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                                                                                                                                Un mayo bañado en sangre: 30 años del narcoterrorismo

                                                                                                                                Esta es la cronología de las bombas y homicidios que azotaron el mes de mayo de 1990 en las principales ciudades de Colombia. Para la Comisión de la Verdad, el análisis y reflexión de estos hechos y su relación con la corrupción y la impunidad pueden aportar para que el conflicto armado no se perpetúe.

                                                                                                                                Colombia en Transición

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                (Puede interesarle: Tras las pistas del arma que asesinó a Carlos Pizarro)

                                                                                                                                Los responsables de este hecho fueron sicarios del cartel de Medellín, cuyo líder, Pablo Escobar Gaviria, había declarado la guerra a los capos del cartel de Cali, que el 13 de enero de 1988 detonó el edificio Mónaco de propiedad del capo paisa. La saga continuó el 12 de mayo. Siendo las 3:45 p. m., en la transversal 96 Nº 79-18 del barrio Quirigua, en el noroccidente de Bogotá, desconocidos estacionaron un carro cargado de 70 kilos de dinamita. La explosión fue provocada por un sistema de combustión, mecha lenta y detonador ineléctrico.

                                                                                                                                17 personas murieron ese Día de la Madre, entre ellas 7 niños. 150 resultaron heridas. Sobre este episodio, como en el otro, en el imaginario de las víctimas solo quedó el rumor de que se trató de una bomba de uno de los carteles. Sin embargo, la justicia nunca individualizó a los responsables del hecho y, a cuenta gotas y después de varias décadas, el Estado ha reparado económicamente a algunas víctimas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Explota carro bomba en el barrio Quirigua de Bogotá, a las 3:45 p. m. del 12 de mayo de 1990. / Archivo.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El 24 de mayo, a las 5:15 p. m., el caos y el baño de sangre volvió a marcar Medellín. Esta vez, dos hombres se inmolaron frente al Hotel Intercontinental, a las afueras de la capital de Antioquia. El automóvil se detuvo en un retén de los agentes del Grupo Élite y, segundos después, los homicidas salieron corriendo, activando los 100 kilos de dinamita a control remoto. Tras el estallido, nueve civiles y tres uniformados perdieron la vida y más de 30 personas terminaron heridas.

                                                                                                                                En esa guerra sangrienta, de mayo de 1990, la justicia también era golpeada y silenciada por los sicarios. El exgobernador de Boyacá, Álvaro González Santana, fue acribillado por sicarios del cartel de Medellín. Horas más tarde, la prensa fue informada por los asesinos de que se trataba de un mensaje para la jueza segunda de orden público Marta Lucía González, hija de González, quien había dictado las capturas de Pablo Escobar, Fidel Castaño Gil y Gonzalo Rodríguez Gacha, sindicados de ordenar las masacres que sucedieron en las regiones del Urabá, Córdoba y Magdalena Medio. Una valiente orden que, de haberse tomado en serio por las autoridades, hubiera evitado decenas de muertes y crímenes que intensificaron el conflicto armado.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por su parte, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad del Conflicto tendrá un capítulo aparte, dentro de su informe que presentará el próximo año, sobre el papel del narcotráfico en la guerra colombiana desde esa época hasta nuestros días, justamente para reconocer a las víctimas de este fenómeno que aún sigue vigente.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Según dijeron los comisionados a este diario, “aunque el conflicto armado es anterior al fenómeno del narcotráfico, es innegable que cuando se convierte en su fuente de financiación, se torna en el gran motor de la guerra. El narcotráfico inflamó, desvió y degradó el conflicto armado interno, es un punto central en la reproducción de la guerra y un gran factor de persistencia”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por esa razón, los comisionados están analizando datos y testimonios de las relaciones del narcotráfico y sus conexiones con el conflicto armado, la corrupción y la enorme impunidad que aquejan al país, para dar recomendaciones que apunten a la no repetición del conflicto armado, como dicta una de sus ambiciosas pero necesarias tareas.

