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Los impactos del conflicto y las acciones para defender la vida, la dignidad y construir paz han estado entrelazadas en el desarrollo de la guerra en Colombia. Este nuevo volumen publicado ayer viernes por la Comisión de la Verdad agrupa sus cuatro hallazgos principales, en clave de dos palabras: impactos y resistencias.
El análisis realizado por el equipo liderado por el comisionado Saúl Franco concluyó lo siguiente: el conflicto causó daños irreparables al país y sus habitantes; la continuidad y degradación del conflicto han amplificado y perpetuado los daños; la desprotección del Estado ha agravado los impactos de la guerra y también ha actuado en contra de la población; y la capacidad de las comunidades por crear mecanismos para resistir al conflicto, reconstruir el tejido social y reconfigurar sus proyectos de vida.
“Este texto busca visibilizar el reclamo de las víctimas para que se reconozca su sufrimiento, y que la sociedad acepte como cierto el terror y la destrucción que estas han enfrentado. De este modo, se da un paso decidido para superar el negacionismo, una actitud muy frecuente en el país. Se parte del reconocimiento de las víctimas como ciudadanos y ciudadanas a quienes se les vulneraron sus derechos, y como sujetos políticos de importancia para la transformación de Colombia. Así, se aporta a su dignificación y se pone en el centro de este trabajo su derecho a la verdad”, resaltó la Comisión de la Verdad en este capítulo.
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Para ello, el equipo de investigadores abordó las diferentes modalidades de violencia que se han vivido en el país, que han afectado todos los aspectos de la vida de los y las colombianas. Los homicidios, las masacres, las desapariciones forzadas, las torturas, las violencias sexuales, las minas antipersona, los reclutamientos ilegales, los robos, la destrucción de bienes, los despojos, los desplazamientos forzados, los secuestros, las extorsiones, entre otras, son algunos de los analizados en el documento.
Lea el volumen aquí:
Los impactos
“Yo al principio de todo eso pensaba: “¿Cómo lo matarían? ¿Cómo harían? ¿Cómo quedarían? ¿A dónde se lo llevaron? ¿A dónde lo dejaron? ¿Dónde lo enterraron?”. Me preguntaba cómo. [Era] terrible […]. Los primeros años vivía mortificada por eso, porque yo pensaba en él, o sea, cómo sería eso, porque uno miraba que él era muy entregado a sus hijos […]. Sí, vivía pensado cómo sería. Él era apegado a sus hijos, su familia y sentir esa agonía, ese desespero…”, narró a la Comisión de la Verdad una mujer campesina cuyo esposo fue desaparecido.
Fragmentos como estos se encuentran a lo largo del apartado sobre impactos que aborda cómo la guerra afectó la vida de millones de personas que fueron torturadas, secuestradas, desaparecidas y sus familiares que vivieron con zozobra y afrontaban la estigmatización, el duelo y las consecuencias de estos hechos que aún hoy perduran.
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Las víctimas del país también sufrieron un impacto económico que muchas veces los dejó sin la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas y acceder a la tierra, lo que generó la ruptura de vínculos con el territorios y el reto de iniciar una vida en otro lugar del país o el mundo. También los impactos mentales y emocionales por los asesinatos, secuestros o desapariciones causaron que muchas familias se enfrentaran a la imposibilidad de continuar con sus negocios, o incluso, a la quiebra.
“A raíz de que matan a mi hermano, mi papá no tuvo cabeza para negociar. Abandonó el negocio, se fue a la quiebra y yo era la única que le ponía frente a todo. Pero a mí me pudo el negocio porque no, ¡no pude con tanto! Yo estaba pendiente de mi mamá, que estaba muy mal, de mi papá. Mis hermanos se dedicaron a tomar: solo tome y tome y llore y tome… Y yo poniéndole el frente a todo. Entonces se nos destruyó todo”, narró la hermana de un joven asesinado por las Farc en 1999, a la Comisión de la Verdad.
