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“22 héroes”, así se llama el grupo de Whatsapp que crearon los padres y las madres de los cadetes que murieron en el atentado con explosivos que perpetró el ELN contra la Escuela de Policía Francisco de Paula Santander, el 17 de enero de 2019. Lo activaron al día siguiente, cuando llegaron de diferentes ciudades del país al lugar donde sus hijos habían muerto. Ese día se conocieron y conformaron una familia que hoy sigue más unida que nunca. Así, en familia, llegaron el pasado 24 de marzo a la Unidad de Víctimas, invitados por su directora, Patricia Tobón. Dos familias que viven en Pasto no pudieron llegar, pero sus voces estuvieron presentes a través de los que asistieron.
El encuentro se realizó a puerta cerrada, sin periodistas, pero con la firme convicción de que podrían encontrar las respuestas que están buscando hace cuatro años. Luz Eugenia Camacho es la madre de Óscar Javier Saavedra Camacho, quien tenía 21 años cuando murió por la explosión del carro bomba con 80 kilos de pentonita. Él era deportista de alto rendimiento y justo antes de su muerte se había ganado una beca para su último año de estudios por haber obtenido varias medallas en taekwondo.
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Desde ese día ella, una contadora que vive en Bucaramanga con su esposo y otro hijo de 15 años, asumió una voz de liderazgo en el grupo. “Es que los santandereanos somo así, echados pa lante”, dice mientras recuerda que ella fue una de las personas que abordaron a la directora de la Unidad el pasado 17 de enero en la Escuela General Santander.
Estaban en los actos conmemorativos del cuarto aniversario del atentado. Patricia Tobón, indígena embera, de una comunidad victimizada por todos los grupos armados -legales e ilegales-, que viene de oír a cientos de víctimas del conflicto armado para incluir sus relatos en el Informe Final de la Comisión de la Verdad, escuchó a las familias.
Luz Eugenia le contó que habían mandado, desde septiembre del año pasado, cartas al presidente Gustavo Petro, al ministro del Interior, Alfonso Prada, y al alto comisionado para la Paz, Danilo Rueda. Nunca recibieron respuesta. La solicitud: llegar a la mesa de diálogo con el ELN.
“La muerte de nuestros hijos produjo el rompimiento de ese diálogo en el gobierno de Iván Duque. No queremos que nos excluyan de esa mesa. Nosotros queremos estar ahí”, señaló Luz Eugenia. Ese encuentro del 24 de marzo abrió una puerta inmensa, no solo para esas 22 familias, sino para todas las víctimas del ELN que quieran sumarse a la mesa.
“Hablamos con el comisionado, Danilo Rueda, y con el jefe de la delegación del Gobierno, Otty Patiño, y comenzamos a trazar una ruta con víctimas que se han acercado a la Unidad y con otras que hemos comenzado a buscar a partir del Registro Único de Víctimas para escucharlas. Su voz es muy importante para potenciar esa negociación”, explica.
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Tobón está organizando cinco encuentros macrorregionales y uno nacional. Quiere empezar en este mes de abril. No adelanta muchos detalles porque no se sabe cuánta publicidad pueda darles a esos eventos. “Algunos serán cerrados, las víctimas estarán exponiendo sus casos, presentando sus propuestas a delegados del Gobierno y del ELN. Algunas de ellas nos han pedido que no sean públicos, porque tienen miedo”, afirmó a Colombia+20. La fase final de los encuentros consiste en que una delegación de víctimas llegue a la mesa de diálogo donde quiera que esté sesionando.
Para Luz Eugenia esa es una gran noticia. Podrán verse, cara a cara, con los representantes de la guerrilla que les arrebató a sus hijos, que destruyó sus sueños y sus familias. “Queremos verlos a la cara y que nos digan por qué lo hicieron, por qué atacar a unos muchachos que estaban estudiando y solo tenían como arma un lápiz y un cuaderno. Exigimos que nos digan quién les ayudó a cometer ese atentado”. La Unidad de Víctimas les dijo que ellas pondrían las condiciones para esos encuentros y habrá talleres psicosociales de preparación.
Esperan que las familias que no están acreditadas como víctimas ante la Unidad logren hacer su registro. También quieren asesoría legal para lograr que las muertes de sus hijos sean declaradas como delitos de lesa humanidad.
Ya lograron que el ascenso y el grado de sus hijos no fuera solo honorífico, como pretendía la Policía. El mismo día que se enteraron de que el grado sería solo en el papel, crearon una página de Facebook que se llama también 22 héroes. “Sentimos que la institución nos dio la espalda, no dejó tirados. A partir de ahí buscamos a los congresistas que estaban tramitando el proyecto de ley para que lo cambiaran. Germán Blanco, el ponente, nos ayudó para que el ascenso fuera póstumo y pudiéramos tener beneficios como la pensión”.
Tuvieron que hacer plantones en la Plaza de Bolívar en Bogotá, mientras en cada ciudad, los familiares buscaban a los congresistas de la región y conformaban delegaciones que se iban al Congreso para hablar con los parlamentarios. El lobby funcionó.
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Hay otros mensajes que Luz Eugenia quiere comunicar: “Queremos que el país sepa lo que nos pasó, que la gente entienda por qué hacemos esto. Veo que la gente es muy indolente. Uno no se pone en la ropa de otra persona hasta que no le pasa. Antes veía que había atentados y que morían militares y policías, pero uno no estaba al tanto de las cosas, no entendía el dolor de esas familias. Ahora lo entiendo y lo vivo. Y veo que la gente lo mira a uno como raro, que nos hacen a un lado”.
