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                                                                                                                                  La lucha por hallar a los desaparecidos tras el bombardeo a Raúl Reyes en Ecuador

                                                                                                                                  La familia de Wilson Macías empezó una batalla para recuperar el cuerpo de este y otros 20 combatientes de las extintas FARC, que estarían en un cementerio de Quito. Tras cuatro años tocando puertas los avances son escasos. Esta es su historia.

                                                                                                                                  Julián Ríos Monroy

                                                                                                                                  Periodista de Colombia +20
                                                                                                                                  Wilson Macías Peña perteneció al Bloque Sur de las FARC y fue jefe de seguridad de 'Raúl Reyes'.
                                                                                                                                  Foto: Ilustración: María Fernanda Acosta.
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Todo ocurrió un día de 2004, cuando aún vestía uniforme camuflado y llevaba el brazalete de la guerrilla de las FARC. Le encomendaron acompañar la marcha del segundo comandante, Luis Édgar Devia —a quien en la guerra todos conocían como Raúl Reyes—, desde Caquetá hasta la frontera con Ecuador.

                                                                                                                                  Junto a Reyes, con la constancia de la sombra, siempre estaba su jefe de seguridad, Wilson Macías Peña (’Julio García’) , uno de los tres hermanos de Róbinson que se vincularon a la guerrilla.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Tan escasa y, sobre todo, tan incierta, como comprobaría Róbinson cuatro años después. La madrugada del 1° de marzo de 2008, luego de un ataque conjunto de las Fuerzas Militares cerca de Santa Rosa de Yanamaru, en territorio ecuatoriano, fueron asesinados Raúl Reyes y otros 22 combatientes. La noticia del bombardeo, que significó el mayor golpe del gobierno de Álvaro Uribe a las FARC, no tardó en llegar a través de los radios de comunicación de la guerrillerada.

                                                                                                                                  Soldados ecuatorianos en Angostura, donde se realizó el bombardeo al campamento de Raúl Reyes. Foto: AP
                                                                                                                                  Foto: AP - Diego Norona

                                                                                                                                  “Eso fue muy duro, el Mono era el hermano que más quería, porque mi mamá murió cuando éramos pequeños y él se encargó de la crianza. De los cuatro hermanos que nos fuimos para la guerrilla, él fue el único que no sobrevivió”, cuenta Róbinson, quien firmó el Acuerdo de Paz de 2016 y desde entonces está en la vida civil.

                                                                                                                                  “Todos los cuerpos merecen ser buscados”

                                                                                                                                  Pocos meses después de dejar las armas se vinculó a las iniciativas de búsqueda de desaparecidos lideradas por los excombatientes, como parte de su compromiso con las víctimas. Empezaron a seguir el rastro de los cuerpos de civiles que las FARC habían sepultado, de exparamilitares que murieron en combates y el de sus antiguos compañeros.

                                                                                                                                  En otras noticias: El fin del viacrucis para hallar a Óscar, el hijo desaparecido de Madres de Soacha

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  No importa qué pasado tenga la persona, su familia no es responsable de lo que hace un ser querido y hay que ayudar a borrar esas huellas del conflicto

                                                                                                                                  “En la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) aprendí que hay que buscar todos los cuerpos, porque sus familias los están esperando para descansar. No importa qué pasado tenga la persona, su familia no es responsable de lo que hace un ser querido y hay que ayudar a borrar esas huellas que dejó el conflicto”, dice Róbinson.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Raúl Reyes fue el segundo comandante de las FARC. Su muerte fue uno de los principales golpes del Gobierno Uribe a esa guerrilla.
                                                                                                                                  Foto: ARCHIVO

                                                                                                                                  Según respondió el Ministerio de Relaciones Exteriores, desde el 12 de marzo de 2024 el Consulado de Colombia en Quito ofició a la Fiscalía y Cancillería ecuatorianas para ponerlas al tanto de la solicitud de los familiares de Wilson. Sin embargo, “a la fecha no se ha obtenido respuesta alguna por parte de dichas entidades”.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Una de las metas de Róbinson, para agilizar la búsqueda, es encontrar a las demás familias de los guerrilleros muertos en el bombardeo al campamento de Reyes. Ha recorrido los departamentos de Putumayo, Huila, Caquetá y Nariño preguntando por esas personas, pero hasta ahora solo ha ubicado a cinco de las 20 familias. Uno de los principales desafíos es que se conocen los seudónimos que los combatientes usaban al entrar a la guerrilla, pero no sus nombres reales.

