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                                                                                                                                  Los duros hallazgos de la Comisión en el departamento más golpeado por la guerra

                                                                                                                                  Antioquia fue la columna vertebral del conflicto, desde la “violencia masiva” con las tomas guerrilleras, hasta el apogeo del proyecto paramilitar y el nexo del narcotráfico con la guerra. ¿Qué dice el Informe Final de la Comisión de la Verdad?

                                                                                                                                  Uno de los hechos que marcaron a la región fue la masacre de El Aro, a finales de 1997. Los paramilitares asesinaron a 17 personas y quemaron el 80 % del poblado. / El Colombiano
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  La zona fue epicentro de algunos de los movimientos sociales más fuertes del país que, aunados a la ofensiva guerrillera y a la respuesta de las élites aliadas con los narcos y el paramilitarismo, crearon aquella “combinación explosiva de circunstancias y actores del conflicto armado” que “produjo en este periodo lo que la Comisión ha llamado el desmadre de la guerra”. Según la Comisión, en Antioquia, el sur de Córdoba y el Bajo Atrato se registraron 1′103.385 víctimas tan solo entre 1991 y 2002.

                                                                                                                                  En contexto: Informe Final de la Comisión de la Verdad

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Pero los antecedentes venían desde la confrontación bipartidista, ocurrida durante la década de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, cuando Antioquia fue el tercer departamento más afectado por la violencia. La Comisión destaca cómo las guerrillas liberales de Camparrusia, en inmediaciones del Urabá, y Pabón, en el suroeste antioqueño, sirvieron de germen para los futuros focos guerrilleros de izquierda que se consolidarían en la región.

                                                                                                                                  Tres vidas resumen este tránsito de la violencia bipartidista al conflicto armado contemporáneo: Julio Guerra, Isaías Trujillo y Evaristo Calonge. Guerra fue un líder campesino liberal del noroeste antioqueño que luego resultó determinante en la conformación de las Juntas Patrióticas, un movimiento de masas del Ejército Popular de Liberación (Epl). Isaías Trujillo, otro labriego hijo de un militante liberal perseguido durante la violencia bipartidista, acabó como uno de los máximos comandantes de las Farc en el Urabá. Y Evaristo Calonge, también víctima de la violencia entre liberales y conservadores durante su infancia, fundó uno de los primeros grupos paramilitares de la región. Tres destinos señalados por la guerra, aunque con rutas diferentes.

                                                                                                                                  La Comisión destaca como Antioquia y Córdoba fueron dos de los departamentos donde la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) tomo mayor ímpetu, una organización que se enfrentó con la visión de hacendados y grandes propietarios, originando múltiples conflictos agrarios y sociales que terminaron por politizarse: “Las guerrillas comunistas, especialmente el Epl, encontraron en la ya existente movilización campesina por la defensa de la reforma agraria un nicho para desplegar su trabajo de masas, y quisieron asumir como propio el discurso de «la tierra para el que la trabaja»”.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  Esto a la par que emergía un fuerte movimiento sindical cuyo epicentro era Medellín, también influenciado por las organizaciones de izquierda, lo que generó un “clima de tensión” en medio de los ataques del gobierno a la protesta legal de los trabajadores. El ejemplo más representativo de aquello fue la masacre de Santa Bárbara, en 1963, donde el Ejército reprimió una huelga de los trabajadores de Cementos El Cairo abriendo fuego contra doce de ellos.

