinada del país es del Chocó.
Los espíritus de muerte que atormentan a los indígenas en Chocó
A raíz de las confrontaciones entre los grupos armados ilegales, los asesinatos selectivos y las agresiones contra los territorios sagrados de los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes en el país, se ha generado un desequilibrio espiritual.
El Consejo de Autoridades del Pueblo Wounaan de Colombia (Woundeko) en entrevista con Colombia +20 habló sobre el peso espiritual que tienen estos suicidios. “Los médicos ancestrales han dicho que esto se debe a los espíritus de muerte que han quedado en el territorio, tanto de gente buena como de gente mala. Esos espíritus hacen bulla y mientras no se haga una sanación espiritual, por nuestros médicos ancestrales, esto seguirá pasando”, explicó uno de sus voceros.
A esta explicación se suma Juan Pablo Aranguren Romero, profesor del departamento de Psicología de la Universidad de los Andes y experto en acompañamiento psicosocial a víctimas del conflicto armado, quien manifestó que las afectaciones psíquicas están directamente relacionadas a unas muertes sin ritual.
“El desequilibrio en el mundo de los vivos y los muertos nos obliga a tener una mirada mucho más antropológica, que nos permita ver la importancia de tramitar, llorar y dar un proceso real a aquellas muertes indignas; a los muertos sin tumbas, sin enterramiento, y sin ritual, a causa del conflicto. La espiritualidad de los jóvenes indígenas y afro en el Chocó están directamente relacionadas con el territorio”, comentó Aranguren.
La espiritualidad de los jóvenes indígenas y afro en el Chocó están directamente relacionadas con el territorio
Juan Pablo Aranguren Romero, profesor del departamento de Psicología de la Universidad de los Andes
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Aunque este año se han registrado 15 casos de suicidios, según cifras del Sistema de Salud Pública de la Secretaria de Salud departamental del Chocó, desde el 2021 se han registrado 47 intentos de suicidio de población indígena. Los casos de la población afro también son alarmantes, pues el acumulado es de 123 intentos de suicidio en los últimos tres años.
“En las creencias indígenas no se realiza el levantamiento porque es como tocarle el espíritu, no dejamos que lo arreglen ni nada porque desde nuestras creencias no se ve bien. Con los suicidios no se están haciendo levantamientos ni investigaciones reales sobre lo que está pasando con esos jóvenes. Sabemos que pueden ser múltiples razones, pero no hay claridad”, explicó Elideisa Córdoba Rubiano, joven líder chocoana.
A esta falta de claridad en las investigaciones se suma la invisivilidad del conflicto armado como uno de los factores desencadenantes de intentos de suicidio en las fichas técnicas del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila).
La intervención y el acompañamiento psicosocial a las comunidades indígenas y afro deben partir de un diálogo intercultural entre la medicina tradicional y occidental para realmente brindar resultados y suplir las necesidades de las comunidades.
Así lo recalcó Aranguren: “Uno no puede hacer acompañamientos psicosociales y procesos de intervención orientados en la reparación de las comunidades, sin hacer un diálogo entre la cosmovisión de esas comunidades locales y los modelos interpretativos y teóricos de la psicología para abordarlos. Desde el 2004 se han hecho avances importantísimos desde la masacre de Bojayá para entender lo determinando de los procesos de recuperación emocional hilados a los conceptos espirituales de las comunidades”.
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Para la Asociación de Cabildos Indígenas del Medio San Juan es importante que el Estado intervenga la salud mental de estos pueblos sin dejar de lado la medicina tradicional, que también se ha visto afectada, estigmatizada y señalada durante el conflicto armado interno.
El llamado que se hace desde la psicología también es permitir articulaciones entre profesionales de la salud y autoridades indígenas como médicos tradicionales o líderes espirituales para crear planes de intervención de la salud mental y la prevención de suicidios en los pueblos étnicos del Chocó.
“Las intervenciones psicosociales no pueden caer en paracaídas por parte del Estado sino que tiene que involucrar las respuestas y formas de tratamiento de las mismas comunidades. Se debe dar un trabajo articulado donde las comprensiones de cada parte sirvan para poner en marcha o fortalecer el trabajo de la comunidad”, comentó Gutiérrez.
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Estos procesos no son nuevos, desde distintas organizaciones como la Unidad para las Víctimas se han formulado planes de reparación colectiva que reconocen la importancia de los diálogos interculturales.
“Yo trabajo con líderes espirituales, líderes sociales y juveniles locales, los entrenos en habilidades psicoterapéuticas básicas de primeras contenciones emocionales, ellos a su vez dan nuevas ideas y con ellos se construyen pequeños planes de intervención más específicos en instituciones educativas y se van distribuyendo por diferentes escenarios. Se necesita disposición política para intervenir, sacar la platica que cuesta esto y empezar a crear planes de promoción de salud mental y prevención de suicidio para toda la comunidad”, propuso Aranguren.
La salud mental en Alto Baudó sin respuestas
Médicos Sin Fronteras (MSF) pide fortalecer los servicios de salud mental en este municipio del Chocó porque tan solo hay dos psicólogos para atender a más de 30 mil habitantes en el municipio del Alto Baudó. “Si acceder a atención en salud física es difícil, las limitaciones para la salud mental se multiplican”, alertaron.
Desde octubre del 2022 a febrero del 2023, Médicos Sin Fronteras documentó 10 intentos y cuatro suicidios en Alto Baudó. La población de este municipio del sur del Chocó también ha quedado en medio del fuego cruzado entre las AGC o Clan del Golfo y el ELN. La Defensoría del Pueblo ha emitido alertas tempranas sobre las afectaciones a la población civil que van desde reclutamiento hasta restricciones de la movilidad.
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“El equipo ha identificado en la comunidad reacciones de estrés agudo y crónico, tristeza y desesperanza frente al futuro, reacciones de miedo y terror que persisten por la permanencia de los grupos armados en la zona. Todo esto ha derivado en reacciones psicosomáticas como dolores de cabeza y enfermedades gástricas”, señaló Laura Garzón, gestora de salud mental de MSF en Chocó.
23.904 personas estuvieron confinadas durante el 2022 en el Alto Baudó por las confrontaciones armadas
Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA)
Ante este panorama, desde marzo del 2022 Médicos Sin Fronteras está implementando un proyecto de salud en el Alto Baudó con el que capacita a agentes y promotores de salud pertenecientes a las comunidades, en la detección de signos y síntomas de salud mental para poder brindar primeros auxilios psicológicos.
Sin embargo, esta organización médica y humanitaria internacional hace un llamado a fortalecer los servicios de salud mental en estos territorios pero desde un enfoque intercultura,l porque desde una visión meramente occidental no se han logrado frenar los suicidios ni documentar con rigurosidad los sucesos.