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                                                                                    Colombia +20

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                                                                                                                                Abrazar al distinto y honrar a afros y mujeres, así fue la vida de Ángela Salazar

                                                                                                                                Perfil de la comisionada Ángela Salazar, mujer que le dedicó su vida a la dignidad de los afros, a las luchas feministas y a la práctica de la paz desde el ejemplo. Su vocación por la verdad y el perdón son las banderas del orgullo en Apartadó y el Urabá.

                                                                                                                                Camilo Pardo Quintero

                                                                                                                                Periodista Proyectos especiales
                                                                                                                                La comisionada Salazar falleció el 7 de agosto de 2020, al contraer COVID-19.
                                                                                                                                Foto: Cristian Garavito
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Sus verdades eran incómodas de procesar. Fue una de las primeras lideresas afro en denunciar que la gente a lo largo del Atrato no quería navegar su río en la década de los noventa por los olores que producían los centenares de cuerpos arrojados allí, producto de una guerra inclemente que sigue perviviendo en el Urabá y el Darién. Rompió paradigmas y habló sobre los desaparecidos en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; con eso no ignoró un conflicto que, si bien, no fue desarrollado por las extintas Farc, tuvo afectaciones que dejaron a cientos de familias sin rastro de sus seres amados. A ellos, a los más débiles, olvidados y lastimados, Ángela Salazar nunca los dejó de pensar.

                                                                                                                                La sangre tadoseña y chocoana corría por sus venas, pero su corazón y su casa estaban en Apartadó. De su natal Tadó salió con 26 años rumbo a Antioquia para encontrar su vocación y en el servicio a los pueblos afro encontró todas las respuestas que buscaba. En el Urabá vio las causas y las luchas de los bananeros y de las empleadas domésticas como propias y con la educación como aliado inseparable comenzó a construir paz y alegría entre ellos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No necesitó de la parafernalia ni la pomposidad de tener un título universitario de una universidad de renombre para entrarle a la gente. Su práctica con comunidades, experiencia en terreno y amor por su ancestralidad fueron suficientes para alfabetizar niños, niñas y adultos que se malacostumbraron a ver que sus vidas solo podían estar atadas al rebusque y a los malos tratos de sus patrones.

                                                                                                                                Ángela Salazar estudió Trabajo Comunitario y Gestión del Talento Humano.
                                                                                                                                Foto: Familia Cruz Salazar

                                                                                                                                Como cualquier ser humano, Ángela tenía días de debilidad en los que se veía con menosprecio. Siendo comisionada de la Verdad a veces se preguntaba si merecía su cargo, si dos títulos como tecnóloga en Trabajo Comunitario y Gestión del Talento Humano le alcanzaban para cumplirle a un país que tras décadas de guerra quería por fin descifrar la complejidad de las causas que sembraron muerte y desolación. En esos días de dudas y vergüenza infundada se sentía menos que sus colegas con maestrías y doctorados. Una cura para eso fue su hija Viviana, que fungía como un polo a tierra que le recordaba que su grandeza no podía estar en un cartón académico; que el valor de su fuerza era el conocimiento completo de las necesidades de “los nadies”, como categorizaría Eduardo Galeano.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Con plena confianza, los llamados de atención de Ángela Salazar también tenían espacio para las bromas y el humor ácido. Sus hijas recuerdan cuando ella les decía: “¿Por qué carajos les siguen llamando obras negras a los proyectos inconclusos? ¿Por qué siempre los negros somos los que debemos dejar todo a medias?, no entiendo por qué nos ven como sinónimo de chambonería. Hombre, llámenlas obras inconclusas, pero siempre tirando contra nosotros… siempre a darle poder al mestizo, ¡je!”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Ángela Salazar Murillo fue reemplazada en la Comisión de la Verdad por Leyner Palacios, sobreviviente de la masacre de Bojayá.
                                                                                                                                Foto: Cristian Garavito

                                                                                                                                A la comisionada Ángela le quedaron sueños por cumplir. Su vida entera eran sus hijos, su esposo y sus cinco nietos a quienes añoraba verlos crecer. Dejó pendiente la digitalización de una libreta de memorias, con la que quería difundir las verdades de los pueblos negros durante y después de la guerra; le quedó pendiente, como lamentó su hija Viviana, el ver a un país lejos de un conflicto sin fundamentos que destrozaba a los pobres y a los que nada tenían que ver.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En contexto: La comisionada de la Verdad Ángela Salazar falleció por COVID-19

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los días de río y los paseos al mar que le llenaban el corazón de júbilo a la comisionada se quedaron por siempre en los recuerdos de su familia y de quienes la quisieron. El coronavirus se llevó la vida de una matrona del Urabá, pero quedó intacta su esencia de amar al pueblo desde el fondo del alma y el aprender a abrazar la debilidad cuando ya no se puede más, como cuando le pidió una oración a Francisco de Roux instantes antes de partir.

