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“Si a mí no me matan, yo no me muero”, le dijo Pablo Beltrán a Colombia+20 desde Cuba, en una extensa entrevista en noviembre de 2021, donde entre otras cosas reveló que la guerrilla del Eln estaba dispuesta a pactar la paz con “cualquiera” que fuera el nuevo gobierno en 2022, lo que en efecto ha empezado a concretarse.
Aquella frase podría definir de cuerpo entero a Beltrán, un santandereano de baja estatura nacido en San Gil en 1953, quien ha permanecido fiel e inamovible en sus posturas ideológicas desde hace más de cinco décadas, cuando ingresó al Ejército de Liberación Nacional siendo apenas un estudiante de ingeniería en la Universidad Industrial de Santander.
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Su nombre de pila es Israel Ramírez Pineda y desde la década del ochenta pertenece al Comando Central de esa guerrilla, el máximo órgano de decisión dentro del Eln, donde hoy ocupa un lugar en la línea de mando por detrás de Antonio García, quien asumió la jefatura del Eln tras la retirada por problemas de salud de Nicolás Rodríguez Bautista “Gabino”, comandante histórico y además fundador de ese grupo armado.
Beltrán es el segundo al mando de la organización y su vocero político más importante, un rol que viene jugando por lo menos desde hace treinta años, cuando se destacó en los acercamientos de paz con Ernesto Samper y Andrés Pastrana.
Pablo Beltrán fue el artífice de la “Convención Nacional”, aquella propuesta del Eln para incluir en la negociación de paz a múltiples sectores gremiales, sociales y políticos del país, una doctrina que esa guerrilla ha mantenido hasta hoy en cada nueva ronda de conversaciones con el gobierno, al que exige acuerdos que incluyan a diversos sectores de la sociedad y no sólo a la insurgencia.
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Una persona ligada a la academia que conoció a Beltrán en los campamentos guerrilleros del sur de Bolívar comenzando el nuevo milenio le contó a Colombia+20 que, al contrario de la imagen carismática y risueña que suele mostrar en las entrevistas y alocuciones, Pablo Beltrán es “serio y en ocasiones muy parco y reticente al protagonismo”.
Esta persona lo describió como un tipo “siempre muy presente y claro, es un hombre pausado y al hablar está convencido de los ideales que lo vincularon y lo mantienen en la organización. Es metódico, como los buenos maestros de escuela”.
Además, su pequeña estatura contrasta con el carácter de un negociador en extremo fuerte y duro de encarar en la mesa. El ex ministro Juan Camilo Restrepo, quien encabezó el equipo del gobierno de Juan Manuel Santos que se sentó a dialogar con el Eln, recordó en una entrevista que Beltrán era tan amable como drástico en su manera de entender los diálogos: nunca le concedía nada al oponente si no recibía algo a cambio antes, aunque se tratara de los detalles más mínimos de la negociación.
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Beltrán fue uno de los jefes guerrilleros acusados por la Fiscalía como determinadores del atentado a la Escuela de Cadetes de la Polícia General Santander, perpetrado por el Eln el 17 de enero de 2019 en Bogotá, dejando un saldo de 23 víctimas fatales. Hay que apuntar que este hecho marcó el final de las conversaciones iniciadas durante el gobierno de Juan Manuel Santos, cuando el expresidente Iván Duque decidió retirarse de la mesa de diálogos y solicitar a Cuba la extradición de todo el equipo negociador del Eln.
En reiteradas entrevistas, incluyendo la entrevista con Colombia+20 en 2021, Beltrán ha justificado ese ataque terrorista con el argumento de que se trataba de un blanco legítimo en el marco del conflicto. Por este hecho hay una circular roja de Interpol en su contra, que acaba de ser suspendida para facilitar su traslado a la mesa de negociaciones.
Además, existen órdenes de capturas vigentes contra él en su condición de miembro del Comando Central del Eln por múltiples asesinatos, atentados, secuestros y su eventual responsabilidad en la masacre de Machuca, en Segovia, Antioquia, donde murieron 84 personas en octubre de 1998 en el incendio que se propagó después que la guerrilla dinamitara un oleoducto.