Un millón de colombianos habrían abandonado el país por cuenta de la guerra
La entidad publicó este jueves el inédito capítulo ‘La Colombia fuera de Colombia’ sobre las personas que debieron huir del país a razón del conflicto armado. El volumen califica el exilio colombiano como uno de los más largos del mundo.
Este jueves se dio a conocer ‘La Colombia fuera de Colombia’, el inédito capítulo del Informe de la Comisión de la Verdad que aborda el exilio y que cuenta con 2.080 testimonios de los colombianos que tuvieron que huir del conflicto armado. Este volumen, a cargo del comisionado Carlos Berinstain, reconoce por primera vez a esa población en un proceso por esclarecer patrones de afectación, como en el caso de miembros de la Unión Patriótica, o de reconstruir las historias de quienes dejaron todo atrás.
El capítulo reconoce que el trabajo sobre exilio ha sido limitado en otras Comisiones de la Verdad en el mundo y por ello llevó a cabo un extenso proceso de escucha en 24 países del mundo para retratar los impactos físicos, mentales y emocionales de quienes debieron salir de Colombia por razones de seguridad.
En contexto: Estos son los capítulos del Informe Final de la Comisión de la Verdad
Un énfasis importante que se hace en este capítulo es que las formas de autorreconocimiento de quienes hacen parte de la diáspora colombiana es interseccional a todo el documento. Esto porque no todos quienes están fuera del país lo están por razones de seguridad o, aún siendo así, no se reinvindican como exiliados. “Otras personas le temen a esta visibilidad por los riesgos que pueda significar para ellas y sus familias. También están quienes simplemente no identifican sus experiencias con el exilio. Más allá de estas diferencias, para la Comisión de la Verdad lo importante no son las categorías de referencia, sino las experiencias de las víctimas”, dice el documento.
Y agrega: Para la Comisión de la Verdad, las víctimas afectadas por el exilio son aquellas que, independientemente de su estatus, han tenido que cruzar las fronteras como consecuencia de la persecución, el impacto de la violencia, la desprotección y el miedo.”
Las afectaciones en las personas exiliadas pasan por la culpa por haber podido huir o por haber sobrevivido a algún ataque- especialmente en grupos donde compañeros y amigos fallecieron-, y también alcanzan a segundas y terceras generaciones en quienes muchas veces recae más el desarraigo. Según el informe, el regreso a Colombia no se dio en la mayor parte de las personas que salieron del país o la duración de esta experiencia fue prolongada debido “a la falta de condiciones para volver”. Eso hizo, precisa el documento que “exista una segunda y tercera generación del exilio: hijos e hijas o incluso nietos cuya identidad está mediatizada por esta dimensión transcultural entre el aquí y el allá”.
Le puede interesar: La guerra y la niñez: las cifras que ha dejado el conflicto en Colombia
El testimonio de María, docente, campesina y exiliada en Suecia, resume ese fenómeno: “”La salida del país no fue tanto… quizá nosotros como familia sentíamos la emoción de conocer un nuevo país, de dejar todo ese estrés, esa angustia que teníamos, donde los niños solamente recibían nuestro estrés. Pero no fue solo eso. Yo cuando pienso después… fue cortarles las raíces a mis hijos, eso es lo que más me duele”.
La Comisión de la Verdad realizó la titánica tarea de recoger testimonios en países como: Venezuela y Ecuador, Chile, Perú, Argentina, Brasil, Uruguay, Panamá, Costa Rica, México, Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Alemania, Noruega, Italia, España, Suiza, Suecia, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca y Australia, donde creó redes de trabajo con quienes se hicieron conferencias, conversatorios, exposiciones fotográficas, obras de teatro y, claro, la escucha activa. Una de ella se realizó junto a la Jurisdicción Especial Para la Paz (JEP) por el macrocaso 06 que lleva esa justicia transicional sobre la victimización a miembros de la Unión Patriótica (UP). Todos las historias están contenidos en el capítulo testimonial de la Comisión de la Verdad.
