Ministerio de la Paz: recomendación del Informe Final para la construcción de paz
Ejecutar un plan de impulso a la implementación del Acuerdo Final con las Farc, crear incentivos para la negociación con el Eln y cumplir los protocolos acordados, y materializar la política pública para desmantelar a los grupos herederos del paramilitarismo son algunas de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad.
María de los Ángeles Reyes Mesa
El supuesto del que parte el Informe Final de la Comisión de la Verdad (CEV) para entregarle al país nueve grupos de recomendaciones es que la paz debe ser pensada en positivo. Es decir, la construcción de paz no es solamente, y debe ir más allá de, la desactivación de conflictos armados y estrategias de desarme, desmovilización y reintegración (DDR).
Los subcapítulos de las recomendaciones que se dedican a este tema, según un documento en borrador al que tuvo acceso a Colombia+20 son “avanzar en la construcción de paz como un proyecto nacional” y “consolidar una cultura de paz”.
Conozca la subsección: Informe Final de la Comisión de la Verdad
Paz como proyecto nacional: Implementación del Acuerdo y creación del Ministerio de la Paz
Para que la paz sea un proyecto nacional, la CEV comienza por reconocer los avances y retos del Acuerdo de Paz con las antiguas Farc, que le dio vida a la Comisión. Por tanto varias de las diez recomendaciones de este apartado se orientan a que se implemente el Acuerdo.
El Informe hace un corto diagnóstico del estado de la implementación, reconociendo algunos avances como la creación del catastro multipropósito en el 30% de los municipios del país, la puesta en marcha de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), la creación del Estatuto de Oposición, los Consejos Territoriales y Nacionales de Paz y el funcionamiento de algunos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR). Sin embargo, también reconoce, según lo que han dicho varios organismos de seguimiento, un rezago en muchos de los puntos de la implementación, como ha documentado Colombia+20, especialmente en el capítulo étnico y las medidas con enfoque de género.
La CEV también reveló que la implementación se ha desacelerado con el paso del tiempo, particularmente en lo que concierne a la participación política y a la atención integral a las víctimas. Por eso, lo que recomienda el Informe Final es que se disponga de presupuestos suficientes, en marcos temporales claros, para implementar lo dictado por el Acuerdo, particularmente en los territorios.
Otra de las propuestas en este apartado es que se cree un Ministerio para la Paz y la Reconciliación que tenga, según se lee en el documento, “un claro enfoque territorial, que adicionalmente articule las políticas, programas y proyectos que se encuentran dispersos en diferentes sectores y entidades limitando su alcance e impacto y dificultando la recuperación del tejido social afectado por el conflicto armado y el restablecimiento de la confianza en la institucionalidad, ambas condiciones necesarias para potenciar los efectos de las medidas propuestas y hacer de la paz territorial un proceso sostenible”.
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Este Ministerio, se sugiere, trabajaría de la mano con otras carteras como el Ministerio de Educación, del Interior, de las Tecnologías de la Información y Comunicación, para que la política publica de la paz tenga efectivamente una estructura estatal robusta. Sería el encargado de cuidar el legado de la CEV y difundir los hallazgos y recomendaciones.
Otra de las recomendaciones para la construcción de la paz es, como lo han sugerido varias organizaciones sociales y organismos de seguimiento a la implementación, negociar con el Eln. Sobre ello, la CEV propone que el gobierno cree incentivos para el diálogo, restablezca las relaciones diplomáticas con Venezuela, reconozca el protocolo establecido en caso de ruptura de la negociación e impulse iniciativas para atender a las causas estructurales del conflicto a mediano y largo plazo.
El Informe también recomienda al Eln adoptar medidas unilaterales y gestos que contribuyan a la generación de confianza y desescalamiento del conflicto y a respetar los organismos humanitarios en el territorio y el Derecho Internacional Humanitario (DIH). A la sociedad civil, la iglesia y los medios de comunicación la CEV recomienda rodear el diálogo y apoyar la salida negociada a este conflicto.
También hay recomendaciones orientadas a desmantelar de forma pacífica a los grupos armados herederos del paramilitarismo y el narcotráfico por medio de una política pública de desmantelamiento y una estrategia integral de sometimiento individual y colectivo. Esto significa darle garantías a los miembros de estos grupos para sus procesos con la justicia y la reintegración. También recomiendan que cada estrategia tenga en cuenta las particularidades y contextos diferenciados de cada uno de estos grupos e identifique las redes sociales, políticas y económicas que sostienen a los grupos en los territorios.
En ambos casos, el Informe recomienda ajustar la política de reintegración para adoptar medidas tempranas que prevengan el rearme de los miembros de los grupos armados, que garanticen su seguridad y que se consideren los enfoques diferenciales de combatientes de pueblos étnicos, como incluir autoridades tradicionales en los procesos.