                                                                                                                                  “La articulación entre facciones autoritarias de agentes del Estado y terceros civiles desató modalidades de violencia sobre el campesinado, las comunidades étnicas y los movimientos sociales”, sostiene la Comisión, puesto que la respuesta generalizada de las élites y empresarios del departamento fue privilegiar la represión militar, lo que desembocó en “amenazas, perfilamientos, asesinatos, quemas de viviendas, destrucción de cultivos en las zonas rurales, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y desplazamientos forzados. El objetivo era no solo apropiarse de tierras, ciénagas y ríos, sino también desestabilizar y amedrentar las demandas sindicales de los trabajadores”. La comisión señala dos gremios con nombre propio que, presuntamente, habría impulsado estrategias de seguridad privada que luego desembocaron en el paramilitarismo: la Asociación de Bananeros de de Colombia (Augura) y la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Pero las guerrillas también tienen su parte en la degradación del conflicto. Desde los setenta la necesidad de expandir la lucha armada hizo que “aumentara la presión sobre la población civil, especialmente sobre campesinos colonos, trabajadores y terratenientes para que apoyaran o financiaran sus luchas”, lo que implicó patrones de relacionamiento que implicaron el “despliegue de una violencia masiva” hacia la población: “ llevaron a cabo acciones de proselitismo armado y coaccionaron a las comunidades”,

                                                                                                                                  Ejemplo de ello fueron las masacres de las Farc contra sindicalistas o comunidades que no se plegaban a sus intereses en el Urabá, que comenzaron a finales de la década del setenta, a lo que se agrega la práctica generalizada del secuestro como mecanismo para financiar la lucha armada.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Esto a la par que las guerrillas generaban una ofensiva sin precedentes que incluyó el “despliegue de violencias letales y no letales para lograr el control de la población civil”, lo que en parte favoreció el discurso contrainsurgente: “las fuertes disputas territoriales entre las Farc y el Eln intensificaron las violencias, aunque también lo hicieron los enfrentamientos entre los frentes, el Ejército y los bloques paramilitares que actuaban en la región”.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  ¿Cómo empezaron los grupos paramilitares?

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Henry Pérez, fundador de las Autodefensas del Magdalena Medio, tenía tierras en el Urabá y allá se alió con el clan de los hermanos Castaño para entrenar los primeros grupos que luego servirían para crear las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Lea: El predio que Uribe tendrá que devolver por ser baldío

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No obstante, la Comisión hace énfasis en que siempre hubo una resistencia civil organizada contra los violentos de todos los bandos, que se empeñó en contener la guerra en el departamento. El Comité Permanente de Derechos Humanos, célebre por denunciar varios de los hechos emblemáticos del conflicto colombiano, fue un faro ético en un momento de guerra sin límites. La mayoría de sus miembros fueron perseguidos o asesinados.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Vea: Leyner Palacios, el sobreviviente

                                                                                                                                  Uno de los hechos que marcaron a la región fue la masacre de El Aro, a finales de 1997. Los paramilitares asesinaron a 17 personas y quemaron el 80 % del poblado. / El Colombiano
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  La zona fue epicentro de algunos de los movimientos sociales más fuertes del país que, aunados a la ofensiva guerrillera y a la respuesta de las élites aliadas con los narcos y el paramilitarismo, crearon aquella “combinación explosiva de circunstancias y actores del conflicto armado” que “produjo en este periodo lo que la Comisión ha llamado el desmadre de la guerra”. Según la Comisión, en Antioquia, el sur de Córdoba y el Bajo Atrato se registraron 1′103.385 víctimas tan solo entre 1991 y 2002.

                                                                                                                                  En contexto: Informe Final de la Comisión de la Verdad

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  El conflicto se sentía desde la violencia bipartidista

                                                                                                                                  Pero los antecedentes venían desde la confrontación bipartidista, ocurrida durante la década de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, cuando Antioquia fue el tercer departamento más afectado por la violencia. La Comisión destaca cómo las guerrillas liberales de Camparrusia, en inmediaciones del Urabá, y Pabón, en el suroeste antioqueño, sirvieron de germen para los futuros focos guerrilleros de izquierda que se consolidarían en la región.