Con este volumen, ya son cinco los capitulos que se conocen del Informe Final: Síntesis, Hallazgos y Recomendaciones; que reúne algunas medidas para frenar el conflicto y que no se vuelva a repetir, Cuando los pájaros no cantaban, el capítulo testimonial, Convocatoria a la paz grande, la declaración o manifiesto que recoge el mensaje que la Comisión de la Verdad le deja al país en un espíritu de cambio y ‘No es un mal menor’, sobre las afectaciones a los niños, niñas y adolescentes durante la guerra.
Les aquí el volumen completo:
El documento deja claro que el exilio es una muestra la desprotección e inoperancia de las instituciones en Colombia para proteger la vida de los ciudadanos y que nunca fue una opción personal y voluntaria: “Una cosa es clara: ninguna de las personas entrevistadas por la Comisión en otros países huyó porque quiso. El exilio fue casi siempre el último recurso después de otros hechos sucesivos de violencia sufridos, como desplazamientos forzados internos, amenazas, pérdida de seres queridos o atentados contra la vida. El exilio es una violación en sí misma que muestra el fracaso de las instituciones del Estado en su deber de dar protección a las víctimas, así como la responsabilidad de todos los actores armados en estas violaciones, que separan las vidas de las personas exiliadas en un antes y un después”, indica.
Además; Así fue como las guerrillas violaron el DIH y se financiaron del narcotráfico
Uno de los primeros testimonios recogidos en este volumen es el de una lideresa indígena, exiliada en Canadá, que desvela los obstáculos de quienes padecieron amenazas en su contra y los altos índices de revictimización e impunidad con que se manejaron estos casos: “En mi segundo secuestro, después de las amenazas, de las metidas en los apartamentos y de las preguntas sobre los líderes de otras organizaciones de derechos humanos y sociales, íbamos con mi compañero a la Fiscalía a contar una y otra vez el caso; pero entre denuncia y denuncia, nos cansamos. ¿En qué momento uno pierde el derecho de ser un ser humano? Yo no salí amando el país. Yo sentía que el Estado me había traicionado”, detalla.
Las víctimas invisibles
De acuerdo con los registros del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Acnur, contemplados para este informe entre 1982 y 2020 “más de un millón de personas colombianas habrían abandonado el país en búsqueda de protección internacional, es decir, dos veces la cifra máxima considerada hasta ahora y con un subregistro que puede ser aún mayor”.
Sin embargo, en este capítulo esa cifra es considerada apenas la punto del iceberg: “En esa parte oculta del iceberg están aquellas personas invisibles de cara a la protección internacional; es decir, quienes salieron de Colombia y tuvieron otras visas de estancia o se quedaron sin papeles, sin acceso o sin reportar su caso a algún registro, tuvieron otras visas o adquirieron la nacionalidad del país de acogida. Tampoco se contemplan las segundas generaciones”.
Las cifras tampoco concuerndan con el Registro Único de Víctimas que solo contempla una pequeña proporción de las personas que han solicitado y han sido reconocidas como víctimas en el exterior. “En dicho registro se reconocen 26.269 colombianos como víctimas en el exterior, que se encontrarían en 43 países. Es decir, el Registro Único contempla menos de un 2 % del total de personas que, según la cifra estimada con Acnur, huyeron para salvaguardar sus vidas”, dice el informe.
Para la Comisión ese subregistro responde a tres factores:
- Falta de reconocimiento del exilio como una violación grave (como sí existe con otras violaciones). Reconocer la existencia del exilio es admitir que esta violación a los derechos humanos ocurrió en el marco del conflicto armado interno y que existe una responsabilidad del Estado para con las víctimas.
- Incapacidad estatal para establecer relaciones de confianza y métodos adecuados para determinar la dimensión del fenómeno, debido a la ausencia de una política específica y a la desconfianza de muchas víctimas en el Estado y, por lo tanto, en los consulados, que son los lugares donde se llevan a cabo las declaraciones para consolidar el RUV.
