“No eran manzanas podridas, falsos positivos fueron política de Estado”: De Roux

Compartimos una columna de opinión del sacerdote Francisco de Roux, quien presidiera hasta hace un año la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV), a propósito de los hallazgos que esa entidad encontró en su investigación sobre los crímenes de ejecuciones extrajudiciales cometidos por el Ejército Nacional en el marco del conflicto armado, más conocidos como “falsos positivos”.

Francisco de Roux
30 de julio de 2023 - 01:35 p. m.
La JEP, con ayuda de Medicina Legal y la Fiscalía, ha recuperado los restos de 49 personas. Ocho de ellas ya fueron entregadas a sus familiares. / Jose Vargas
La JEP, con ayuda de Medicina Legal y la Fiscalía, ha recuperado los restos de 49 personas. Ocho de ellas ya fueron entregadas a sus familiares. / Jose Vargas
Foto: JOSE VARGAS ESGUERRA; El... - JOSE VARGAS ESGUERRA
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Quién mata una persona es como si hubiera matado a la humanidad, dice el papa Francisco en la Fratelli Tutti, y la frase tiene pleno sentido cuando el muerto es un inocente. Este es el caso del “falso positivo” en sentido estricto, donde el asesinado es un insignificante, que vivo vale nada y como cadáver es precioso para la patria.

Esta reflexión, madurada desde cuando se entregó el Informe de la Comisión de la Verdad, tiene tres propósitos: invitar a parar la guerra de todos los lados e insistir en la reconciliación, ratificar la conclusión sobre los “falsos positivos” hecha por la Comisión de la Verdad y apoyar a la JEP, que avanza hacia las responsabilidades diversas en altos mandos militares y civiles en el Caso 03.

Lo primero es detener la guerra, que dañó lo que tocó, empezando por quienes la hicieron, para atacar o proteger al Estado. Entre los secuestros y reclutamientos de niños por la guerrilla y las masacres y desplazamientos masivos de los paramilitares, los “falsos positivos” se destacan en la degradación del conflicto. La pretensión fue arreglar, matando, problemas sociales y políticos que empeoraron. Quedó el modo de vivir en guerra, entre odios de civiles y políticos y el narcotráfico rampante, violento y corruptor. Y la posibilidad razonable de reconocer responsabilidades y construir la reconciliación y tomar la decisión fundamental de respetar al otro, y nunca más matarnos.

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Es el momento de retomar las conclusiones de la Comisión de la Verdad sobre “falsos positivos” como resultado del análisis de los hechos ocurridos en las distintas regiones y en 30 de los 31 departamentos. La Comisión muestra que esto ocurrió en el contexto de patrones, acciones y omisiones del Gobierno y el Ejército en un marco de tiempo determinado para producir el crimen de guerra en medio de una política estatal. El análisis deja claro que no se trata de manzanas podridas ni de una estructura criminal interna que actuó con desconocimiento e independencia de la institución y sus mandos. Hoy, estoy convencido de que esta es la verdad, dura y dolorosa para hombres y mujeres de integridad moral que forman parte del Ejército y de la Policía y otros que formaron parte de gobiernos. Siento la obligación de afirmarlo claramente, pues yo mismo sostuve que era un crimen de Estado pero que no se trataba de una política estatal.

Son muchas las preguntas dirigidas a la conciencia de quienes eran autoridad civil y militar durante los “falsos positivos”. He aquí unas pocas: ¿por qué se permitió que entre las normas se establecieran tablas en las que los resultados convincentes son cadáveres y no prisioneros que hubieran podido hablar sobre los falsos combates? ¿Por qué permitieron que asesinar a los “nadies” pasara como irrelevante ante la urgencia de derrotar al enemigo? ¿Por qué soldados y suboficiales mataron convencidos de que eso era lo que esperaba la institución? ¿Quiénes dieron la orden o las orientaciones o conceptos que podían ser interpretados como voluntad de los superiores para asesinar a inocentes o a prisioneros vivos? ¿Quiénes avalaron a los que daban las órdenes permitieron que ocurriera o sabiendo callaron? ¿Quiénes prefirieron no denunciar porque se dañaba la legitimidad del Ejército? ¿Por qué no se escucharon las denuncias de las familias, los defensores de derechos humanos y las Naciones Unidas; y en cambio se les señaló como enemigos en guerra jurídica contra el Estado? ¿Por qué se demoró el inicio de la investigación cuando cada mes significaba decenas de muertos en los últimos años?