En cuanto a la ola de violencia que se vive en los territorios, la CEV hace algunas propuestas para desescalar los seis concflictos armados que, según el Comité Internacional de la Cruz Roja, hay en Colombia actualmente. La más importante: gestionar y reconocer acuerdos humanitarios locales, pues denuncia que, a la fecha, el Gobierno Nacional no ha reconocido ningún acuerdo humanitario.
Consolidar una cultura de paz, más allá del conflicto armado
En la misma vía, el Informe Final propone seis recomendaciones para consolidar una cultura en paz en medio de la sociedad colombiana, desgastada por décadas de conflicto armado. La premisa es que la guerra dejó secuelas en la cultura de país, en donde es común hacer del otro que piensa distinto, un enemigo, en muchos casos, eliminable.
La CEV argumenta que es esta cultura, entre otros factores como la desigualdad y la pobreza, la que ha permitido que el conflicto perdure y que se haya normalizado la violencia en la cotidianidad. Es por eso que estas recomendaciones van dirigidas a sectores como el cultural, educativo, religioso y espiritual y a los medios de comunicación.
Lo que se propone es que se cree, desde el Estado, una estrategia para una cultura de paz con campañas, encuentros y el fortalecimiento de prácticas culturales que se afectaron por el conflicto armado. En materia de educación, las recomendaciones buscan fortalecer el acceso a la misma, particularmente en zonas rurales. También se recomienda capacitar redes docentes y que los manuales de convivencia y currículos escolares contribuyan a la consolidación de esa cultura de paz.
A los medios de comunicación, la Iglesia y otras comunidades de fe se les pide hacer parte de un diálogo nacional y usar su influencia y medios de difusión para fortalecer el lenguaje de la paz y no de la guerra.
En este apartado, se reitera la importancia de que todas las recomendaciones sean acogidas, pues todas contribuirán, en última instancia, a la consolidación de la paz y el cambio del paradigma de la guerra entre los colombianos.
El Legado
El Legado de la CEV, se lee en el documento borrador “son los hallazgos, recomendaciones y aprendizajes que se expresan a través de narrativas, procesos y productos en los que se enmarca el Informe Final”. Hacen parte del legado, por ejemplo el archivo testimonial que se recogió en los territorios del país, y en el exilio, y las apuestas culturales de las organizaciones de víctimas que contribuyeron al trabajo de la comisión, la exposición permanente que quedará en el Museo Nacional de la Memoria de Colombia y la plataforma transmedia que está al aire desde hoy.
Las recomendaciones en cuanto al Legado están dirigidas a gestores culturales, medios de comunicación y otros agentes con influencia sobre la sociedad para que se apropien, den a conocer, difundan y le den continuidad a los procesos asociados al trabajo de la Comisión de la Verdad que quedan como el Legado para Colombia.
El supuesto del que parte el Informe Final de la Comisión de la Verdad (CEV) para entregarle al país nueve grupos de recomendaciones es que la paz debe ser pensada en positivo. Es decir, la construcción de paz no es solamente, y debe ir más allá de, la desactivación de conflictos armados y estrategias de desarme, desmovilización y reintegración (DDR).
Los subcapítulos de las recomendaciones que se dedican a este tema, según un documento en borrador al que tuvo acceso a Colombia+20 son “avanzar en la construcción de paz como un proyecto nacional” y “consolidar una cultura de paz”.
Conozca la subsección: Informe Final de la Comisión de la Verdad
Paz como proyecto nacional: Implementación del Acuerdo y creación del Ministerio de la Paz
Para que la paz sea un proyecto nacional, la CEV comienza por reconocer los avances y retos del Acuerdo de Paz con las antiguas Farc, que le dio vida a la Comisión. Por tanto varias de las diez recomendaciones de este apartado se orientan a que se implemente el Acuerdo.
El Informe hace un corto diagnóstico del estado de la implementación, reconociendo algunos avances como la creación del catastro multipropósito en el 30% de los municipios del país, la puesta en marcha de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), la creación del Estatuto de Oposición, los Consejos Territoriales y Nacionales de Paz y el funcionamiento de algunos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR). Sin embargo, también reconoce, según lo que han dicho varios organismos de seguimiento, un rezago en muchos de los puntos de la implementación, como ha documentado Colombia+20, especialmente en el capítulo étnico y las medidas con enfoque de género.
La CEV también reveló que la implementación se ha desacelerado con el paso del tiempo, particularmente en lo que concierne a la participación política y a la atención integral a las víctimas. Por eso, lo que recomienda el Informe Final es que se disponga de presupuestos suficientes, en marcos temporales claros, para implementar lo dictado por el Acuerdo, particularmente en los territorios.
Otra de las propuestas en este apartado es que se cree un Ministerio para la Paz y la Reconciliación que tenga, según se lee en el documento, “un claro enfoque territorial, que adicionalmente articule las políticas, programas y proyectos que se encuentran dispersos en diferentes sectores y entidades limitando su alcance e impacto y dificultando la recuperación del tejido social afectado por el conflicto armado y el restablecimiento de la confianza en la institucionalidad, ambas condiciones necesarias para potenciar los efectos de las medidas propuestas y hacer de la paz territorial un proceso sostenible”.