- Falta de información relativa a la protección por parte de las personas exiliadas y distintas actitudes de los Estados frente al refugio y exilio colombiano.
La Comisión también reconoce que la huida de personas del país, significó una périda de capital humano y de líderes y lideresas que llevan a cabo importantes procesos o tenían impactos e influencias sobre distintas poblaciones, especialmente aquellas que han estado históricamente marginadas : “una inconmensurable experiencia se fue tras quienes se exiliaron, ya fueran jueces, campesinas, docentes, estudiantes, indígenas, líderes afrodescendientes, periodistas, comerciantes y empresarios. Muchas personas exiliadas han integrado espacios de participación y movilización social alrededor de la visibilidad del conflicto armado en Colombia, de acciones colectivas para la convivencia y paz desde los países de acogida, y contribución a las entidades del Sistema de Verdad, Justicia y Reparación desde el exterior”.
Vea el documental: Detrás del Informe Final: los comisionados que desentrañaron la guerra en Colombia
Los datos del proceso de escucha
Los testimonios que recogió la Comisión por 24 países, incluyó también a los colombianos retornados. En total se realizareon 14.260 entrevistas, de las cuales 2.080 se refieren al exilio. De estas, 1.742 fueron testimonios de víctimas, familiares o testigos en espacios individuales, 46 entrevistas colectivas a sectores específicos de víctimas, y 15 se desarrollaron en espacios colectivos con personas pertenecientes a comunidades étnicas. Además, se hicieron seis historias de vida y 82 entrevistas a profundidad.
También se entrevistó a 172 personas con experiencia en temas de migración y refugio, 15 entrevistas a actores armados -comparecientes y no comparecientes ante la justicia transicional-, y dos a terceros civiles.
Además se escucharon 2.350 víctimas, aunque solo se obtvieron datos demográficos e información sobre el exilio de 2.244. De ellas, 1.147 (el 51 %) son hombres, 1.096 (el 49 %) son mujeres y de una persona no se tiene información. En cuanto a orientación sexual, del 80,5 % que declaró su orientación, 1.607 víctimas (el 74,6 %) se identifican como heterosexuales y 127 (el 5,7 %) como personas del colectivo LGTBIQ+. Cuatro de cada diez personas entrevistadas (37,3 %) tenían algún tipo de liderazgo social o político en distintas organizaciones. La mayoría de las personas entrevistadas forman o formaron parte de organizaciones de víctimas del conflicto armado, son líderes y lideresas sociales, personas que tienen actividad política o como defensoras de derechos humanos.
Además: Los 11 hallazgos de la Comisión de la Verdad sobre el conflicto en Colombia
Los primeros casos de exilio que escuchó la Comisión fueron de los años 50 y 60, en época de la violencia bipartidista y el Frente Nacional y el 37,4 % de los casos de exilio se concentran en el periodo entre 1992 y 2005.
“Las condiciones de desprotección y vulnerabilidad de la población exiliada se han dado en Colombia, pero también al otro lado de las fronteras, por la falta de reconocimiento de su gravedad, a pesar del esfuerzo que han hecho varios países en la acogida, lo que hace que el exilio se convierta en un tipo de limbo prolongado. Esta condición se ha agravado como consecuencia de la falta de reconocimiento del Estado colombiano del exilio como una violación de derechos humanos”, detalla el informe.
El documento también muestra el tipo de violencia sufrida antes de salir al exilio.
Así mismo, la mayoría de exiliados colombianos salieron a otros países latinoamericanos “debido a la cercanía, el idioma o a la posibilidad cercana de retornar”, afirma el informe. “Los principales países latinoamericanos de destino –según los registros de 2019– fueron Ecuador, con 112.846 registros; Venezuela, con 67.671; Chile, con 5.091; Costa Rica, con 3.663; Panamá, con 3.599; Brasil, con 3.130 y Perú, con 1.935. (ver gráfica n.° 4). Mientras tanto, en el 2019, el principal país donde se exiliaron los colombianos fuera de América Latina fue España, que registró un total de 34.352 personas refugiadas y solicitantes de asilo de origen colombiano, seguido de Estados Unidos, que registró 15.506, y de Canadá, con 9.795 registros”.
