“El capítulo debería ser un libro que abres y encuentras un pedazo de sabiduría”

Así se refiere el comisionado Alejandro Castillejo, al volumen testimonial “Cuando los pájaros no cantaban”, parte del Informe Final de la Comisión de la Verdad. En entrevista con Colombia +20, habló sobre la construcción del texto, su difusión y la posibilidad de imprimir una versión en braille.

Silvia Corredor Rodríguez
10 de julio de 2022 - 03:04 p. m.
El Comisionado Alejandro Castillejo, encargado del volumen testimonial del Informe Final, envió un mensaje a las víctimas.
El Comisionado Alejandro Castillejo, encargado del volumen testimonial del Informe Final, envió un mensaje a las víctimas.
Foto: Isabel Valdés / JEP
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“¿Cómo era el mundo antes del Big Bang de la violencia? ¿Cómo la violencia es un evento sonoro y cómo hay un mundo ‘antes de’, pero que puede ser codificado sonoramente?”, estas fueron algunas de las preguntas que se hizo el comisionado Alejandro Castillejo junto a su equipo de 13 personas con quienes construyó el capítulo testimonial del Informe Final de la Comisión de la Verdad.

En 515 páginas, el equipo de la Comisióndividió el capítulo en tres grandes libros: Las Anticipaciones, Las Devastaciones y la Vida, y El Porvenir, en los que se consigan los testimonios de cientos de sobrevivientes del conflicto armado colombiano. Al darle prevalencia a la exploración del antes, durante y después de la guerra de quienes la vivieron en carne propia, el comisionado Castillejo le afirmó a Colombia +20 que este capítulo “es una apuesta crítica a los modelos de memoria histórica en Colombia porque responde a un agotamiento de la sociedad que yo sentía que estaba mamada de estar escuchando masacres, motosierras y descuartizamientos”. Esto con el fin de buscar una alternativa para narrar las experiencias del conflicto donde no prevalezcan los relatos del horror sino las afectaciones subjetivas, incluso de la naturaleza, donde también se destaca la sonoridad, y se brinda espacio para integrar los sueños y esperanzas hacia el futuro de los testimoniantes.

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Aunque parece un error de escritura o edición, editorialmente el equipo bajo la dirección del comisionado Castillejo decidió respetar la oralidad, diversidad y riqueza lingüística de quienes charlaron con esta entidad. Este capítulo está acompañado de una versión sonora consignada en la sección “Sonido y memoria: Narrativa Sonora del Volumen Testimonial” consignada en la transmedia de la Comisión de la Verdad, donde las personas pueden tener un acercamiento más sensorial y sonoro a este capítulo. El equipo también tiene un interés de que existan secciones de este capítulo en braille, sin embargo, esta decisión aún no está confirmada.

¿Cómo nació el título del capítulo testimonial?

Alguna vez en una conversación, hace ya mucho tiempo, con un campesino en el Cesar estuvimos haciendo un ejercicio con un combo de gente de lo que llamábamos reconocimiento del territorio. En medio de esa caminada, echándonos un cuento por allá, un campesino nos cuenta de su vida cuando estaba en medio del desplazamiento y hay un momento en donde dice: “no, eso ni los pájaros cantaban”. Entonces, esa frase se me quedó a mi clavada en la cabeza.

Después, cuando llegamos a la Comisión, yo tenía una inclinación muy fuerte hacia el mundo sonoro y necesitaba una metáfora que me hablara de sonido y los pájaros cantan es una metáfora que aparece mucho en el libro y entonces me pregunté: ¿cómo era el mundo antes del Big Bang de la violencia? ¿Cómo la violencia es un evento sonoro y cómo hay un mundo antes de pero que puede ser codificado sonoramente? Y la frase congrega las dos cosas, ese antes cuando hay un gran vacío, un gran silencio y además, conlleva una metáfora de sonido que es fundamental para toda la estructura del volumen, porque el volumen son el texto, la transmedia y el ritual de lectura, todo al mismo tiempo. Entonces le tomé prestada la idea al viejo y la convertí en ese título: Cuando los pájaros no cantaban.

¿Cómo difundir un capítulo sonoro tan enorme como es este testimonial?

Yo le hacía la pregunta a la Comisión de cómo vamos a narrar la guerra porque para mí ha sido todo una pregunta y en un país donde hay 120 pueblos y 85 idiomas, la sola pregunta de cómo narrar la guerra, a mí me parece descomunal. Entonces viene la pregunta de que esto no se puede quedar en estas 515 páginas porque no se podía reducir a una especie de intercambio de lo inteligible, del saber que se transfiere de datos y desde ahí comenzó la decisión de que esto tenía que ser comunicable y una de las cosas donde eso aterriza es en el mundo sonoro.