                                                                                                                                  Lea: Esto se sabe del asesinato de hijo de viceministro a manos de disidencias de FARC

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  “Nosotros pedimos que haya voluntad política, tanto de los gobiernos colombiano como del ecuatoriano, para poder avanzar. Ya se sabe dónde están los cuerpos, pero por ser fuera del país todo resulta más difícil. Necesitamos ayuda de las instituciones, porque sentimos que somos las familias quienes estamos moviendo esta búsqueda”, dice Isabela Sanroque, la esposa de Róbinson.

                                                                                                                                  Necesitamos ayuda de las instituciones, porque sentimos que somos las familias quienes estamos moviendo esta búsqueda

                                                                                                                                  Mientras tanto, para los Macías Peña, hallar los restos de Wilson se ha convertido en un anhelo de la familia entera. Es una expectativa que quiebra a Róbinson: “Mi papá dice que no se quiere morir sin saber que él ya está de vuelta. Toda la familia habla de cómo vamos a enterrarlo cuando vuelva su cuerpo. Tenemos ese duelo pendiente”.

                                                                                                                                  La última marcha de “los cucarros”

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El viaje se dio hacia mediados de 2004, y duró una semana entera. Los guerrilleros se embarcaron en un puerto del río Caguán y navegaron en medio de la selva amazónica hasta entrar a Putumayo. Caminaron, caminaron, caminaron.

                                                                                                                                  En los descansos, Róbinson y Wilson recordaron las anécdotas de la infancia, cuando a los hermanos Macías les pusieron el apodo de “los cucarros” en Isnos, su pueblo natal, en Huila. Contaron historias de su paso por la guerrilla, de sus actos de indisciplina. Hablaron de su papá, de la valentía del viejo para seguir adelante después de quedar viudo y ver salir a la mayoría de sus hijos a empuñar las armas.

                                                                                                                                  Wilson junto a una de sus hermanas en la década de 1990, en el Huila.
                                                                                                                                  Foto: Archivo particular
                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Cuando llegaron al río Putumayo se montaron en otra lancha y avanzaron hasta el brazo del San Miguel, el límite natural con la provincia de Sucumbíos. Allá se despidieron, Raúl Reyes, Wilson y su tropa cruzaron hacia Ecuador, y Róbinson dio media vuelta. Esa fue la última vez que se vieron.

                                                                                                                                  Ese primer día de marzo de 2008, Róbinson estaba recorriendo las sabanas del Yarí cuando se enteró del bombardeo. Sabía que Wilson siempre dormía cerca del comandante, y pronto reafirmó sus sospechas: era una de las víctimas de la llamada Operación Fénix.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Lea además: Viaje a las entrañas del cañón del Micay: así se vive en el mayor fortín de la disidencia de Mordisco

                                                                                                                                  En el país la discusión por esos días se centró en la importancia del golpe a las FARC. Como señaló la Comisión de la Verdad en uno de sus informes, era la primera vez desde 1964 que se impactaba al secretariado de la entonces guerrilla.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Raúl Reyes había sido negociador en el proceso de paz del Caguán, se le conocía como el “canciller” de las FARC y era clave para las gestiones de intercambio humanitario y las finanzas del grupo. Con esa operación, dice el documento, “se rompió el mito de que el secretariado era invulnerable” y “se cambió el balance estratégico de la guerra”.

                                                                                                                                  Durante las semanas siguientes, mientras se agudizaba la crisis diplomática entre Uribe y el presidente Rafael Correa por la intervención de militares colombianos en suelo internacional, nadie preguntó por los cuerpos de los guerrilleros. Al parecer, solo extrajeron el de Reyes y otras dos personas, pero los demás quedaron a la deriva.

                                                                                                                                  Mi papá dice que no se quiere morir sin saber que él ya está de vuelta

                                                                                                                                  La batalla por encontrarlos

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Miles de combatientes corrieron esa misma suerte durante los más de 50 años de guerra entre el Estado y las extintas FARC. Selva adentro, sus compañeros en armas se tragaban el dolor de esas muertes.

                                                                                                                                  Sus familiares, muchas veces, ni siquiera supieron que sus seres queridos fallecieron, o solo se enteraron tras la firma del Acuerdo de Paz de 2016. Otras siguen esperando, buscando, luchando para saber qué fue del paradero de sus seres queridos.

                                                                                                                                  Miembros de la Corporación Reencuentros en uno de los lugares de entierro de desaparecidos, levantando información.
                                                                                                                                  Foto: GUSTAVO TORRIJOS
                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hoy en día, 132 excombatientes de las FARC se dedican a la búsqueda de personas dadas por desaparecidas desde la Corporación Humanitaria Reencuentros, que en los últimos años ha documentado 1.128 casos de antiguos guerrilleros, víctimas o combatientes de otros grupos.

