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“¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral? ¿Cuál fue el Estado y las instituciones que impidieron y más bien promovieron el conflicto armado? ¿Dónde estaba el Congreso, dónde los partidos políticos? ¿Hasta dónde los que tomaron las armas contra el Estado calcularon las consecuencias brutales y macabras de su decisión?”. Más que respuestas inmediatas sobre cómo se prolongó y degradó tanto el conflicto armado, el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, compartió las preguntas que marcaron el norte de casi cuatro años de trabajo para construir el Informe Final que él y nueve comisionados más entregaron ayer al país.
Luego de escuchar más de 30 mil entrevistas hechas a víctimas, responsables y terceros involucrados en la guerra, de despedir a Alfredo Molano y Ángela Salazar, dos comisionados claves que murieron mientras se dedicaban a tejer la verdad, de una pandemia que retrasó sus labores, y de la renuncia del comisionado militar Guillermo Ospina por desconfiar de que ese relato que a su juicio no representa el sentir de las Fuerzas Militares, la Comisión de la Verdad cerró su trabajo. Lo hizo delante de un público constituido por víctimas, políticos y miembros de la cooperación internacional que, con la emotividad propia que despiertan los finales y los comienzos, y la expectativa de la larga espera, recibió las preguntas de De Roux.
“¿Nunca entendieron que el orden armado que imponían sobre los pueblos y comunidades que decían proteger los destruía, y luego los abandonaba en manos de verdugos paramilitares? ¿Qué hicieron ante esta crisis del espíritu los líderes religiosos? ¿Qué hicieron los educadores? ¿Qué dicen los jueces y fiscales que dejaron acumular impunidad? ¿Qué papel jugaron los formadores de opinión y los medios de comunicación? ¿Cómo nos atrevemos a dejar que pasara y a dejar que continúe?”, fueron los interrogantes que el presidente de la entidad recitó como una invitación para que la sociedad explore el Informe Final y agite su búsqueda cotidiana de la paz.
Aunque la presentación del documento duró poco -apenas una hora y 40 minutos- fue mucho lo que se vivió en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, lugar del evento. Por un lado, el recinto acogió el eco de las víctimas que expresaron la esperanza que tienen en que el Estado implemente las recomendaciones dispuestas en el Informe Final. Luz Dary Santiesteban, de la organización Madres por la Vida, llegó desde Buenaventura para presenciar la declaración de la Comisión de la Verdad como una señal de un futuro en paz. “Esta es una oportunidad grandísima. Vengo desde Buenaventura al evento, a decirle a la institucionalidad que queremos nuestros pueblos libres de violencia, a la juventud también decirle que debe seguir trabajando en este proceso de búsqueda de nuestros desaparecidos y erradicar la violencia en Colombia.
María Eugenia Cruz Alarcón, lideresa de la organización Mujer Sigue mis Pasos compuesta por víctimas de violencia sexual, manifestó que se ve reflejada su lucha en el trabajo de la entidad: “Nosotras como víctimas y defensoras traspasamos el dolor para ahora decir que es importante que la Comisión de la Verdad haya recogido el relato y testimonios de lo que pasó en el marco de la guerra. Para mí este evento fue muy emotivo. Fue imposible impedir que salieran las lágrimas porque siento mucha esperanza de que esas recomendaciones van a permitir marcar una ruta transformadora de la Colombia maltratada”.
La presentación del Informe Final tuvo una importante carga de palabras que sustentan el relato sobre el dolor y la resistencia al conflicto armado, pero también de símbolos en su puesta en escena y de compromisos por parte de sus asistentes. El evento, dirigido por el padre Francisco de Roux, contó en el escenario únicamente con la presencia de los y las comisionadas. Ninguna víctima tomó la palabra en el estrado, no obstante, el manifiesto del presidente de la entidad fue interrumpido por las proclamas de víctimas y asistentes que buscaban hacer sentir su historia.
“Recordamos el genocidio contra el movimiento gaitanista, dice María Gaitán”, gritó con una voz pausada pero contundente la nieta del asesinado líder Jorge Eliécer Gaitán, que se encontraba en las gradas superiores del Teatro. A su turno, desde otra silla se escuchó a una asistente pedir “implementación, implementación, implementación”. “Le pido por favor que interceda por los presos políticos que guardan una verdad oculta”, dijo otra espectadora que desde el centro del recinto se paró de su silla para hacerle el llamado a De Roux, quien en el escenario pausaba su discurso para escucharles.
Por otro lado, fue imposible que el evento no se politizara, a pesar que en espacios anteriores la Comisión de la Verdad reiterara que esto no sucedería. Dos señales en el evento lo dejaron claro: la primera, cuando la vicepresidenta electa Francia Márquez ingresó al Teatro y el público se alzó en el canto de “sí se pudo”, acompañado de aplausos. La segunda fue la abucheada que el público emitió cuando el padre De Roux explicó que a pesar de la invitación que le hicieron al presidente Iván Duque para que recibiera el Informe Final, este no asistió pues se encontraba adelantando una agenda internacional en Portugal. La carga político se hizo evidente cuando se confirmó la presencia del presidente electo Gustavo Petro y la alegría resonó estruendosamente en las paredes del Teatro Jorge Eliécer Gaitán. “Estas recomendaciones se volverán eficaces”, declaró Petro como una de las grandes promesas con las víctimas.
Esta realidad se materializó no solo en el evento, sino también en la propia voz de las víctimas una vez terminó la presentación. Yaneth Bautista, madre de la desaparecida Nidia Érika Bautista e integrante de Madres por la Vida, recalcó en que vivió el evento con mucha emoción “mucha esperanza porque Gustavo Petro recibió las recomendaciones, con mucha vergüenza porque Iván Duque no vino, a pesar de que era su responsabilidad”. “Ahora pensamos que hay que trabajar en la implementación de esas recomendaciones, pues nosotras hicimos aportes importantes para que la Comisión de la Verdad las construyera. Las víctimas tienen que ser una política de Estado”, indicó.
Si bien el Gobierno estuvo en representación de Juan Carlos Vargas, consejero para la Estabilización, único asistente del ejecutivo, la ausencia del presidente Duque mandó un pésimo mensaje en la etapa final de su mandato. De igual forma, la participación de Petro como la única otra voz que tomó el micrófono mandó también un mensaje cuyo impacto depende del lente del que se mire: negativo, pues sirvió de gasolina para que la derecha siga rechazando y atacando el Informe Final, o positivo, pues comprometió al gobierno entrante a cumplir con cada palabra tatuada en las 896 páginas de hallazgos y recomendaciones.