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La apuesta que hay de sonido es verdaderamente microscópica, son siete historias generales, con cinco profundizaciones en espacios sonoros que nosotros mismos construimos, con tres o cuatro zonificaciones de historias, o sea, son 32 piezas más o menos. Yo siempre pensé que era más fácil pensar en capturar la atención de la gente con el sonido y después proponer un espacio performático que incluyera el sonido y la atmósfera para leer textos era parte de la misma lógica de la comunicabilidad y la conciencia de que un libro de estos no se leen un día, sino que se lee toda la vida. Porque está pensado como un texto sagrado, como una biblia, que tu lo abres en cualquier momento y en una frase encuentras un pedazo de sabiduría de alguien y te deja algo, lo cierras y vuelves después o toda la vida.

El mismo día que se aprobó el texto, ya había incorporado algunas de esas cosas y este texto para que tenga sentido tiene que poder circular, tiene que poder comunicarse, tiene que andar solito, tiene que ser leído por la gente en voz alta. Así comenzó y de ahí nace la idea del sonido y de la narrativa sonora porque este libro no está diseñado ni pensado para ubicar cada una de las victimizaciones como si fueran cajas de experiencia.

¿Cómo se construyó este capítulo?

Yo llego a la Comisión en medio de la pandemia y eso tuvo unas consecuencias concretas porque inicialmente no pudimos salir, entonces las dos primeras partes del capítulo se basan en el Sistema de Información de la Comisión. Lo que hicimos fue navegar el sistema, con toda esa base de datos de testimonios y crear unos criterios, caminos y rutas para entender cómo navegar los testimonios.

La última parte, la del Porvenir, es una cosa que inventamos nosotros. Las comisiones de investigación, estas comisiones de verdad en realidad no están diseñadas para oír el futuro. Una propuesta que hice fue que podemos invitar a la sociedad a pensar hacia adelante, a escuchar hacia adelante, no seguir sometiéndose a un evento del pasado, traumático que se repite.

Entonces nosotros diseñamos y pensamos mucho en eso desde el comienzo, y nos metimos en el Sistema de Información tratando de escuchar el futuro. Fue el camello más tremendo que desgastó mucho el equipo. Pero también salimos a recorrer el país, inicialmente en el Caribe donde he trabajado históricamente y nos inventamos un proyecto que se llama Territorios de Escucha, con el que buscábamos indagar cuáles son los lenguajes del porvenir y la esperanza. Esa decisión la tomé en diciembre del 2020 y enero del 2021 porque yo me rehusaba a ser un comisionado de televisión, entonces nos fuimos primero a la Sierra Nevada, luego a La Guajira y a todo el Caribe.

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Este libro tiene todas las poblaciones que tú te imagines, todos los territorios del país pero no está construido sobre la base de una representatividad poblacional porque es un trabajo sin fin, es decir, porque tú comienzas a decir “aquí está este” pero al tiempo, “aquí no está este otro” y es de nunca terminar. Entonces a mi me tocó inventar un modo de trabajo que se brincara todo eso de adrede, pero que se fundamentara en algo central de la Comisión que era las experiencias de violencia. Lo que en la CEV llamamos victimizaciones, yo las llamaba experiencias de violencia y sobre esa idea construimos el tejido de todo el capítulo, para evitarnos la discusión de por qué no está una u otra experiencia.

¿Por qué dividir el capítulo en tres libros?

Yo le decía a las investigadoras: “usted se encarga de escuchar lo que más pueda durante este tiempo sobre tortura”, entonces se metía a escuchar los audios, que tenían un proceso complejo de selección. Había siete formas distintas de navegar el Sistema de Información y de esa navegación llegaban a lo que nosotros llamamos “bolsitas de historias y audios” y cuando tú escuchas sistemáticamente un solo tema, descubres una estructura de significados, de relatos y de tiempos.

Todas las historias de violencia siempre tienen un antes, un momento de devastación y todas tienen un después de la devastación. Entonces la estructura nos la dio la misma escucha, yo sabía que lo íbamos a encontrar, pero necesitaba que la gente se diera cuenta de eso.

Así repartí todo y tres meses después y hospital psiquiátrico de por medio, terminamos construyendo un tejido complejo e identificando lo que yo llamo “núcleos de significados” y esas mismas estructuras fueron las que nosotros vertimos dentro de todo el texto. Ya sabíamos que todos los que narraban siempre tenían un antes, entonces la pregunta era cómo era ese antes, y ahí apareció todo el tema de lo que terminamos llamando ‘La Anticipación’. La propia escucha nos dijo todo eso, no había que inventarse los nombres.

