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La muerte de Óscar Eduardo Sandoval, conocido como ‘El Mocho’ o ‘Andrés Patiño’ y quien es el máximo jefe del Bloque Occidental Jacobo Arenas de la disidencia de Iván Mordisco, abre interrogantes sobre las repercusiones que tendrá en Cauca, Valle del Cauca y Nariño.
Patiño es una figura clave para esa disidencia y uno de los mandos más antiguos y temidos de esa guerrilla. Su rol era clave por la influencia directa en el control territorial y en las economías ilícitas de esos departamentos del suroccidente colombiano.
Su muerte fue confirmada por las autoridades y por la misma disidencia. Según fuentes oficiales, integrantes de las disidencias se movilizaban en un vehículo cargado con explosivos, con el objetivo de perpetrar un atentado en contra del batallón militar de El Estrecho, ubicado en zona rural del municipio de Patía, en Cauca.
La ruta inicial fue planeada para salir desde el corregimiento de Huisitó (El Tambo) hacia el sector de La Barca, (Balboa), pero los hombres tomaron otro camino para evadir el puesto de control del Ejército establecido tras la Operación Perseo con la que el Ejército tomó control del casco urbano del corregimiento de El Plateado. En ese trayecto, los explosivos se activaron accidentalmente en el corregimiento de Las Brisas, y murieron los ocupantes, entre ellos Patiño.
Patiño empezó dentro de las extintas FARC como parte del esquema de seguridad de Manuel Marulanda Vélez. De acuerdo con la información del Ejército, también participó en los diálogos del Caguán y firmó el Acuerdo de Paz de 2016. Sin embargo, se unió a las filas de la disidencia dentro del Frente 3 del grupo que comandaba Gentil Duarte y que luego haría parte de lo que hoy se conoce como el Estado Mayor Central (EMC), que comanda Iván Mordisco.
En 2023, la Fiscalía le suspendió sus órdenes de capturas tras haber sido designado como uno de los delegados en la negociación del Gobierno en el proceso de paz con esa disidencia. Ese diálogo terminó en marzo de 2024 debido a un ataque contra una comunidad indígena en Toribío, Cauca, y provocó a su vez la división entre el grupo de Mordisco y el que ahora lidera Calarcá Córdoba.
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Comunicado público de homenaje al camarada Andrés Patiño pic.twitter.com/Z2nJYADArk
— Ejército del pueblo (@FARC_3P) January 27, 2025
La lucha por el poder, pero también por las economías ilícitas
Patiño, de 39 años, empezó sus operaciones en Nariño, pero rápidamente expandió el actuar criminal del grupo hacia Cauca y Valle del Cauca, regiones estratégicas por su conexión con el narcotráfico y las rutas hacia el Pacífico.
Ese control territorial lo volvieron el máximo comandante del Bloque Occidental Jacobo Arenas que, entre otras, tenía el poder del Cañón del Micay, el punto que concentra el 75 % de la coca que se produce en el Cauca, y con ello del de El Plateado, el corregimiento que provocó una fuerte disputa entre esa disidencia y el Gobierno Petro.
Fue justamente la confrontación por El Plateado lo que llevó a las autoridades a llevar a cabo el pasado 12 de octubre la Operación Perseo, con la que el Ejército se hizo al control del casco urbano de ese corregimiento.
Por ello, con su muerte, el grupo puede perder capacidad de coordinación, lo que podría desencadenar intentos de expansión por parte de otros grupos armados, incluyendo la disidencia de la Segunda Marquetalia, con fuerte presencia en Argelia, Cauca, el ELN y grupos criminales emergentes. Esto podría intensificar los enfrentamientos armados y aumentar la inseguridad en Cauca y Nariño.
Este nuevo escenario también plantea riesgos graves para la población civil. Las comunidades, ya golpeadas por años de conflicto, podrían enfrentar un aumento de la violencia, desplazamientos forzados y reclutamiento de menores, entre otras violaciones a los derechos humanos. La disputa por el control territorial podría intensificarse, generando una crisis humanitaria aún más profunda en esa región.
Eso sin tener en cuenta que el “vacío de poder” podría desencadenar enfrentamientos internos en el Bloque Occidental Jacobo Arenas.
Para Paola Marín, investigadora de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), uno de los problemas es la falta de mando de la disidencia de Mordisco, pues, no solo permite que los frentes y columnas se muevan a su antojo, sino que, ante la falta una figura como Patiño pueden hacer acciones aún más fuertes contra la población para ganar el control.
“El Bloque Occidental está compuesto por la columna Dagoberto Ramos y los frentes Jaime Martínez y Carlos Patiño, aunque tienen una especie de secretariado, las orientaciones no las da Mordisco, sino que el accionar es muy independiente para cada grupo, pero hasta ahora todas bajo el mando del Mocho. Sin él a la cabeza, sí puede haber confrontación por ese mando, especialmente porque el posible sucesor al que llamaban Paisa Marrano también murió”, explica.
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Y agrega: “El otro punto es que esa muerte puede producir una exaltación del grupo para vengar a los muertos y todo eso del imaginario que tienen las guerrillas de sus mártires y en ese sentido hacer acciones contra la población”.
En estos dos días, ya se han registrado tres atentados con carro bomba en Cauca y Valle del Cauca. El primero, que se perpetró el martes justamente en El Plateado durante el cierre del carnaval de Negros y Blancos en ese corregimiento, no dejó víctimas mortales, pero sí varios heridos.
Los otros dos ocurrieron en el corregimiento de Fenicia, en el municipio de Riofrío, Valle del Cauca, donde explotaron dos motocicletas-bomba.
“Los grupos no se van a quedar quietos. Al margen de la muerte de Patiño, lo que hemos identificado son guerras horizontales en las que todos los grupos quieren acumular presencia y control territorial y ese grupo no es la excepción y menos como un punto como El Plateado al que todavía no han podido recuperar”, afirmó.
La muerte de alias ‘El Mocho’ tiene profundas implicaciones para la dinámica del conflicto en el suroccidente colombiano. Si bien representa un golpe a las disidencias de las FARC, también plantea desafíos en términos de seguridad y gobernabilidad que requieren una respuesta integral y sostenida por parte del Estado y la sociedad civil.
En el corto plazo, dicen analistas, lo que viene parece ser más inestabilidad. Sin embargo, la forma en que las disidencias reaccionen y cómo el gobierno maneje las tensiones será crucial para definir si este golpe sirve para debilitar realmente a los grupos armados o si, como tantas veces en la historia reciente, termina siendo la chispa para un nuevo ciclo de violencia.
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