                                                                                                                                  Tres vidas resumen este tránsito de la violencia bipartidista al conflicto armado contemporáneo: Julio Guerra, Isaías Trujillo y Evaristo Calonge. Guerra fue un líder campesino liberal del noroeste antioqueño que luego resultó determinante en la conformación de las Juntas Patrióticas, un movimiento de masas del Ejército Popular de Liberación (Epl). Isaías Trujillo, otro labriego hijo de un militante liberal perseguido durante la violencia bipartidista, acabó como uno de los máximos comandantes de las Farc en el Urabá. Y Evaristo Calonge, también víctima de la violencia entre liberales y conservadores durante su infancia, fundó uno de los primeros grupos paramilitares de la región. Tres destinos señalados por la guerra, aunque con rutas diferentes.

                                                                                                                                  La Comisión destaca como Antioquia y Córdoba fueron dos de los departamentos donde la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) tomo mayor ímpetu, una organización que se enfrentó con la visión de hacendados y grandes propietarios, originando múltiples conflictos agrarios y sociales que terminaron por politizarse: “Las guerrillas comunistas, especialmente el Epl, encontraron en la ya existente movilización campesina por la defensa de la reforma agraria un nicho para desplegar su trabajo de masas, y quisieron asumir como propio el discurso de «la tierra para el que la trabaja»”.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  Esto a la par que emergía un fuerte movimiento sindical cuyo epicentro era Medellín, también influenciado por las organizaciones de izquierda, lo que generó un “clima de tensión” en medio de los ataques del gobierno a la protesta legal de los trabajadores. El ejemplo más representativo de aquello fue la masacre de Santa Bárbara, en 1963, donde el Ejército reprimió una huelga de los trabajadores de Cementos El Cairo abriendo fuego contra doce de ellos.

                                                                                                                                  “La articulación entre facciones autoritarias de agentes del Estado y terceros civiles desató modalidades de violencia sobre el campesinado, las comunidades étnicas y los movimientos sociales”, sostiene la Comisión, puesto que la respuesta generalizada de las élites y empresarios del departamento fue privilegiar la represión militar, lo que desembocó en “amenazas, perfilamientos, asesinatos, quemas de viviendas, destrucción de cultivos en las zonas rurales, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y desplazamientos forzados. El objetivo era no solo apropiarse de tierras, ciénagas y ríos, sino también desestabilizar y amedrentar las demandas sindicales de los trabajadores”. La comisión señala dos gremios con nombre propio que, presuntamente, habría impulsado estrategias de seguridad privada que luego desembocaron en el paramilitarismo: la Asociación de Bananeros de de Colombia (Augura) y la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Ejemplo de ello fueron las masacres de las Farc contra sindicalistas o comunidades que no se plegaban a sus intereses en el Urabá, que comenzaron a finales de la década del setenta, a lo que se agrega la práctica generalizada del secuestro como mecanismo para financiar la lucha armada.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Esto a la par que las guerrillas generaban una ofensiva sin precedentes que incluyó el “despliegue de violencias letales y no letales para lograr el control de la población civil”, lo que en parte favoreció el discurso contrainsurgente: “las fuertes disputas territoriales entre las Farc y el Eln intensificaron las violencias, aunque también lo hicieron los enfrentamientos entre los frentes, el Ejército y los bloques paramilitares que actuaban en la región”.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  ¿Cómo empezaron los grupos paramilitares?

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Henry Pérez, fundador de las Autodefensas del Magdalena Medio, tenía tierras en el Urabá y allá se alió con el clan de los hermanos Castaño para entrenar los primeros grupos que luego servirían para crear las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Lea: El predio que Uribe tendrá que devolver por ser baldío

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No obstante, la Comisión hace énfasis en que siempre hubo una resistencia civil organizada contra los violentos de todos los bandos, que se empeñó en contener la guerra en el departamento. El Comité Permanente de Derechos Humanos, célebre por denunciar varios de los hechos emblemáticos del conflicto colombiano, fue un faro ético en un momento de guerra sin límites. La mayoría de sus miembros fueron perseguidos o asesinados.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Vea: Leyner Palacios, el sobreviviente

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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