Se ha dicho que esos testimonios no son solo del hecho violento vivido por las víctimas, sino de su vida en general, antes y después de ese acto. ¿Por qué hacerlo así?

Porque yo creo que los seres humanos somos dinámicos, hay que mostrar ese dinamismo y de paso, romper con el paradigma del relato del horror y para hacerlo, hay que mostrar las continuidades, las fragmentaciones y las resonancias de la vida diaria. Eso tu no lo puedes notar ni ver la diferencia, si no tienes el panorama completo. Si tu dices que algo te rompe la razón se sabe cuando hay un antes sobre el cual tú puedes comprar, sino es imposible ver ese dinamismo.

Yo siempre pensé que la mejor manera de presentar un libro de estos tenía que ser en forma de fragmentos porque la violencia rompe tanto que incluso, estos relatos son en sí mismos fragmentos porque son partes de historias, de entrevistas largas. Lo que nosotros hacemos es afilar el ojo y encontrar estos fragmentos y uno lo ve en la gran perspectiva. Entonces este relato casi teleológico de cada una de estas historias, hasta cierto punto es una invención un poco del artesano que hizo todo esto, que fuimos muchos pero en realidad, las historias son muy fragmentarias, la violencia rompe el lenguaje. Esa es la razón, había que construir una estructura legible y una de las maneras de hacerlo era construyendo una estructura que en todo caso se alimentaba de una escucha. Lo que hicimos fue montar la estructura y luego lanzar el tapete con todos los fragmentos de las historias.

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¿Cómo fue el acompañamiento psicosocial de las personas entrevistadas y el equipo entrevistador?

Yo estoy acostumbrado a este tipo de cosas entonces yo no era tan sensible al impacto que eso pudiera tener entre los investigadores. Yo me vine a dar cuenta de que les había dado duro mucho tiempo después, cosa que me estaba esperando.

Yo creo que al final hubo muchos momentos de entrega, de confusión, de desesperación, de claridad y en la medida que íbamos adelantando, yo le pedí al equipo que creyeran en mí, que nosotros no estábamos improvisando, que era un proceso muy dispendioso. Cuando tuvieron necesidades, pues hablaron con quien tenían que hablar y se desahogaron como tenía que desahogarse, yendo donde los amigos del acompañamiento psicosocial. Yo lo único que atinaba a decir era que había que tener paciencia y fortaleza.

¿Cuál va ser el proceso de difusión y socialización de este capítulo?

Siempre que nosotros teníamos reuniones con los pueblos o con quien sea, siempre leíamos algo, yo siempre animaba la conversación con un fragmento escrito por mí. Después se volvió que yo recogía fragmentos de otros e iba y contaba el cuento de las historias, me había convertido como un contador de historias porque entendía que en pueblos donde la lengua primaria no era el español, sino eran otros, entender español leído, pues resultaba más enredado dilatación es un problema monumental. Entonces yo prefería contar historias y entonces me iba de sitio contando y resultaba muy útil. Nosotros fuimos madurando poco a poco la lectura hasta que se convirtió en una forma particular de socialización que comenzamos a trabajar más en forma desde septiembre del año pasado.

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La expectativa que yo tengo es hacer esto, por lo menos, un año. La Comisión se acaba el 28 de agosto pero yo tengo planes de continuar porque para mí, esto es mucho más grande que la Comisión. Sin embargo, como todo texto, necesita también un doliente y uno esperaría que la sociedad se hiciera cargo de él. Yo he visto gente sacando fragmentos, fotografías, frases y eso es lo que tendría que estar pasando, seguir insistiendo en el tema para que no desaparezca.

Como todo texto, pues necesita también de un doliente que uno esperaría que la sociedad se hiciera doliente de esto como ha pasado en estos días, que yo he visto tantas gentes sacando fragmentos cositas fotografías frases cosas, eso es lo que tendría que estar pasando y seguir insistiendo en el tema y hasta que también eso pues desaparezca no, porque también yo creo que también el silencio y el olvido son fundamentales en el buen sentido, pues de la palabra no, yo creo que ese es el el reto de mantener la conversación de buscar otros lenguajes, otros lugares otros interlocutores.

El reto es mantener la conversación, de buscar otros lenguajes, otros lugares, otros interlocutores para mantenerse. Es un libro que va a caminar solo y que fácilmente podría llegar a un colegio con la metodología adecuada.

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