La naturaleza, los territorios sagrados y la estigmatización sobre poblaciones enteras fueron consecuencias que dejó la guerra y que llevó a que 450.664 personas hayan perdido la vida a causa del conflicto entre 1985 y 2018, y a que 7.752.964 personas fuerzan desplazadas entre 1985 y 2019, según registros de la Comisión de la Verdad. (Ver gráfica).
La democracia fue otra de las víctimas del conflicto en Colombia, puntualmente en la persecución a las Juntas de Acción Comunal, los sindicatos, los liderazgos sociales e incluso, la prensa. Según cifras de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), entregadas a la Comisión, las autoridades han reprimido a la prensa, optando por un discurso que deslegitima su trabajo y que ha desencadenado en el asesinato de 159 periodistas entre 1977 y 2019.
La resistencia
Las miles de víctimas que ha dejado el conflicto en Colombia no han sido sujetos pasivos, al contrario, han resistido a las múltiples modalidades de violencia y en medio del dolor, se han organizado para denunciar las violaciones a los derechos humanos que han padecido y han alzado sus voces para exigir el cumplimiento de sus derechos a la verdad, la justicia y la no repetición.
Este capítulo busca también reivindicar los esfuerzos de paz de las personas y la sociedad colombiana, el trabajo colectivo y las acciones para construir paz, en medio de la guerra. Uno de los ejemplos que retoma la Comisión de la Verdad, es el de las mujeres de Valle Encantado (Córdoba), quienes a mediados del año 2000, llegaron al campamento del Bloque Héroes Tolová, comandado por ‘Don Berna’, para recuperar a sus hijos que habían sido reclutados por este grupo paramilitar.
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“Las mujeres no comieron de cuentos y antes de ponerse a llorar decidieron organizarse para recuperar a sus muchachos vivos o muertos. El comandante salió a su encuentro. Mi madre iba diciendo […] que no demostraran miedo, que ellos no podían ser tan tontos para matar a tantas mujeres… El comandante accedió y les indicó el camino... Al instante, mi madre salió a carearle y le dijo: «Venimos de lejos a buscar a nuestros muchachos, que fueron traídos aquí. Ellos son jóvenes desplazados con pocas oportunidades, pero merecen otro futuro distinto al de la guerra, que ya les ha destruido la vida una vez. No les quite la oportunidad de ser personas de bien, de elegir su camino. Escuchamos que los habían matado. No creímos y estamos aquí para llevarlos con nosotras y no nos iremos sin ellos». El hombre dijo: «Señora, no han matado a nadie». Y les dijo a sus hombres: «Suelten a esos pelados, no quiero nada con desplazados»”, se lee en el capítulo.
Otro de los casos que resalta la Comisión en este volumen es el Mandato Ciudadano por la Paz, la Vida y la Libertad, uno de los hitos más importantes del movimiento social que nació en 1997. “No le llamemos consulta... llamémoslo mandato, porque no le vamos a pedir el favor a nadie de que nos traiga la paz, sino que le vamos a ordenar que haya paz al gobierno”, relató una mujer entrevistada por la Comisión de la Verdad. Fue así que en las elecciones gubernamentales de 1997 se integró el Tarjetón por la Paz que recibió más de 10 millones de votos a favor de la paz.
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Además de los procesos históricos que han creado las víctimas, el volumen también incorporó las iniciativas de perdón y reconciliación que comenzaron a gestarse desde los diálogos en La Habana entre las Farc y el gobierno de Colombia y los procesos de reincorporación de los excombatientes de esta guerrilla.
Un presidente de Junta de Acción Comunal que fue desplazado y víctima de secuestro y tortura, en entrevista con la Comisión de la Verdad, resaltó que para caminar a la no repetición hay que reconocer la diferencia y no polarizar la verdad. “La verdad es la verdad y no tiene por qué tener matices ni negros, ni oscuros ni nada. Así pasó, así pasó y no tomar eso para armar venganza, para justificar programas. No, esto fue lo que nos pasó, y esto, digamos, es el error que no podemos volver a cometer”, afirmó el hombre entrevistado.