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Este Ministerio, se sugiere, trabajaría de la mano con otras carteras como el Ministerio de Educación, del Interior, de las Tecnologías de la Información y Comunicación, para que la política publica de la paz tenga efectivamente una estructura estatal robusta. Sería el encargado de cuidar el legado de la CEV y difundir los hallazgos y recomendaciones.
Otra de las recomendaciones para la construcción de la paz es, como lo han sugerido varias organizaciones sociales y organismos de seguimiento a la implementación, negociar con el Eln. Sobre ello, la CEV propone que el gobierno cree incentivos para el diálogo, restablezca las relaciones diplomáticas con Venezuela, reconozca el protocolo establecido en caso de ruptura de la negociación e impulse iniciativas para atender a las causas estructurales del conflicto a mediano y largo plazo.
El Informe también recomienda al Eln adoptar medidas unilaterales y gestos que contribuyan a la generación de confianza y desescalamiento del conflicto y a respetar los organismos humanitarios en el territorio y el Derecho Internacional Humanitario (DIH). A la sociedad civil, la iglesia y los medios de comunicación la CEV recomienda rodear el diálogo y apoyar la salida negociada a este conflicto.
También hay recomendaciones orientadas a desmantelar de forma pacífica a los grupos armados herederos del paramilitarismo y el narcotráfico por medio de una política pública de desmantelamiento y una estrategia integral de sometimiento individual y colectivo. Esto significa darle garantías a los miembros de estos grupos para sus procesos con la justicia y la reintegración. También recomiendan que cada estrategia tenga en cuenta las particularidades y contextos diferenciados de cada uno de estos grupos e identifique las redes sociales, políticas y económicas que sostienen a los grupos en los territorios.
En ambos casos, el Informe recomienda ajustar la política de reintegración para adoptar medidas tempranas que prevengan el rearme de los miembros de los grupos armados, que garanticen su seguridad y que se consideren los enfoques diferenciales de combatientes de pueblos étnicos, como incluir autoridades tradicionales en los procesos.
En cuanto a la ola de violencia que se vive en los territorios, la CEV hace algunas propuestas para desescalar los seis concflictos armados que, según el Comité Internacional de la Cruz Roja, hay en Colombia actualmente. La más importante: gestionar y reconocer acuerdos humanitarios locales, pues denuncia que, a la fecha, el Gobierno Nacional no ha reconocido ningún acuerdo humanitario.
Consolidar una cultura de paz, más allá del conflicto armado
En la misma vía, el Informe Final propone seis recomendaciones para consolidar una cultura en paz en medio de la sociedad colombiana, desgastada por décadas de conflicto armado. La premisa es que la guerra dejó secuelas en la cultura de país, en donde es común hacer del otro que piensa distinto, un enemigo, en muchos casos, eliminable.
La CEV argumenta que es esta cultura, entre otros factores como la desigualdad y la pobreza, la que ha permitido que el conflicto perdure y que se haya normalizado la violencia en la cotidianidad. Es por eso que estas recomendaciones van dirigidas a sectores como el cultural, educativo, religioso y espiritual y a los medios de comunicación.
Lo que se propone es que se cree, desde el Estado, una estrategia para una cultura de paz con campañas, encuentros y el fortalecimiento de prácticas culturales que se afectaron por el conflicto armado. En materia de educación, las recomendaciones buscan fortalecer el acceso a la misma, particularmente en zonas rurales. También se recomienda capacitar redes docentes y que los manuales de convivencia y currículos escolares contribuyan a la consolidación de esa cultura de paz.
A los medios de comunicación, la Iglesia y otras comunidades de fe se les pide hacer parte de un diálogo nacional y usar su influencia y medios de difusión para fortalecer el lenguaje de la paz y no de la guerra.
En este apartado, se reitera la importancia de que todas las recomendaciones sean acogidas, pues todas contribuirán, en última instancia, a la consolidación de la paz y el cambio del paradigma de la guerra entre los colombianos.
El Legado
El Legado de la CEV, se lee en el documento borrador “son los hallazgos, recomendaciones y aprendizajes que se expresan a través de narrativas, procesos y productos en los que se enmarca el Informe Final”. Hacen parte del legado, por ejemplo el archivo testimonial que se recogió en los territorios del país, y en el exilio, y las apuestas culturales de las organizaciones de víctimas que contribuyeron al trabajo de la comisión, la exposición permanente que quedará en el Museo Nacional de la Memoria de Colombia y la plataforma transmedia que está al aire desde hoy.
Las recomendaciones en cuanto al Legado están dirigidas a gestores culturales, medios de comunicación y otros agentes con influencia sobre la sociedad para que se apropien, den a conocer, difundan y le den continuidad a los procesos asociados al trabajo de la Comisión de la Verdad que quedan como el Legado para Colombia.