Este jueves se dio a conocer ‘La Colombia fuera de Colombia’, el inédito capítulo del Informe de la Comisión de la Verdad que aborda el exilio y que cuenta con 2.080 testimonios de los colombianos que tuvieron que huir del conflicto armado. Este volumen, a cargo del comisionado Carlos Berinstain, reconoce por primera vez a esa población en un proceso por esclarecer patrones de afectación, como en el caso de miembros de la Unión Patriótica, o de reconstruir las historias de quienes dejaron todo atrás.
El capítulo reconoce que el trabajo sobre exilio ha sido limitado en otras Comisiones de la Verdad en el mundo y por ello llevó a cabo un extenso proceso de escucha en 24 países del mundo para retratar los impactos físicos, mentales y emocionales de quienes debieron salir de Colombia por razones de seguridad.
En contexto: Estos son los capítulos del Informe Final de la Comisión de la Verdad
Un énfasis importante que se hace en este capítulo es que las formas de autorreconocimiento de quienes hacen parte de la diáspora colombiana es interseccional a todo el documento. Esto porque no todos quienes están fuera del país lo están por razones de seguridad o, aún siendo así, no se reinvindican como exiliados. “Otras personas le temen a esta visibilidad por los riesgos que pueda significar para ellas y sus familias. También están quienes simplemente no identifican sus experiencias con el exilio. Más allá de estas diferencias, para la Comisión de la Verdad lo importante no son las categorías de referencia, sino las experiencias de las víctimas”, dice el documento.
Y agrega: Para la Comisión de la Verdad, las víctimas afectadas por el exilio son aquellas que, independientemente de su estatus, han tenido que cruzar las fronteras como consecuencia de la persecución, el impacto de la violencia, la desprotección y el miedo.”
Las afectaciones en las personas exiliadas pasan por la culpa por haber podido huir o por haber sobrevivido a algún ataque- especialmente en grupos donde compañeros y amigos fallecieron-, y también alcanzan a segundas y terceras generaciones en quienes muchas veces recae más el desarraigo. Según el informe, el regreso a Colombia no se dio en la mayor parte de las personas que salieron del país o la duración de esta experiencia fue prolongada debido “a la falta de condiciones para volver”. Eso hizo, precisa el documento que “exista una segunda y tercera generación del exilio: hijos e hijas o incluso nietos cuya identidad está mediatizada por esta dimensión transcultural entre el aquí y el allá”.
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El testimonio de María, docente, campesina y exiliada en Suecia, resume ese fenómeno: “”La salida del país no fue tanto… quizá nosotros como familia sentíamos la emoción de conocer un nuevo país, de dejar todo ese estrés, esa angustia que teníamos, donde los niños solamente recibían nuestro estrés. Pero no fue solo eso. Yo cuando pienso después… fue cortarles las raíces a mis hijos, eso es lo que más me duele”.
La Comisión de la Verdad realizó la titánica tarea de recoger testimonios en países como: Venezuela y Ecuador, Chile, Perú, Argentina, Brasil, Uruguay, Panamá, Costa Rica, México, Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Alemania, Noruega, Italia, España, Suiza, Suecia, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca y Australia, donde creó redes de trabajo con quienes se hicieron conferencias, conversatorios, exposiciones fotográficas, obras de teatro y, claro, la escucha activa. Una de ella se realizó junto a la Jurisdicción Especial Para la Paz (JEP) por el macrocaso 06 que lleva esa justicia transicional sobre la victimización a miembros de la Unión Patriótica (UP). Todos las historias están contenidos en el capítulo testimonial de la Comisión de la Verdad.
