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Casi dos años duró la mesa de negociaciones entre el Eln y el Gobierno colombiano. Ayer, como respuesta al ataque a la Escuela de Cadetes de la Policía en Bogotá —que cobró la vida de 21 uniformados y dejó más de sesenta heridos—, el presidente Iván Duque le puso punto final al proceso de negociación con esta guerrilla. “Basta ya, señores del Eln. Basta ya de muertos, basta ya de secuestros y de atentados contra el medio ambiente. Colombia les dice: basta”, expresó el mandatario, no sin antes advertirle a la insurgencia que se reactivan las órdenes de captura contra sus diez negociadores y se rompen los canales de comunicación que se mantuvieron abiertos desde el 7 de agosto con el fin de que, una vez cumplidas las exigencias del Gobierno, se reiniciaran los diálogos de paz.
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“No existe ninguna ideología ni causa que justifique la sevicia de ayer contra la juventud colombiana, que justifique el asesinato de otro ser humano, que justifique las extorsiones y otros delitos como el ecocidio perpetrado por décadas en nuestro país. No hay justificación alguna para contaminar el suelo colombiano con el equivalente a los más graves derrames de petróleo de la historia. No hay justificación ni consideración ni vacilación ante el terrorismo”, puntualizó el jefe de Estado en la alocución en que se anunció el levantamiento de la mesa de conversaciones que funcionó en La Habana (Cuba) desde el 10 de mayo de 2018.
Duque, además, señaló que la paz no se puede buscar a toda costa, que esta requiere el cumplimiento de las premisas de legalidad, seguridad y justicia. “Ese marco de legalidad y ese deber constitucional guían nuestra política frente al Eln. Por eso, desde el primer día de nuestro Gobierno le exigimos a este grupo criminal la entrega de todos los secuestrados en su poder y el cese de sus actividades delincuenciales para considerar cualquier espacio de conversación (…) La paz se debe construir sin premiar ni legitimar a los criminales y la paz no puede ser producto del chantaje contra la legalidad. El secuestro no solo es un execrable delito contra la libertad, sino un crimen de lesa humanidad”, agregó Duque.
El jefe de Estado calificó como un “engaño sistemático” y de “violencia irracional” la actuación del Eln a lo largo de las tres décadas de intentos fallidos de negociación con este grupo insurgente. “La lista de atentados terroristas, secuestros y crímenes es bien conocida por todos los colombianos. Desde las 78 víctimas del vil ataque al oleoducto en Machuca, Antioquia, hace veinte años, hasta los estudiantes de la Escuela de Cadetes en Bogotá el día de ayer muestran el innegable hilo conductor que los guía, que no es otro que el desprecio a la vida. Los registros oficiales nos indican que 5.682 ciudadanos inocentes han sido secuestrados por el Eln en los últimos 23 años: esto es 247 secuestrados al año, y alrededor de dos personas cada tres días. El Eln es y ha sido una máquina criminal de secuestros y atentados”.
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También criticó la actuación de la guerrilla durante los 17 meses de conversaciones de paz, que empezaron con el anterior gobierno, en febrero de 2017. Según el presidente, durante estos casi dos años el Eln ejecutó “400 acciones terroristas en 13 departamentos, dejando 339 víctimas y más de 100 asesinatos”. Duque cuestionó, a su vez, que aún tengan en su poder a 16 secuestrados.
“Hoy, después de convocar el Consejo de Seguridad Nacional y de dialogar intensamente con líderes de la comunidad internacional, he ordenado el levantamiento de la suspensión de las órdenes de captura a los diez miembros del Eln que integraban la delegación de este grupo en Cuba y he revocado la resolución que creaba las condiciones que permitan su permanencia en ese país. Esto significa la terminación inmediata de todos los beneficios otorgados a ellos en el pasado por el Estado y la activación de las circulares rojas de la Interpol”, enfatizó el presidente.
Duque cerró la puerta a la mesa de diálogos, pero dejó abierta una ventana para la paz. “Si el Eln realmente quiere la paz, necesita mostrarle al país hechos concretos como la liberación inmediata de todos los secuestrados y el fin de todas sus acciones delictivas. Somos conscientes de que estas decisiones traen implicaciones y desafíos para toda Colombia, pero a los colombianos nunca nos ha tocado fácil y siempre hemos superado los obstáculos. Esta no será la excepción y no nos vamos a dejar intimidar por el terrorismo”, concluyó el mandatario colombiano.
Ahora, los países garantes y acompañantes del proceso de paz (Chile, Noruega, Brasil y Cuba) deberán activar los protocolos de seguridad para que en los próximos días regresen al país los diez negociadores del Eln que permanecían en La Habana. Además, queda el interrogante sobre cuál será el futuro de los dos gestores de paz, Juan Carlos Cuéllar y Eduardo Martínez, quienes se encuentran en libertad luego de que el gobierno de Santos les asignara esta figura para contribuir con el proceso de negociación.
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Con el Eln se adelantaron diálogos exploratorios por más de tres años, se cumplieron seis ciclos de negociaciones que dejaron pactada una agenda de negociación, unos principios rectores, varios ceses unilaterales del fuego, unos encuentros preparatorios para la participación de la sociedad civil y unos protocolos para el cese bilateral del fuego. Pero el atentado del pasado jueves le cerró la puerta a la solución negociada del conflicto con esta guerrilla y hace recordar la misma que retumbó al final de los diálogos de paz en 1992 cuando, al levantarse la mesa entre el gobierno del entonces presidente César Gaviria y la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, el abatido comandante de las Farc, Alfonso Cano, sentenció: “Nos vemos dentro de 200.000 muertos”.