Por eso es tan importante, y requiere todo apoyo ciudadano, el Auto 305 de la JEP, del pasado 14 de julio. Allí la Jurisdicción, después de avanzada la primera etapa del Caso 03, en la que pone en evidencia tácticas operativas criminales articuladas sistemáticamente por un aparato delictivo incrustado dentro del Ejército, amplía el proceso para llamar a comparecer a altos mandos militares y civiles. Lo hace porque al profundizar la investigación encuentra una estrategia, que corresponde a política de Estado. Actúa en cumplimiento del mandato de aplicar la justicia transicional y restaurativa según las responsabilidades sobre crímenes de guerra. Y determina compulsar copias a otras instancias judiciales cuando los asuntos no le competen. Este paso es crucial para la legitimidad de la justicia de la JEP. Como fueron cruciales los pasos dados al enjuiciar a los miembros de las FARC por secuestro y retención. Y vendrán otros pasos.

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Así es el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, parte del Acuerdo de Paz en 2016. El Sistema fue construido con la participación del grupo que estaba en el Ministerio de Defensa en 2007 y 2008, que dio un impulso especial a la formación en derechos humanos de las Fuerzas Militares. Paradójicamente, estos fueron los años del más alto número de “falsos positivos”. Y fue el mismo grupo el que emprendió, hacia medidos de 2008, la investigación interna que llevó a tomar decisiones sobre el crimen.

El Acuerdo de Paz entre el Estado y las FARC mantendrá el reconocimiento internacional que hoy tiene si esas mismas personas que pusieron en el centro a las víctimas acogen con integridad las exigencias de la verdad de la justicia restaurativa. Igual vale para quienes, siendo parte del Estado, han estado en contra del Acuerdo. Unos y otros enfrentan el dilema moral de asumir u ocultar lo que les corresponde de distinta forma en la tragedia de los “falsos positivos”.

En el novedoso proceso de justicia humana basado en la verdad dicha, el reconocimiento de responsabilidades no destruye, sino que eleva la reputación del compareciente. Cada quien va a decidir, ante las víctimas y el mundo, si hará o no de sí mismo un actor de grandeza y honestidad en la reconciliación de los colombianos.

* Expresidente de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.

Por Francisco de Roux

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Dion Casio(66071)06 de agosto de 2023 - 10:17 p. m.
LOS F POSITIVOS FUERON POLÍTICA DE ESTADO: Amparados en un presidente que azuzaba sus esbirros, un Departamento Administrativo del Sicariato. Con una tabla de pagos por asesinatos de civiles, ejecutada en todo el territorio de la nación, financiado con fondos obsequiados por EUA como GASTOS RESERVADOS. Con una división del trabajo diseñada: reclutadores, transportadores de víctimas, asesinato, maquillaje de las víctimas, papelería,cobros de recompensas, premios oficiales a los asesinos,
Norma(12580)31 de julio de 2023 - 12:53 a. m.
Es de valientes reconocer los errores, efectivamente fue una política de Estado. Comienza con la crítica a un proceso de paz y con la promesa de ganar la guerra exterminando al enemigo. Ya se había recorrido un trecho en este tipo de asesinatos, pero ahora serían premiados quienes lo hicieran, porque había que demostrar la capacidad de las FFAA y las cifras de "bajas". No había que presentar escrita la política , solo felicitar, premiar, negar que fueran inocentes "NO ESTARÍAN RECOGIENDO CAFE"
Eulises(90021)30 de julio de 2023 - 04:49 p. m.
El padre de Roux es el sensei de muchos mamertos con sus permanentes diatribas en contra del Estado colombiano. En este caso al afirmar tremendo absurdo como si en las normas o en la Constitución de Colombia estuviera escrito que dar de baja civiles en vez de insurgentes seria una practica avalada en el ejercito. Figuras como este cura destruyen la coherencia en la consolidación de una sociedad que progrese o avance en la modernidad, pues siempre se pone en duda sus ejecuciones.
  • abrajam(24239)31 de julio de 2023 - 06:54 p. m.
    Eulises ( El BORREGO ) fundamentalista¡¡¡¡¡¡¡¡
  • Norma(12580)31 de julio de 2023 - 12:57 a. m.
    EULISES, Estudie qué es una política de Estado. No tiene que estar en la Constitución, sólo buscar réditos y establecer una cadena de obedientes, o temerosos, o corruptos....
Ivan(24417)30 de julio de 2023 - 04:11 p. m.
El fanatismo de muchos seguidores del innombrable, llega al punto en que cuando se les argumenta sobre la barbarie por ellos desatada, responden… y qué!! Buscar justicia y reconocimiento de tanta ignominia?, imposible con fiscalía, procuraduría y buena parte del sistema judicial que padecemos. Y la CPI?, muy bien gracias y usted qué tal?
Federico(25156)30 de julio de 2023 - 03:47 p. m.
Muy importante el trabajo hecho por la comisión de la verdad. Ahora es nuestra tarea nunca olvidar y trabajar para corregir el camino que nos llevo la guerra.
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