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Como un “relato incómodo” y “difícil” definió la comisionada indígena Patricia Tobón Yagarí el capítulo étnico de la Comisión de la Verdad, entregado al público este 2 de agosto durante un evento en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. De acuerdo con Tobón Yagarí, parte de esta verdad “no la iba a tener el país” si los pueblos étnicos no hubieran participado activamente de la investigación que derivó en la construcción del Informe Final, por ello considera que se está resarciendo una “deuda histórica” con una verdad que ha sido negada y silenciada.
Al evento concurrieron representantes de los pueblos étnicos de todos los rincones del país y también personalidades como el ex presidente Juan Manuel Santos, el padre Francisco de Roux, miembros del cuerpo diplomático y las agencias multilaterales, y hasta el mayor (r) Carlos Guillermo Ospina, quien renunció a la Comisión de la Verdad. En medio de un acto simbólico que mezcló tradiciones indígenas, afrocolombianas y rrom, se hizo la entrega del capítulo étnico.
“Gracias porque no permitieron que esta destrucción del ser humano se quedara callada, cuando ustedes la vivieron exacerbada por el conflicto”, dijo el padre Francisco de Roux a los delegados de los pueblos étnicos presentes.
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Uno de los principales hallazgos de este documento es la carga racista y colonial que el conflicto armado ayudó a perpetuar, aunque estas lógicas sean muy anteriores a la vida republicana. “Lamentamos verificar que este conflicto haya tenido un tinte de racismo tan profundo”, puntualizó el comisionado Leyner Palacios, quien reemplazó a Ángela Salazar tras su fallecimiento.
Palacios contó sobre casos documentados por la Comisión de afros e indígenas que fueron asesinados a machetazos o a golpes de hacha porque, según la motivación de los victimarios, “esas personas no merecían una bala que valía ocho mil pesos: les arrancaron su humanidad, no los vieron como seres humanos, sino como objetos. Eso está arraigado desde el proceso mismo de la esclavización”, afirmó, recordando testimonios de victimarios que aseguraron estar convencidos de que matar indígenas no era delito.
“Múltiples alertas tempranas se dieron y nuestra institucionalidad nunca reaccionó”, agregó Palacios, “el indígena, el afro, el Rrom, no es merecedor de salud y protección: no son considerados como sujetos que merecen igualdad de derechos”, dijo Palacios reafirmando la tesis de que el conflicto se mezcló con el racismo estructural de la sociedad colombiana, una “violencia normalizada”, según el comisionado.
La Comisión de la Verdad asumió el enfoque étnico desde el principio pues este era un compromiso de todo lo pactado en los Acuerdos de La Habana, según explicó Sonia Londoño, coordinadora de Pueblos Étnicos al interior de la Comisión. Aquello implicó una metodología específica, como protocolos de relacionamiento con víctimas y comunidades, y además un proceso de consulta previa, “la primera vez que una Comisión en el mundo consulta su metodología con los pueblos étnicos”, de acuerdo con Londoño.
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Ese enfoque diferencial permitió tomar testimonios en las lenguas originarias de las comunidades, realizar espacios de armonización antes, contar con un equipo compuesto por profesionales indígenas y afrocolombianos, y lo más importante, recopilar 11.056 testimonios entre entrevistas individuales y colectivas. El reto es que no fuera “una aproximación occidental”, aseguró Londoño, sino que viniera de la voz misma de las comunidades. El origen de los tres comisionados, dos afrodescendientes y una indígena, es una buena muestra de ello.
La comisionada Patricia Tobón Yagarí aseguró que este capítulo “rompe” con la narrativa de buena parte del Informe Final, centrada en la lógica del enemigo interno y la guerra fría, de un conflicto más ideologizado. En lugar de esto los hallazgos señalan que hubo un predominio de dinámicas económicas que generaron “desterritorialización” y una mirada racista y colonial violenta hacia estas comunidades: “esperamos que la Fiscalía y la JEP profundicen en estos análisis, más que un conflicto armado por ideologías políticas encontramos fue dinámicas económicas”.
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“Alfonso Cano desarrolló un plan para tomarse el Consejo Regional Indígena del Cauca: es una concepción colonial, de como se ven los indígenas en función de la guerra”, sostuvo Tobón Yagarí, quien insiste en que la memoria de las violencias que tienen las comunidades étnicas es anterior incluso al conflicto armado interno: “en su relato tienen una memoria oral mucho más larga, que los colombianos no conocemos”.
Durante el evento, el expresidente Juan Manuel Santos hizo una intervención recordando el compromiso que adquirió con los pueblos indígenas y las comunidades étnicas del país y la importancia de este volumen. “Perdonar no es olvidar, es todo lo contrario: es recordar para que no se vuelva a repetir. Este capítulo no es un producto de mi gobierno, es de ustedes las comunidades, que lo exigieron”, expresó Santos.
El capítulo entregado consta además de ocho anexos donde hay desde relatos indígenas que fueron recolectados durante el proceso de investigación, hasta un libro en formato de décimas donde mujeres afro cuentan sus recuerdos de la guerra.