Con este volumen, ya son cinco los capitulos que se conocen del Informe Final: Síntesis, Hallazgos y Recomendaciones; que reúne algunas medidas para frenar el conflicto y que no se vuelva a repetir, Cuando los pájaros no cantaban, el capítulo testimonial, Convocatoria a la paz grande, la declaración o manifiesto que recoge el mensaje que la Comisión de la Verdad le deja al país en un espíritu de cambio y ‘No es un mal menor’, sobre las afectaciones a los niños, niñas y adolescentes durante la guerra.
Les aquí el volumen completo:
El documento deja claro que el exilio es una muestra la desprotección e inoperancia de las instituciones en Colombia para proteger la vida de los ciudadanos y que nunca fue una opción personal y voluntaria: “Una cosa es clara: ninguna de las personas entrevistadas por la Comisión en otros países huyó porque quiso. El exilio fue casi siempre el último recurso después de otros hechos sucesivos de violencia sufridos, como desplazamientos forzados internos, amenazas, pérdida de seres queridos o atentados contra la vida. El exilio es una violación en sí misma que muestra el fracaso de las instituciones del Estado en su deber de dar protección a las víctimas, así como la responsabilidad de todos los actores armados en estas violaciones, que separan las vidas de las personas exiliadas en un antes y un después”, indica.
Además; Así fue como las guerrillas violaron el DIH y se financiaron del narcotráfico
Uno de los primeros testimonios recogidos en este volumen es el de una lideresa indígena, exiliada en Canadá, que desvela los obstáculos de quienes padecieron amenazas en su contra y los altos índices de revictimización e impunidad con que se manejaron estos casos: “En mi segundo secuestro, después de las amenazas, de las metidas en los apartamentos y de las preguntas sobre los líderes de otras organizaciones de derechos humanos y sociales, íbamos con mi compañero a la Fiscalía a contar una y otra vez el caso; pero entre denuncia y denuncia, nos cansamos. ¿En qué momento uno pierde el derecho de ser un ser humano? Yo no salí amando el país. Yo sentía que el Estado me había traicionado”, detalla.
Las víctimas invisibles
De acuerdo con los registros del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Acnur, contemplados para este informe entre 1982 y 2020 “más de un millón de personas colombianas habrían abandonado el país en búsqueda de protección internacional, es decir, dos veces la cifra máxima considerada hasta ahora y con un subregistro que puede ser aún mayor”.
Sin embargo, en este capítulo esa cifra es considerada apenas la punto del iceberg: “En esa parte oculta del iceberg están aquellas personas invisibles de cara a la protección internacional; es decir, quienes salieron de Colombia y tuvieron otras visas de estancia o se quedaron sin papeles, sin acceso o sin reportar su caso a algún registro, tuvieron otras visas o adquirieron la nacionalidad del país de acogida. Tampoco se contemplan las segundas generaciones”.
Las cifras tampoco concuerndan con el Registro Único de Víctimas que solo contempla una pequeña proporción de las personas que han solicitado y han sido reconocidas como víctimas en el exterior. “En dicho registro se reconocen 26.269 colombianos como víctimas en el exterior, que se encontrarían en 43 países. Es decir, el Registro Único contempla menos de un 2 % del total de personas que, según la cifra estimada con Acnur, huyeron para salvaguardar sus vidas”, dice el informe.
Para la Comisión ese subregistro responde a tres factores:
- Falta de reconocimiento del exilio como una violación grave (como sí existe con otras violaciones). Reconocer la existencia del exilio es admitir que esta violación a los derechos humanos ocurrió en el marco del conflicto armado interno y que existe una responsabilidad del Estado para con las víctimas.
- Incapacidad estatal para establecer relaciones de confianza y métodos adecuados para determinar la dimensión del fenómeno, debido a la ausencia de una política específica y a la desconfianza de muchas víctimas en el Estado y, por lo tanto, en los consulados, que son los lugares donde se llevan a cabo las declaraciones para consolidar el RUV.
- Falta de información relativa a la protección por parte de las personas exiliadas y distintas actitudes de los Estados frente al refugio y exilio colombiano.