                                                                                                                                  Lea: Ex-Farc crean una corporación para buscar a desaparecidos

                                                                                                                                  Al cierre de 2023, la organización le había entregado a la Unidad de Búsqueda información de 49 posibles lugares de localización de cuerpos en cementerios y 90 a campo abierto. Esos insumos han sido claves para el hallazgo de 142 cuerpos y la identificación de otros 90.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Para Róbinson, que ha participado en esas actividades —y que vive en carne propia el drama de no hallar a un familiar—, contribuir en la búsqueda de las personas desaparecidas es un paso obligado para encontrar la paz: “Tenemos tantos dolores acumulados, tantas perdidas. Creo que hace falta mucho para que la sociedad pueda comprender este dolor y entienda que los firmantes de paz merecemos encontrar a nuestros seres queridos”.

                                                                                                                                  Wilson Macías Peña perteneció al Bloque Sur de las FARC y fue jefe de seguridad de 'Raúl Reyes'.
                                                                                                                                  Foto: Ilustración: María Fernanda Acosta.
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Todo ocurrió un día de 2004, cuando aún vestía uniforme camuflado y llevaba el brazalete de la guerrilla de las FARC. Le encomendaron acompañar la marcha del segundo comandante, Luis Édgar Devia —a quien en la guerra todos conocían como Raúl Reyes—, desde Caquetá hasta la frontera con Ecuador.

                                                                                                                                  Junto a Reyes, con la constancia de la sombra, siempre estaba su jefe de seguridad, Wilson Macías Peña (’Julio García’) , uno de los tres hermanos de Róbinson que se vincularon a la guerrilla.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Tan escasa y, sobre todo, tan incierta, como comprobaría Róbinson cuatro años después. La madrugada del 1° de marzo de 2008, luego de un ataque conjunto de las Fuerzas Militares cerca de Santa Rosa de Yanamaru, en territorio ecuatoriano, fueron asesinados Raúl Reyes y otros 22 combatientes. La noticia del bombardeo, que significó el mayor golpe del gobierno de Álvaro Uribe a las FARC, no tardó en llegar a través de los radios de comunicación de la guerrillerada.

                                                                                                                                  Soldados ecuatorianos en Angostura, donde se realizó el bombardeo al campamento de Raúl Reyes. Foto: AP
                                                                                                                                  Foto: AP - Diego Norona

                                                                                                                                  “Eso fue muy duro, el Mono era el hermano que más quería, porque mi mamá murió cuando éramos pequeños y él se encargó de la crianza. De los cuatro hermanos que nos fuimos para la guerrilla, él fue el único que no sobrevivió”, cuenta Róbinson, quien firmó el Acuerdo de Paz de 2016 y desde entonces está en la vida civil.

                                                                                                                                  “Todos los cuerpos merecen ser buscados”

                                                                                                                                  Pocos meses después de dejar las armas se vinculó a las iniciativas de búsqueda de desaparecidos lideradas por los excombatientes, como parte de su compromiso con las víctimas. Empezaron a seguir el rastro de los cuerpos de civiles que las FARC habían sepultado, de exparamilitares que murieron en combates y el de sus antiguos compañeros.

                                                                                                                                  En otras noticias: El fin del viacrucis para hallar a Óscar, el hijo desaparecido de Madres de Soacha

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  “En la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) aprendí que hay que buscar todos los cuerpos, porque sus familias los están esperando para descansar. No importa qué pasado tenga la persona, su familia no es responsable de lo que hace un ser querido y hay que ayudar a borrar esas huellas que dejó el conflicto”, dice Róbinson.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Raúl Reyes fue el segundo comandante de las FARC. Su muerte fue uno de los principales golpes del Gobierno Uribe a esa guerrilla.
                                                                                                                                  Foto: ARCHIVO

                                                                                                                                  Según respondió el Ministerio de Relaciones Exteriores, desde el 12 de marzo de 2024 el Consulado de Colombia en Quito ofició a la Fiscalía y Cancillería ecuatorianas para ponerlas al tanto de la solicitud de los familiares de Wilson. Sin embargo, “a la fecha no se ha obtenido respuesta alguna por parte de dichas entidades”.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Lea: Esto se sabe del asesinato de hijo de viceministro a manos de disidencias de FARC

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Necesitamos ayuda de las instituciones, porque sentimos que somos las familias quienes estamos moviendo esta búsqueda

                                                                                                                                  Mientras tanto, para los Macías Peña, hallar los restos de Wilson se ha convertido en un anhelo de la familia entera. Es una expectativa que quiebra a Róbinson: “Mi papá dice que no se quiere morir sin saber que él ya está de vuelta. Toda la familia habla de cómo vamos a enterrarlo cuando vuelva su cuerpo. Tenemos ese duelo pendiente”.