                                                                                                                                La comisionada Salazar falleció el 7 de agosto de 2020, al contraer COVID-19.
                                                                                                                                Foto: Cristian Garavito
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Sus verdades eran incómodas de procesar. Fue una de las primeras lideresas afro en denunciar que la gente a lo largo del Atrato no quería navegar su río en la década de los noventa por los olores que producían los centenares de cuerpos arrojados allí, producto de una guerra inclemente que sigue perviviendo en el Urabá y el Darién. Rompió paradigmas y habló sobre los desaparecidos en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; con eso no ignoró un conflicto que, si bien, no fue desarrollado por las extintas Farc, tuvo afectaciones que dejaron a cientos de familias sin rastro de sus seres amados. A ellos, a los más débiles, olvidados y lastimados, Ángela Salazar nunca los dejó de pensar.

                                                                                                                                La sangre tadoseña y chocoana corría por sus venas, pero su corazón y su casa estaban en Apartadó. De su natal Tadó salió con 26 años rumbo a Antioquia para encontrar su vocación y en el servicio a los pueblos afro encontró todas las respuestas que buscaba. En el Urabá vio las causas y las luchas de los bananeros y de las empleadas domésticas como propias y con la educación como aliado inseparable comenzó a construir paz y alegría entre ellos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No necesitó de la parafernalia ni la pomposidad de tener un título universitario de una universidad de renombre para entrarle a la gente. Su práctica con comunidades, experiencia en terreno y amor por su ancestralidad fueron suficientes para alfabetizar niños, niñas y adultos que se malacostumbraron a ver que sus vidas solo podían estar atadas al rebusque y a los malos tratos de sus patrones.

                                                                                                                                Ángela Salazar estudió Trabajo Comunitario y Gestión del Talento Humano.
                                                                                                                                Foto: Familia Cruz Salazar

                                                                                                                                Como cualquier ser humano, Ángela tenía días de debilidad en los que se veía con menosprecio. Siendo comisionada de la Verdad a veces se preguntaba si merecía su cargo, si dos títulos como tecnóloga en Trabajo Comunitario y Gestión del Talento Humano le alcanzaban para cumplirle a un país que tras décadas de guerra quería por fin descifrar la complejidad de las causas que sembraron muerte y desolación. En esos días de dudas y vergüenza infundada se sentía menos que sus colegas con maestrías y doctorados. Una cura para eso fue su hija Viviana, que fungía como un polo a tierra que le recordaba que su grandeza no podía estar en un cartón académico; que el valor de su fuerza era el conocimiento completo de las necesidades de “los nadies”, como categorizaría Eduardo Galeano.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Ángela Salazar Murillo fue reemplazada en la Comisión de la Verdad por Leyner Palacios, sobreviviente de la masacre de Bojayá.
                                                                                                                                Foto: Cristian Garavito

                                                                                                                                A la comisionada Ángela le quedaron sueños por cumplir. Su vida entera eran sus hijos, su esposo y sus cinco nietos a quienes añoraba verlos crecer. Dejó pendiente la digitalización de una libreta de memorias, con la que quería difundir las verdades de los pueblos negros durante y después de la guerra; le quedó pendiente, como lamentó su hija Viviana, el ver a un país lejos de un conflicto sin fundamentos que destrozaba a los pobres y a los que nada tenían que ver.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En contexto: La comisionada de la Verdad Ángela Salazar falleció por COVID-19

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los días de río y los paseos al mar que le llenaban el corazón de júbilo a la comisionada se quedaron por siempre en los recuerdos de su familia y de quienes la quisieron. El coronavirus se llevó la vida de una matrona del Urabá, pero quedó intacta su esencia de amar al pueblo desde el fondo del alma y el aprender a abrazar la debilidad cuando ya no se puede más, como cuando le pidió una oración a Francisco de Roux instantes antes de partir.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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