El infierno de trabajar en el Hospital Local de San Onofre durante el auge paramilitar

Un anexo del Informe Final de la Comisión de la Verdad narra cómo las Autodefensas Unidas de Colombia en este municipio sucreño degradaron al personal local de la salud, especialmente entre 2001 y 2004. Colombia+20 entrevistó a extrabajadoras del hospital que concuerdan con el documento y denuncian que allí también se perpetraron formas de violencia sexual y obstétrica.

Camilo Pardo Quintero
15 de septiembre de 2022 - 12:00 p. m.
Rodrigo Mercado Peluffo, comandante de las extintas Auc. / Cortesía - El Tiempo
Rodrigo Mercado Peluffo, comandante de las extintas Auc. / Cortesía - El Tiempo
Foto: El Tiempo
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En 1998, el bloque paramilitar Héroes de los Montes de María entró de lleno a San Onofre y, en tan solo unos años, logró el control territorial absoluto. Este brazo armado caribeño de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) pasó de cuidar fincas en la región a hacer un uso directo de la violencia armada para ganar poder político y administrativo en diferentes entidades al norte de Sucre. Lograron sustituir al Estado.

Dos hechos marcaron el deseo de poder de los paramilitares por ese entonces: el asesinato en el año 2000 del excandidato progresista a la Alcaldía de San Onofre Lubián Pérez, quien era un férreo crítico de los “paras” en el golfo de Morrosquillo y una de las primeras personas en denunciar a Álvaro el Gordo García por la conformación de grupos armados ilegales, y su afán por manejar el hospital de San Onofre, un “diamante en bruto” para tener acceso a los datos de los sanonofrinos y vigilarlos más de cerca, lugar que entre 1998 y 2001, bajo la alcaldía de Luis Salaiman, pasó sus horas más bajas al tener deudas que ascendieron a los $1.200 millones y al estar meses en paro por deberles hasta diez meses de sueldo a los trabajadores de la salud.

Esta información está recopilada en un anexo del Informe Final de la Comisión de la Verdad (CEV), dedicado al impacto de los paramilitares en el personal de salud del hospital de San Onofre.

Lea aquí el anexo:

En 2001, como relata ese documento, los “paras” lograron quedar al mando del centro de salud. Ese año, el entonces alcalde Sabas Balseiro Gutiérrez designó como gerente del hospital a Kendy Ketty Ayala Gómez, sobrina de Mery Ayala Bertel, quien era esposa de Rodrigo Mercado Peluffo, Cadena, comandante de los Héroes de los Montes de María.

“La violación de los derechos humanos de la que fueron víctimas los trabajadores de la salud de la ESE San Onofre (el hospital) mantuvo una línea constante entre las amenazas, los tratos degradantes, la violación del derecho a un trabajo decente y digno, la desaparición y el desplazamiento forzado”, cuenta la CEV.

Vea: La ruta de la memoria: Un camino para la reconciliación en San Onofre.

Para hacer cumplir las órdenes de Cadena, médicos y enfermeras del hospital eran forzados a priorizar para el servicio sanitario a los paramilitares, debían hacer falsas brigadas de salud que sirvieran como fachada para la atención y vacunación de los “paras” y se asignaban arbitrariamente jornadas de limpieza a las instalaciones para todo el personal, teniendo como regla que el que incumpliera debía pagar una multa que ayudaba a financiar proyectos de las Auc.

Colombia+20 estuvo en el corregimiento de Palo Alto, en las periferias de San Onofre, lugar desde el cual algunas extrabajadoras del hospital dieron versiones que son compatibles con las denuncias contenidas en el anexo y, además, narraron otros hechos abominables, en los que se prestó ese lugar para cometer crímenes.

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Marina*, quien ahora trabaja en el centro de salud de Palo Alto, le dijo a este diario que “Kendy Ayala fue la responsable directa de desplazar forzosamente a los doctores que no querían obedecerlos, bien fuera por procedimientos faltos de ética o por las obligadas jornadas de limpieza. Una de ellas fue la doctora Cecilia Escobar Martínez (también citada en el anexo de la CEV), quien se vio obligada a renunciar a su trabajo en 2003 luego de recibir amenazas por no priorizar a los paramilitares en las citas de control ni estar de acuerdo con la reestructuración del lugar”.

Abortos a víctimas del “Oso”

“Dentro de este guante de seda hay una mano de hierro”. Esta es la cita a un trabajador de la salud con la que la CEV comienza el anexo del hospital de San Onofre. El significado de la frase puede variar, pero causa particular curiosidad que la expresión “mano de hierro” es recurrente entre las personas que Colombia+20 consultó.

Manuela* fue enfermera de ese hospital durante la gerencia de Kendy Ketty Ayala y dijo que en los pasillos, el personal médico utilizaba esa expresión cuando eran llamados a la oficina de la gerente y allí, tanto Ayala Gómez como el mismo Cadena les “solicitaban favores personales”.

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“Por ese entonces se comenzó a hablar de las violaciones sexuales de Marco Tulio Pérez Guzmán, un señor al que le decían el Oso y quien era el otro comandante de los paramilitares junto con Rodrigo Mercado. Recuerdo una vez que nos citaron en la oficina de gerencia, lugar en el que era habitual que amenazaran al personal médico por diferentes razones, para decirnos que debíamos practicarles abortos a dos mujeres que estaban esperando hijos del señor Pérez. Decía Cadena que tenían que borrar el rastro del “cagadón” de su amigo y no encontraron una forma más perversa que obligando a las pobres muchachitas a abortar. Vi eso y me retiré, me fui de San Onofre un tiempo y volví cuando ellos ya no estaban. Solo supe que al menos uno de esos abortos sí se llevó a cabo. Nunca supimos del paradero de la otra muchacha.”, denunció la enfermera retirada.

El Hospital Local de San Onofre fue para los paramilitares un laboratorio del terror, en el que mostraron sus mayores capacidades de deshumanizar a quienes consideraban como sus enemigos. Es una historia que aún marca mucho dolor entre los sanonofrinos y que para la CEV queda como una lección de algo que no se puede volver a repetir, de no volver nunca más a un periodo en el que los trabajadores de ese lugar “se vieron expuestos a no contar con un mínimo de garantías para el ejercicio de su trabajo y que trajeron consecuencias en sus vidas, que aún afectan la salud mental de esas personas”.

*Nombre de la fuente cambiado por seguridad.

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