                                                                                                                                  La última marcha de “los cucarros”

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El viaje se dio hacia mediados de 2004, y duró una semana entera. Los guerrilleros se embarcaron en un puerto del río Caguán y navegaron en medio de la selva amazónica hasta entrar a Putumayo. Caminaron, caminaron, caminaron.

                                                                                                                                  En los descansos, Róbinson y Wilson recordaron las anécdotas de la infancia, cuando a los hermanos Macías les pusieron el apodo de “los cucarros” en Isnos, su pueblo natal, en Huila. Contaron historias de su paso por la guerrilla, de sus actos de indisciplina. Hablaron de su papá, de la valentía del viejo para seguir adelante después de quedar viudo y ver salir a la mayoría de sus hijos a empuñar las armas.

                                                                                                                                  Wilson junto a una de sus hermanas en la década de 1990, en el Huila.
                                                                                                                                  Foto: Archivo particular
                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Ese primer día de marzo de 2008, Róbinson estaba recorriendo las sabanas del Yarí cuando se enteró del bombardeo. Sabía que Wilson siempre dormía cerca del comandante, y pronto reafirmó sus sospechas: era una de las víctimas de la llamada Operación Fénix.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Lea además: Viaje a las entrañas del cañón del Micay: así se vive en el mayor fortín de la disidencia de Mordisco

                                                                                                                                  En el país la discusión por esos días se centró en la importancia del golpe a las FARC. Como señaló la Comisión de la Verdad en uno de sus informes, era la primera vez desde 1964 que se impactaba al secretariado de la entonces guerrilla.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Raúl Reyes había sido negociador en el proceso de paz del Caguán, se le conocía como el “canciller” de las FARC y era clave para las gestiones de intercambio humanitario y las finanzas del grupo. Con esa operación, dice el documento, “se rompió el mito de que el secretariado era invulnerable” y “se cambió el balance estratégico de la guerra”.

                                                                                                                                  Durante las semanas siguientes, mientras se agudizaba la crisis diplomática entre Uribe y el presidente Rafael Correa por la intervención de militares colombianos en suelo internacional, nadie preguntó por los cuerpos de los guerrilleros. Al parecer, solo extrajeron el de Reyes y otras dos personas, pero los demás quedaron a la deriva.

                                                                                                                                  Mi papá dice que no se quiere morir sin saber que él ya está de vuelta

                                                                                                                                  La batalla por encontrarlos

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Miles de combatientes corrieron esa misma suerte durante los más de 50 años de guerra entre el Estado y las extintas FARC. Selva adentro, sus compañeros en armas se tragaban el dolor de esas muertes.

                                                                                                                                  Sus familiares, muchas veces, ni siquiera supieron que sus seres queridos fallecieron, o solo se enteraron tras la firma del Acuerdo de Paz de 2016. Otras siguen esperando, buscando, luchando para saber qué fue del paradero de sus seres queridos.

                                                                                                                                  Miembros de la Corporación Reencuentros en uno de los lugares de entierro de desaparecidos, levantando información.
                                                                                                                                  Foto: GUSTAVO TORRIJOS
                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hoy en día, 132 excombatientes de las FARC se dedican a la búsqueda de personas dadas por desaparecidas desde la Corporación Humanitaria Reencuentros, que en los últimos años ha documentado 1.128 casos de antiguos guerrilleros, víctimas o combatientes de otros grupos.

                                                                                                                                  Lea: Ex-Farc crean una corporación para buscar a desaparecidos

                                                                                                                                  Al cierre de 2023, la organización le había entregado a la Unidad de Búsqueda información de 49 posibles lugares de localización de cuerpos en cementerios y 90 a campo abierto. Esos insumos han sido claves para el hallazgo de 142 cuerpos y la identificación de otros 90.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Para Róbinson, que ha participado en esas actividades —y que vive en carne propia el drama de no hallar a un familiar—, contribuir en la búsqueda de las personas desaparecidas es un paso obligado para encontrar la paz: “Tenemos tantos dolores acumulados, tantas perdidas. Creo que hace falta mucho para que la sociedad pueda comprender este dolor y entienda que los firmantes de paz merecemos encontrar a nuestros seres queridos”.

                                                                                                                                  Por Julián Ríos Monroy

                                                                                                                                  Periodista y fotógrafo. Es subeditor de Colombia+20 y profesor de cátedra en la Universidad del Rosario.@julianrios_mjrios@elespectador.com
                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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