Las preguntas para el ELN
Juan Esteban Marulanda Orozco acababa de cumplir 19 años cuando murió en el atentado. Siempre fue líder en los colegios donde estudió y desde los cinco años formó parte de los carabineritos de la Policía de Medellín. Antes de entrar a la Escuela ayudaba a su papá haciendo equinoterapia a miembros de la Policía que tenían alguna discapacidad por cuenta de su trabajo.
Su padre, Francisco Javier Marulanda, no quería que Esteban ingresara a la Escuela. Tenía un nudo en la garganta cuando supo que su hijo había tomado la decisión. Él, que estuvo 28 años en la Policía, sabía lo que significaba estar en esa institución, los sacrificios que implicaba esa carrera. “No quería que mis hijos empuñaran un arma. Viví toda la guerra contra Pablo Escobar, sobreviví a varios atentados, perdí a muchos compañeros. Esto ha sido horrible. Le pregunto a Dios por qué después de tantas cosas tuve que perder a mi hijo así”, contó sollozando a través del teléfono.
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Sus palabras resuenan al otro lado de la línea, mientras me quedo sin aliento. “Soy doble víctima, viví con el trauma de Escobar, mi familia lo vivió también. Juan era muy noble, muy servicial, era de la Guardia de Honor de la Escuela. Él me ayudaba con las terapias, aprendió a mi lado. Quería ser general y dirigir la Policía de Carabineros. Y una doctora nos dijo en Medicina Legal que nos entregaba el 75 % de su cuerpo. Ni siquiera sé qué nos entregaron”.
Francisco dijo que él y su familia estaban muy confiados en que la Escuela era un lugar seguro para su hijo. Y plantea muchas preguntas para las que sigue buscando respuestas: ¿por qué la puerta por donde ingresó el carro con explosivos -la misma por la que entraban los generales- llevaba varios días dañada?, ¿por qué la persona que custodiaba esa puerta se había ausentado minutos antes del ingreso del carro bomba por un llamado que le hicieron sus superiores?, ¿cómo logró un infiltrado del ELN ingresar, estudiar seis meses en la Escuela y luego retirarse como si nada?
Su listado de preguntas sigue. Por eso quiere ir a la reunión de la mesa de diálogo, para hacérselas a los delegados del ELN y que Colombia sepa si tienen intención de paz. No cree en el futuro de la negociación. No cree que la guerrilla tenga voluntad para un acuerdo. Luz Eugenia tampoco. Creen que el país necesita la paz para que sus historias no se repitan, tal como lo vieron por los medios de comunicación con el atentado de la guerrilla a los militares en Catatumbo. No piensan en el perdón, por ahora solo quieren verdad y justicia. “No les daré un abrazo, porque acabaron con nuestras vidas. Nosotros hemos pensado en morirnos. Si mi hijo hubiera muerto trabajando, diría: murió en su ley. Pero murió estudiando”, repitió Francisco.
Esa idea de morirse no es única de esta familia. Varios niños, niñas y jóvenes, hermanos menores de los cadetes asesinados han pasado por fuertes traumas psicológicos tras el atentado. Francisco ha paliado un poco su dolor creando una fundación. Se llama Juanes del alma, en honor a su hijo asesinado. Allí atiende a niños de escasos recursos con equinoterapia. Lo hace con Faraón, un caballo con el que trabajó por años en la Policía y que fue “pensionado”.
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Las otras víctimas del ELN
Ese anhelo de verdad y justicia es el que quiere recoger la directora de la Unidad de Víctimas. “La historia de los procesos de paz ha demostrado que la voz de las víctimas es muy importante para superar los escollos y la polarización. Debe parar la utilización del dolor como excusa para no avanzar en los procesos de diálogo”.
Resalta que en este momento la mayor afectación por cuenta del conflicto la padecen civiles. “Es necesario que se avance en el cese bilateral del fuego y de hostilidades, así como en los alivios humanitarios. Se requiere que el ELN actúe con sensatez y avance en la mesa de negociación, porque las víctimas que está generando están en la población civil”.
Según datos de la Unidad de Víctimas, del 24 de noviembre de 2022, fecha de inicio de los diálogos con esta guerrilla, hasta febrero de 2023 se han recibido 2.221 declaraciones de víctimas en municipios con presencia del ELN. En el 47 % de los casos se ha identificado como presunto responsable a esa guerrilla.
Los hechos victimizantes que más comete el ELN, según estos registros, es contra la población civil y se traducen en amenazas, homicidios, reclutamiento de menores, instalación de minas y artefactos explosivos, confinamientos y desplazamientos.
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Los reportes provienen de regiones como el nordeste antioqueño, el sur de Bolívar, el sur del Cauca, el Pacífico Sur -especialmente en el Alto, Bajo y Medio Baudó, en Chocó-, en Arauquita, Buenaventura, Barrancabermeja, Remedios, Antioquia y de Guainía, mayoritariamente.
Tobón asegura que en los encuentros de víctimas van a participar personas que están en el exilio, comunidades campesinas, indígenas y afros, muchas en situación de desplazamiento, personas del sector ganadero, mujeres víctimas de violencia sexual, jóvenes que han sido reclutados y víctimas de minas antipersonas.
Algunas víctimas del ELN estarán este domingo 9 de abril en un desayuno convocado por Tobón al que asistirá el presidente Gustavo Petro, en Bogotá. Este será el primero de una serie de eventos que se realizarán durante toda la semana para conmemorar el Día de las Víctimas en Colombia.