La Comisión también reconoce que la huida de personas del país, significó una périda de capital humano y de líderes y lideresas que llevan a cabo importantes procesos o tenían impactos e influencias sobre distintas poblaciones, especialmente aquellas que han estado históricamente marginadas : “una inconmensurable experiencia se fue tras quienes se exiliaron, ya fueran jueces, campesinas, docentes, estudiantes, indígenas, líderes afrodescendientes, periodistas, comerciantes y empresarios. Muchas personas exiliadas han integrado espacios de participación y movilización social alrededor de la visibilidad del conflicto armado en Colombia, de acciones colectivas para la convivencia y paz desde los países de acogida, y contribución a las entidades del Sistema de Verdad, Justicia y Reparación desde el exterior”.
Vea el documental: Detrás del Informe Final: los comisionados que desentrañaron la guerra en Colombia
Los datos del proceso de escucha
Los testimonios que recogió la Comisión por 24 países, incluyó también a los colombianos retornados. En total se realizareon 14.260 entrevistas, de las cuales 2.080 se refieren al exilio. De estas, 1.742 fueron testimonios de víctimas, familiares o testigos en espacios individuales, 46 entrevistas colectivas a sectores específicos de víctimas, y 15 se desarrollaron en espacios colectivos con personas pertenecientes a comunidades étnicas. Además, se hicieron seis historias de vida y 82 entrevistas a profundidad.
También se entrevistó a 172 personas con experiencia en temas de migración y refugio, 15 entrevistas a actores armados -comparecientes y no comparecientes ante la justicia transicional-, y dos a terceros civiles.
Además se escucharon 2.350 víctimas, aunque solo se obtvieron datos demográficos e información sobre el exilio de 2.244. De ellas, 1.147 (el 51 %) son hombres, 1.096 (el 49 %) son mujeres y de una persona no se tiene información. En cuanto a orientación sexual, del 80,5 % que declaró su orientación, 1.607 víctimas (el 74,6 %) se identifican como heterosexuales y 127 (el 5,7 %) como personas del colectivo LGTBIQ+. Cuatro de cada diez personas entrevistadas (37,3 %) tenían algún tipo de liderazgo social o político en distintas organizaciones. La mayoría de las personas entrevistadas forman o formaron parte de organizaciones de víctimas del conflicto armado, son líderes y lideresas sociales, personas que tienen actividad política o como defensoras de derechos humanos.
Además: Los 11 hallazgos de la Comisión de la Verdad sobre el conflicto en Colombia
Los primeros casos de exilio que escuchó la Comisión fueron de los años 50 y 60, en época de la violencia bipartidista y el Frente Nacional y el 37,4 % de los casos de exilio se concentran en el periodo entre 1992 y 2005.
“Las condiciones de desprotección y vulnerabilidad de la población exiliada se han dado en Colombia, pero también al otro lado de las fronteras, por la falta de reconocimiento de su gravedad, a pesar del esfuerzo que han hecho varios países en la acogida, lo que hace que el exilio se convierta en un tipo de limbo prolongado. Esta condición se ha agravado como consecuencia de la falta de reconocimiento del Estado colombiano del exilio como una violación de derechos humanos”, detalla el informe.
El documento también muestra el tipo de violencia sufrida antes de salir al exilio.
Así mismo, la mayoría de exiliados colombianos salieron a otros países latinoamericanos “debido a la cercanía, el idioma o a la posibilidad cercana de retornar”, afirma el informe. “Los principales países latinoamericanos de destino –según los registros de 2019– fueron Ecuador, con 112.846 registros; Venezuela, con 67.671; Chile, con 5.091; Costa Rica, con 3.663; Panamá, con 3.599; Brasil, con 3.130 y Perú, con 1.935. (ver gráfica n.° 4). Mientras tanto, en el 2019, el principal país donde se exiliaron los colombianos fuera de América Latina fue España, que registró un total de 34.352 personas refugiadas y solicitantes de asilo de origen colombiano, seguido de Estados Unidos, que registró 15.506, y de Canadá, con 9.795 registros”.