                                                                                                                                El 12 de mayo, un carro bomba explotó en el centro comercial Bulevar Niza, en Bogotá. / Archivo
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                (Puede interesarle: Tras las pistas del arma que asesinó a Carlos Pizarro)

                                                                                                                                Los responsables de este hecho fueron sicarios del cartel de Medellín, cuyo líder, Pablo Escobar Gaviria, había declarado la guerra a los capos del cartel de Cali, que el 13 de enero de 1988 detonó el edificio Mónaco de propiedad del capo paisa. La saga continuó el 12 de mayo. Siendo las 3:45 p. m., en la transversal 96 Nº 79-18 del barrio Quirigua, en el noroccidente de Bogotá, desconocidos estacionaron un carro cargado de 70 kilos de dinamita. La explosión fue provocada por un sistema de combustión, mecha lenta y detonador ineléctrico.

                                                                                                                                17 personas murieron ese Día de la Madre, entre ellas 7 niños. 150 resultaron heridas. Sobre este episodio, como en el otro, en el imaginario de las víctimas solo quedó el rumor de que se trató de una bomba de uno de los carteles. Sin embargo, la justicia nunca individualizó a los responsables del hecho y, a cuenta gotas y después de varias décadas, el Estado ha reparado económicamente a algunas víctimas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Explota carro bomba en el barrio Quirigua de Bogotá, a las 3:45 p. m. del 12 de mayo de 1990. / Archivo.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El 24 de mayo, a las 5:15 p. m., el caos y el baño de sangre volvió a marcar Medellín. Esta vez, dos hombres se inmolaron frente al Hotel Intercontinental, a las afueras de la capital de Antioquia. El automóvil se detuvo en un retén de los agentes del Grupo Élite y, segundos después, los homicidas salieron corriendo, activando los 100 kilos de dinamita a control remoto. Tras el estallido, nueve civiles y tres uniformados perdieron la vida y más de 30 personas terminaron heridas.

                                                                                                                                En esa guerra sangrienta, de mayo de 1990, la justicia también era golpeada y silenciada por los sicarios. El exgobernador de Boyacá, Álvaro González Santana, fue acribillado por sicarios del cartel de Medellín. Horas más tarde, la prensa fue informada por los asesinos de que se trataba de un mensaje para la jueza segunda de orden público Marta Lucía González, hija de González, quien había dictado las capturas de Pablo Escobar, Fidel Castaño Gil y Gonzalo Rodríguez Gacha, sindicados de ordenar las masacres que sucedieron en las regiones del Urabá, Córdoba y Magdalena Medio. Una valiente orden que, de haberse tomado en serio por las autoridades, hubiera evitado decenas de muertes y crímenes que intensificaron el conflicto armado.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por su parte, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad del Conflicto tendrá un capítulo aparte, dentro de su informe que presentará el próximo año, sobre el papel del narcotráfico en la guerra colombiana desde esa época hasta nuestros días, justamente para reconocer a las víctimas de este fenómeno que aún sigue vigente.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Según dijeron los comisionados a este diario, “aunque el conflicto armado es anterior al fenómeno del narcotráfico, es innegable que cuando se convierte en su fuente de financiación, se torna en el gran motor de la guerra. El narcotráfico inflamó, desvió y degradó el conflicto armado interno, es un punto central en la reproducción de la guerra y un gran factor de persistencia”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En ese sentido, para la Comisión de la Verdad es importante entender que el narcotráfico no es un fenómeno que pasa en los márgenes del país solamente, como lo demuestra ese mayo de terror que impactó la vida de miles de colombianos. “El narcotráfico ha permeado todas las esferas de la sociedad, la política, la cultura y la economía, de tal manera que estos elementos están en la base del mecanismo de repetición del conflicto armado interno”.

                                                                                                                                Por esa razón, los comisionados están analizando datos y testimonios de las relaciones del narcotráfico y sus conexiones con el conflicto armado, la corrupción y la enorme impunidad que aquejan al país, para dar recomendaciones que apunten a la no repetición del conflicto armado, como dicta una de sus ambiciosas pero necesarias tareas.

                                                                                                                                Por Colombia en Transición

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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